sábado, 11 de septiembre de 2021

11 DE SEPTIEMBRE: 20 AÑOS

 

Hoy,  11 de septiembre, se cumplen veinte años del atentado a las Torres Gemelas de Nueva York. ¡20 años! Si me paro a pensarlo me entra un vértigo terrible. Me acuerdo perfectamente dónde y con quién estaba cuando la televisión transmitió casi en directo el terrible choque de los aviones en las torres, su derrumbe y su muerte extendida. El agujero que quedó en el sur de Manhattan fue un aviso del agujero en el que se ha sumido este siglo XXI que no levanta cabeza. Porque el vértigo me viene sobre todo de pensar que en ese momento se acabó una forma de entender el mundo que había durado casi cincuenta años y comenzó a nacer una sociedad desorientada, descentrada, en la que hemos ido de guerra en guerra, de crisis en crisis, de tsunamis en epidemias. No sé hacia donde irá el siglo XXI, pero la verdad es que no me apetece nada lo que se ve venir.

En fin, esta semana en la que todo el mundo habla del 9/11, en la que nos agobian con documentales, reportajes, me van a perdonar que yo también me acerque a ese día que cambió el mundo, pero desde el punto de vista de la ficción, a través de dos películas y una serie sobre el antes, el después, y un durante que me sirven para intentar entender lo que pasó ese día espantoso en el que murieron 3000 personas y de paso, murió una forma de vida.

 


Antes: THE LOOMING TOWER, Amazon

Esta miniserie del 2018, disponible en 10 capítulos en Amazon, es una auténtica lección de cómo la estupidez humana puede llegar hasta extremos casi asesinos. A ver, dicho así, suena un poco tremebundo. Pero es verdad. Porque la insensata y estúpida rivalidad entre agencias de seguridad, en este caso la CIA, representada por el arrogante e insoportable Martin Schmidt, y el FBI, encarnado en el arrollador pero muy poco diplomático John O’Neill, fue una de las causas (no la única) de que no se descubriera a tiempo la célula durmiente que al final despertó para sumir al mundo en una pesadilla. Schmidt es un personaje semi inventado, basado en un auténtico agente de la CIA; O’Neill es un personaje real, un agente especial del FBI especializado en contra espionaje, que murió el 11 de septiembre del 2001 cuando acababa de empezar a trabajar como Jefe de Seguridad del World Trade Center. Sobre el papel, FBI y CIA eran agencias que colaboraban en la lucha antiterrorista, en la práctica, se dedicaban a ocultarse información, dificultar las investigaciones y procurar que el otro quedara mal ante la administración. Y esa es la tercera pata del entramado del 11S, el gobierno de George Bush Jr que no solo permitió que esta rivalidad ridícula creciera. Lo peor que hizo la presidencia de Bush fue aprovecharse del atentado para lanzar su ofensiva contra Irak, desoyendo lo que todos, CIA y FBI, le decían sobre la autoría de los atentados. Por más que el Secretario de Defensa afirmara que Irak nada tenía que ver, que los responsables eran los terroristas de Al Qaeda, con Osama Bin Laden al frente, Cheney y Rumsfeld decidieron que había sido Irak. Los efectos devastadores de aquella rivalidad y de aquellas decisiones, se siguen sintiendo en la actualidad (Afganistán es la prueba). Pero lo que me hizo estremecer viendo esta estupenda serie basada en una novela de Lawrence Wright y protagonizada por Jeff Daniels, Tahar Rahim y Peter Sarsgaard, es la idea de que esta rivalidad estúpida sigue ahí y no solo en Estados Unidos. No me costó nada recordar las envidias, trabas, ocultaciones y falta de cooperación que se produjo en el atentado de agosto del 2017 en Barcelona entre Mossos y Guardia Civil. El resultado, lo sabemos todos.

 


Durante: EL VICIO DEL PODER, Filmin

El final de The Looming Tower, me sonó muy familiar y entonces recordé una película del 2018 de la que había hablado en el blog. La busqué y la encontré en Filmin. La volví a ver y volvió a provocarme la sensación de impotencia que da de estar en manos de mediocres e incompetentes (por desgracia no solo en Estados Unidos, los mediocres e incompetentes nos rodean por todas partes en nuestro propio país). La película se titula El vicio del poder, está dirigida por Adam McKay y la protagoniza Christian Bale como Dick Cheney, vicepresidente de George Bush Jr en el momento del ataque al World Trade Center. Lo que escribí de ella en el blog del 12 de enero del 2019, creo que sigue siendo vigente: “El vicio del poder cuenta el auge y esplendor de un personaje siniestro, mediocre, un gris burócrata que supo ver las oportunidades que le pasaban por delante gracias a lo que su inteligente y manipuladora esposa le susurraba en voz baja. Estamos hablando de Dick Cheney, el hombre en la sombra que fue todopoderoso vicepresidente de Estados Unidos en el mandato de George W. Bush, entre el año 2001 y el 2008, es decir , los años del ataque a las Torres Gemelas, la guerra de Irak y el auge de Al Qaeda y del EI. El excelente guión de Adam McKay, que firma también la dirección, sigue la vida de este hombre gordo y sin corazón (literalmente) a través del relato de un narrador anónimo que acaba siendo fundamental en la historia. Las elipsis, los giros, los cortes, los diálogos, nos enseñan poco a poco la formación de este hombre terrible, que convirtió la administración de Bush hijo en una oficina siniestra con la ayuda de personajes aun más siniestros que él, cómo Donald Rumsfeld o el propio Bush, retratado sin piedad en toda su estupidez. Es un espectáculo como cine, es una lección como historia, es una prueba de en manos de quien estamos y es, también, una explicación de la propia figura de Donald Trump. Cuando la vean, no se vayan antes de que acaben los créditos: hay una secuencia imprescindible.” Afganistán y su guerra interminable son solo el último coletazo, habrá más, de los actos irresponsables de esos años. Biden solo puede intentar que los daños sean los menos posibles, pero no podrá contrarrestar el peso de tanta manipulación. (Y eso me vuelve a traer a nuestro contexto político, plagado de mentiras, falsedades, alianzas peligrosas y decisiones equivocadas).

 


Después: WORTH, Sara Colangelo 2020 (en Netflix muy pronto)

El después del 11S nos lo cuenta esta película estrenada en salas esta semana. Literalmente la palabra Worth significa Valor, no el de salvar una vida, sino lo que cuesta esa vida. El prestigioso abogado de Washington Kenneth Feinberg se dedica a valorar fríamente y con criterios matemáticos, las indemnizaciones que se deben pagar a los familiares de víctimas de todo tipo planteándose la incómoda pregunta, ¿Cuánto vale la vida de una persona? Pero Feinberg se verá obligado a replantear sus fórmulas cuando acepte hacerse cargo de las valoraciones que la administración debe pagar a las familias de los 3000 muertos ese día de septiembre. Michael Keaton se mete en la piel de este hombre que pasa de la pura y aséptica profesionalidad, lo que él quiere es evitar que las familias pongan una demanda millonaria contra las compañías aéreas, a la auténtica batalla contra el cinismo, la burocracia y los poderes económicos en un intento de hacer justicia a todos y cada uno de los que murieron en las Torres Gemelas y a bordo de los tres aviones secuestrados. Basado en hechos reales, el personaje de Feinberg y su trabajo al frente del Fondo de Compensación de Víctimas del 11S es absolutamente real, la película juega de manera inteligente a mostrar lo particular de los casos personalizados de algunas de estas víctimas, para llegar a lo general: ¿cuánto vale una vida? Si la película funciona narrativamente es gracias al contraste entre Kenneth Feinberg y Charles Wolf, interpretado por Stanley Tucci. Wolf también es un personaje real, un hombre que perdió a su mujer en el atentado, muy crítico con el programa y la manera de aplicar el Fondo de Compensación. Wolf se convierte en el espejo donde Feinberg se ve reflejado y el enfrentamiento/colaboración entre el que ve la vida solo en términos de dinero y el que la ve en términos de justicia es lo que consiguió que este Fondo fuera lo más justo posible. Sin ser una gran película, Worth es un buen ejemplo de cine político, ese cine que los americanos saben hacer muy bien jugando con lo personal y emocional para desnudar el cinismo del poder. En definitiva, la lección que se extrae del film es muy clara: el dinero sin justicia, es un insulto; la justicia sin dinero, es un error. Verla después de ver The Looming Tower y El vicio del poder, convierte este aniversario terrible en una tragedia en 3 actos, cuyo epílogo aun estamos viviendo.

El regalo de esta semana es un homenaje a las torres



 

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