sábado, 16 de marzo de 2024

PREGUNTAS Y REFLEXIONES

 

Hay películas que están bien, son bonitas, entretenidas o interesantes. Sin llegar a ser obras maestras de ningún tipo, tienen algo especial, algo que me sugiere preguntas y reflexiones en las que no me había parado a pensar. Esta semana hay tres de esas películas.

Nuestro último baile, de Delphine Lehericey

Lo que cuenta esta película es muy sencillo. Germain, un hombre de 75 años, jubilado y con una vida feliz al lado de su mujer, se queda viudo de repente. En esta nueva e inesperada situación se enfrenta a dos emociones: la más difícil y dolorosa, es superar el duelo de su pérdida cumpliendo el último deseo de su mujer: bailar en un espectáculo de danza contemporánea; la más cómica y engorrosa es superar el agobio proteccionista de sus hijos que pretenden organizarle la vida como si fuera un niño o un ser discapacitado. Esta es la historia. Las reflexiones que me produjo fueron varias. La primera fue una pregunta ¿cómo habría sido la película si el que muere es él y la mujer se queda viuda? Respuesta: no habría película, porque una mujer tiene muchos más recursos para vivir sola. Desde hacerse la comida a buscarse entretenimientos y ocupaciones, no hay conflicto, no hay argumento. Y como consecuencia de esta reflexión me nació otra pregunta ¿se producirá esta misma situación cuando las parejas que ahora tienen 50 años o sus hijos de 20 se enfrenten a una pérdida a los 75 (si aun vivimos en este planeta desquiciado). La respuesta también fue muy clara: No. No, porque los hombres de 50 años ahora y mucho más los de 20, ya conciben la vida de otra manera, no son tan absolutamente dependientes de sus mujeres, comparten tareas de la casa, cuidan niños (un ejemplo, yo vivo en un barrio donde hay muchos colegios y guarderías, a las 9 de la mañana pasan ríos de padres por delante de mi casa camino de las jaulas doradas donde dejar a sus niños. La mayoría son padres, no madres.) Estos maridos, si se quedan solos, sabrán cocinar, sabrán comprar y sabrán organizarse mucho mejor que el pobre Germain. Y ahí aparece una tercera pregunta ¿realmente está Germain tan incapacitado para organizar su vida? No, no lo está, Germain es suficientemente inteligente y autosuficiente para no necesitar la tutela proteccionista y agobiante de hijos y vecinos. Menos mal que tiene una nieta que le entiende y le ayuda; menos mal que cuenta con la compañía de tres hermosos gatos, independientes, libres, pero muy fiables; menos mal que encuentra un refugio amable y creativo en la compañía de danza de La Ribot.

 


(el auténtico Sergio y la auténtica Paloma)

Radical, de Christian Zalla

Películas sobre maestros entregados hay muchas. Películas sobre alumnos que pasan de ser indomables a ser aplicados, también. Películas que cuenten como hay pequeños tesoros escondidos en las clases de una escuela rural, creo que podemos encontrar varias. Entonces, ¿Qué tiene de especial este Radical mexicano ambientado en una escuela en Matamoros, ciudad fronteriza con Estados Unidos, dominada por el narco? Pues algo. Tiene algo. Y pensando que podía ser, llegué a la conclusión que ese algo era el hecho de estar basada en personas reales y en una historia que por inconcebible que parezca, es de verdad. El argumento de Radical es este “Basada en una historia real, cuenta la historia de un maestro de una ciudad fronteriza mexicana llena de abandono, corrupción y violencia, que prueba un nuevo método radical para desbloquear la curiosidad y el potencial de sus alumnos, y puede que incluso su brillantez.” La historia sucedió en el 2011, Sergio, el maestro de primaria, ensaya nuevos métodos de enseñanza para despertar a sus alumnos. La película se centra en su relación con tres: Paloma, su éxito, Nico y Lupe, sus fracasos. Mientras la veía, me vino a la cabeza, era inevitable, La clase de Laurent Cantet y comparando las dos películas en mi memoria vi los puntos en común que ambas comparten: la realidad (de la historia en una, de los alumnos auténticos en la otra) y las consecuencias positivas de ambas (él éxito de la auténtica Paloma, el éxito de conseguir que los alumnos de la clase se impliquen en el proyecto de la película). Lo que las diferencia es más sutil. La película mexicana no esconde su vocación de cine popular, casi melodrama, mientras que la película francesa, no disimula que es, antes que nada, cine de autor. Pero bueno, qué más da. Lo interesante es que las dos proponen una manera distinta de enseñar a los niños a pensar (y si es posible, no lo que hay que pensar).

 


Hotel Royal, de Kitty Green

La directora de la interesante The Assistant vuelve a trabajar con Julia Gardner, su actriz favorita, en este film que no es sencillo de explicar: dos amigas canadienses, de viaje mochilero por Australia, se quedan sin dinero. La oportunidad de ganar algo se les presenta al ver un anuncio en el que se buscan chicas para trabajar en el Hotel Royal en un remoto poblado minero. Allá se van las dos chicas y lo que se encuentran es un mundo aislado, complicado, peligroso, surrealista, vacío y… Hasta aquí la historia. ¿Cuáles son las preguntas que me ha despertado? Una, la primera, es ¿Aun hay chicas que viajan solas por el mundo como en los gloriosos años setenta y ochenta? Pues sí, las hay, y son mucho menos vulnerables y frágiles de lo que uno se puede imaginar. Precisamente de su falta de vulnerabilidad surge la segunda reflexión, ¿con qué armas se pueden defender Liv y Hanna en un espacio hostil, no solo hacia ellas, sino hacia todo lo que vive (incluidos los pocos bichos que hay) en esas secas y áridas tierras? Con la inteligencia, la falta de miedo y un poco de humor. Claro que esta es una película, en la vida real no sé si la misma situación se resolvería tan fluidamente (no fácilmente). Una tercera reflexión me surge cuando intento clasificar el film: ¿es un western contemporáneo? Si, a veces lo es. ¿Es unja película de terror? Si, a veces lo es. ¿Es un film de denuncia contra un machismo tóxico? Sí, a veces lo es. Si es todo esto ¿Qué es realmente Hotel Royal? Pues no lo tengo claro, la verdad. Solo diré que me gusta el clima que se crea y me gusta ese final catártico no por esperado menos sorprendente.

 

EL RINCON DE LA SERIES


Chorus Girls, Ditte Hansen y Louise Mieritz, Filmin

Hace un par de meses que vi esta serie, pero me ha venido a la cabeza ahora, por lo de las reflexiones porque también Chorus Girls me provocó una curiosa idea. La serie es danesa y está ambientada en los años 70, muy al principio de los movimientos feministas, aun poco organizados en Dinamarca. Sus protagonistas son un grupo de bailarinas en un espectáculo más bien cutre, de feria. Las conocemos el primer día de las audiciones para escoger a las coristas. Una vez seleccionadas las seguimos durante 8 episodios en las que las vamos conociendo. La primera cosa que me hizo pensar es que este tipo de espectáculos en vivo han desaparecido yo diría que por completo del paisaje europeo. La segunda idea se me ocurrió a medida que iba viendo la serie. El argumento con el que se vende Chorus Girls es: “Es la hora de la revolución. En esta estupenda comedia dramática, ganadora a Mejor Serie del Año en los Premios de la Televisión Danesa, seguimos a un grupo de bailarinas en su lucha por sobrevivir en el sexista mundo del espectáculo de los años 70.” Pero mientras la veía pensaba: no es verdad. Justamente en el teatro estas chicas se sienten más seguras, más solidarias, más fuertes que cuando están fuera del teatro, en sus vidas cotidianas. Y ahí surgió una nueva impresión: cómo se puede hablar de todos los temas que afectan a la sociedad (no solo a las mujeres) a través de este grupo heterogéneo y no normativo de coristas de poca monta. La serie lo consigue y es de agradecer que no sea nada dogmática, ni nada moralista. Además de ser muy setentera en colores, vestuario, música...

El regalo de esta semana es una chica pensando frente a un cuadro





 

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