sábado, 28 de septiembre de 2024

EL FESTIVAL MIRA AL CIELO

 


Está a punto de terminar el festival de San Sebastián. Escribo esto el jueves por la mañana. Cuando publique esta entrada ya se sabrán los premios. Pero ahora lo que más me interesa es reflexionar sobre el que sin duda ha sido el tema del festival: el fin de la vida, el fin del mundo. La muerte en definitiva.

La muerte siempre ha estado presente en el cine. Muerte de todo tipo, violenta, callada… Lo que sea. Pero lo que hemos visto este año en Sanse es diferente. Es la muerte como tema, acompañar a los que mueren, ayudarlos si se puede, apoyarlos si se sabe. Este ha sido el gran tema dominante en películas que venían de España, Europa, Asia, Sudamérica, Estados Unidos… En todo el mundo se está haciendo un cineque tiene a los que mueren como protagonistas. 

En algunos casos de una forma extremadamente dolorosa, Mi eterno verano, un film danés; o de una manera dulce y tranquila, Querido Trópico de Panamá. Ha habido muertes de diseño, La habitación de al lado de Almodóvar; muertes de reconciliación como Los destellos. Incluso de comedia en la argentina Los domingos muere más gente o profundamente románticas en el film chino Bound in Heaven. Muchas muertes, ¿Por qué? nos preguntamos unos a otros.

Hay respuestas de muchos tipos: porque cada vez hay una población más envejecida, porque hay un clima de desencanto y de crisis emocional, porqué el cine quiere reflejar la realidad y la realidad es que todos hemos perdido a alguien. Seguramente habría más. Yo la que me doy a mi misma es que después de la pandemia, dónde murió tanta gente sola, sin la posibilidad de acompañarlos, de estar con ellos; después de pasar por una distopia que parece inconcebible, la posibilidad de que alguien muera sin que estemos cerca, es algo aterrador. Todas estas películas se escribieron y produjeron en los años de la pandemia, el 2020, 2021, 2022. Son historia nacidas de ese dolor. Las vemos hoy, pero sus raíces están en la inaceptable situación en la que nos pusieron a todos hace tan solo cuatro años.

Tenía que escribir esto porque es algo que me preocupa. Me preocupa el mensaje de desolación que se está dando a la gente joven. Que el jurado de la juventud haya tenido como favorita muchos días a la película danesa, es algo que me producía estupor. Y miedo.


Porque el otro gran tema del festival es la NADA. No pasa nada, las vidas en las que no hay nada que contar, rutinarias, mediocres, aburridas, vacías, alienadas por completo. Vidas en las que no existe la solidaridad ni la esperanza. No viven, respiran y comen (mal casi siempre). Es desolador. Sobre todo cuando esa desolación se contagia a la puesta en escena, a la fotografía, a los diálogos. Cine cansino, mediocre. Se puede hablar de gente que no tiene nada, pero las películas tienen que tener algo. Velázquez pintaba a Las hilanderas, pero su cuadro sobrevive al tiempo. Casi ninguna de estas películas se recordará el año que viene.

Ya me he explayado con mis reflexiones, así que me queda un poco de espacio para resumir en una palabra, cada una de las 37 películas que he visto (entre pases avanzados y en el festival) este año y a las que volveré cuando se estrenen para hablar con más detenimiento.

Roumours, POLITICA, Los destellos, TRISTEZA, Las chicas de la estación, IMPOTENCIA, La sustancia, DESMESURA, La luz que imaginamos, BARRERAS, La llegada del hijo, OSCURIDAD, Reas, LUZ, Zafari DECADENCIA, Querido Trópico, CARIÑO, Emilia Pérez, PODER, El Jockey CONFUSIÓN, La habitación de al lado, AMISTAD, Necesidades de una viajera, PLACER, El Llanto TERROR, Escape MIEDO, Los domingos muere más gente EXTRAÑEZA, Bound in Heaven, AMOR, Le dernière soufle, NECESARIA, The End, CLAUSTROFOBIA, El hombre que amaba los platos voladores, DIVERTIDA, The Last Showgirl, RESIGNACION, El lugar de la otra, CULEBRÓN, On Falling DESESPERANZA, Cuando cae el otoño, AMORAL, Tardes de soledad, POTENCIA, Los últimos románticos TEDIO, My Eternal Summer, DOLOR, Por donde pasa el silencio CALLADA, I Saw the TV Glow, SORPRENDENTE, Bird, IMAGINATIVA, Querer DENUNCIA Quizás es cierto lo que dicen de nosotras, INCOMPRENSIÓN, Apocalypse in theTropics FUTURO.

Cuatro películas que han estado en Sanse se estrenan esta semana. Emmanuelle de Audrey Diwan, Soy Nevenka de IciarBollain, La virgen roja de Paula Ortiz y Megalópolis de Francis Ford Coppola. Emmanuelle no la he visto, así que me abstengo, las otras tres sí las he visto.

Soy Nevenka de IciarBollain,

Tengo la sensación de que Iciar con la colaboración de Isa Campo, está construyendo una trilogía (o quién sabe si tetralogía) de mujeres que en la historia reciénte de España han sido protagonistas de episodios ejemplares. Maixabel fue la primera, Nevenka es la segunda. La historia de Nevenka Fernández se ha explicado mucho estos días. No voy a repetirla. Pero si quiero insistir en algo que a veces se usa como un ataque y que para mi es una virtud. Las historias, la Historia, los personajes reales, se pueden abordar una y otra vez desde distintos ángulos. En el caso de Nevenka, desde la información periodística contemporánea, la reflexión escrita de una novela/reportaje, la potencia de un documental en primera persona o la ficción que es desde donde la mira Soy Nevenka. La ficción sirve para mostrar lo indemostrable, para meterse en la cabeza de la protagonista, para vivir con ella su miedo, su sensación de incomprensión absoluta, su soledad. Lo que le pasa a Nevenka no se ve, se siente. Iciar confiesa que su mayor reto en la película era el no dejar nunca de estar con ella, dentro de ella, pero al mismo tiempo mostrar el paisaje humano que la rodea, esa sociedad provinciana, hipócrita, servil. Ese clientelismo político, laboral, social. Ella es el centro de un espacio social despreciable. Soy Nevenka, como lo era el documental, es una película necesaria.

La virgen roja de Paula Ortiz

Lo que acabo de escribir sobre Soy Nevenka, vale igual para la película de Paula Ortiz La virgen roja. Si ya había una, Mi hija Hildegart de Fernando Fernán Gómez, ¿por qué hacer otra? Pues si, porque la historia apasionante y terrible de Aurora y su hija Hildegart es tan atroz, tan fascinante, tan actual, que se puede y se debe contar una y otra vez. Hablando de la película con amigos, llegamos a la conclusión que La virgen roja es la historia de la construcción de un monstruo y Mi hija Hildegart es la historia de la destrucción del monstruo. Lo que pasó de verdad entre esta mujer enloquecida que quiso hacer una mujer perfecta y esa hija superdotada, pero anulada humanamente por su madre, no lo sabremos nunca. Lo que si sabemos es lo que las crónicas contaron y sobre todo lo que si tenemos son los libros que Hildegart Rodríguez, una mujer que murió a los 19 años y dejo tras de si una quincena de libros políticos y sexuales de una enorme vigencia. Aurora, como tantos padres (y madres que parecen padres, Bernarda de Alba es mas o menos de la misma época) no pudo soportar que su hija dejara de depender de ella para volar sola, emocionalmente en una historia de amor inventada pero posible, políticamente al involucrarse más en las luchas de partidos en la república, y sexualmente, al reivindicar su derecho a tener una vida sexual propia. La auténtica Hildegart murió de tres tiros, dos en la cabeza y uno en el corazón. Paula se permite una licencia y hace que Aurora mate a Hildegart de tres tiros; uno en la cabeza, uno en el corazón y uno en el sexo. La virgen roja es un film sobre la dominación, el control y la manipulación.

Megalópolis, Francis Ford Coppola

Yo me alineó con los que defienden esta película. Aceptando su desmesura, aceptando su megalomanía, aceptando que es agotadora. Pero es tan absorbente, tan fascinante en sus imágenes, tan poderosa en su narración, que me dejo llevar por ella en un auténtica montaña rusa de sensaciones. La historia no es nada complicada y es eterna: el conflicto entre el artista visionario que quiere transformar el mundo y el político conservador que quiere seguir controlando el mundo. Entre ellos, la sensibilidad, el amor y la comprensión de una mujer, enamorada del primero, hija del segundo. Esto tan sencillo, Coppola lo envuelve en una delirante parafernalia de Nueva Roma en la que Nueva York se ha convertido en una Roma decadente y final, ruidosa, amoral, malvada hasta cierto punto. Un imperio que se acaba, el final de una era. Tan real como la propia actualidad. Megalópolis es en el fondo, un retrato de nuestro presente.

El regalo de esta semana es un soplo de vida y de serenidad ante este panorama



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