sábado, 22 de noviembre de 2025

INSTANTES

 Instante. Porción brevísima de tiempo (del diccionario)

Un instante es algo que pasa muy rápido, en un instante puede cambiar todo. Esta semana hay tres instantes que me interesan.

 

                                    (el instante que da título al libro y a la serie)

Anatomía de un instante, Alberto Rodríguez. Serie Movistar

Anatomía de un instante es el título de un ensayo novelado de Javier Cercas publicado en el 2009. No lo he leído, aunque si viví en directo el instante que el escritor disecciona en su sala de forense de la historia. El instante al que se refiere Cercas, es ese preciso momento en que el teniente coronel de la guardia civil Antonio Tejero gritó, “Al suelo todo el mundo”, al entrar en Congreso de los Diputados el 23 de febrero de 1981. En ese instante, solo tres diputados quedaron de pie: Adolfo Suárez, aun presidente de gobierno, Gutiérrez Mellado, capitán general y vicepresidente del gobierno y Santiago Carrillo, secretario general del Partido Comunista de España. Ese instante en el que se nos congeló el alma pensando que volvíamos al pasado, que la transición y la incipiente democracia habían llegado a su último instante.  Partiendo del texto de Cercas, Fran Araujo y Rafael Cobos han escrito un guión modélico que Alberto Rodríguez ha convertido en una de las mejores series políticas que se han hecho en España. Son cuatro capítulos que llegan al mismo instante, pero cada uno de ellos acompaña a un personaje en su deriva política hacia su destino en la construcción de un nuevo país. Adolfo Suárez es el primero, Un falangista de provincias; Santiago Carrillo es el segundo, Un revolucionario frente al golpe; Gutiérrez Mellado es el tercero, Un golpista frente al golpe. El último capítulo, Todos los golpes del golpe, es donde Cercas, y la serie, exponen su teoría que implicaba en el golpe al general Armada y la narración desde el punto de vista de Tejero, Milans del Bosch y el propio Armada. Si se vivió aquel instante, o conjunto de instantes, la serie sirve de recordatorio y de memoria colectiva. Si no se vivieron, la serie es una excelente lección de historia para sopesar los peligros que acechan a una frágil democracia. Como producto cinematográfico es excelente, como producto político es necesaria. Y no he dicho nada de los intérpretes perfectamente mimetizados con sus personajes y no solo por el maquillaje. Una serie imprescindible.

 

                                (el instante más importante de Jaime Chávarri)

El último arrebato, Marta Medina y Enrique López Lavigne

Un arrebato sucede en un instante. En un instante se puede desaparecer de la imagen. La pantalla en blanco. Un instante le bastó a Iván Zulueta para dejar el misterio abierto en su legendario film Arrebato, de 1979. Desde que se estrenó y fracasó, Arrebato no ha dejado de arrebatar a distintas generaciones de cineastas que siguen descubriendo y sintiendo el vértigo de ese instante de lucidez y de pérdida. Los últimos en dejarse arrebatar por Arrebato han sido Marta Medina y Enrique López Lavigne, una crítica de cine y un productor, que han unido sus fuerzas para indagar en las imágenes del film de Zulueta de la mano de Jaime Chávarri, colega y amigo de Iván y de Virginia Montenegro, amiga y guardiana de la memoria del director vasco. Lo que han hecho con el material que han ido recopilando a lo largo de tres años, es un film nuevo en el que resuena el arrebato primigenio. Una relectura y un homenaje, una investigación y un viaje. La imagen en blanco que lleva en un instante a la desaparición de Wilmore, el cineasta iluminado que manda films en Súper 8 a  José Sirgado, el director arrebatado que también desaparece, se prolonga en la propia (semi) desaparición del propio Zulueta y en la desaparición en un instante de los dos nuevos directores victimas también del arrebato. Esperemos que esa desaparición de la pantalla no lo sea de la realidad, porque necesitamos más trabajos (¿documentales, experimentos, ensayos?) como éste último arrebato que es justo ver en un programa doble con el arrebato original. Cuando vi la película en San Sebastián escribí en el blog. “El que no se dejé arrebatar por Arrebato, no entenderá el arrebato de este arrebato que seguramente no será el último porque Arrebato seguirá arrebatando a los que sientan que el cine es arrebato. Película maldita que sigue chupando los fotogramas de los arrebatados. (Perdón por ser un poco arrebatada)”

 

                        (el instante en el que el capitán Anderson recupera la cordura)

Frankenstein, Guillermo del Toro, Netflix

Creo que no hay muchas dudas cual es el instante de esta historia: es el instante en el que la criatura recibe el don de la vida. Un instante mágico, terrible, telúrico. El cine se ha acercado a ese instante muchas veces, siempre reflejando su tiempo tanto en los avances técnicos como en las dudas existenciales. Todas las películas cuentan la legendaria historia que escribió Mary Shelley en 1816, una noche de tormenta cerca de Ginebra. Pero no todas tienen el aliento romántico y metafísico, espiritual y científico del relato original. Como ejemplo, las tres versiones de cine que existen: en 1931, coincidiendo con el centenario de la primera publicación del libro en 1831, se estrena el primer Frankenstein, el de James Whale y Boris Karloff, un producto de su tiempo con  un médico que quería dominar la vida y el mundo (Mabuse estaba ya acechando) y una criatura que era incapaz de controlar su fuerza y sus sentimientos. En los años 70, concretamente en 1974, época de hippies, contrarrevoluciones, libertad y cuestionamiento de las ideas que parecían inmutables, surge el irreverente y grotesco El jovencito Frankenstein de Mel Brooks. Veinte años después, en 1994, Frankenstein de Mary Shelley de Kenneth Branagh, devuelve al cine el aroma de la novela original, incorporado un personaje que dejará huella, el profesor Waldman. El Frankenstein de Branagh es una obra clásica que quiere ser romántica en un tiempo que no aceptaba romanticismos. Con estos tres modelos en la cabeza, bueno el de Mel Brooks probablemente menos, pero los otros dos seguro, Guillermo del Toro ha hecho realidad uno de sus sueños: su Frankenstein, un Frankenstein del siglo XXI, lleno de rabia y de ira, un investigador que necesita el dinero para avanzar, pero el dinero nunca es inocente, y Víctor pagará su arrogancia. Tomando personajes de uno y de otro film de sus predecesores, Guillermo busca la inspiración en el relato original y crea un Frankenstein tan del siglo XIX como del XXI. Hermoso, doloroso, su film se divide en dos partes. La primera es el relato de Víctor Frankenstein, la segunda es el relato de la Criatura. Entre uno y otro, el instante en que Víctor logra dar vida a la Criatura. Al final de la película uno se pregunta, como lo hace Guillermo y supongo que la novela (hace mucho que la leí), quién es el auténtico monstruo. La respuesta la escoge cada uno.

 El regalo de esta semana es un cuadro hecho de instantes


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