Instante. Porción brevísima de tiempo (del diccionario)
Un instante es algo que pasa
muy rápido, en un instante puede cambiar todo. Esta semana hay tres instantes
que me interesan.
(el instante que da título al
libro y a la serie)
Anatomía de un instante, Alberto Rodríguez. Serie Movistar
Anatomía
de un instante es el título de un ensayo novelado de Javier
Cercas publicado en el 2009. No lo he leído, aunque si viví en directo el
instante que el escritor disecciona en su sala de forense de la historia. El
instante al que se refiere Cercas, es ese preciso momento en que el teniente
coronel de la guardia civil Antonio Tejero gritó, “Al suelo todo el mundo”, al
entrar en Congreso de los Diputados el 23 de febrero de 1981. En ese instante,
solo tres diputados quedaron de pie: Adolfo Suárez, aun presidente de gobierno,
Gutiérrez Mellado, capitán general y vicepresidente del gobierno y Santiago Carrillo,
secretario general del Partido Comunista de España. Ese instante en el que se
nos congeló el alma pensando que volvíamos al pasado, que la transición y la
incipiente democracia habían llegado a su último instante. Partiendo del texto de Cercas, Fran Araujo y
Rafael Cobos han escrito un guión modélico que Alberto Rodríguez ha convertido
en una de las mejores series políticas que se han hecho en España. Son cuatro
capítulos que llegan al mismo instante, pero cada uno de ellos acompaña a un
personaje en su deriva política hacia su destino en la construcción de un nuevo
país. Adolfo Suárez es el primero, Un
falangista de provincias; Santiago Carrillo es el segundo, Un revolucionario frente al golpe;
Gutiérrez Mellado es el tercero, Un
golpista frente al golpe. El último capítulo, Todos los golpes del golpe, es donde Cercas, y la serie, exponen su
teoría que implicaba en el golpe al general Armada y la narración desde el
punto de vista de Tejero, Milans del Bosch y el propio Armada. Si se vivió
aquel instante, o conjunto de instantes, la serie sirve de recordatorio y de
memoria colectiva. Si no se vivieron, la serie es una excelente lección de
historia para sopesar los peligros que acechan a una frágil democracia. Como
producto cinematográfico es excelente, como producto político es necesaria. Y
no he dicho nada de los intérpretes perfectamente mimetizados con sus
personajes y no solo por el maquillaje. Una serie imprescindible.
(el instante más importante de Jaime Chávarri)
El último arrebato, Marta Medina y Enrique López Lavigne
Un arrebato sucede en un
instante. En un instante se puede desaparecer de la imagen. La pantalla en blanco.
Un instante le bastó a Iván Zulueta para dejar el misterio abierto en su
legendario film Arrebato, de 1979.
Desde que se estrenó y fracasó, Arrebato
no ha dejado de arrebatar a distintas generaciones de cineastas que siguen
descubriendo y sintiendo el vértigo de ese instante de lucidez y de pérdida.
Los últimos en dejarse arrebatar por Arrebato
han sido Marta Medina y Enrique López Lavigne, una crítica de cine y un
productor, que han unido sus fuerzas para indagar en las imágenes del film de
Zulueta de la mano de Jaime Chávarri, colega y amigo de Iván y de Virginia
Montenegro, amiga y guardiana de la memoria del director vasco. Lo que han
hecho con el material que han ido recopilando a lo largo de tres años, es un
film nuevo en el que resuena el arrebato primigenio. Una relectura y un
homenaje, una investigación y un viaje. La imagen en blanco que lleva en un
instante a la desaparición de Wilmore, el cineasta iluminado que manda films en
Súper 8 a José Sirgado, el director
arrebatado que también desaparece, se prolonga en la propia (semi) desaparición
del propio Zulueta y en la desaparición en un instante de los dos nuevos
directores victimas también del arrebato. Esperemos que esa desaparición de la
pantalla no lo sea de la realidad, porque necesitamos más trabajos
(¿documentales, experimentos, ensayos?) como éste último arrebato que es justo
ver en un programa doble con el arrebato original. Cuando vi la película en San
Sebastián escribí en el blog. “El que no se dejé arrebatar por Arrebato,
no entenderá el arrebato de este arrebato que seguramente no será el último
porque Arrebato seguirá arrebatando a los que sientan que el
cine es arrebato. Película maldita que sigue chupando los fotogramas de los
arrebatados. (Perdón por ser un poco arrebatada)”
(el instante en el que el
capitán Anderson recupera la cordura)
Frankenstein, Guillermo del Toro, Netflix
Creo que no hay muchas dudas
cual es el instante de esta historia: es el instante en el que la criatura
recibe el don de la vida. Un instante mágico, terrible, telúrico. El cine se ha
acercado a ese instante muchas veces, siempre reflejando su tiempo tanto en los
avances técnicos como en las dudas existenciales. Todas las películas cuentan
la legendaria historia que escribió Mary Shelley en 1816, una noche de tormenta
cerca de Ginebra. Pero no todas tienen el aliento romántico y metafísico,
espiritual y científico del relato original. Como ejemplo, las tres versiones
de cine que existen: en 1931, coincidiendo con el centenario de la primera
publicación del libro en 1831, se estrena el primer Frankenstein, el de James Whale y Boris Karloff, un producto de su
tiempo con un médico que quería dominar
la vida y el mundo (Mabuse estaba ya acechando) y una criatura que era incapaz
de controlar su fuerza y sus sentimientos. En los años 70, concretamente en
1974, época de hippies, contrarrevoluciones, libertad y cuestionamiento de las
ideas que parecían inmutables, surge el irreverente y grotesco El jovencito Frankenstein de Mel Brooks.
Veinte años después, en 1994, Frankenstein
de Mary Shelley de Kenneth Branagh, devuelve al cine el aroma de la novela
original, incorporado un personaje que dejará huella, el profesor Waldman. El
Frankenstein de Branagh es una obra clásica que quiere ser romántica en un
tiempo que no aceptaba romanticismos. Con estos tres modelos en la cabeza,
bueno el de Mel Brooks probablemente menos, pero los otros dos seguro,
Guillermo del Toro ha hecho realidad uno de sus sueños: su Frankenstein, un
Frankenstein del siglo XXI, lleno de rabia y de ira, un investigador que
necesita el dinero para avanzar, pero el dinero nunca es inocente, y Víctor
pagará su arrogancia. Tomando personajes de uno y de otro film de sus
predecesores, Guillermo busca la inspiración en el relato original y crea un Frankenstein
tan del siglo XIX como del XXI. Hermoso, doloroso, su film se divide en dos partes.
La primera es el relato de Víctor Frankenstein, la segunda es el relato de la
Criatura. Entre uno y otro, el instante en que Víctor logra dar vida a la
Criatura. Al final de la película uno se pregunta, como lo hace Guillermo y
supongo que la novela (hace mucho que la leí), quién es el auténtico monstruo.
La respuesta la escoge cada uno.




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