martes, 7 de febrero de 2012
CABALLOS
(un caballo blanco de Ramón)
Esta semana los estrenos van de caballos. Caballos de guerra, caballos de tiro, caballos de lucha, caballos de derrota. El Caballo de batalla de Spielberg, correrá con El caballo de Turín de Bela Tarr. Desigual carrera en la que merecen ganar los dos.
Caballo de batalla nos devuelve al mejor Spielberg narrador y el mejor Spielberg director de cine. No hay nadie que sepa mover la cámara como él. Nadie que sepa provocar sentimientos con las imágenes de una manera aparentemente tan fácil La vena sentimental que tantas veces hace que sus películas sean insoportables (recuerdo algunas) esta en este film de guerra y de amistad mucho mas controlada. Hay muchos momentos en los que se escapa la lágrima, pero no sientes la manipulación de una forma tan evidente como en otros casos. La aventura, la guerra, la lucha y el esfuerzo dominan la historia de amistad entre un chico y un caballo que deberán superar dificultades infinitas en la primera guerra mundial antes de conseguir volver a estar juntos.
El Caballo de Turín de Bela Tarr es otra cosa. Con Nietzsche en la cabeza, no en balde el titulo hace referencia al momento en que Nietzsche, abrazado a un caballo maltratado, perdió la razón y se aisló del mundo, este film en blanco y negro y silencioso donde el sonido del viento acaba por ser obsesivo, es una reflexión sobre el fin del mundo. El mundo de este cochero tullido, su callada hija y el caballo que tira de su carro. Seis días dura la acción. Seis días de rutinas repetidas, de pequeños detalles diferentes, de un intento fallido de escapar de un destino implacable. Silencio y cadencia. Una casa, el viento. No tiene nada que ver ¿o si? pero esta película hipnótica me evocó desde el primer momento El viento (1928) de Victor Sjötröm, con una Lilian Gish enloquecida por el ruido del aire que el espectador imagina, pero no escucha.
Caballo de batalla, un film apto para todos los públicos que gustará a los que estén dispuestos a dejarse llevar por una historia llena de esperanza a pesar de su dolor;
El caballo de Turín, es un film apto para espectadores muy especiales, aquellos que sepan apreciar una experiencia estética y filosófica llevada al extremo.
Lo mejor de todo, ser capaz de disfrutar con las dos películas.
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