jueves, 7 de noviembre de 2013

NOVIEMBRE

He estado muchos días sin escribir en el blog. Primero por el brazo roto (ya me han quitado el yeso, pero aun me duele y no puedo usar bien la mano). Después por la SEMINCI, donde estuve de jurado y además presentamos el documental de Ramon.
Reemprendo estos textos y lo voy  hacer rompiendo una lanza por un cine español que merece ser mirado con atención. No es el “otro cine español”, tampoco es el cine español de siempre. Es ese cine que muchas veces (yo misma lo he dicho y lo he pensado) creemos que está condenado a desaparecer, un cine en medio de las grandes producciones y los productos experimentales o de autor. Un cine que, como la clase media, cada día que pasa está mas acuciado por los problemas para sobrevivir. Son películas de autor en un sentido amplio de la palabra autor, no en un sentido restrictivo y único. Y aquí me viene a la cabeza el comentario de un crítico de cine que al salir del pase de una película me dijo muy convencido: “no es suficientemente lenta para ser de autor”. Genial definición
No, efectivamente las películas que quiero recordar en esta entrada no son suficientemente lentas, mas bien, no son nada lentas. Son películas que cuentan historias, con personajes y actores estupendos, con toques personales de sus creadores que las distinguen y las separan de las demás y con una vocación absoluta de llegar al máximo de público posible. No solo a los elegidos, los entendidos, los eruditos. No. A todo el mundo.
De ellas dos se han estrenado hace días, Todas las mujeres, de Mariano Barroso y Vivir es fácil con los ojos cerrados, de David Trueba. Otros dos se estrenan este viernes, Alpha de Joan Cutrina y Stockholm de Rodrigo Sorogoyen, las próxima semana se estrena ¿Quién mató a Bambi? De Santi Amodeo Cinco películas de autor sin ninguna duda, que abarcar distintos géneros. La comedia inteligente servida en los duelos interpretativos de Eduard Fernández  con seis actrices excelentes en Todas las mujeres; la comedia absurda y surrealista de Amodeo y su Bambi asesinado; la dulce y suave  comedia de las fresas de John Lennon en una España menos gris de lo que nos han hecho pensar (aprovecho aquí para volver a reivindicar que no se debe confundir nunca los gobiernos con la gente que vive bajo esos gobiernos: la España franquista de los años 60 era siniestra, pero la gente encontraba maneras de vivir con los ojos abiertos o cerrados una libertad privada que pasaba entre otras cosas por cantar canciones de los Beatles o irse a Almería a poner un bar). Sin olvidarnos de una puesta al día del cine negro que tanto esplendor dio al cine hecho en Barcelona en los años 50 y 60 y del que Alpha es un digno sucesor o esa mirada sobre el amor, el sexo, la soledad, la necesidad de otro y al mismo tiempo el rechazo a la idea de compartir la vida con alguien que es el experimento de Stockholm, pas a deux de dos actores que se crecen uno frente al otro, Javier Pereira y Aura Garrido, en un Madrid nocturno y de azoteas.
Son películas que vale la pena ver. Y, por suerte, no son las únicas.



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