viernes, 5 de julio de 2024

CUATRO MUJERES


Esta semana el estreno de Blondi debe compartir espacio con una Trilogía extraordinaria que el verano nos regala para recuperarla o descubrirla.

 


Blondi, de Dolores Fonzi

Me encanta esta película. Me gusta su alegría, su optimismo y su clara vocación de romper tabúes. Blondi es la puesta al día de Las chicas Gilmore, más audaz, más ácida, más dura en sus temas, pero igualmente desenfadada. Blondi no se toma en serio. Mejor dicho, la que no se toma en serio, aunque trate temas muy importantes, es Dolores Fonzi, una de las mejores actrices argentinas que debuta como directora con esta comedia “rubia”. Dolores Fonzi es Blondi, una madre adolescente a los 15 años. Ahora Mirko, su hijo tiene veinte años y quiere empezar su vida. Pero ¿Cómo dejas atrás a una madre que es además tu mejor amiga y tu cómplice? Blondi me hizo pensar en el libro del que hablaba la semana pasada, El último telesilla donde también hay una madre adolescente, como Lorelai, con un hijo sensato, como Mirko, Rory y Adam. Son ellos, los hijos, los que ponen un gramo de orden en las vidas caóticas de sus madres, de sus familias. Blondi es el retrato de una relación que nunca cae en la tentación incestuosa, pero que si refleja una dependencia emocional muy profunda. Alargar ese hilo sin romperlo es muy difícil. Pero Mirko y Blondi lo conseguirán.

 

EL RINCÓN DE LA NOSTALGIA



Krzysztof Kieslowski: Tres colores: Azul, Blanco, Rojo

La distribuidora Wanda Films ha tenido el gran acierto de recuperar la Trilogía de los Colores de Krzysztof Kieslowski. Azul, de 1992, Blanco y Rojo, de 1993. Los colores de la bandera de Francia que significa, Libertad (Azul) Igualdad (Blanco) Rojo (Fraternidad). Es una gran ocasión para ver estos tres films en pantalla grande y de paso recordar el nombre de Kieslowski, el polaco más interesante de finales del siglo XX. En el Cannes de 1988 se presentó No matarás, una película de Polonia que muy pocos vieron. En ese tiempo, los polacos no tenían demasiado interés. Yo no la vi, y me arrepentí de no haber ido cuando a la salida el criterio de los que sí estuvieron era unánime: era la mejor película del festival. Un año después, en 1989, Diego Galán le dedicó la retrospectiva del Festival de San Sebastián a la nueva estrella del cine polaco. Entonces vi el Decálogo entero y pude hacerle una larga entrevista para el programa de Jaume Figueras, Cinema 3. Del Decálogo tengo escrito un texto inédito que aprovecho ahora para publicar. Porque lo que digo allí de la obra cumbre de Kieslowski, sirve también para entender su preciosa Trilogía de los colores.

Décalogo de Krzystof Kieslowski. El materialismo metafísico

Dos años después de su realización y tras haber pasado por todos los cines y televisiones del mundo con un éxito insospechado, llega por fin a las pantallas españolas el Decálogo de Kieslowski, una de las obras más importantes surgidas en Europa durante los años ochenta. Antes de explicar quién es Kieslowski y qué es el Decálogo, hay que hacer una aclaración importante. Viniendo de la casi integrista Polonia, presidida por Lech Walesa, el Decálogo de Kieslowski corre el peligro de ser tomado por un alegato católico, cosa que desde luego no es. El término que mejor define la relación de cada uno de los films del Décalogo con los Diez Mandamientos de la Biblia, es el pretexto, decía Kieslowski explicando el sentido del Decálogo y despejando con ello muchas confusiones.

Nacido en 1941, Kieslowski comenzó como documentalista en 1969 tras graduarse en la prestigiosa Escuela de Lodz. Su forma de contemplar la realidad y de mostrarla sin hacer concesiones, le ganó una fama de cineasta conflictivo que no dudaba en criticar los supuestos logros del régimen. Completamente desconocido fuera de Polonia, Kieslowski sorprendió a todo el mundo en Cannes de 1988 con No matarás, una película en la que se descubría un cineasta con una manera nueva y poderosa de narrar la historia de un joven aparentemente normal que un día decide cometer un asesinato sin sentido. Titulada en su estreno en Cannes como Pequeño film sobre la muerte, No matarás formaba parte de un proyecto personal en el que estaba embarcado Kieslowski desde hacía un tiempo en colaboración con su guionista habitual Krzystof Piesiewicz. Este proyecto era el Decálogo, una serie de televisión sobre los comportamientos humanos tomando como excusa los Diez Mandamientos.

Concebidos con una autonomía absoluta que permite verlos aisladamente, el Decálogo adquiere todo su sentido visto en su totalidad gracias a una unidad ideológica, estilística y geográfica. Kieslowski sitúa sus historias en un barrio de Varsovia anodino y sin personalidad, por donde circulan sus protagonistas, seres completamente anónimos que aparecen tangencialmente los unos en los capítulos de los otros, gracias a una misteriosa y subterránea interrelación que los envuelve a todos.

Lo que distingue y singulariza el Decálogo es una especie de materialismo metafísico. Preocupado no por la moral o por las convenciones religiosas, sino por un sentido espiritual semejante al que podía tener Tarkowski, Kieslowski se acerca a esta espiritualidad a través de un materialismo evidente. La fisicidad de las cosas, de los objetos y los animales, la atmósfera de la ciudad, los espacios elegidos, la estación del año, siempre el invierno, y la total normalidad de los personajes, todo contribuye a inventar ese materialismo metafísico singularizado en un personaje guía, un testigo mudo que aparece en todos los capítulos, que contempla y cataliza las situaciones sin intervenir nunca en ellas, como una especie de ángel conductor.

Las historias del Decálogo no son ilustraciones de los Diez Mandamientos, por eso se pueden ver sin tenerlos presentes, porque para Kieslowski son historias universales que van mucho más allá que las simples y limitadas lecturas religiosas. El Decálogo, obra fundamental del cine europeo de los años ochenta, es un punto y aparte en la filmografía de Kieslowski que acaba de terminar en París La doble vida de Verónica, primera experiencia que este polaco serio y lúcido realiza fuera de su país natal.  

En cuanto a los tres films que este mes de julio podrán verse estrenados escalonadamente el 5 de julio, Azul, el 12 de julio Blanco y el 19 de julio, Rojo, dejo aquí tres pequeñas definiciones:

Agua azul, cielo azul, el azul dominante en Tres colores: Azul, biología hecha poesía. Historia de música y amor contada en el fondo del ojo de Julie.

Blanco de la nada, blanco de la falsa esperanza en Tres colores: Blanco. El horizonte de la vida es blanco y aparece vacío, incluso con la figura en blanco de Dominique que se recorta contra el cielo.

Rojo del vestido de Valentine, rojo del anuncio gigante en Tres colores: Rojo. El rojo puede ser símbolo de calor, de amor, de vida. No siempre el rojo es violencia.

 UN COMENTARIO INTERESANTE

Me encanta cuando mi blog provoca respuestas. Y más cuando son respuestas que aclaran y  enriquecen el texto. Jordi Ibáñez me ha enviado un comentario al Decálogo que me parece ejemplar. Aprovecho para decir que este texto mío del Decálogo está escrito en ¡!1990!! hay cosas que me siguen pareciendo muy válidas, pero otras seguramente las escribiría muy distintas ahora mismo,

Este es el comentario de Jordi Ibáñez

Te he leído tu blog. Me gusta mucho que celebres el Decálogo de Kieslowski. Yo soy fan absoluto. Me extraña un poco, sin embargo, que sientas la necesidad de decir que puede verse sin tener en cuenta los diez mandamientos. No sé si el propio Kieslowski llegó a hacer semejante concesión al "público en general", es decir, laico y no polaco. A mí decir eso me parece un poco un remilgo anticlerical, porque entonces no se entiende ni la parte de comentario moral ni de ironía trágica (lo digo todo a sabiendas) que cada historia guarda con respecto al mandamiento que comenta. Así, la primera historia, la del niño que sale a patinar al estanque, si no tienes en cuenta que comenta el primer mandamiento ("Amarás a Dios por encima de todas las cosas" y sobre todo "No tomarás falsos ídolos", en ese caso la ciencia), pues qué quieres, la historia se queda en el gran disparate de la mala suerte. Ni te digo el de "Santificarás las fiestas", prodigiosamente retorcido. Que son historias universales es indudable, pero en la medida en que también son comentarios a lo "universal" católico-cristiano. No sé cómo las verá un budista. Tampoco creo que Kieslowski pensara en el budismo...

El regalo de esta semana son tres mujeres kieslowskianas



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