sábado, 27 de julio de 2024

UN BARRIO Y UN PUEBLO

 


(Norberta y Samantha en el Parque del Guinardó)

Norberta, Sonia Escolano, Belén López Albert

Estoy muy contenta con uno de los estrenos de esta semana, Norberta. Si este no fuera un blog personal (e intransferible), no hablaría de la película porque he estado involucrada en su proceso de gestación, aunque de una manera indirecta. Pero aquí me lo puedo permitir y por eso estoy contenta. Norberta es una película pequeña, discreta, divertida, sin ninguna íntención de salvar el mundo. Se ve y se disfruta. Norberta pasa en mi barrio, el Guinardo y El Carmelo. Es una historia simple, de gentes sencillas, de personas normales de mediana edad, jubiladas. Pero Norberta es sobre todo una gran historia de amor. Para mí esa es su principal cualidad. Norberta en realidad ha sido toda su vida Norberto, un hombre felizmente casado con María, con una hija, Natalia madre soltera de Paula. Norberto tiene un grupo de amigos con los que juega a la petanca (en uno de los lugares más emblemáticos del barrio), María tiene un grupo de amigas con las que juega al bingo, Natalia está corriendo todo el día entre varios trabajos, Paula se mueve entre dos amores, un chico y una chica porque es de “género fluido”. Todo muy cotidiano, salvo que Norberto y María se dedican a atracar gasolineras disfrazados y el dinero que roban lo destinan a cuidar a la abuela y repartirlo entre sus amigos. A María le sirve esta vida, a Norberto no. Norberto tiene un deseo, Norberto quiere ser Norberta. Lo que cuenta la película escrita por Sonia Escolano, es su transformación, con la ayuda de una prostituta que es una bellísima persona, y de todos sus amigos y amigas. Pero sobre todo lo que cuenta es su amor por María, porque Norberta solo la quiere a ella y a nadie más. Lo más interesante no es el cambio de Norberto a Norberta, esa es la anécdota. Lo más importante es el cambio de María en su proceso de aceptación de la nueva situación de su vida conyugal. Comprensión, complicidad, amor en definitiva. Todo esto lo cuenta la película con un tono festivo, divertido, tan popular como los personajes y sus fiestas. Nadie quiere dar lecciones de nada, ni reivindicar ninguna opción sexual. Pero, precisamente por eso, acaba siendo mucho más valiente que títulos abiertamente militantes. Norberta habla de precariedad laboral (Natalia) de desconcierto adolescente (Paula), de prostitución (Samantha), de adicción al juego (Rosa), de un ama de casa un poco agobiada (María) y un hombre que quiere ser mujer (Norberto-a). Temas duros si se enumeran así. Pero convertidos en comedia disparatada (Atraco a las tres de José María Forqué no está lejos) llegan mucho más adentro. En fin, se me nota que le tengo cariño a esta película. Ya decidirá cada uno si le gusta o no lo que ha conseguido un maravilloso grupo de actores: Luis Bermejo, un adorable Norberto, una encantadora Norberta, Adriana Ozores, preciosa en su vestido rojo, Mariona Terés como la Natalia que no entiende nada, pero está dispuesta ayudar y la estupenda María Romanillos como una tierna Paula. 

(la filósofa Lea Olczak, encarnación de la dignidad)

¿Quién teme al pueblo de Hitler? Günter Schwaiger

Si con Norberta estoy contenta, con este documental austriaco estoy estremecida. No se ve todos los días un retrato tan nítido de la mezquindad de los que miran para otro lado cuando la situación es insostenible. Todo empezó cuando el documentalista austríaco Günter Schwaiger, que vive en España desde hace más de treinta años, se enteró que el ayuntamiento de Braunau am Inn, un pueblo del norte de Austria cerca de Salzburgo donde él nació, muy cerca de la frontera alemana, decidió expropiar la casa natal de Hitler en 2016. Su hermano vivía allí y decidió ir a verle y averiguar qué pasaba con la casa. Así empezó un trabajo de seguimiento de los distintos destinos que se pensaba dar a la casa durante los cinco años que van del 2018 al 2023. Günter empezó a descubrir que en ese idílico pueblo aun quedan algunos habitantes que glorifican su memoria, pero la mayoría la ha escondida debajo de la alfombra. Una alfombra moral y de vergüenza por el comportamiento de sus habitantes (y de tantos otros) durante las atrocidades de la Segunda Guerra Mundial. La primera parte del documental sucede en la calle, frente a la casa a la que está prohibido entrar. Cuando por fin Günter consigue entrar en la casa, se da cuenta de la banalidad del espacio, de la vacuidad de sus estancias. Y se sorprende de no sentir el mal. Porque en realidad esa casa es tan banal  como lo era el propio Hitler, sin ninguna personalidad, sin ninguna cosa que la distinga. Es una casa fea que se tenía que haber derruido hace mucho tiempo, a la que el ayuntamiento, tras renunciar a darle un uso social, ha decidió convertir en comisaría de policía. Ironía de la historia, eso es precisamente lo que Hitler quería. Pero es la segunda parte, la que me estremece. Günter nació en Salzburgo en 1965. Sus padres eran niños durante la guerra, ambos formaban parte de las Juventudes Hitlerianas. En esta segunda parte, Günter recupera una grabación de sus padres hecha hece unos años y que no había querido volver a ver hasta ahora. El silencio de sus padres durante años, su falta de sentimiento de culpa (o su ocultación del sentimiento de culpa), son mucho más hirientes en contraste con las declaraciones de una mujer de cien años, perfectamente lúcida, inteligente, la filósofa Lea Olczak, encarnación de la dignidad entonces y ahora. La conclusión del film es doble: Hitler no pudo hacer lo que hizo solo, necesitó el concurso, y sobre todo el apoyo, de muchos alemanes y muchos austríacos; cambiar la fachada a la casa de Hitler no sirve de nada para ocultar su terrible historia. Austria pretende que lo que pasó no iba con ellos, han cambiado su fachada, nada más. Pero hay suficientes síntomas en el mundo (y en Austria, Alemania, Hungría…) para darse cuenta de que las cosas pueden ir a peor muy rápidamente. En ningún conflicto, en ninguna situación histórica se puede mirara a otro lado. El mal está ahí, presente. 

El regalo de esta semana es un cuadro muy bonito de un rincón del barrio de Norberta



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