Los cines veraniegos han encontrado el gusto a los estrenos seriados: la semana pasada hablaba de los tres Kieslowskis. Esta toca hablar de los dos Hong Sang-soo que estrena la distribuidora Atalante. Parece que la costumbre que las plataformas están creando en el consumo de sus productos, se extienda a las salas de cine con un capítulo semanal.
Nuestro día, In Water, Hong
Sang-soo
Nuestro
día
se estrenó el 12 de julio; In Water
se estrena el próximo 17 de julio. Son las dos última películas del director
coreano. La primera se presentó en La Quincena de Cineastas de Cannes, la
segunda en el Festival de Berlín. Ahora, su estreno casi simultáneo, permite
verlas juntas. Un chute de Sang-soo en toda regla. Advierto de entrada que mi
recomendación (y devoción) por Sang-soo, no es en absoluto exportable. El
director coreano o gusta o no gusta. Pero nada de lo que se diga hará cambiar
de opinión a los que lo adoran y a los que lo odian. A mí siempre me ha
gustado. Y en estas dos películas me convenzo de que soy una adepta a la secta
sangsooniana.
Nuestro
día
es un díptico protagonizado por tres personajes cada uno: en uno, encontramos a
una actriz que ha vuelto a Seúl y vive en casa de una amiga suya y su hermoso y
gordo gato. El tercer personaje es su prima, una joven que quiere ser actriz y
va a verla a la casa. En el segundo fragmento, un viejo poeta comparte con una
joven cineasta su día a día en un documental que ella está filmando en su casa.
El tercer personaje en este caso es un joven que viene a visitar al poeta
porque le quiere preguntar algo importante. Alrededor de estas dos situaciones,
sin salir nunca de los espacios interiores,
sentados casi siempre entorno a una mesa de comida y bebida, los
protagonistas hablan de la vida, de la muerte, del arte, de la responsabilidad,
del amor, de la sinceridad. En la primera, el gato es el centro emocional; en
la segunda, una guitarra es el objeto que canaliza las relaciones.
In
Water, es un poco distinta. Primero es más corta, apenas 61
minutos. Segundo, los protagonistas son dos chicos y una chica. Están en un
pueblo de la costa, en la paradisiaca isla de Jeou, preparando el rodaje de un
corto. Uno de los chicos es el director, el otro el cámara, ella es la actriz.
Los tres hablan, comen, beben y se pasean por la costa. El futuro director
busca la inspiración mientras los otros le siguen dócilmente. Su bloqueo
creativo se rompe cuando ve a una mujer en la playa. Esa imagen y el recuerdo
de una canción que compuso hace años, provocan que el corto se haga realidad.
La descripción de lo que
cuentan las películas de Hong Sang-soo es siempre muy pobre. Es muy difícil
transmitir la sensación de cotidianidad extraordinaria que destilan sus
imágenes. Planos fijos que respiran con los actores, con el gato, con las plantas.
Su cine no es minimal, es mínimo. Y sin embargo, es de una pureza y una
transparencia que te acaricia. Creo que eso es lo que más me gusta de este
director único.
Los
tonos mayores, de Ingrid Pokropek
Ha sido una sorpresa
encontrarme este estreno inesperado. Una película argentina, debut como
directora de Ingrid Pokropek, de la que no sabía absolutamente nada. Empecé a
ver la película sin ninguna esperanza. Y poco a poco, me fue enganchando la
historia de Ana, una adolescente de 14 años con una placa metálica en un brazo
que empieza a sentir unos extraños latidos. Su mejor amiga los traduce en notas
musicales y compone una canción La
canción del latido, pero Ana quiere saber más, quiere saber quién y por qué
le manda esas extrañas señales. Es invierno en Buenos Aires, el cielo es gris,
el mundo es oscuro, nocturno, inquietante, misterioso. Ana deambula solitaria
por las calles de la ciudad, se aleja de sus amigos, de su padre. Busca. Los tonos mayores es una película
envolvente, pequeña y honesta, sabe jugar sus bazas sin afectación. Es un coming of age contado desde un punto de
vista muy original. Mientras la veía, pensaba en Trenque Lauquen, el estupendo film de Laura Citarella con el que
sentía que estos tonos tenían algo que ver. Fue después, buscando información
sobre la directora cuando descubrí que Ingrid trabajaba en El Pampero y había
sido una de las productoras de Trenque
Lauquen. El círculo se cerraba perfectamente dejando claro que hay en
Argentina un caldo de cultivo de nuevas miradas. A pesar de la crisis, o
precisamente por culpa de la crisis, está naciendo una nueva ola de cineastas
imprescindibles.
EL RINCÓN DE LA EXPOSICIÓN
El tiempo se detiene, Sarah Moon Fundación Foto Colectania
Me gusta la sección La Contra de La Vanguardia. No siempre la leo, pero siempre la miro. Allí he descubierto figuras (sobre todo de ciencia) muy estimulantes que han despertado mi curiosidad. Una de ellas apareció en La Contra del 10 de julio firmada por Imma Sanchís. Era la fotógrafa francesa de 83 años Sarah Moon. Confieso que no sabía nada de ella, aunque en su presentación la periodista destacaba su trabajo como cineasta. Lo que decía esta mujer con una larga vida detrás, me llamó la atención y vi que el motivo de La Contra era porque se había inaugurado una exposición de sus fotografías en la Fundación Foto Colectania, un espacio expositivo dedicado a la fotografía en el que nunca había estado. Una prueba más de lo compartimentadas y dirigidas que están nuestras vidas, arrastrados por lo que nos afecta profesionalmente o personalmente. Reconozco que si no hubiera sido por las palabras de Imma Sanchis: “A partir de los ochenta abandonó los trabajos comerciales y se dedicó a la fotografía artística y al cine, siempre misterioso y onírico”, quizás no habría ido a ver la exposición. Pero por suerte, me quité la pereza de encima y fui. Y me maravilló la belleza de sus fotos, la capacidad alquímica de transformar una imagen en otra cosa. Su mirada a los animales, el elefante, la jirafa, a los paisajes, ¡esas palmeras!, sus retratos femeninos, muchos de ellos compañeras suyas en la pasarela de modelos donde ella trabajó muchos años. Y su cine, onírico, poético, fantástico y al mismo tiempo casi tangible. En la exposición se pueden ver tres películas suyas junto a un conjunto de fotos expresamente seleccionadas por la autora. A sus 83 años, Sarah Moon nos regala un mundo de imágenes. Vale la pena detenerse en ellas, ver como El tiempo de detiene. La exposición estará en Barcelona hasta diciembre. Si pueden, no dejen de ir a verla y si no viven en Barcelona, busquen sus fotos en Internet.
El regalo de esta semana estaba cantado desde que vi Nuestro día.
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