Un lugar común de Celia Giraldo
Todos tenemos nuestro lugar.
De hecho, creo que vivir es precisamente eso, encontrar tu lugar. Hay quién lo
consigue muy pronto, otros se pasan la vida buscándolo. Tener un lugar en el
mundo, es indispensable para vivir bien.
Cómo sea ese lugar, depende de cada uno. Lo que para alguien puede ser el sitio
ideal, para otros puede representar un infierno. Por suerte, objetivamente no
hay lugares buenos, ni lugares malos. A mí me parece que el lugar que tiene
Pilar, la protagonista de la estupenda Un
lugar común, debut de Celia Giraldo, no es precisamente envidiable. Pero es
el suyo. Madre invisible, esposa olvidada, enfermera prescindible. Ese es su
equilibrio y su equilibrio es la pieza que permite el equilibrio de los demás
miembros de su familia: un marido indolente, una hija rebelde, a la que da vida Mia Sala-Patau, en un papel que la coloca en la primera linea de las jóvenes actrices catalanas y un hijo ausente.
Todo ese engranaje se va al traste nada más empezar la película cuando Pilar, con
poco más de cincuenta años, es fulminantemente prejubilada de su trabajo. ¿Qué
hacer entonces? Ser madre y esposa no le sirve porque los otros están
acostumbrados a su (no) presencia. La casa se le cae encima, se aburre, cuida
una planta, busca su nuevo lugar. Lo que hace Pilar para encontrarlo y cómo eso
repercute en los miembros de su familia es lo que cuenta Un lugar común. Sorprende un poco que una chica de veintipocos años
se plantee una historia como esta. Celia lo justifica muy bien: “primero, no
quería retratarme a mí y mi generación; segundo un coming-of-age se puede tener a cualquier edad.” ¿En dónde está
escrito que solo los adolescentes sufren problemas de ubicación en el mundo? La
complicidad entre Celia Giraldo y Eva Llorach su magnífica protagonista, es
total. Juntas trazan el retrato de una mujer madura que tiene que aprender a
vivir de nuevo. Sin miedo a nada, Eva Llorach se mete en este personaje y lo
llena de energía y de música. Celia Giraldo es, de momento, la última
aportación al cine de la larga lista de directoras surgidas de la ESCAC en el
siglo XXI: Roser Aguilar, Mar Coll, Elena Trapé, Nelly Reguera, Marta Díaz de
Lope Díaz, Liliana Torres, Andrea Jaurretia, Diana Toucedo, Ana Cornudella,
Laura Ferrés, Julia de Paz, Belén Funes, Lucía Alemany, Patricia Font,
Estibaliz Urresola….
La chica salvaje, de Olivia Newman, Netflix
El lugar donde encontré esta película es Netflix. En rigor, fue Ramon el que la encontró. Nos llamó la atención el título y fue una sorpresa. Su protagonista no necesita moverse mucho para saber cuál es su lugar: las marismas del sur profundo de Carolina del Norte, un espacio lacustre donde las botes a motor son mucho más útiles que los coches y donde la vida transcurre a otro ritmo. El ritmo que le impone Kia, la protagonista de esta historia de amor, asesinato, soledad, abandono y supervivencia. Kia vive en los pantanos con una familia que poco a poco se va desintegrando. Su joven madre escapa un día de la violencia de su marido. Luego son sus hermanos, uno a uno, los que se van. Con nueve años, Kia se queda sola con su padre, que también se irá. Solitaria, más fuerte de lo que se puede imaginar, la niña sobrevive en los pantanos haciendo de ese lugar inhóspito su hogar, su lugar. Pero no todos en el pueblo lo entienden o la aceptan. Y cuando un hombre joven aparece muerto, aparentemente asesinado, las miradas se dirigen hacia ella, Kia, la rara, Kia, la bruja, Kia, la diferente. La película es irregular, arranca muy bien, y te mantiene atento y pendiente de Kia, la niña, Kia la adolescente, Kia la joven. Hay un pequeño bache con la aparición de un personaje masculino muy desagradable ¿Qué hace Kia con él? Pero vuelve a tomar vuelo en su tercio final. Basada en una novela de Delia Owens, todo sucede entre 1962 y 1969 en un mundo que permanece al margen de la historia, tanto como Kia permanece al margen del pueblo. Con este melodrama sureño, Minnelli habría hecho un film de una intensa pasión. Olivia Newman no llega a la densidad minnelliana, pero Daisy Edgar-Jones consigue transmitir la emoción escondida de una mujer que no confía en nada ni en nadie.
EL RINCÓN DE LA SERIE
El Día, Gilles Coulier y Dries Vos, Filmin
Esta semana si hay una serie, El Día, una serie belga de doce capítulos. El día es el día de un atraco con rehenes a un banco en una pequeña ciudad flamenca. Los doce capítulos abarcan desde las 8 de la mañana de ese día hasta, las 12 de la mañana del día siguiente. Seguimos la acción en paralelo desde el punto de vista de la policía que intenta resolver el atraco con el menor número de víctimas, y de los atracadores encerrados en el banco. Los medios de comunicación, en especial un equipo de televisión que busca la notica por encima de todo, son el tercer elemento en juego. Con estas piezas, la serie nos va contando como buscan su lugar todos los implicados fuera y dentro de este robo casero, chapucero y al mismo tiempo con mucho dinero en juego. Mientras que los policías parecen saber cuál es su lugar, o al menos que pueden y deben hacer, los secuestradores y los secuestrados van cambiando de lugar en una serie de giros inesperados. La tensión no se pierde nunca en estas poco más de 24 horas. Perfectamente escrita, mejor que realizada me atrevo a decir, recomiendo que si la quieren ver lo hagan de dos en dos capítulos. En uno, vemos a los policías y sus avances y desconcierto, en otro vemos en el mismo período de tiempo a los atracadores y los secuestrados. Al final, te das cuenta de que en realidad todo ha sucedido precisamente porque hay un personaje fundamental que no ha sabido encontrar su lugar.
El regalo de esta semana son
dos cuadros de Ramon que han encontrado su lugar
Aprovecho para avisar que la semana que viene no habrá blog. Nos volvemos a encontrar el 1 de septiembre
Bon dia Nuria,moltes gracies per tanta bona informaçio desde fa anys,i que paseu unes bones vacances,fins la tornada.
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