Un estreno en plataformas y un
estreno en cines, me han permitido reunir en la última entrada del año a dos
grandes y veteranos directores, Clint Eastwood y Paul Schrader con dos películas
que tienen en común un tema: la verdad. ¿Es la verdad justa, es la verdad
necesaria, no decir la verdad es mentir? Cada uno a su manera responde a estas preguntas.
Jurado Nº 2, Clint Eastwood ( en algunos cines y en Apple TV- Movistar)
La última película de Clint
Eastwood, la décima en una década en la que ha pasado de 84 a 94 años, se
estrenó en octubre pasado. Aún está en algunos cines, pero no había podido
verla. El film aparecía en casi todas las listas de lo mejor del año de
críticos muy diferentes. Algo debía tener este Jurado Nº 2. La reciente incorporación de Apple TV a Movistar me ha
permitido recuperarla. Y he entendido porque estaba en todas las listas.
También habría estado en una lista mía. Lo que parece ser un remake un poco
anómalo de Doce hombres sin piedad de
Sidney Lumet, va dando giros de guión tan inesperados como inteligentes para
convertirse en otra cosa. Lo que está en juego no es la justicia, lo que está
en juego es la verdad. ¿La verdad es justa? ¿Puede la verdad ser una injusticia?
¿Ocultar la verdad es moralmente aceptable? Son preguntas que deja en el aire
la película y que el director no contesta al acabar el film de una manera que
obliga al espectador a decidir por sí mismo. El dilema moral al que se enfrenta
el protagonista, un frágil y atormentado Nicolas Hoult, es una situación en la
que nunca desearías encontrarte. Eastwood no juzga a su jurado, tampoco al
acusado ni al abogado. Si acaso, se coloca al lado de la fiscal para mirar a
través de sus ojos, para averiguar con ella la verdad del caso, seguirla en sus
convicciones y en sus dudas. Jurado Nº 2 es
un film de pensamiento, de ideas, de ética. Como casi todos los de Clint
Eastwood, el director/actor inmortal. Uno de los grandes de la historia del
cine.
Oh, Canadá, Paul Schrader
Paul Schrader tampoco es un
joven director. Tiene 78 años y en los últimos ocho ha rodado tres de sus
mejores películas, La Trilogía Moral que
integran El reverendo, El contador de
cartas y El maestro jardinero. Debería
decir cuatro de sus mejores películas porque Oh, Canadá, para mí, se coloca entre las mejores de este director
carcomido por la culpa y los dilemas morales desde sus inicios. Aflicción, de 1997, también estaría
entre mis películas favoritas de Schrader. Aflicción
adaptaba una novela de Russell Banks publicada en 1992, Oh, Canadá, adapta otra novela de Banks,
publicada en el 2021. En este film poliédrico, el director se reencuentra con
Richard Gere, el actor de American Gigolo.
44 años después, la complicidad entre ambos sigue muy presente y la capacidad
de Gere de seducir con su mirada a cámara sigue siendo la misma que antes. Oh, Canadá es la historia de una
mentira, mejor dicho el relato de una verdad. Enfermo terminal, Leonard Fife,
un prestigioso documentalista, acepta dar una última entrevista a dos de sus
antiguos alumnos. Sentado en una silla de ruedas, exige que su mujer Emma, Uma
Thurman, esté presente en la entrevista. En realidad Leo habla para ella, es a
ella a quién confesará la verdad de su vida, el engaño en el que ha vivido. El
relato se visualiza en distintos momentos con un Leo joven que sueña con ser
novelista. Casado, con un hijo y esperando otro, Leo se vio empujado a aceptar
un trabajo que no quería, renunciado a su sueño. Pero la vida da muchas vueltas
y Leo acabará en Canadá, aunque no por las razones que han sustentado su
leyenda y su carrera. Solo al final Leo decide dar la cara y hacerlo frente a
una cámara como una confesión. Schrader se identifica con Leo no en las
mentiras, pero si en las renuncias, llevando la novela de Banks a su propio
terreno. Cerrada y oscura en el presente, con olor a enfermedad y a muerte, el
film se ilumina de falsos tonos otoñales en la etapa de juventud de un Leo
incapaz de asumir sus responsabilidades. No entiendo porque el film no gustó en
Cannes y porque ha tenido malas críticas. Para mí es un Schrader de los
importantes. Espero que no sea el último.
EL RINCÓN DE LAS SERIES
Slow Horses. Appel TV en Movistar
No sé cuántas veces me dijo una amiga que esta serie era magnífica. Yo la creía, pero no la podía ver. Hasta ahora. Y lo confirmo: es magnífica. Slow Horses tiene cuatro temporadas de seis episodios cada una. Adapta las novelas de Mick Herron, una serie de seis títulos, que tiene como protagonistas al viejo y desastrado espía Jackson Lamb y a un grupo de perdedores y marginados miembros de MI5 exilados en la Ciénaga, el último refugio para los malos espías conocidos como Caballos Lentos. La serie empieza cuando el joven River Cartwright acaba en la Ciénaga tras un sonoro fracaso, provocado por una información mal dada para hacerle caer en desgracia. River y Lamb (curiosos nombres, Rio y Cordero) mantendrán a lo largo de las cuatro temporadas una relación de amor/odio que funciona perfectamente en el engranaje de esa extraña Comunidad. Y lo de Comunidad lo digo con toda propiedad porque a veces este insólito grupo de personas desgraciadas parecen la extraña comunidad del anillo de El señor de los anillos: Lamb sería un Gandalf zarrapastroso y apestoso, River un Aragon con mala pata y el resto de frikis que los rodean, los acompañantes indispensables para conseguir sacar adelante los embrollos y problemas en los que se ven metidos, sin perder nunca el sentido del humor más sutil e irónico que he visto en mucho tiempo. No conozco los libros de Herron, Slow Horses, Leones Muertos, Tigres de verdad y La calle de los espías, por eso no sé si la presencia cada vez mayor de los personajes de Catherine y Louise, está en los libros o es la maravillosa interpretación que hacen Saskia Reeves como la aparentemente anodina Catherine y Rosalind Eleazar en el papel de la atormentada Louise, las que les han ido dando más y más protagonismo en una serie en la que brilla, es un decir porque más bien huele, Gary Oldman como un Lamb digno heredero de Smiley y Jack Lowden como un anti James Bond. Frente a ellos la malvada Diana Taverner en el rostro elegante y frio de Kristin Scott Thomas y el conjunto de incompetentes, corruptos, manipuladores jefes del MI5, el servicio de espionaje británico. La ambientación, la Casa de la Ciénaga es un prodigio de dirección artística laberíntica, cutre y llena de polvo, y el uso de Londres y sus espacios, es otro de los alicientes de una serie que se ve como una película. Nosotros la hemos visto en cuatro días, una temporada por día y aun tengo el mono de saber más de estos caballos que para ser lentos, corren y son más listos que muchos supuestos purasangres.
El regalo de eta semana es una
acuarela que Ramon ha escogido para celebrar el fin de año, mejor dicho el
principio de un año que espero sea bueno para todos.
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