viernes, 30 de diciembre de 2011

DRIVE


(¿conseguiría Drive salir de esta jaula urbana?)
Todo el mundo se deshace en elogios de DRIVE. Las calificaciones son altísimas, cuatro y cinco estrellas. ¿Por qué se produce este asombro crítico ante esta película? No tengo una respuesta clara. Solo puedo decir que comparto el entusiasmo, aunque quizás mas matizado. En casi todas las críticas que he leído se hace referencia Melville y su samurai, aunque mucho me temo que Melville y el samurai son completamente desconocidos para la mayor parte de los espectadores de Drive. La aparición de Drive es probable que responda a la necesidad de cada generación de tener un héroe solitario y oscuro, que camina por el filo de la navaja siguiendo su propio código. Drive tiene una cualidad ambigua. Es fría por fuera como un cubito de hielo, pero dentro de ese cubito se guarda un cuerpo cálido y tierno. Curiosa combinación. El conductor sin nombre también me recordó a Alain Delon y su silencioso samurai melvilliano. Pero he de reconocer que me hizo pensar mas en otros conductores solitarios y no precisamente urbanos. Me recordó al Dennis Weaber de El diablo sobre ruedas de Spielberg, enfrentado a un enemigo muy superior al que, sin embargo, consigue vencer. Me vino a la memoria Barry Newman en Vanishing Point, de Richard Sarafian y su desafío al orden establecido. Pero sobre todo pensé en Travis, el Robert de Niro de Taxi Driver, un posible abuelo de este drive contemporáneo.
Pero todas estas son trampas de crítico. Lo mejor es dejarse llevar por Ryan Gosling en su trabajo de día y de noche y compartir con él el deseo de una vida mas normal que nunca conseguirá.

No hay comentarios:

Publicar un comentario