martes, 17 de abril de 2012

MADRID 1987



Una fecha cualquiera. No es especial por nada. España vive en una democracia consolidada desde hace seis años. Todo es bonanza. Es esta fecha la que escoge David Trueba para ambientar este duelo intelectual y corporal entre sus dos protagonistas. Pero a medida que vamos viendo la película, te das cuenta que la fecha es lo de menos, que lo que se trasluce de la situación política y cultural de la época no es mas que un adorno para envolver la sustancia, o quizás para camuflar el auténtico conflicto. El del cuerpo desnudo, el del alma despojada, sin apoyos, sin muletas, sin coartadas. El de dos personas que se encuentran frente a frente y en un reducidísimo espacio consiguen ofrecer un mapa del mundo emocional. Aquí se está hablando de cosas muy serias (pero con humor y con ironía), de qué es escribir, qué es crear, qué es vivir. De si vale la pena tomar un camino u otro para conseguirlo, de fracasos y expectativas. Se habla de sexo, pero el sexo no es mas que una parada en el camino. Un camino que se prolonga en la imaginación. Por eso es mucho mas emocionante la secuencia de la descripción de una película que no vemos que la secuencia en que Miguel y Ángela follan. Cine absoluto,(pensar que una película en la que los diálogos son tan importantes como las acciones no es cine, es simplemente una estupidez).El cine es palabra, texto, tanto como imagen. Mas cuando la palabra se convierte en imagen (no visualizándola, como hace simplistamente Godard, que sí hace cine literario ya que no es capaz de crear imágenes nuevas) sino convirtiéndola en una parte fundamental del relato. La palabra no ilustra, la palabra es un personaje. ¿Podría Madrid 1987 ser una obra de teatro? NO, pienso rotundamente que no. El montaje, la fragmentación, el primer plano, la mirada dirigida a una parte del cuerpo, a un objeto de ese estrecho y cutre baño, nunca se podrían conseguir en teatro donde la visión es general SIEMPRE. Cine de guerrilla, si. Cine de ese que se puede hacer sin grandes apoyos económicos pero con grandes apoyos intelectuales. Y sobre todo cine de actores. Inmenso José Sacristán, tentadora Maria Valverde.

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