domingo, 10 de octubre de 2010

EL RESPLANDOR Y ESPARTACO


(Hace unos años le pidieron a Ramón que hiciera un cuadro inspirado en un libro. Escogió El resplandor, de Stephen King. El resultado fue este cuadro lleno de misterio en el que una puerta nos deja ver la “redrum” donde todo puede suceder.)
Se cumplen 30 años del estreno de El resplandor y se cumplen 50 años del estreno de Espartaco. Dos películas fundamentales de la filmografía de Stanley Kubrick que estos días se han citado mucho por motivos distintos. El resplandor porque ha servido de base al cartel del Festival de Sitges que celebra este aniversario con la proyección del film de Kubrick-King; Espartaco, porque la muerte de Tony Curtis ha hecho que en todas sus necrológicas se cite la famosa escena de los caracoles y las ostras.
Bienvenida sea cualquier cosa que traiga a la memoria y convierta en contemporáneos dos films que están en la historia del cine. Aunque debo decir que el uso que el festival de Sitges hace de la imagen de las niñas gemelas de El resplandor no me parece muy acertado. Una imagen tan inquietante y terrible, con el fondo de la pared cubierta de sangre, no se puede banalizar de forma tan alegre. Y esto me hace preguntarme hasta que punto los “homenajes” no acaban siendo simples plagios de los originales en los que se inspiran desvirtuando su auténtico sentido.
Seguro que alguien ha teorizado sobre este tema, pero yo no voy a ir mas allá. Solo quiero reivindicar desde aquí la novela de Stephen King de la que Kubrick extrajo su magnífica (y no olvidemos, denostada y muy criticada en el momento de su estreno) película. Una novela y un film que hacen de la arquitectura un personaje fundamental, que juegan con el silencio, que te arrastran a la Redrum/Murder, donde el mal se agazapa esperando al inocente Danny.
En cuanto a Espartaco, el tiempo ha demostrado que toda la tinta que hizo correr entorno a las discrepancias entre estrella (Douglas) y director (Kubrick) se han diluido en la nada, mientras que el film se mantiene en toda su fuerza gracias a la puesta en escena de un realizador que es la prueba evidente de que se puede ser un AUTOR sin necesidad de escribir guiones personales: simplemente convirtiendo en propio el material ajeno.
De paso, mi recuerdo para Tony Curtis. Siempre me cayó bien este actor.

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