sábado, 29 de junio de 2019

ROTACIONES



El extraño titulo de esta entrada surge de las dos películas que esta semana me han llamado la atención. Una es el último divertimento de Jim Jarmusch, Los muertos no mueren, que inauguró el pasado festival de Cannes. La otra es Els dies que vindran de Carlos Marqués-Marcet. Rotaciones de distinto tipo que encuentran en un cuento al final de la entrada su plena justificación.


(Jim Jarmusch fotografiado por Chema Prado, otro amigo que podía haber estado en su fiesta particular)
Rotación 1: Los muertos no mueren
Empecemos por la fiesta de Halloween que se ha montado el director del pelo blanco. No sé si alguien tendrá respuesta a la pregunta del millón ¿por qué Jarmusch se ha metido en este lio? La verdad es que da un poco igual. Lo que está claro, al menos para mí, es que: uno, quizás Jarmush estaba un poco harto de ser un director “exquisito”; dos, quizás tenía ganas de hacer una película donde pudiera reunir a algunos de los (super)vivientes no muertos de toda su filmografía; tres, quizás realmente piensa y quiere ganar un público nuevo, más joven. A ver. A la primera cuestión, nada que objetar, está en su derecho de no querer ser siempre el director de arte y ensayo. A la segunda, tampoco nada que decir, si le apetece hacer una macrofiesta con sus amigos adelante. A la tercera, creo que se equivoca, con un walking dead de famosos no va a arrastrar a los adolescentes al cine. Y en cambio, puede espantar a todos los que si quieren que siga siendo exquisito. Pero vale. Allá él. Reunir en un film a Bill Murray, Tilda Swinton, Adam Driver, Iggy Pop, Tom Waits, Rosie Perez, Steve Buscemi, Eszter Balint y Sara Driver, disfrazarlos de zombies y hacerlos hacer y decir estupideces, puede ser muy divertido y estimulante para él que de esta forma se quita telarañas de encima. Otra cosa es que lo sea para los espectadores, que cada uno decida. De todos modos tengo que reconocer que el film de Jarmusch tuvo un efecto colateral en mí. Me recordó un cuento que escribí en el mas que lejano, prehistórico año 1981, que se titulaba Dave y de alguna manera tenía que ver con el macguffin de Los muertos no mueren. Lo he recuperado y si les apetece leerlo, lo he publicado al final de esta entrada, después de la serie.




(Ramon no ha dibujado mujeres embarazadas mas que en una ocasión, a mi me gusta mucho la serie que hizo con una amiga que se prestó a posar para él)

Rotacion 2: Els dies que vindran
Els dies que vindran es otra tipo de rotación, la rotación del ciclo de la vida. Marqués-Marcet prolonga de alguna manera sus dos anteriores trabajos, 10.000 km y Tierra firme, todos ellos con David Verdaguer de protagonista, con estos días que vendrán en los que el actor está acompañado de su mujer y de un tercer personaje presente en su ausencia, el hijo que Vir y Lluis esperan y que de alguna manera alterará sus vidas. Al margen de la ligereza y fluidez con la que filma Marqués-Marcet, de la sutileza de las interpretaciones y de ser una película intimista que habla de un problema universal al que muchas parejas se enfrentan, Els dies que vindran me ha resultado interesante por una coincidencia de estrenos. Una semana después de Nuestro tiempo de Carlos Reygadas, aparecen estos días de otro Carlos, tan distintos y sin embargo con un punto en común: ambos están protagonizados por un matrimonio en la vida real que interpreta a un matrimonio en la ficción al que le pasan cosas que son y no son las del verdadero, pero que irremediablemente son espejo de lo que viven en el plano de la vida y que de alguna manera subliman en el plano del cine. Curioso, si más no. Se trata de un ser y no ser que seguro provoca muchos terremotos internos de los que los espectadores son completamente ajenos. ¿Se pondrá de moda un género que podríamos llamar de auto ficción?


EL RINCÓN DE LA SERIES



Fosse/Verdon
Detrás de estos dos nombres se esconden Bob Fosse y su mujer la bailarina Gwen Verdon, otro matrimonio en rotación, interpretado en la serie de HBO por Sam Rockwell y Michel Williams. Un coreógrafo, bailarín y director de cine excepcional y egocéntrico, que nos ha dejado films inolvidables desde Cabaret a All that Jazz y una bailarina que, aunque esté mas olvidada ahora mismo, fue una de las mejores de los años cincuenta y sesenta. Se conocieron en 1955 cuando ella era una gran estrella y él empezaba a despuntar. En una historia que podemos considerar la versión cambiada de Ha nacido una estrella, la figura de Verdon fue apagándose mientras la de Fosse fue engrandeciéndose. Pero lo que esta brillante serie nos recuerda a lo largo de ocho capítulos dirigidos cuatro de ellos por Thomas Kail, un joven director premiado con varios premios Tony por sus obras musicales en Broadway y producida entre otros por Nicole Fosse, la hija de Bob y Gwen, es la estrecha relación de dependencia que existía entre ellos: dependencia de Fosse hacia Verdon quién estuvo a su lado hasta el final a pesar de sus continuas infidelidades y desplantes. Es la bailarina la que acaba por hacerse con esta historia que no es en absoluto un biopic. Narrada de una forma compleja desde 1955 hasta 1987 a través de los espectáculos y las películas que hicieron juntos, con evocaciones hacia momentos de su vida antes de conocerse. Fosse/Verdon es un regalo para los que disfrutan con los musicales sofisticados de este gran creador, pero también es un regalo para cualquiera que esté dispuesto a ver un melodrama (nunca mejor usada esta palabra) en el que la creación y el amor van cogidos de la mano. Fosse/Verdon es un musical, una historia de amor y la reivindicación de una mujer poderosa sin por ello dejar de reconocer la importancia creadora incuestionable de un hombre que fumaba demasiado y al que le gustaban demasiado las mujeres, pero era capaz de inventar coreografías y espectáculo que están en la memoria de todos, desde Noches en la ciudad, a Star 80, de Malditos yanquis a Chicago, de Cabaret a Empieza el espectáculo. Eso es precisamente esta serie. Un espectáculo.
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DAVE
Dave salió del observatorio. Su rostro expresaba una profunda preocupación. La noche era clara y se detuvo a contemplar las estrellas. ¿Cuántas noches había mirado el mismo cielo, sin temor, sin miedo? Debía ser  más tarde que otras veces ya que las estrellas habían recorrido un espacio mayor en el firmamento. Buscó su estrella favorita en el cinturón de Orión  y para verla tuvo que darse la vuelta. Sin embargo, una rápida mirada a su reloj le confirmó que la hora era la misma de cada noche. Dave pensó con tristeza que sus peores temores se confirmaban. Había empezado a suceder.
         Dave se dirigió lentamente a su casa. Los bungalows de los científicos estaban situados al final del campamento, cerca de la entrada sur, dando directamente a la playa. Le gustaba mucho este sitio. Por la mañana, antes de ir al observatorio, iba a la playa a bañarse con Maud en el mar del amanecer. Era agradable pues hacía mucho calor en aquella isla. Maud también estaba contenta de haber venido a trabajar aquí. Se encontraba bien en el laboratorio biológico. Los bungalows estaban iluminados por la luna, pero no se veía ni una sola luz encendida. Caminó por el sendero de grava y entró en su jardín. El perro se levantó al verle y vino a saludarle como hacía cada noche. Todo parecía igual, pero él sabía que no era verdad.
         Dave entró en su casa. Maud dormía en la gran cama de la habitación del fondo. Fue a la cocina y sacó un poco de hielo. Se preparó un  whisky y se sentó en el porche mirando el océano que dulcemente rompía sus olas muy cerca de allí. El perro se quedó atento a su lado. Dave pensó en su trabajo. Pensó en cómo había sucedido todo. Pensó como se lo diría a los demás. Porque tendría que decírselo. No podía ocultar una realidad que en pocos días sería evidente. Más valía estar prevenidos, aunque no tenía ni idea de que es lo que se podía hacer para evitarlo. Terminó su whisky y fue a la habitación.
         Era un cuarto claro y despejado. A Maud no le gustaban las habitaciones llenas de cosas. Una cama, una silla, un pequeño armario empotrado. Eso era todo. Casi no tenían muebles, pero había muchos libros en el suelo y una buena colección de música. No estaban mucho tiempo en casa, pero les gustaba saber que tenían a su alcance las cosas que apreciaban. Hacía calor. Se estiró en la cama procurando no despertar a Maud que se removió inquieta. Dave sabía que no podría dormir.
         Al día siguiente, cuando Maud despertó, lo encontró estirado a su lado sin desvestir. Se sorprendió al verlo así, pero su instinto le hizo pensar que no era el momento de comentarios. Dave diría lo que tenía que decir cuando creyera que era el momento oportuno. Maud se levantó y fue a la cocina. El perro la esperaba en la puerta moviendo la cola. Era un día precioso, lleno de luz. El mar brillaba como una cinta de plata. Pero había algo extraño, de alguna manera el sol no estaba donde debía estar. Olvidó esta sensación al escuchar a Dave moviéndose por la habitación. Fue a buscarle con una taza de café humeante en la mano. Dave estaba sentado en la cama y sonrió al verla. Fue una sonrisa triste. Maud lo notó y le besó cariñosamente en los labios. Dave la abrazó y la atrajo a la cama.
         Poco rato después, mientras Dave se estaba duchando, oyeron el motor de un coche que se paraba delante del bungalow. Era algo insólito. Dadas las reducidas dimensiones de la instalación, todo el mundo iba a pie de un sitio a otro. Tenían un coche que se usaba para ir a comprar al pequeño poblado del otro lado de la isla y para recoger el cargamento que cada mes les traía el barco del continente. Dave salió de la ducha mientras Maud hablaba con alguien en la cocina.,
         Era Steve. Al verle Dave comprendió todo. Incluso sonrió al ver el coche. Eso quería decir que alguien había dado la alarma. Steve no sabía lo que pasaba, simplemente tenía orden de llevar a Dave y Maud a la oficina central. Maud estaba sorprendida y un poco asustada ante este cambio en la rutina diaria de la instalación. Dave pensaba. Pensaba sobre todo en que tendría que explicar sus descubrimientos para completar los informes de quien fuera que había dado la alarma. Ahora no podía retroceder. En cierto modo se sintió más tranquilo. La responsabilidad ya no era solo suya, empezaba a ser compartida.
         Dave y Maud subieron al coche con Steve y se dirigieron al Paseo de las Palmeras donde estaban los principales edificios de la base. En la sala de reuniones de la oficina central se encontraron con todos los trabajadores de la instalación: laboratorios, observatorio, mantenimiento, economato, cantina. Todos. Dave pensó que esto significaba que quién fuera que había provocado la reunión se había asustado de verdad. En realidad no eran muchos. Se trataba de una pequeña base perdida en una isla del Pacífico en la que trabajaban tres astrónomos, cinco biólogos, un oceanógrafo y varios asistentes técnicos e informáticos. En total 25 personas bajo el mando de Aron, un hombre de unos cincuenta años, alto y delgado, de carácter amable, muy querido y respetado por todos los que vivían en la base.
         Cuando estuvieron reunidos en torno a la mesa de la sala grande Aron se dirigió a ellos. Sus palabras eran cálidas, pero no ocultaban su preocupación. Aron le cedió la palabra a Cornell, el segundo astrónomo de la base que trabajaba directamente con Dave. Dave no le había comentado nada de sus descubrimientos a Cornell, quería pensar bien las cosas antes de comunicárselo a Aron. Pero Cornell, que desde hacía varios días sospechaba que pasaba algo raro, se quedó en el observatorio realizando algunas comprobaciones. Al llegar a determinadas conclusiones, decidió cotejarlas con los datos de Dave y vio alarmado que lo que sospechaba podía ser cierto. Cornell no tuvo la entereza de Dave, se asustó de verdad y fue a ver a Aron directamente. Ahora éste le preguntaba a Dave: ¿es cierto lo que Cornell nos ha contado? Caso de que lo sea ¿qué podemos hacer?
         Dave sabía que le preguntarían eso. Sabía que se vería obligado a dar una respuesta que no tenía. Bueno, tenía respuesta para la primera pregunta. Sí, era cierto. No tenía respuesta para la segunda, no tenía ni idea de que se podía hacer. Se miraron asustados entre sí. Habría que comunicarlo a las otras bases, habría que intentar averiguar si en otros puntos de la tierra habían llegado a la misma conclusión, si las observaciones coincidían. Había que contárselo al mundo para que se preparara a sufrir las consecuencias.
         Después de escuchar a Dave, Aron tomó una decisión. Cogió un teléfono que le unía directamente con la Casa Blanca. Marcó un número y esperó ante las miradas expectantes de su equipo. Cuando contestaron se limitó a decir. Aquí Santa Elena, en el Pacífico. Debo darle una noticia, una extraña noticia. LA TIERRA HA INICIADO UN MOVIMIENTO DE ROTACIÓN EN SENTIDO LATITUDINAL DE NORTE A SUR. EL MUNDO SE ESTA MOVIENDO.
         Dave suspiró y abrazó a Maud. Ya no era su responsabilidad. Ni suya ni de nadie. Solo les quedaba esperar con todos los demás, con la humanidad entera. Esperar y ver donde les llevaba este maravilloso y extravagante planeta en el que les había tocado vivir.
1981-2002


sábado, 22 de junio de 2019

MÉXICO



Nuestro tiempo, la quinta película de Carlos Reygadas, me ha hecho recordar México de una manera especial. Muy distinta a la de Roma, más cerca del sentimiento y la emoción, Nuestro tiempo me ha hecho evocar un México rural y un mundo, el de los ranchos, que para mí era tan extraño y lejano como los castillos y las hadas. En el caso de esta película, el rancho es el escenario perfecto donde se encuadra la aventura personal de esta pareja del siglo XXI, un lugar donde se puede intentar la experimentación de las relaciones. Y es ahí donde Nuestro tiempo se demuestra profundamente mexicana. Lo que les sucede a Ester y Juan, con el vértice del triángulo en el norteamericano Phil, sería muy distinto en Europa (Bergman ya lo había contado) o en Estados Unidos. El paisaje, la luz, el clima, los animales, la tradición, la historia, influyen para que Ester y Juan vivan su experimento de relación abierta desde una perspectiva mexicana que de alguna manera dificulta que pueda existir. Juan está interpretado por el propio Reygadas en un ejercicio de desdoblamiento en un personaje que es y no es él; Ester es la montadora Natalia López, mujer de Reygadas que tampoco es ella sin dejar de serlo. Todo esto lo cuenta Reygadas en una película que dura tres horas sin que te des cuenta, una historia que empieza en la luz de la inocencia de los niños jugando en las marismas, de los adolescentes en sus primeros escarceos amorosos, y que poco a poco se va encerrando en espacios más claustrofóbicos, donde, a pesar de estar en medio del campo, falta el aire para respirar. Sin olvidarse de los animales, porque si en la relación de Juan/Ester no hay violencia física, casi ni siquiera sexo, ya se encargan los toros de mostrarla de una manera completamente primitiva. Nuestro tiempo quizás sea el film más sencillo y clásico de los cinco que ha realizado Reygadas. Una historia triangular donde la libertad que Juan ofrece a Ester se convierte en un asfixiante control que acaba por ahogarla. El tema principal es, en definitiva, lo difícil que es adecuar el pensamiento a la realidad. Querer y pensar en  una relación abierta, no es siempre fácil de ejecutar y Juan acaba por dirigir la vida de Ester porque en el fondo sigue considerándola de su propiedad. Desde la deslumbrante Japón y la casi insoportable (por su violencia física) Batalla en el cielo, Reygadas ha ido construyendo un cine de paisajes y nubes, de tormentas climatológicas y emocionales, un cine que no tiene miedo a rozar la abstracción en algunos momentos, como ese misterioso y fascinante plano en el interior del motor del coche, o el espectacular plano de la ciudad de México desde el tren de aterrizaje de un avión. Un cine pausado, que se toma el tiempo necesario para que el espectador deje fuera todo su contexto y se entregue a la contemplación de esta relación tóxica que contamina todo su entorno y de la que, paradójicamente, o no, acaba por salir potenciada la figura de la mujer. Tan hermosa como Post Tenebrax Lux o Luz silenciosa, Nuestro tiempo se ilumina con otra clase de luz: la de la constatación de que nuestro tiempo es el de un mundo masculino que intenta entender desde el pensamiento los cambios imparables de parámetros sociales ancestrales, pero no puede controlarlos desde el sentimiento.


EL RINCON DE LAS SERIES


La casa de las flores
En esta semana mexicana recupero una serie de Netflix que se estrenó en otoño del año pasado y que, seguramente, mucha gente habrá visto. Pero no importa recordarla y recomendarla. Se trata de La casa de las flores, trece capítulos de media hora que te hacen reír y te enganchan utilizando los mecanismos del melodrama y las telenovelas para darles la vuelta sin ninguna piedad. Cuando yo era pequeña, en mi casa se leía un periódico que se llamaba Novedades. Los domingos, creo recordar, había una sección que se llamaba algo así como Vida Popoff.(para ser justos , no sé si se llamaba así o la llamábamos así en mi casa). La familia de La Mora, dueños de una floristería de lujo en Las Lomas (para los que no conozcan México, es el barrio más pijo de la ciudad), son un ejemplo perfecto de esa Vida Popoff. La matriarca del clan, Virginia, ha construido lo que ella considera la familia perfecta. Que en realidad no es tan perfecta como parece, según vamos descubriendo paso a paso en los delirantes y divertidos capítulos donde encontramos suicidios, microtráfico de marihuana entre las flores, homosexualidad, bisexualidad, transexualidad, padres que no son padres, familias chicas, hijas ilegítimas, travestis, corrupción, narcos y hasta un calcetín que habla y se llama Chui. Hay de todo en esta floristería que se desdobla en un cabaret del mismo nombre con flores un tanto diferentes en lo que respecta a la sexualidad de sus estrellas. Con todo, La casa de las flores se podría haber quedado en una versión más o menos mexicana de Mujeres desesperadas o en una burla cruenta de las famosas telenovelas si no fuera por un personaje que la convierte en serie de culto. Paulina de la Mora, interpretada por Cecilia Suárez, la hija mayor del clan, empeñada en salvar a la familia de todas las catástrofes que les caen encima sin perder nunca la calma, alterar el semblante y hablar de una manera que se ha hecho viral. Paulina es el alma de esta casa que titula sus capítulos con nombres de flores cuyo simbolismo nos da una pista de lo que nos va a contar y que desde aquí recomiendo si lo que quieren es reírse con los males de una familia rica mexicana que, en el fondo, es uni ver sal en su hi po cre sía, do bles vi das, co rrup te las y men tiras.(no me he vuelto loca, es un intento de explicar gráficamente como habla Paulina, aunque en realidad, solo ella puede hacerlo bien).

sábado, 15 de junio de 2019

CHINOS Y LIBROS


Largo viaje hacia la noche
Se estrena el cuarto film chino del año, Largo viaje hacia la noche del director Bi Gan. Esta barroca experiencia visual que tiene sus referentes en David Lynch y Wong Kar Way, es la prueba de que China ha entrado definitivamente en una nueva etapa donde una buena parte de la sociedad ya no quiere recuperar el pasado (Yimou), ni revisar la historia reciente (Zhangke), ni ser testigo de la decadencia moral y social de una sociedad en crisis (Hu Bo) y se entrega a lo que podríamos considerar un cine más propio de sociedades ricas. Largo viaje hacia la noche es cine negro, romántico, ciencia ficción. Los tres géneros se mezclan en esta historia inclasificable que peca, quizás, de un exceso de estilo, de una cierta grandilocuencia estética. Bi Gan se centra en la forma de contar y nos arrastra en su sueño imaginario, pero al final uno se  pregunta: ¿para ir donde? En todo caso, lo que es evidente es que estamos ante un cineasta con un universo propio, alguien que propone nuevos retos estéticos que vale la pena disfrutar sin intentar analizarlos muy a fondo. Largo viaje hacia la noche es, antes que nada, una experiencia visual.



(libros quizás rechazados en un cuadro de Ramon)

La biblioteca de los libros rechazados
La película que mas me gusta de los estrenos de esta semana es otra. No sé si es una gran película, pero no me importa. Me gusta la idea, me gusta el tono, me gusta cómo se resuelve y además, cualquier película con Fabrice Luchini dentro, me gusta más. Se titula La biblioteca de los libros rechazados, la dirige el francés Rémi Bezançon y pasa en un idílico pueblo de la Francia rural donde vive el padre de una joven editora, casada con un escritor de libros no rechazados, pero sí de escaso éxito. En una visita a su padre, la editora descubre en la curiosa biblioteca, el manuscrito de una novela que se llama Les Dernières Heures d’une Histoire d’Amour, escrita por un tal Henri Pick que resulta ser un oscuro cocinero en una pizzería, muerto dos años antes, que según su mujer, jamás leyó un libro ni escribió tres líneas seguidas. El libro se publica, se convierte en un best seller y ahí entra en el juego el personaje de Luchini, un crítico literario pedante, prepotente, odiosamente seguro de su poder, que no lo ve claro y sospecha que hay un fraude. Con la ayuda de la hija del pizzero, que tampoco acaba de creerse que su padre sea el autor, se embarcan en una investigación para descubrir al asesino, perdón, al escritor, sin tener la más remota idea de cómo hacerlo. Y ya no cuento mas de esta divertida y curiosa historia en la que se cruzan los tres personajes fundamentales para que exista un libro: el escritor, el editor y aunque sea un tanto innecesario, el crítico de libros. Creo que todos los que en algún momento de su vida hayan sufrido la miopía de editores con menos olfato que un ratón ciego, o que hayan visto como sus obras eran maltratadas y relegadas al olvido por críticos que se creen con derecho a todo, se sentirán reconfortados con este film ligero y sencillo que solo puede ser francés, un país donde la lectura de los clásicos y la enseñanza de la literatura no se consideran algo prescindible, inútil o superfluo. (Quién quiera que haga la extrapolación del crítico al arte que prefiera, cine, teatro, música, pintura… en todos los ámbitos de la cultura hay personajes muy parecidos a Jean-Michel Rouche).


La luz del 14
Y aprovecho esta entrada para hablar de un libro que fue rechazado, pero que gracias a la tenacidad de su autor, ha conseguido salir a la luz. Y de luz habla La luz del 14, de escritor sevillano Emilio G. Romero. Luz que iluminaba la ciudad de Barcelona en el primer año de la primera guerra mundial cuando la ciudad se convirtió en un nido de espías alemanes, ingleses y franceses, de burgueses sin escrúpulos dispuestos a hacerse ricos con la guerra, de mujeres que empezaban a sacar la cabeza y hacer valer sus derechos y de asesinos. Porque de eso va también esta estupenda novela de intriga. Un asesino en serie que mata mujeres imitando cuadros famosos, perseguido por una pareja de policías tenaces que acaban por desentrañar el misterio. Siempre con el telón de fondo de esa Barcelona que empieza a ser cosmopolita y burguesa.
Conocí a Emilio G. Romero hace cinco años, en un curso sobre La Gran Guerra en el cine  en la Universidad de Verano del Escorial que dirigía Fernando Lara. Él estaba allí por su libro La primera Guerra Mundial en el cine, yo acudía para hablar de Johnny cogió su fusil. Nos hicimos amigos enseguida. Es fácil hacerse amigo de Emilio. Es inteligente y como buen sevillano es divertido y muy tranquilo, dos cosas que deben ser muy útiles en su trabajo como abogado. En aquel verano de 2014 Emilio me contó que estaba escribiendo una novela ambientada durante la primera guerra mundial en Barcelona. En seguida le pregunté ¿por qué Barcelona, qué había de interesante en la ciudad en 1914 como para convertirla en escenario de una intriga entre política, amorosa y de espías?. La respuesta la tuve cuando me dejó leer un primer borrador de la novela donde de pronto me enteré de un montón de cosas que no sabía. Pero lo mejor de la novela era el ambiente que describía. No sé cómo se las ingenió Emilio para captar el aroma de esa Barcelona, desde sus barrios más ricos en Pedralbes hasta los más tirados de los alrededores del puerto. La novela está llena de personajes que dan color y sabor a su narración  y aunque poco a poco se centra en la historia de la protagonista, nunca pierde de vista el contexto donde está pasando: las películas porno que rodaron los hermanos Baños por encargo del rey; las primeras mujeres periodistas, Tórtola Valencia y el Paralelo… La luz del 14 no es exactamente una novela histórica aunque pase hace cien años. Tampoco es una novela de amor, aunque sea casi un melodrama. No es novela negra pero está llena de crímenes espeluznantes y tampoco es una novela de espías. Es todo eso junto, pero no revuelto, cada trama está colocada en su sitio para hacer avanzar el relato y eso es algo muy difícil de conseguir. Un placer leerla sin duda.
(el libro, editado por Caligrama, se puede comprar bajo demanda a través de Internet o pedirlo en las librerías para que lo traigan)

EL RINCÓN DE LAS SERIES

Press
La serie de esta semana no tiene que ver con un libro pero si con escritores, concretamente, con periodistas. Se trata de Press, serie inglesa que se puede ver en Filmin. Está ambientada en dos periódicos, el progresista Herald y el tabloide sensacionalista Post, inspirados más o menos directamente en el tabloide The Sun, que en la ficción es el Post y en el progresista The Guardian, convertido en el Herald. La serie consta de seis capítulos en los que seguimos en paralelo a las dos redacciones, viendo como enfocan las noticias desde sus puntos de vista empresariales e ideológicos, y como se cruzan sus relaciones personales en encuentros más o menos fortuitos, zancadillas, robos de noticias, amistades. El contexto es el de la gran crisis de la prensa escrita, enfrentada al reto digital, a las fake news, al auge de la información paralela sin contrastar. Contra eso han de luchar y lo hacen con armas distintas, pero un objetivo común: sobrevivir como medios de comunicación. El macguffin de la historia es un tenebroso programa del gobierno que ambos investigan y que va apareciendo en todos los capítulos. Espléndidamente interpretada por Charlotte Riley como la integra y progresista directora adjunta del Herald y Ben Chaplin, como el cínico director y editor del Post, la serie cuenta con una colaboración especial, la de David Suchet, inolvidable Poirot, que aquí asume un personaje secundario pero fundamental en la trama. Press es voluntariamente atemporal, no hay nada que nos diga cuando está pasando, aunque es obvio que sucede ahora mismo. No hay una voluntad de realismo, el Brexit, por ejemplo, no existe y nunca se identifica a nadie como laborista o conservador. Esto le ha valido algunas críticas en Gran Bretaña que le reprochaban una falta de vinculación con la realidad. Pero el creador de la serie lo justificaba diciendo que el mundo de la prensa es siempre igual y siempre diferente: hay apasionados y honestos, hay arribistas y puros, hay corrupción, hay miedo y hay dependencia de los que controlan el soporte político y económico de la publicación. Press tiene todos los ingredientes para enganchar a cualquier espectador, pero seguro que los periodistas que viven el día a día de una redacción se sentirán profundamente identificados con las situaciones que se muestran. Una serie estupenda.



viernes, 7 de junio de 2019

LA CIUDAD OCULTA



Esta semana de estrenos poco estimulantes (no digo malos, solo poco estimulantes, al menos para mí) voy a recuperar una película de la semana pasada que espero siga en cartel y si no, al menos que quede para cuando aparezca en cualquier plataforma. Se trata de La ciudad oculta de Víctor Moreno. Se presenta como un documental, pero en realidad es otra cosa. Es un experimento de ciencia ficción cotidiana, que convierte la realidad de la ciudad que existe bajo nuestros pies en un universo paralelo e infinito heredero del 2001 de Kubrick. Es cine abstracto como lo podía ser el de Stan Brakhage pero hecho con elementos reales, existenciales, mas que existente. Es un viaje alucinado al fondo de la ciudad, a la conciencia infinita de lo que no vemos. Vaya, para que sepan de que va después de todo esto: es una película rodada íntegramente en el subsuelo de la ciudad de Madrid, en los túneles que la atraviesan, la cruzan, la horadan como las venas por donde corre la sangre de la ciudad. De lo más grande, el infinito sugerido en algunas de sus imágenes que evocan el universo, hasta lo más pequeño, los aliens microscópicos que viven en el agua de ese subsuelo: de la nave espacial de Alien a la nave espacial de Solaris donde viven los fantasmas. Aquí no hay fantasmas, hay seres que se mueven en la sombra siempre a oscuras iluminando pequeños espacios, hay escaleras que suben o bajan a la nada, hay paredes que parecen cuadros de Rothko o imágenes futuristas de Metrópolis. Pero todo esto es real, algo que existe y está ahí, debajo de nosotros, algo que no queremos ver, El director habla del inconsciente colectivo de la ciudad. Sí, es eso, es lo escondido, lo oculto, lo oscuro. El reino de las sombras. Ciencia ficción en estado puro.  Con sus imágenes y también y es muy importante, con el sonido y la música, Moreno y su reducido equipo de espeleólogos suburbanos, ha construido una sinfonía de la gran ciudad subterránea. Un viaje fascinante absolutamente recomendable.

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EL RINCÓN DE LAS SERIES



Vanity Fair
Esta semana toca una serie de Movistar: Vanity Fair. Es quizás una de las más bonitas que he visto en mucho tiempo, y de las más ácidas y las más criticas con la sociedad sin despeinar un solo rizo de la linda cabecita de Becky Sharp, su protagonista. Ambición, crimen, lujo, pasión, sexo, despecho, luchas vitales y humor son los ingredientes de este drama que adapta en siete capítulos una de las novelas más importantes de la literatura inglesa, La feria de las vanidades de William M. Thackeray.
Hay libros clásicos que periódicamente se llevan a la pantalla en nuevas versiones que los asimilan al tiempo en que se realizan. Vanity Fair, o La feria de las vanidades, es un texto recurrente en el cine. En el periodo del cine mudo se hicieron cuatro adaptaciones, en la década de los treinta hubo dos. La televisión volvió al clásico en tres ocasiones con series en 1967, 1987 y 1998. Una nueva película en 2003,  dirigida por Mira Nair y con Reese Witherspoon era hasta ahora la última aproximación al hilarantes, transgresor y crítico libro de Thackeray publicado en 1848.
Vanity Fair es una tragicomedia con el trasfondo de las guerras napoleónicas en la que seguimos las vidas paralelas de la descarada y amoral Becky Sharp y la dulce y tímida Amelia Sedley, en un carrusel de triunfos y desgracias, de herencias y desheredados, de humor y de amor y sobre todo, de cinismo y critica de una sociedad puritana y muy hipócrita. Thackeray nunca confesó quien le había inspirado el personaje de Becky, pero se sabe que había en su tiempo bastantes candidatas para el papel. Tampoco la Becky que hace Olivia Cooke ha confesado nunca sus influencias, pero para los que recuerden a Miriam Hopkins en el espléndido film de Rouben Mamoulian, no hay muchas dudas de cuál ha sido su modelo.
No es la única relación entre ambos films. Becky Sharp de Mamoulian fue el primer gran film rodado en Tecnicolor en 1935. Las transgresiones morales de Becky se convertían en el film de Mamoulian en transgresiones formales gracias al uso del color. Como lo son también en esta nueva adaptación que tiene en la imagen y la música dos de sus principales atractivos.
Filmada en escenarios naturales de Londres y Budapest, su estilo visual es espectacular. Inspirado en los grabados de la época y en los cuadros de la pintura inglesa del XVIII, la luz, los angulares y la fotografía nos remiten a un mundo de una enorme belleza contemporánea, al tiempo que retrata nuestro propio mundo.
Si la imagen es espectacular, el contaste lo pone a música que utiliza. Desde el All Along the Watchtower de Bob Dylan, que abre los capítulos y nos da una clave para el personaje de Becky en el verso “there must be some way out of here , debe haber alguna manera para escapar de aquí, hasta las canciones que cierran los capítulos como pequeños resúmenes de lo que hemos visto Material Girl, de Madonna; Never Tear Us Apart, de InXS; Running Up That Hill, de Kate Bush; Don’t Stop, de Fleetwood Ma c o Love Will Tear Us Apart, de Joy Division. Vanity Fair escapa por todas partes a lo que podemos esperar de un clásico inglés en la televisión. Una sorpresa que se agradece.







sábado, 1 de junio de 2019

¡COMO ESTÁN LOS CHINOS!



Esta  semana se estrena la tercera película china (y aun queda otra) en poco menos de un mes. Tres películas estupendas, de lo mejor que hemos visto en mucho tiempo. Ya hablé de An Elephant Sitting Still, de Hu Bo en la entrada del 3 de mayo y de Sombra en la del 17 de mayo. Hoy toca hablar de La ceniza es el blanco más puro, de Jia Zhangké. Tres films muy distintos, realizados por directores de tres generaciones diferentes, Yimou nació en 1951, Zhangké en 1970 y Hu Bo en 1988. Podrían ser padre hijo y nieto (si fueran ,muy precoces, claro). Las tres demuestran la fuerza de esta cinematografía, y como reflejo, la fuerza de este tigre que ya no está dormido y que empieza a sacar sus garras, aunque sean hermosas garras como las de estos tres films.



Jia Zhangké se coloca en el centro de estas generaciones. Nació en 1970, antes de que la Revolución Cultural y el Libro Rojo hicieran estragos en la sociedad y la cultura china; su adolescencia transcurre bajo el periodo más oscurantista del país, el de la dura transición entre el comunismo puro y duro y el comunismo de estado que ha acabado triunfando. Si Yimou es el cineasta de referencia de la quinta generación que descubrió el cine chino en el mundo y Hu Bo, con su trágico final, es el mejor ejemplo de la falta de horizonte y la angustia de las nuevas generaciones, Zhangké en cambio se erige en el cronista, en el mejor sentido de la palabra, de la evolución del país. 



En su filmografía que abarca casi 25 años, destacan dos títulos que con este film  integran lo que podíamos llamar la Trilogía de las Tres Gragantas: Naturaleza muerta, del 2006, Más allá de las montañas, del 2015 y estas cenizas blancas y puras del 2018. Las tres están protagonizadas, como casi todo su cine, por Tao Zao, actriz a la que conoce desde el año 2000, y con la que está casado desde el 2012. Si miramos las tres películas seguidas podremos establecer un hilo conductor entre sus personajes femeninos, pero sobre todo, en su paisaje. La verdad es que es muy interesante revisarlas antes de ir a ver Las cenizas, (están en Filmin junto con Un toque de violencia que también tiene mucho que ver). Es interesante, porque de algún modo, este último film es una especie de recapitulación de su cine anterior. 



El film transita por varios géneros sin olvidar nunca el hilo conductor de la historia de amor. La primera parte en el año 2001 es puro cine negro ambientado en el mundo de las mafias locales donde Qiao y Bin viven su amor casi adolescente. En su parte central, la que sucede en la terrible y fascinante zona de las Tres Gargantas en el año 2006, la historia se vuelve más fantasmagórica, mostrando la enorme transformación que la inmensa presa sobre el río Yangtsé está produciendo en el paisaje, como metáfora de la que se produce en los personajes. Tras un intermedio casi de ciencia ficción, el film termina con una vuelta a un naturalismo abstracto en la China moderna y fría de ahora mismo donde los dos amantes ya no tienen un lugar. 
Estas tres películas son la prueba de que el cine chino es cada vez más potente. Pero también son la prueba de que el país vive un proceso de degradación imparable. China está destruyendo su paisaje, sus ciudades, su tradición, su cultura y su historia y lo hace con total impunidad, sin que nadie ni nada sea capaz de controlarlo. 



La construcción de la presa más grande del mundo sobre el río Yangtsé ha provocado daños irreparables en la naturaleza que afectan a todo el planeta (se especula de que incluso haya provocado un cambio en el eje de rotación de la Tierra), al margen de destruir ciudades enteras y desplazar a millones de personas que lo han perdido todo. Yo no estoy en contra del progreso y soy una defensora de las presas como generadoras de energía. Pero lo que si me gustaría es que tanto en China como aquí o en cualquier otro sitio, la explotación de la naturaleza se hiciera de una manera equilibrada, controlada, regulada y no a destajo y sin pensar en las consecuencias a largo plazo en beneficio de un cortoplacismo destructor y peligroso que acabará siendo la ruina de todos. Jia Zhangké lo empezó a explicar en Naturaleza muerta y sigue contándolo en estas cenizas que bajo la apariencia de una historia de amor, nos deja claro que el futuro no existe en la China de ahora mismo. La desesperanza que condujo a Hu Bo al suicidio se entiende mejor después de verla. El tigre se ha despertado y no sé si nos hemos dado cuenta de que no solo está depredando su territorio, también está destruyendo el nuestro. 

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EL RINCÓN DE LAS SERIES


State of the Union
HBO estrenó hace unas semanas una serie estupenda dirigida por Stephen Frears. Se llama State of the Union, pero no es política, la Union no es la de un State, sino el estado en que se encuentra la unión de una pareja en crisis matrimonial. Frears es  un maestro en la comedia ligera. Su filmografía está llena de películas que hablan de cosas muy serias en un tono muy poco serio. En esta deliciosa serie de diez capítulos de diez minutos, sigue en la línea de indagar en las relaciones personales a través de una comedia divertida e inteligente. Los protagonistas son una pareja inglesa en proceso de separación. Llevan quince años casados y atraviesan un momento difícil debido a una infidelidad de ella. En sus conversaciones en el pub, siempre con una copa en la mano, mientras esperan para ver a su terapeuta, vamos descubriendo su matrimonio, sus problemas, sus dependencias. La serie tiene algo adictivo. Cuando empiezas a verla no puedes parar. La duración de cada capítulo hace que te quedes con ganas de saber que pasará en la siguiente semana y nunca te defrauda. Se puede pensar en Woody Allen por el tipo de personajes, pero Frears no es Allen y hace una lectura mucho más sencilla, limpia y optimista de las relaciones de pareja. Sarcástica, irónica desde los mismos títulos de los capítulos, es un reto para los actores que no paran de hablar en los diez minutos que dura cada encuentro, pasando de la banalidad a lo más profundo en cuestión de segundos y dejando ver la evolución de su relación en cada nueva reunión.
El formato de capítulos cortos que nació en las webseries poco a poco está dando excelentes resultados en las plataformas que saben lo importante que es enganchar al espectador en una narración que fluye como el agua y se ve muy fácilmente. Aunque lo que cuenta no sea tan sencillo como parece. Seguro que a Bergman le habrían encantado estas mini conversaciones que desvelan los secretos de un matrimonio.