sábado, 30 de enero de 2021

CICATRICES

 


Crash

“Más me adentro en la vida, más desconfío de las ideas y más confío en las emociones”. (Louis Malle)

Me he encontrado con esta frase de Louis Malle cuando buscaba que había escrito de Crash, la película de David Cronenberg que se reestrena ahora. La frase –me gustó entonces, pero ahora me parece más necesaria–, estaba en una exposición sobre Malle que vi en Cannes de 1996, donde la película de David Cronenberg dividió a la crítica entre los que la acusaban de pornográfica, sucia, subversiva y obscena y los que pensaban que era un desafío intelectual y moral que retrataba muy bien la falta de sensibilidad y empatía de la sociedad contemporánea. Yo me alineaba en estos últimos, aunque reconociendo que Crash me producía muy mal rollo. La versión restaurada que se reestrena ahora, 25 años después, cuenta con una pequeña introducción del propio director en la que recuerda ese pase por Cannes y se pregunta porque el libro de J.G Ballard publicado en 1972 no tuvo ningún problema y en cambio su película provocaba tanto rechazo. Yo creo que la respuesta es doble: por un lado, leer una descripción del placer que produce acariciar las cicatrices en la pierna de una mujer mutilada, no es lo mismo que ver esa mujer y su pierna llena de hierros. La imagen siempre es mucho menos sugerente y a veces es difícil de soportar. Por otro lado, el que lee un libro lo hace en solitario y casi siempre sabiendo lo que está leyendo; en cambio el que va a ver una película no siempre está preparado para una experiencia tan extrema como la de Crash. 25 años después, Crash sigue siendo potente, atrevida, sigue siendo un desafío subversivo, quizás más ahora que entonces. Ahora mismo, no sé si nadie se atrevería a hacer una película como ésta. Tan extrema, tan hermosa, tan fría, tan dolorosa y al mismo tiempo tan fascinante. Crash es una experiencia que sigue dando mal rollo, pero como el rollo que nos rodea es tan horrible, acaba siendo, en comparación, casi confortable.

 


Fragmentos de una mujer (Netflix)

Las cicatrices de este film estrenado en Netflix no son tan visibles como las de los accidentes de Crash. Y aunque son igual de dolorosas, no producen ningún placer. Al contrario. Las cicatrices de Martha y Sean son profundas y los fragmentos emocionales que provocan son mucho más insoportables que las piernas y costillas rotas de los accidentes de Cronenberg. Fragmentos de una mujer es la primera película en inglés de una pareja de cineastas húngaros, ella guionista, él realizador, que se inspiran en una vivencia personal para contar la historia de este matrimonio. Todo empieza con un impresionante plano secuencia de 25 minutos en el que asistimos a un parto casero que acaba trágicamente. A partir de aquí, el film sigue el lento y difícil proceso de separación de la pareja y la lenta y difícil reconstrucción de los fragmentos de esta mujer, papel que le permitió a Vanessa Kirby ganar la Copa Volpi a la mejor actriz en la Mostra de Venecia. Aunque el tema principal es el dolor de la pérdida y como se enfrentan a ella el marido y la mujer, hay en el film tres conflictos morales flotando sobre la historia. ¿Hasta qué punto se debe permitir los partos caseros, donde no hay garantías de poder solucionar los problemas que surjan? ¿Hasta qué punto es responsable la comadrona si las cosas se tuercen en estas circunstancias y los padres siguen empeñados en no ir al hospital? ¿Hasta qué punto es lícito que se pretenda obtener dinero como compensación del dolor sufrido? Sin caer nunca en lugares comunes, ni jugar la carta del melodrama o la fácil demagogía, la película no da respuestas directas a estas cuestiones, y deja al espectador que vaya encontrándolas en paralelo a su protagonista.

 

EL RINCÓN DE LAS SERIES


Supongamos que Nueva York es una ciudad. (Netflix)

Las cicatrices en este caso son las que la vida ha dejado en el rostro de una mujer excepcional y en las calles de una ciudad inigualable. Supongamos que Nueva York es una ciudad nos demuestra que hay esperanza en el mundo, que todavía quedan rayos de lucidez y gente que piensa. Trump no ha conseguido acabar con la inteligencia en Estados Unidos. La prueba es esta divertida y ácida serie que no es exactamente un documental. Dirigida por Martin Scorsese, Supongamos… tiene como hilo conductor la figura de Fran Lebowitz, una escritora neoyorquina, de setenta años sin pelos en la lengua a la hora de decir lo que piensa, lo que siente y lo que quiere. Los siete episodios de 30 minutos son conversaciones entre la escritora y el director en un teatro con público y en una charla mas privada en un café. Estos diálogos brillantes, están ilustrados con materiales de archivo de la larga carrera de Fran Lebowitz y sus muchas apariciones en la televisión, (es impagable su entrevista con Spike Lee). Pero sobre todo, Supongamos … es un retrato de la ciudad y sus gentes siguiendo a Fran Lebowitz en sus paseos por una Nueva York prepandemia, todavía llena de vida. Fran Lebowitz es un buen ejemplo de que la edad no es un problema (a no ser que seas Donald Trump, claro, o Putin, pero en estos casos no es la edad el problema, es su cabeza). Fran es una mujer sin complejos que mira y observa la ciudad y sus habitantes con una mirada crítica y tierna. Odia las multitudes, pero le gustan los niños; detesta las nuevas tecnologías, pero adora las fiestas; desprecia el dinero, pero quiere vivir bien. No tiene reparos en hablar claro de todo. Sus monólogos son deslumbrantes, sus diálogos con Scorsese inteligentes. Se ríen mucho, porque reírse es muy sano y reírse de uno mismo, más sano aun. El montaje, marca de la casa Scorsese, tiene un ritmo endiablado, la banda sonora es espectacular y se convierte casi en un tercer interlocutor, la fotografía es preciosa, naturalista pero no realista, o al revés, me da igual. Y la verborrea de Fran sobre lo divino y lo profano, sobre la cultura y los impuestos, sobre la literatura y el metro, sobre el deporte y la música, son absolutamente deliciosos. No tiene desperdicio. Es una lección de lo que debe ser un programa de entrevistas, un programa cultural. Lo que dice Fran Lebowitz y el cómo lo dice, no se escucha habitualmente en la tele. Estados Unidos tiene lo peor del mundo (Trump, el trumpismo, el negacionismo, la estupidez) y lo mejor de mundo (la democracia y su capacidad de controlar los populismos, la brillantez y la inteligencia). Después de un periodo oscuro en el que ha dominado la falta de dignidad, quiero creer que con Biden se ha recuperado algo del espíritu de esta serie. ¡Viva Fran Lebowitz!

Una muestra solo: “Vas a una subasta, sale un Picasso y silencio sepulcral. Cuando baja el martillo por el precio, aplausos. Vivimos en un mundo en el que se aplaude el precio, no el Picasso. Nada que añadir.” 

El regalo de esta semana está dedicado a Fran Lebowitz. Un cuadro abstracto de Ramon en el que se intuyen paseos más que cicatrices.



sábado, 23 de enero de 2021

CENTENARIOS


Antes de entrar en el tema semanal de este blog quiero decir algo sobre las declaraciones del Vicepresidente Segundo del Gobierno de España en una entrevista en televisión el domingo 17 de enero. Como hija y nieta de exiliados republicanos, y como persona que vive en esta gris y triste Barcelona, me siento insultada, indignada y absolutamente despreciada por el Vicepresidente Segundo del Gobierno de España. Comparar a los exiliados republicanos con un señor que encabezó un golpe de estado contra la legitimidad y que traicionó a sus propias gentes convocándolas al trabajo en la Generalitat, cuando él se fugaba como un cobarde en el maletero de un coche, me parece algo inmoral. No encuentro otra palabra.

 


Dicho esto hablemos de tres centenarios: dos que conmemoran los nacimiento, y uno que recuerda una muerte. Federico Fellini y Patricia Highsmith cumplirían 100 años este 2021; Emilia Pardo Bazán murió hace 100 años este 2021.

 

(dibujo de Fellini)

Federico Fellini

El estreno esta semana de un mediocre documental sobre Fellini me ha hecho pensar en el director italiano más peculiar de todos. Fellini comenzó su carrera a la sombra del neorrealismo en los años 50. De esta época he de decir que prefiero Los inútiles a La Strada, Il Bidone a Las noches de Cabiria. Pero a partir de la fundacional Dolce Vita, Fellini se aleja del modelo neorrealista y empieza a construir un universo personal poblado de seres estrafalarios, mujeres exuberantes y memoria de su infancia plasmada en la que quizás es, para mí, su mejor película Amarcord. Excesivo y hasta cierto punto oscuro (el documental que se ha estrenado pretende sin conseguirlo desentrañar la espiritualidad personal de Fellini) su cine se fue haciendo cada vez mas críptico. En realidad nunca he sido una gran felliniana, los mejores recuerdos que tengo de él son por persona interpuesta. José Luís Guarner, uno de sus mejores amigos en España, consiguió hacerme entrañable el personaje aunque no apreciable su cine. Buscando en mi biblioteca información sobre Fellini, he encontrado un bonito catálogo que compré en el lejano año de 1984 cuando tuve la suerte de ver una exposición de dibujos de Fellini en la ciudad suiza de Ascona mientras asistía a mi primer festival de Locarno.

(en Filmin se pueden ver 14 de sus más importantes películas)

 

(Patricia Highsmith más o menos cuando la conocí)

Patricia Highsmith

Y esta exposición me permite hablar de Patricia Highsmith, porque fue en ese festival donde la conocí sin conocerla. Me acuerdo perfectamente del momento. En Locarno aquel año, yo estaba muy sola. Era mi primer festival y no tenía ningún amigo. Pero eso no me detenía a la hora de ponerme hablar con mis vecinos de cola o de asiento. La verdad es que así he conocido a algunos de mis mejores amigos de los festivales. Bueno, en ese primer Locarno, me encontré hablando con mi vecina de butaca en la Piazza Grande mientras esperábamos para ver París-Texas de Wim Weders. Era una mujer mayor, amable, aunque algo seca, que tuvo una enorme paciencia con mi inglés más bien deficitario. Tiempo después, ya en Barcelona, vi una foto suya en la contraportada de un libro, y me di cuenta que aquella señora que compartió conmigo la espera para ver la película, era nada más y nada menos que Patricia Highsmith, habitante del Ticino y habitual en las proyecciones del festival. Yo había leído A pleno sol y sabía que estaba detrás de Extraños en un tren, pero a partir de ser consciente que había hablado con ella, me convertí en una adicta a sus libros, y en especial una adicta a Tom Ripley al que siempre he imaginado con el rostro de Alain Delon. He releído sus novelas varias veces y he visto muchas de sus adaptaciones al cine y reconozco sin rubor que me siguen gustando mucho.

(en Filmin hay dos películas suyas, A pleno sol y El amigo americano)

 

(de todas las imágenes que he encontrado en Internet, ésta me gusta mucho)

Emilia Pardo Bazán

De una dama del crimen a una dama de la literatura, maltratada por la historiografía oficial durante mucho tiempo. Estoy hablando de Emilia Pardo Bazán, una de las mujeres  más interesantes del escaso  universo femenino cultural español. Injustamente arrinconada en el polvoriento rincón de los escritores españoles que el franquismo nos hizo detestar, Pardo Bazán es objeto de un reconocimiento tardío al cumplirse 100 años de su muerte. “Conservadora y feminista”, la definía un artículo reciente. Y lo era, conservadora en lo político, feminista y muy liberal en lo moral, escritora sin complejos, libre en su comportamiento y en su escritura. Emilia Pardo Bazán fue una mujer llena de contradicciones, con una vida sentimental agitada, por decirlo suavemente, que nos dejó una obra literaria importante y lamentablemente poco conocida. Creo que solo he leído un libro suyo, Los pazos de Ulloa, comprado en Santiago de Compostela en el año 1969. Qué mejor sitio para comprarlo y para leerlo. No lo he vuelto a leer, pero si tengo un recuerdo de la serie que en 1985 dirigió Gonzalo Suárez con Charo López, José Luís Gómez, Victoria Abril y Omero Antonutti. Para los que tengan curiosidad, la serie se puede ver entera en la web de TVE a la carta o en Flixolé.

 

EL RINCÓN DE LAS SERIES


(En el libro de Pardo Bazán me encontré dos dibujos míos hechos en Galicia ese año 1969. Uno de ellos, la vaca con su ternero, me sirve para ilustrar esta serie donde hay vacas, pero no terneros).

30 monedas

Por fin HBO ha colgado todos los capítulos de 30 monedas, la serie de Álex de la Iglesia. No quiero pensar lo que ha debido ser ver un capítulo cada semana y quedarse esperando saber qué pasaba en el siguiente. No lo soportaría. Por eso me he aguantado las ganas de verla hasta que han colgado el número 8. Y ha valido la pena. Excesiva, delirante, inesperada, adictiva. Mitos paganos, monstruos lovercraftianos, rituales católicos, brujas y milagros. Malos, muchos malos. Divertida y agobiante, lo tiene todo este extraordinario trabajo de Álex como director y de Jorge Guerricaecheverría y él mismo como guionistas. Desde el primer minuto del capítulo 1, hasta el último minuto del capítulo 8, la serie no decae ni un solo momento. No hay baches, no hay vacios, hay niebla, demonios, curas, posesiones, monstruos, cardenales, sacrificios. Un pueblo precioso en el ojo del huracán; una búsqueda mística y esotérica de las 30 monedas de Judas. Y un cura enorme en el cuerpo y el rostro barbudo de Eduard Fernández que domina con su presencia toda la aventura desquiciada de una joven veterinaria y un alcalde más bien inocente empeñados en combatir el mal en todas sus manifestaciones. No sé si es apta para todo el mundo, pero no hay duda que, como me comentó Ramon, ésta es de esas series que no se olvidan. Potente.

 El regalo de esta semana es un cuadro abstracto de Ramon que le habría gustado a Fellini y al mismo tiempo encierra muchos misterios.



sábado, 16 de enero de 2021

PADRES Y CRÍMENES

Esta semana he visto dos películas que se parecen mucho. Bueno, no. Tienen argumentos muy parecidos, pero las películas son completamente diferentes. Esto me ha hecho pensar en la relativa importancia de las historias a la hora de hacer que una película sea de una manera o de otra. El cine es imagen, es sonido, es ritmo de montaje, es mirada. Todo eso condiciona la historia. Por eso pueden ser tan distintas dos películas que, contadas, parecen la misma. Las dos son de hace unos años, una se estrena en salas ahora, supongo que ante la penuria de material nuevo; la otra se puede ver en Filmin. Vamos a compararlas: 


Primero los argumentos.

Más allá de las palabras, de Urszula Antoniak, Holanda 2017. Michael es un joven polaco que vive en Berlín. Guapo, rico, moderno, disfruta de todas las ventajas de la ciudad más cool de Europa. Pero un día aparece en su puerta un hombre que dice que es su padre, al que no ve desde que era muy pequeño. Durante un fin de semana, hijo y padre intentarán encontrar un camino de reconciliación, o como mínimo, de comprensión.

La redempció dels peixos (La redención de los peces), de Jordi Torrent, España 2013. Marc es un joven catalán que llega a Venecia con la intención de conocer a Paco, su padre, al que nunca ha visto. Su madre ha muerto hace poco y el chico siente la necesidad de saber quién es ese padre que él cree le abandonó. Durante unos días de vacaciones en la ciudad de los canales, hijo y padre intentarán encontrar un camino de reconciliación o como mínimo, de comprensión.

Ambas historias son muy parecidas. Hijo, padre perdido y reaparecido, una ciudad como escenario. Pero aquí acaban las similitudes. Porque no hay películas más distintas entre sí que estas dos.


Segundo los estilos

Más allá de las palabras es una película rodada en un blanco y negro contrastado y muy potente en un Berlín frío y estilizado aunque el encuentro entre padre e hijo suceda en pleno verano. Los espacios de la ciudad son abstractos y el tono voluntariamente intenso, casi pedante, incluso desagradable. No hay nada en Michael que lo haga simpático, tampoco hay nada en su desastrado padre, juguete roto de una Polonia de los 80 en la que ser punk era una manera de rebelarse contra el orden, pero que en la Europa del siglo XXI, ya no sirve para nada.

La redención de los peces, es una película voluntariamente naturalista, cercana, rodada en una Venecia de turistas, pero también de venecianos, donde Marc se pierde en sus calles, como se pierde en la relación con ese padre desconocido. A Marc lo entendemos, pero no está claro que lo queramos. Tampoco Paco, su padre es alguien que nos caiga bien. Si el polaco viene de un punk rebelde, Paco, viene de la Barcelona de los 80, de la fiesta infinita de las drogas que diezmó a una generación.

Tercero: los subtextos.

En todo film hay siempre un subtexto a veces tan importante o más que el texto dominante. En Más allá de las palabras, ese subtexto es el de la imposible integración de los trabajadores de la Europa del Este en las sociedades democráticas del oeste. Michael es rico y un profesional con una carrera, pero nunca dejará de ser “el polaco” aunque perfeccione su acento y se sienta igual a su amigo Franz. La llegada de su padre le enfrenta de golpe a esa realidad. Tendemos a pensar que la discriminación y el desprecio se focaliza en los inmigrantes ilegales o en los refugiados de cualquier guerra,Y nos olvidamos que también hay ciertos europeos que están considerados de segunda o de tercera categoría en sociedades que, sin ningún derecho, se consideran mejores. Esta idea, surgida de la propia experiencia de la directora, polaca en Holanda, es quizás lo mejor de este film, irregular pero muy interesante.

El subtexto en La redención de los peces, es más simple: la difícil reconciliación entre dos generaciones formadas en conceptos morales muy distintos. Marc es incapaz de entender y aceptar el nomadismo y la falta de convenciones de su padre (desde su vida marginal en distintos países hasta su actual ocupación como traficante de libros antiguos). Curiosa paradoja entre un padre sin raíces, capaz de transgredir sin complejos los valores considerados como normales y un hijo, que se ha educado en el respeto a esos valores. Salvando todas las distancias, este conflicto me ha recordado el de una película canadiense que me gustó mucho, Las invasiones bárbaras donde se cuenta la historia de un padre, un viejo profesor universitario socialista, libertario y vital frente a su hijo, un joven broker capitalista puritano y reprimido, que acaban encontrando un espacio de convivencia.

Con esto cierro el círculo volviendo al principio: los argumentos no determinan las películas.

 

ELRINCÓN DE LAS SERIES

Esto de los argumentos parecidos me ha llevado a pensar en tres miniseries, dos británicas y una danesa, que tienen en común ser investigaciones criminales basadas en hechos reales. Las inglesas están en Filmin, Manhunt, tres capítulos y Honor, dos capítulos; la danesa tiene seis capítulos, se llama The Investigation y se puede ver en Movistar. Las tres cuentan desde la ficción, pero con una poderosa base documental, las investigaciones de la policía en tres casos de asesinato muy mediáticos. Y relativamente cercanos.


 

Manhunt se centra en el inspector Colin Sutton, que en el 2004 se puso al frente de un equipo de policías cuando apareció en un parque de Londres el cuerpo asesinado de una joven estudiante francesa. Durante dos años, Sutton y su gente, investigaron pacientemente el asesinato, relacionándolo con otros anteriores ocurridos en distintos lugares, luchando con la incompetencia de sus superiores y la falta de coordinación de las distintas policías. Hasta encontrar al asesino en serie que los cometió. Toda la historia está contada desde el punto de vista de este hombre casi mediocre en su aspecto, absolutamente confundible con cualquiera, de vida ordenada, muy alejado del estereotipo de los policías americanos. En la historia tienen un papel importante los padres franceses de la víctima con los que Sutton establece una fuerte conexión.




The investigation cuenta un caso que se hizo muy famoso en el año 2017, el llamado “caso del submarino”. El jefe de la unidad de homicidios de Copenhague Jens Moller dirige un equipo que investiga la desaparición de Kim Wall, una periodista sueca a la que se perdió la pista cuando hacia una entrevista al constructor de un submarino casero. Desde muy pronto, Moller sospecha que es un caso de asesinato y también desde muy pronto intuye quién es el asesino. Toda la serie es un intento de encontrar la manera de demostrarlo ante la insistencia de un fiscal que necesita pruebas, no intuiciones. Como Colin Sutton, Jens Moller es alguien completamente normal, un policía serio, aburrido, un poco desagradable y muy tenaz. Como Colin Sutton, Moller establece una estrecha relación con los padres de la víctima. Como Colin Sutton, Moller padece la incompetencia y arrogancia de algunos de sus superiores. Una de las cosas más interesantes de esta serie, que la distingue de las otras dos, es que nunca vemos al sospechoso y supuesto asesino.




Honour recuerda el horror de un crimen de honor que en el año 2006 conmocionó la opinión pública inglesa. En enero del 2006, apareció muerta una joven kurda de 20 años a la que se había dado por desaparecida en contra de la opinión de sus padres que sostenían que simplemente se había marchado. En este caso, la protagonista es la inspectora de policía Caroline Goode, una mujer de mediana edad, tan cotidiana y normal como sus colegas Sutton y Moller, la encargada de un equipo que investiga primero la desaparición de la joven kurda Banaz Mahmod y poco después su confirmado asesinato. También en este caso, la relación con la familia es importante, sobre todo con una hermana de la víctima. En contra de algunos de sus superiores y miembros de su equipo, Goode está dispuesta a encontrar a los responsables, lo que la lleva a descubrir que el crimen lo organizaron y cometieron algunos miembros de su propia familia de kurdos iraquíes: su padre, su tío, sus primos, que lejos de arrepentirse, están orgulloso de haberla matado. Han salvado el honor de la familia. A diferencia de las otras dos series, junto al objetivo principal de encontrar y castigar a los responsables, en Honor hay otro tema importante: la puesta en evidencia de la actitud de la policía frente a este tipo de casos. Hasta cinco veces denunció la joven kurda amenazas e incluso agresiones que la llevaron al hospital, ante la total indiferencia de los supuestamente responsables de ayudarla. Este comportamiento es una prueba de lo poco que en realidad importa lo que les suceda a estas mujeres. Es un terreno resbaladizo que se mueve entre el “no nos metamos con sus cosas”, “son sus costumbres” y la idea generalizada de que “total, no son de los nuestros”.

Ver estas tres series de caso reales da que pensar: vivimos en una sociedad enferma donde los asesinos en serie hacen vida como felices padres de familia, los depredadores sexuales se sienten impunes, y los crímenes de honor cometidos en nombre de supuestas costumbres o preceptos religiosos son vistos como algo inevitable en pleno siglo XXI.

Pero no quiero acabar con una sensación de "qué horrible es todo". Por suerte , la sociedad tiene mecanismos para luchar contra la estupidez. Confiemos en ellos, Y mientras tanto un bonito regalo. Ya que las tres víctimas de las series eran jóvenes mujeres, que mejor que tres retratos que las recuerden.







 

 

sábado, 9 de enero de 2021

DESCONCIERTOS


Llevamos ya ocho días metidos en el 2021 y todo sigue igual, o peor, o no lo sé. Desconcierto es la palabra clave de esta semana: desconcierto ante la enfermedad que galopa a toda velocidad extendiendo su nube tóxica; desconcierto ante la vacunación (no la vacuna, yo soy de las optimistas, yo creo en la vacuna); desconcierto ante lo que se puede o no se puede hacer, ante lo que se debe o no se debe hacer; desconcierto por el asedio a la cultura, esa cosa intangible pero indispensable para la vida que nos ayuda a soportar la realidad; desconcierto ante el futuro más inmediato. El lejano, el de diez años vista, no me preocupa. La humanidad ha superado pruebas más grandes a lo largo de la historia y superará ésta, aunque sea a costa de un reset colectivo y global, absoluto, de todo lo que ha sido importante hasta ahora. Pero el inmediato, el de esta semana, este mes, este año, ese si me quita el sueño. Porque cada vez siento que tenemos (tengo) menos fuerzas y menos ganas y menos energía para enfrentarlo con la valentía y la entereza que hace falta.

En fin, en vista de este desconcierto me refugio en los libros y en las adaptaciones de esos libros, estupendos abrigos para la inclemencia del frío glacial que nos atenaza. Estos son tres buenos ejemplos.

 


David Copperfield Filmin y Movistar

Leo en la Wikipedia (una herramienta muy útil si se sabe usar): “Muchos elementos de la novela hacen referencia a la propia vida de Dickens, siendo probablemente la más autobiográfica de todas sus obras. El mismo Dickens señaló en un prólogo de la novela "de todos mis libros, éste es el que más me gusta"”. Leí David Copperfield cuando era pequeña en una edición de la Editorial Juventud. En México Al contrario que otras novelas de Dickens, no la he vuelto a leer. Mi recuerdo es muy vago, pero cuando vi la preciosa película de Armando Iannucci, me vinieron a la memoria retazos de las aventuras de este peculiar personaje. La película que se puede ver en Filmin y en Movistar se titula La increíble historia de David Copperfield. Es una libre adaptación narrada en primera persona por el propio Copperfield ante el público de un teatro. A partid de ahí, asistimos a todos los momentos cruciales de su vida, empezando por su nacimiento, teniéndole a él como conductor de una narración laberíntica, surreal, cómica, y al mismo tiempo profundamente crítica de la Inglaterra victoriana. Es Dickens puro en sus ambientes miserables, explotación de los desvalidos, vidas perdidas. Pero es Iannucci o quizás, porque no, también otra forma de ser Dickens, en su abigarrada algarabía, en esos ambientes inesperados, –el barco de la señora Pegotty–, o en esos personajes que te arrastran, –la primera aparición de Tilda Swinton como la tía Betsy es inolvidable y el personaje de Mr. Dick que hace Hugh Laurie, es adorable–. Pero si todo funciona tan bien es gracias a Dev Patel, el actor angloindio al que no cuesta nada creer en el papel de David Copperfield, un hombre de vida increíble con una sensatez a prueba de los mayores retos. Colores, luces, música, todo se conjuga y converge en el camarote de los hermanos Marx en que se convierte la pequeña habitación de David, refugio para todos los que le han acompañado en su camino a la escritura y al teatro donde le conocemos. Me han entrado muchas ganas de volver a leer el libro de Dickens, pero tengo un poco de miedo. El escritor inglés seguro que no es tan divertido e inesperado como ésta feliz y encantadora película.

 



El beso de Singapur Filmin

En este caso, lo siento, no conozco la novela de la que parte esta miniserie inglesa que se puede ver en Filmin. Leo en Internet que ésta fue la última novela publicada por J.G. Farrell, escritor británico que prácticamente dedicó toda su corta obra a explorar la decadencia del Imperio Británico. Como no he leído el libro, solo puedo hablar de la estupenda serie dirigida por Tom Vaughan, al que le debo algunos momentos memorables (algún episodio de Poirot, la excelente serie Press). El beso de Singapur, traducción un tanto libre del inquietante Singapore Grip, misteriosa práctica sexual que se utiliza en la colonia, sucede en el año 1941 y 1942, en el momento de la invasión japonesa y el definitivo desmoronamiento del imperio británico. Con un humor cruel y ácido, la serie nos pinta a los ingleses como auténticos estúpidos dignos de Woodhouse. Pero no todos: Matthew, el protagonista, es un hombre digno, un idealista, un pececillo indefenso en esa piscina de tiburones depredadores en forma de empresarios, hijas de empresarios, y espías de todos los colores. La serie te engancha desde el principio con su ambientación y sus diálogos, no puedes dejar de seguirla en sus seis episodios hasta el final, que en realidad es el principio de todo. Yo la recomiendo, pero a lo mejor hay gente a la que no le gusta tanta broma con las clases dirigentes y los espías chinos. A mi sí.

 


Un buen partido Netflix

En un tiempo en que se publicaban libros muy gordos y leíamos libros muy gordos (¿teníamos más tiempo o más concentración?) Anagrama tradujo en 1995 una novela de Vikram Seth, un autor indio completamente desconocido para la mayoría de los lectores de entonces. No sé qué es lo que nos hizo fijarnos en él, pero el caso es que lo compramos casi enseguida y leímos de un tirón sus 1.350 páginas. La historia es un melodrama ambientado en 1951 en una India independiente que aún no ha asimilado el trauma de la partición que dio origen a Pakistán y al profundo enfrentamiento entre hindúes y musulmanes. En ese contexto, la joven Lata, estudiante de literatura inglesa, se debate entre tres buenos partidos que aspiran a casarse con ella. En realidad es la historia de cuatro familias: los Mehra, a la que pertenece Lata, los Kapoor, influyentes políticos hindúes, los Chatterji, nuevos ricos anglófilos y snobs y los poderosos terratenientes musulmanes de la familia Khan. Junto a ellos tiene un papel muy importante la cortesana Saeeda Bal y desde luego los tres pretendientes de Lata, el joven y apuesto Kabir; el pedante intelectual Amit y el sensato Haresh. La novela me gustó mucho, Pero también me ha gustado mucho esta serie de seis capítulos dirigida por Mira Nair, la más prestigiosa realizadora de la India, seguramente la que mejor podía dar vida a este fresco histórico lleno de saris de colores, flores y canciones, amores y rituales, que empieza con una boda y acaba con otra boda, ceremonia que Mira Nair controla muy bien como demostró en la inolvidable Boda del monzón. Un buen partido forma parte de una de las líneas editoriales de Netflix: dar voz a culturas y países muy variados y recuperar novelas de la literatura mundial. Se ve como una película larga y se disfruta como un clásico de Hollywood pasado por Bollywood.

 

(esta es, quizás, la imagen más icónica de las turbas trumpistas “apretando” a la democracia en el Capitolio)

No puedo acabar esta entrada sin hacer alguna referencia al mayor desconcierto de todos los de esta semana: el asalto al Capitolio por parte de una turbamulta arengada por Trump para que “apretaran” todo lo que les diera la gana en apoyo de sus delirios, sus mentiras, su realidad inventada a su gusto, deslegitimizando unas elecciones limpias que le mandaron al basurero, (eso de deslegitimizar lo vemos en España casi todos los días: por un lado Vox y su vocación malsana de un trumpismo nacional; por otro algunos nacionalismos periféricos y excluyentes, tan trumpistas como el que más aunque ellos no lo sepan). Una imagen lamentable y dolorosa que viene a confirmar un hecho; el mudo tal y como lo conocemos está en peligro de desaparecer bajo la bota del populismo trumpista extendido por todas partes. Lo que está pasando allí es un aviso para contener a nacionalistas de corte fascista en toda Europa, España incluida. Rusos, chinos, húngaros, y toda la corte de autócratas del mundo, se frotan las manos ante lo que se avecina. Existe una amenaza real. Y no estamos preparados para enfrentarla.

Pero no quiero ser dramática o no más de lo necesario en estas circunstancias. Seguro que se supera (¿no se superó a Hitler y a Stalin? O quizás no se han superado del todo a la vista de los lamentables sucesos de Washington).

Así que, mientras tanto, éste es mi regalo de esta semana.



sábado, 2 de enero de 2021

FINAL Y PRINCIPIO

 


Primera entrada del año. Un año que empieza siempre es una esperanza de mejora. Aunque no siempre se cumple esa esperanza. Un buen ejemplo: el año pasado, este horrible y más  que olvidable 2020 (con algunas excepciones, los que han tenido niños son los únicos que creo merecen recordarlo con placer). En fin, el 2020 se acaba con una luz en el horizonte: las vacunas. Espero que sirvan, espero que funcionen, pero sobre todo, espero que nos den una pizca de optimismo ante lo que se nos avecina. Todo el mundo coincide: enero será horrible, pero a partir del día de la marmota, la situación mejorará. ¡Ojala sea verdad!

Mientras tanto, y aunque no me gusta nada hacer listas de “lo mejor” he echado una mirada al año1 del bicho con la idea de que había sido muy malo en materia de cine. Y miren por dónde, me he encontrado que no era tan malo como parecía. Entre estrenos, series y pelis on line, sale una cosecha nada desdeñable. He hecho cinco listas: estrenos extranjeros; estrenos españoles; estrenos online; series extranjeras, series españolas. No hay un top 10, están ordenadas por orden alfabético y seguro que me dejo alguna importante. Pero nadie es perfecto.

 


Películas extranjeras

1917, Sam Mendes. 1917 es una película de guerra. No, perdón, es una gran película de guerra, un clásico a la altura de los mejores.

Antología de un pueblo fantasma, Denis Coté. Ciencia ficción y miedo a lo diferente, a “los otros”. Fantasmas y espacios vaciados. Un film inquietante.

Beginning, Dea Kulumbegashvili. Incómoda, radical, hermosa, fascinante. El lado oscuro de la realidad contado en largos planos de silencios. De lo mejor.

Corpus Christi, Jan Komasa. Engaños que revelan la realidad de un país contradictorio que arrastra viejas heridas heredadas. Un actor impresionante.

El lago del ganso salvaje, Diao Yinan. Cine negro lleno de un romanticismo de ensueño en medio de un territorio pantanoso y oscuro. Fue la primera vez que supe de la existencia de Wuhan.

La famosa invasión de los osos en Sicilia, Lorenzo Mattotti. Cuento para niños que puede disfrutarse a cualquier edad, una preciosa joya de la animación,

Martin Eden, Pietro Marcello. Versión napolitana del antihéroe de Jack London en un film hermoso, libre y muy contemporáneo.

Sole, Carlo Sironi. Cine realista bressoniano, historia de amor entre dos personajes marginales, es uno de los mejores films italianos del año.


 Películas españolas

Ane, David P. Sañudo.  Estimulante opera prima, un conflicto colectivo como marco de un conflicto personal: el de una madre que no conoce a su hija.

El año del descubrimiento, Luis López Carrasco. Magnífico documental sobre la España de 1992 y la España del 2018. Uno de los films más importantes del año.

El arte de volver, Pedro Collantes. Cine hecho de verdades que no tienen porque ser reales, cine limpio y libre de presiones. Muy estimulante.

Josep, Aurel. Animación para adultos, recuerda un pasado olvidado, sin rencor, sin ánimos de venganza, con respeto y sin nostalgia. Estupendo.

La boda de Rosa, Iciar Bollaín. Deliciosa comedia luminosa y mediterránea, un cuento para aprender a respetarse, a quererse y a no dejarse dominar por los demás.

My mexican Bretzel, Nuria Giménez Lorang. La mejor película española del año. Un melodrama sirkiano, mudo y musical, con imágenes reales. Belleza, emoción, riesgo. Una delicia.


Estrenos On Line

Atlantique, Mati Dios (Netflix). Historia de amor con fantasmas de hombres muertos que vuelven para reclamar lo que les pertenece. Cine africano de ahora mismo.

Déjales hablar, Steven Soderbergh (HBO).Meryl Streep en estado de gracia. Dianne Wiest reconocible, Candice Bergen, irreconocible. Un viaje por mar en un barco donde el tiempo permite escuchar a los que hablan. Experimento feliz de Soderbergh sobre la dificultad de recuperar el tiempo perdido y sobre la moralidad de usar la vida de los otros en beneficio de la creación. Uno de los mejores estrenos en plataformas.

El juicio de los 7 de Chicago, Aaron Sorkin (Netflix). Sorkin puro, en todos los sentidos. Coral, planos secuencia, personajes comprometidos. Historia real con mirada documental tamizada por el tiempo. Ejercicio de memoria muy necesario.

Enola Holmes, Harry Bradbeer (Netflix). Absolutamente deliciosa en la inteligente combinación de reivindicación feminista y sentido del humor, de realismo en decorados y antinaturalismo en la puesta en escena.

Estoy pensando en dejarlo, Charlie Kaufman, (Netflix) Una de las propuestas más sorprendentes, pero también una de las más difíciles de encajar. Universos paralelos en la cotidianidad de una noche de invierno, una mujer que quiere acabar una relación, una cena que transcurre en varios tiempos y una escuela poblada de fantasmas. Es un riesgo, pero vale la pena no dejarse apabullar y disfrutarlo.

Los dos papas, Fernando Meirelles (Netxflix). Un encuentro entre dos maneras de entender la iglesia y el mundo, con dos actores insuperables.

Mank, David Fincher (Netflix) Muy entretenida, magníficamente interpretada, fiel al estilo y la luz de Ciudadano Kane. Una estupenda memoria del Hollywood dorado y un aviso para no creernos todo lo que se dice, se publica o se twitea.

The Vast of Night, Andrew Patterson (Amazon). Película nostálgica de una época en la que la ingenuidad permitía creer que en el cielo había algo desconocido. Cine hipnótico rodado con total libertad.

(Ha habido muchos más estrenos On Line, en Filmin, en Movistar, en todas partes, pero estos son los que me han dejado una huella más duradera)

  


Series extranjeras

Hollywood, (Netflix). La serie creada por Ryan Murphy transgrede la realidad de la historia y nos cuenta una versión distinta. Y se lo agradecemos mucho, aunque eso moleste a los puristas y a los ortodoxos de todo tipo. Preciosa.

Baron Noir, (HBO). Algunos de los comportamientos de nuestros políticos en estos últimos tiempos adquieren una luz nueva si los colocas bajo el foco de esta estupenda serie de terror político francesa. Alarmante.

El colapso (Filmin). El colapso es una serie imprescindible. No creo que guste a todo el mundo, tampoco digo que comparta su falta de confianza en la gente común donde no hay buenos ni malos, solo supervivientes. Creo que vale la pena verla y sobre todo pensarla. ¿Qué haríamos nosotros en su lugar?

La ley de Comey y El efecto Trump, (Movistar) La serie y el documental, son la prueba de la contradicción de Estados Unidos, capaz de albergar lo peor (Trump y todo lo que significa) y lo mejor: los contrapoderes, la libertad de crítica y la capacidad creativa para hacer de la realidad histórica un instrumento útil y necesario de educación política.

Putin,de espía a presidente, (Movistar). Todos los tiranos empezaron pequeños, todos los malvados tienen un comienzo. El de Vladimir Putin es lo que nos cuenta esta miniserie documental de la BBC que se acerca al semidictador presidencial de Rusia desde sus oscuros orígenes hasta su poderosa omnipresencia mundial.

(Aquí sí que me he ceñido solo a una por plataforma. Hay muchísimas más que se pueden recuperar en el Rincón de las series)



Series españolas

Antidisturbios, Rodrigo Sorogoyen (Movistar). La mejor serie de acción política española. Sin ideas premeditadas, y con uno de los personajes femeninos más potentes. Excelente.

El desafío de ETA Hugo Stuven y José Antonio Zarzalejos. (Amazon). Cincuenta años de la historia de España contada en primera persona por los que la vivieron ya fuera como fuerzas de seguridad, políticos, periodistas, militantes o víctimas. Imprescindible.

El desorden que dejas, Carlos Montero. (Netflix.) Un buen ejemplo del nuevo cine gallego. Intriga, misterio, corrupción, miedo. Un pueblo que esconde una profunda vergüenza. Inma Cuesta y Bárbara Lenni justifican por si solas su visionado.

La línea invisible, Mariano Barroso (Movistar). Nueva incursión de Barroso en la historia reciente, cuenta el nacimiento de ETA, el terrible momento en que se cruzó la línea invisible.

La veneno, Los Javis (Atresplayer). Una gran sorpresa. Un film necesario, entretenido, perfecto. Cinco actrices transexuales que demuestran lo buenas que son. Indispensable.

Patria, Aitor Gabilondo (HBO). Los dos primeros capítulos son emocionantes. Luego, al alejarse del protagonismo de las dos madres, Bitori y Miren, se diluye un poco su carga emocional. Necesaria.

Recomiendo un intensivo ETA en este orden:

La línea invisible, El desafío de ETA, Patria y ETA, el final del silencio)

(Hay muchas más series españolas, pero estas son para mí las mejores. Una aclaración: no he visto 30 monedas. Hasta que no se acabe no hablaré de ella).

 

Deseando amar

De los estrenos de la última semana del año, destaco uno muy importante: La reposición 20 años después de Deseando amar de Wong Kar-wai, quizá, o sin quizás, el film de amor más hermoso, más intenso y al mismo tiempo menos apasionado y romántico que se ha hecho nunca. La primera vez que la vi en Cannes2000, donde se presentó como “Sin título”, escribí: “Fue sin ninguna duda la mejor película del festival: la más sensual, la que contaba la historia más hermosa, la que tenía la música mejor puesta y los actores más guapos. Lo tenía todo esta historia de amor puro dilatado en el tiempo de la mirada, el paso de los días, un amor que nunca llega a consumarse, manteniéndose siempre presente”. La música, los espacios, la triste pareja de seres abandonados que encuentran uno en el otro el refugio perfecto a su dolor. Los colores, la luz, todo en definitiva hacen de Deseando amar una historia inolvidable. Es lo mejor que ha hecho nunca Wong Kar-way un director al que llevamos demasiado tiempo sin ver en las pantallas. Por suerte, se anuncia para el año que viene el estreno de Blossoms Shanghai que puede ser su vuelta triunfal al primer plano. Mientras lo esperamos, se puede volver a disfrutar de Deseando amar o se puede descubrirla por primera vez si hace veinte años no tenían edad (o no habían nacido) para poder verla.



Empezaba el año recordando la primera entrada del blog en el ya lejano, como de otra era glaciar, enero del 2010. Ahora a punto de empezar un nuevo año, una nueva década y quién sabe si un nuevo mundo, recurro a otro precioso árbol de Ramon para refugiarme en su sombra y abrazar su tronco. Feliz 2021, o como mínimo, buen 2021.