sábado, 29 de octubre de 2022

PERIFERIAS


Esta semana se estrenan un montón de películas olvidables. Pero entre ellas hay cuatro que merecerían no pasar desapercibidas. Son cuatro películas pequeñas, marginales, periféricas. No solo por sus lugares de procedencia, también por el tipo de cine que proponen y la manera de enfrentarse a la imagen y a la narración. Me he fijado en ellas porque siempre he creído que el cine es una ventana a otros espacios, otras miradas y otros ritmos.



PERIFERIA 1 MONGOLIA

Queso de cabra y té con sal, Byambasuren Davaa

La historia pasa en la estepa mongola ahora mismo. Amra es un niño de 11 años, vive con su madre Zaya, su padre Erdene y su hermana pequeña. La madre se ocupa de las ovejas en medio de la estepa, el padre es mecánico y vende el queso casero en la vecina ciudad donde Amra estudia en un colegio y se prepara para un concurso de canto que llevará al ganador a la televisión estatal. Hay una amenaza sobre la vida de estos nómadas contemporáneos. Una multinacional está destruyendo el paisaje, el entorno en el que los nómadas mongoles han vivido toda su vida. Buscan oro y para ello no dudan en excavar la tierra sin piedad. Junto a la multinacional y sus máquinas, hay otra amenaza más cercana, los buscadores de oro artesanos que destruyen el paisaje tanto como los otros. Frente a ellos, Erdene intenta mantener a sus vecinos unidos para que no los expulsen de sus tierras. Cuando Erdene muere inesperadamente, la vida de Amra da un cambio radical. Producida con capital alemán, el film de Davaa enlaza de forma muy indirecta con el precioso documental La historia del camello que llora que la dio a conocer en el 2003. Enmarcada como cine infantil, el queso de cabra mongol podría ser una película casi de Joselito o Marisol, niños cantores protagonistas de historias sentimentales y llenas de buenas intenciones. Si el film escapa a esta simplificación, es gracias a una mirada serena sobre el paisaje, una forma de narrar sin estridencias ni golpes de efecto innecesarios. Queso de cabra es un film que habla de un presente que se destruye, un pasado que hay que conservar, un futuro por construir. Y lo hace con una sencillez tan suave y tan dulce como el queso que Zaya prepara y Erdene vende. Lo del té con sal se explica en la película, pero no lo voy a contar.

 


PERIFERIA 2 BOLIVIA

Utama de Alejandro Loayza Grisi

La historia pasa en el altiplano boliviano ahora mismo. Los protagonistas son Virginio y su mujer Sisa, dos viejos quechuas que viven en una casita en medio de la nada con su rebaño de llamas de orejas rosadas. La sequía los ha dejado sin agua, hace casi un año que no llueve y en el pueblo cercano los pozos se han secado. Pero Virginio sigue saliendo cada día con sus llamas a recorrer el altiplano para que pasten mientras Sisa va al pueblo y luego al río a buscar la poca agua que puede conseguir. En este caso, el elemento destructor de su equilibrio natural es el clima. Cuando hablamos de cambio climático visualizamos nuestro entorno cotidiano. Estos días de octubre caluroso y veraniego en Barcelona nos lo recuerda constantemente. Pero el cambio climático significa algo mucho peor en otros lugares del mundo: significa morir. Mucha gente del pueblo ha decidido irse a la ciudad. Virginio y Sisa no quieren. Ni siquiera cuando su nieto viene a verlos para convencerlos de dejar la casita y el campo seco y yermo y marcharse a vivir con ellos en la ciudad. Lo que cuenta Utama no es nuevo, ni nos descubre nada, podría ser incluso un documental. Con producción de Uruguay y Francia, el director Loayza Grisi trasciende el naturalismo tan solo fijando su mirada en el rostro surcado de arrugas de Virginio, en las trenzas largas y grises de Sisa, en las ágiles y ligeras llamas de orejas rosadas. Son esas pequeñas cosas las que hacen de este film un documento y no un documental. Ver cómo viven Virginio y Sisa, compartir con ellos la cotidianidad de su lenta e inevitable desaparición, seguir el ritmo de las caminatas de Virginio al paso de las llamas, nos va llevando hacia un estado de ánimo en el que sentimos con ellos el miedo a que no haya futuro, pero también la certeza de que ya no hay pasado.

 


PERIFERIA 3 ECUADOR

Al Oriente, de José María Avilés

Realizada gracias a las ayudas a la creación de la Bienal de Venecia, este film ecuatoriano se centra en Atahualpa, un joven trabajador de una empresa de construcción que está construyendo una carretera en medio de la selva. De nuevo el progreso que destruye el paisaje, pero en este caso visto desde la perspectiva de uno de los que lo destruye por mandato de una multinacional china que es la que paga la obra. Cuando su novia decide dejar la ciudad, Atahualpa empieza a soñar con irse al Oriente, ese oriente que es como el oeste americano, una tierra de promesas y de aventuras, la tierra que esconde en su seno el Tesoro de Atahualpa desaparecido desde el siglo XVI. Una noche que Atahualpa deja vagar su mirada sobre un largo puente, se produce el salto al pasado. Lo recuperamos en medio de la montaña con un grupo de indígenas encabezados por dos hombres blancos. Estamos en 1921. Pero no es un salto en el tiempo del Atahualpa del 2021 al Atahualpa del 1921, no hay nada de fantástico en este cambio. La que da el salto es la película para contarnos la historia de este otro Atahualpa embarcado en una expedición metafísica en busca de un tesoro. Aunque el auténtico motivo del viaje de John, el americano que manda el grupo, no es otro que encontrar una vía para construir un ferrocarril. Vuelve a aparecer el progreso rompiendo el equilibrio de la naturaleza. La inteligencia de Avilés es la de contarnos estas dos historias de una manera muy seca, sin enfatizar ningún elemento, con un punto de vista casi documental sobre la vida de este hombre en dos tiempos históricos muy concretos, en dos espacios físicos muy distintos. El hecho que sea el mismo actor el que de vida a los dos Atahualpas establece un hilo invisible entre ambos, entre el que anhela encontrar un futuro en ese oriente mítico y el que busca un tesoro escondido en las montañas.

 


PERIFERIA 4 RUSIA

Tolyatti a la deriva, de Laura Sisteró

Este sí es un documental claro. Un gran documental. Un documental observacional producido y dirigido desde Barcelona, con una clara intención de descubrir, partiendo de la curiosidad y la ignorancia, que sucede en esa Rusia en decadencia desde hace muchos años. Laura Sisteró es fotógrafa y muy curiosa. Cuando descubrió casi por casualidad la existencia de Tolyatti, la ciudad pobre más grande de Rusia, situada a 1000 km al norte de Moscú, sintió la necesidad de ir a conocerla. Tolyatti está considerada el Detroit soviético porque allí se fabricaba el famoso coche Lada, orgullo industrial de la URSS y prácticamente el único coche que hubo en el país durante muchos años. La desaparición de la URSS, la llegada de coches internacionales y la decadencia progresiva de la sociedad llevó al cierre de la fabrica y al inclemente deterioro de la vida en la ciudad. Cuando Sisteró llegó a Tolyatti le sorprendió encontrarse con un movimiento de rebeldía juvenil inesperado, el llamado Boyevaya Klassika, grupos de jóvenes desencantados que se dedican a reparar y tunear los viejos Ladas de sus padres para hacer de ellos instrumentos de “Drift”, deporte que consiste en derrapar peligrosamente, en su caso sobre el hielo. Estos chicos, como los rebeldes con causa de Nicholas Ray, encuentran en este deporte de riesgo una manera de sacar toda su frustración. El documental se centra en Slava, Misha y Lera, dos chicos y una chica nacidos en la era de Putin a quien han tenido encima toda su vida. Los tres están viviendo un momento en que deben tomar decisiones importantes para su futuro. El horizonte de un trabajo estable y especializado, el horizonte de un trabajo mal pagado en Moscú, el más que tenebroso horizonte del ejército, se ciernen sobre ellos mientras viven su último año de adolescencia. El hecho de que Laura Sisteró sea fotógrafa hace que su mirada sobre la ciudad tenga una textura y una calidad pictórica muy especial. La música y las líneas rectas de los enormes edificios soviéticos, enmarcan la vida de estos jóvenes encerrados en un círculo infernal del que es casi imposible salir y que el destartalado coche dando vueltas en redondo sobre sí mismo muestra de una manera muy gráfica. Rodado en el 2019, ver este film ahora, cuando sabemos que Misha y Slava, no Lera, Putin sigue siendo muy patriarcal y y las chicas de momento no van a la guerra, pueden estar en medio de los combates en Ucrania, le da al film una pátina especial, estremecedora. Y ver a Putin en la televisión dando un discurso de Navidad simplemente pone los pelos de punta. 

Una acotación a los cuatro títulos. Para verlos hay que dejar fuera todas las ideas preconcebidas que tengamos sobre el cine. El ritmo, la estructura, la narración, el lenguaje, son otros y por eso para disfrutarlos hay que ponerse ante ellos con una actitud receptiva a lo que nos ofrecen. Queso de cabra,,, no es una película infantil con niño; Utama no es una película de denuncia con indios; Al Oriente no es un western ecuatoriano; y Tolyatti no retrata una ciudad como las nuestras. Por eso es por lo que son apetecibles. 

El regalo de esta semana es una paleta de colores tan variada como el mundo.



 

viernes, 21 de octubre de 2022

APAGONES



 Un año, una noche, de Isaki Lacuesta

El año es 2015, la noche la del viernes 13 de noviembre. Falta añadir el lugar: París. París esa noche de ese año vivió una auténtica Noche del Terror provocado no por los zombis de Halloween, sino por los zombis del fundamentalismo islámico, tan carentes de alma como los de La noche de los muertos vivientes de George Romero. Fue una noche terrible. Todo empezó en el estadio de futbol de Saint Denis, el más grande de la ciudad, donde se jugaba un partido amistoso entre Francia y Alemania. Los terroristas suicidas no pudieron acceder al campo, pero eso no les impidió inmolarse causando las primeras víctimas en la calle. Poco después, en una acción coordinada por los zombis asesinos, se desplazaron a distintos cafés de la ciudad sembrando el terror, la muerte y el miedo entre la gente que disfrutaba de una noche de viernes. La culminación de este viaje mortal fue la sala Bataclan donde tres terroristas consiguieron masacrar a una masa de gente que bailaba al ritmo de la banda de heavy metal Eagles of Death Metal mientras cantaban la canción Kiss the Devil. El diablo en persona llegó a darles un beso mortal a más de 80 personas asesinadas fríamente en la sala. En total hubo en Paris casi 140 muertos esa noche revivida en 13 de noviembre. Atentados en París, un documental estremecedor del 2018 que se puede ver en Netflix, donde bomberos, policías, políticos y sobre todo víctimas, recuerdan esas horas con emoción, con dolor, con rabia.

Es esa noche la que Isaki Lacuesta, con la complicidad de Isa Campo y Fran Araujo en el guión, ha escogido para hacer una película que es más que una ficción. Basado en el libro Paz, amor y Deatrh Metal que escribió Ramón González, superviviente de la masacre de Bataclan, Isaki ha construido una película sobre las heridas que deja en el cuerpo y en el alma una situación como esa. Hay momentos que parece un documental, género que Lacuesta domina como pocos; hay momentos que evocan un film de terror; hay momentos que es una historia de amor; hay momentos que transmiten el dolor, la culpa, la sensación de que nunca serás como antes. Todo eso está en Un año, una noche. Pero hay más y por eso me gusta esta película tan diferente y al mismo tiempo tan cercana al resto de su filmografía. El relato comienza con dos figuras envueltas en una manta dorada de papel térmico caminando abrazadas y en silencio por la calle. Son Ramón y Céline. Han sobrevivido a la muerte y vuelven a casa juntos. A partir de la mañana del día después, esa imagen de unidad bajo la manta dorada de papel térmico se irá desvaneciendo a medida que Ramón y Céline vayan enfrentándose a lo que ha pasado de maneras muy distinta: Ramón no puede soportarlo, lo revive una y otra vez; Céline, en cambio, no quiere hablar de ello, ni siquiera se lo dice a sus padres, ella proyecta al futuro, mira adelante, intenta que no la transforme, no la cambie. Pero Céline también recuerda, no lo puede remediar. Bataclán acabará por separarlos tanto como los unió esa noche del 13 de noviembre. Isaki y sus guionistas se enfrentan a ese desamor provocado por la barbarie dejando que sus dos protagonistas vayan avanzando en solitario frente a sus fantasmas. En una primera parte de la historia Ramón, su rabia, su desconcierto, su frustración, es el centro de la narración. Hasta un instante decisivo en el recuerdo de ambos, un instante que decanta el relato hacia Céline y el film cambia de tono y se vuelve más reflexivo, más emocionante. Es esta basculación la que me gusta más de la película, ese cambio de tono que la saca del espacio del dolor físico para llevarla al dolor emocional. Es probable que en otros rostros que no fueran los de Nahuel Pérez Biscayart como Ramón y Noémie Merlant como Céline, el film fuera diferente. Los dos acaban por fundirse con sus personajes de una manera natural, no interpretan: son. Y en eso probablemente influye el hecho de que ambos vieron como su mundo era destruido en una noche por la intolerancia y el fanatismo.

De todos modos no quiero acabar este texto sin compartir una idea que me sobrevolaba todo el tiempo mientras veía la película. Han pasado tantas cosas desde ese 2015, incluso desde ese 2018 en el que Gédéon y Jules Naudet filmaron su documental y Ramón González publicó su libro, que la película de Isaki me produjo la sensación de estar viendo algo muy lejano, como si fuera una historia de algo que pasó hace mucho tiempo. El año 2020 con la pandemia global que nos hirió a todos, marca un punto y aparte. La Guerra de Ucrania que nos tiene sumidos en el miedo, marca otro punto y aparte. El fundamentalismo islámico sigue ahí, no se han ido, pero han dejado de ser “la amenaza” que primero se desvió hacia un virus chino y ahora se concentra en un dictador enloquecido. Es curioso cómo funciona la mente y las emociones. Yo creo que me ha emocionado más la película precisamente por poder verla como si fuera una historia del siglo XIX o de la segunda guerra mundial. Desligándola de la contemporaneidad, ganan los sentimientos de los personajes. Para mi es la prueba de que estamos en otro momento histórico. El siglo XXI empezó con un trauma colectivo, los atentados a las Torres Gemelas de Nueva York. Veinte años después empezó la segunda entrega de la serie siglo XXI con la crisis climática y energética en el centro de un huracán que parece querer llevarnos directos al Apagón.

 


APAGÓN , Movistar

Y aquí enlazo con la serie de cinco capítulos de Movistar Apagón en la que están implicados tanto Isaki Lacuesta como Isa Campo y Fran Araujo. Araujo como productor y guionista, Isaki como director de un episodio, Isa como guionista y directora de otro episodio. Los tres restantes los dirigen Rodrigo Sorogoyen, Raúl Arévalo y Alberto Rodríguez. El conjunto es una imagen fijada de los miedos que nos rodean ante la amenaza de quedarnos sin luz, sin energía. Son episodios autónomos integrados en una única historia en la que un personaje o un espacio da paso al siguiente. Son muy diferentes, como diferentes son los directores. Empieza con el adrenalínico Negación de Rodrigo Sorogoyen donde se nos plantea la amenaza: una tormenta solar, el clima como nueva espada flamígera de destrucción. Los trabajadores de Protección Civil no pueden hacer nada para prevenir a la población. Uno de ellos, Ernesto (Luís Callejo) intenta salvar a su mujer Alicia (María Vázquez) y a su padre postrado en un hospital. Ese hospital es el centro del segundo episodio Emergencia, dirigido por Raúl Arévalo con un tono de desesperación. Uno de los médicos de ese hospital, Raúl (Miquel Fernández) no puede seguir sin ver a su familia y ahí comienza el tercer episodio, Confrontación, de Isa Campo. Más realista y sobre todo más social y colectivo, tiene como protagonista a la mujer de Raúl, (Patricia López Arnáiz) y su hija. Mientras la mujer intenta que la urbanización en la que están viviendo se organice de manera solidaria, la hija encuentra en un grupo de niños salvajes el refugio frente a un futuro para el que sus padres son incapaces de prepararla. Supervivencia de Alberto Rodríguez nos muestra el impacto negativo que tienen las gentes que han huido de la ciudad en el extraño equilibrio que ha construido un pastor aislado en la montaña (Jesús Carroza). Para mí éste es el mejor episodio. Narrativamente es el más potente con dos personajes y el paisaje como únicos elementos. Pero también porque a pesar de todo, es el que empieza a abrir el camino hacia la esperanza. Una esperanza que ya está en el quinto y último episodio Equilibrio, de Isaki Lacuesta en el que recuperamos a Alicia y Ernesto desde que salieron de Madrid por separado. Isaki consigue darle a este episodio una luz que no es precisamente la de la electricidad, sino algo mas interno que nace de los personajes transformados después del Apagón.

Luz es lo que necesitamos frente a las amenazas, ya sean los zombis de una noche de terror, o la tormenta solar de un universo enfadado. Por eso quiero recuperar la frase de la serie de Sánchez Arévalo ESTO TAMBIÉN PASARÁ, que una buena amiga me contó viene de un precioso cuento sufí. Sí, esto también pasará y volverá la luz de la inteligencia. Al menos yo lo espero.

El regalo de esta semana es un cuadro de una mujer preparada para el apagón.



sábado, 15 de octubre de 2022

RURAL


Viendo cine me he dado cuenta que hay una corriente transversal, global, universal, en la sociedad. He encontrado ejemplos en distintas películas de un tema que aparece en paisajes muy alejados entre sí, en contextos muy diversos. Son películas que comparten una misma preocupación: la desaparición de una forma de vida rural en aras de un progreso colectivo. El problema es el mismo en los tres films que este año se han acercado a este resbaladizo asunto, lo que es distinto es el enfoque que se hace en cada uno de ellos (hay un cuarto, pero es ligeramente diferente y ya hablaré de él cuando se estrene). La corriente de pensamiento o de actuación mejor dicho, que reflejan estos trabajos es la que contrapone el bienestar colectivo con el sacrificio de unos pocos, el progreso general a costa de la pérdida de raíces, de tradiciones, de formas de vida. La pregunta que me hago, y se hacen muchos sociólogos, es la de si tenemos derecho a que el progreso se construya a costa de la tradición. O más sencillamente; nuestra necesidad de tener luz, de abrir un grifo y que salga agua corriente, de encender la calefacción o el aire acondicionado, en definitiva, nuestra urgencia vital nos lleva a utilizar recursos naturales que destruyen la naturaleza. No voy a entrar en las consecuencias de la guerra de Putin porque ese no es el tema en este caso, (aunque en realidad ESE ES EL TEMA). Aquí de lo que se trata o de lo que tratan estos films, es de algo que viene de antes, la transformación del espacio rural en espacio productor de energía para todos. Ya sucedió cuando se construían pantanos y vuelve a platearse ahora con las renovables. Es una polémica que desde ese campo expoliado se vive como una transformación al servicio de las ciudades. No importa que sea injusto verlo así: también en el campo y en los pueblos quieren luz, quieren agua, quieren calefacción, quieren internet, quieren gasoil para sus máquinas, quieren regadíos…. Además, lo queremos sin destruir, si es posible, todo el planeta. Eso nos lleva a intentar implantar las energías renovables, eso nos lleva a los horribles y monstruosos molinos de viento que afean y destrozan el paisaje rompiendo la armonía de las líneas, o las grandes “plantaciones” de placas solares que sustituyen los campos de árboles frutales arrancados, o las enormes torres eléctricas que parecen marcianos de la guerra de los mundos. El conflicto es serio, las soluciones difíciles. El cine lo ha encarado este año en por lo menos tres películas. Alcarrás, de Carla Simon, donde el progreso se ve como una agresión dolorosa; As bestas, de Rodrigo Sorogoyen, en el que el progreso viene acompañado de la violencia y la película turca que se estrena esta semana. La promesa de Hasan.

 


La promesa de Hasan, Semih Kaplanoglu

La trilogía Huevo, Leche y Miel, (aprovecho para recordar que se puede ver integra en Filmin) ya nos había demostrado que el director turco Kaplanoglu tenía un don especial para filmar la vida rural siguiendo los ritmos de la naturaleza, el tiempo, las estaciones. Su cine es contemplativo, en absoluto aburrido, un cine sin prisas, con un aliento en el que el realismo se entremezcla con la ensoñación sin que ninguno de los dos salga perjudicado. Con esta última película, Kaplanoglu va un poco más allá al introducir en su fórmula un elemento religioso con una doble cara. El puro materialismo de la esposa de Hasan, que lo único que quiere es ir de peregrinación a la Meca como si fuera a Benidorm, y el extraño espiritualismo de Hasan encarnado en un árbol centenario. Pero el director no se queda en esta simple idea y se atreve a colocar en el centro de la historia a estos dos personajes con los que es casi imposible empatizar. Casi se puede definir La promesa de Hasan como un Anti-Alcarras. Si allí la familia era adorable y su lucha era por salvar una forma de vida, aquí, Hasan y su mujer son odiosamente egoístas y avaros. De dinero y de sentimientos. Cuando el progreso llama a la puerta de Hasan en forma de ingenieros que quieren instalar una enorme torre eléctrica en el centro de sus tomateras, el hombre solo pretende que no lo hagan en sus contaminados y llenos de pesticida tomates. Para conseguirlo maniobra y manipula y logra que la torre se instale en un campo yermo cercano al suyo. Un campo donde se levanta majestuoso un árbol centenario y hermoso. Para Kaplanoglu, el campesino no es un ser bueno, inocente y lleno de virtudes que los malvados capitalistas destruyen, en eso se parece más a la excelente cinta de Sorogoyen. Hasan también es un capitalista simple y sencillamente. Si algo le hace dudar, si algo le lleva a intentar cumplir esa promesa del título, es la sensación de haberse traicionado a sí mismo y no ser capaz de perdonarse. Kaplanoglu filma con una luz exquisita, una fotografía que saca partido del más mínimo detalle, un ritmo que late suavemente dejando pasar el tiempo. La promesa de Hasan es una película larga, si, pero no se hace larga. Si Alcarrás era un paseo nostálgico por un paisaje lleno de olores y As bestas es un escarpado camino a través de un campo lleno de piedras, La promesa de Hasan se parece más a un todoterreno atravesando un sembrado sin contemplaciones. Tres miradas distintas de una misma realidad.

 

EL RINCÓN DE LA DECEPCIÓN



Blonde de Andrew Dominik Netflix

He tardado un poco en escribir de esta película de Netflix. He tardado porque me daba mucha pereza. Intenté verla dos veces y las dos veces se me resistía, la dejaba a los diez minutos sin conseguir engancharme. A la tercera me dije que aguantaría sus tres horas. Y las aguanté, por militancia, por profesionalidad. Puedo entender las dos reacciones de los espectadores: los que caen hipnotizados bajo su modernidad y los que sienten un profundo rechazo por la historia. Pero la verdad me cuesta un poco más entender las críticas super elogiosas y casi extasiadas que ha provocado el film de Andrew Dominik. Antes de seguir quiero dejar claro una cosa: Ana de Armas hace un trabajo muy difícil, muy arriesgado y lo afronta con una fuerza y una seguridad que son de admirar. Vaya esto por delante. Pero ella sola no es capaz de salvar el desastre de Blonde. Al menos para mí y por lo que he visto estos últimos días, para mucha más gente que ha levantado su voz para criticar este injusto retrato de una estrella.

Blonde no es un biopic sobre Marilyn Monroe. Creo que eso empieza a explicar el rechazo de los espectadores a los que se les ha vendido una cosa y se les da otra. El problema se complica aun mas cuando esa otra cosa es la adaptación de una novela, no una biografía, no un ensayo, Una Novela, de Joyce Carol Oates sobre una imagen, la suya, de la figura de Norma Jean. No he leído la novela y desde luego ver el film de Dominik no me despierta ningunas ganas de hacerlo. El psicologismo fácil de mostrar a Norma Jean como una mujer frustrada en busca de un padre (por favor llamar “daddy” a Joe DiMaggio es de vergüenza ajena) me parece tan viejo y trasnochado, como esa visión de la mujer victimizada por un mundo de hombres que se aprovecha de ella sin piedad, convirtiendo su vida en un vía crucis de dolor, humillación y sufrimiento constante, sin un resquicio no digo ya de luz o de esperanza, sino de valor y capacidad para enfrentarse a esa situación. Yo no sé que le pasaba a Marilyn por la cabeza en su corta pero intensa vida, parece que Carol Oates si lo sabe. Aunque tengo la impresión que lo que le sucede a la desgraciada Norma Jean es más una proyección de las frustraciones de la autora del libro que de la estrella de Hollywood. Reducir el personaje a una mujer en busca de un padre y con el deseo de tener un hijo, es muy pobre. Si a este material de base le sumamos una puesta en escena completamente equivocada, con la intención de hacer una película europea (¡que daño hace el recuerdo del cine europeo de los años sesenta!) sobre uno de los mitos del cine americano, el abismo se abre a sus pies. Dominik quiere ser super moderno cuando en realidad su estética es muy vieja. Los directores tienen todo el derecho del mundo a releer el pasado y actualizarlo, llevarlo a su terreno, la Nouvelle Vague lo hizo con el cine americano, Tarantino no para de hacerlo, pero lo que no se puede es ser simplemente mimético con una estética que ha quedado ampliamente superada en el tiempo sin aportar nada nuevo. Utilizar cambios de color y de formato de una manera arbitraria y sin demasiada coherencia para intentar reflejar un ambiente de pesadilla, produce un coctel insoportable para el espectador. Mostrar situaciones de una sordidez lamentable que nunca sabemos si son reales o solo pasan en la perturbada mente de la protagonista como si fueran ensoñaciones poéticas (las conversaciones con los fetos rozan el insulto) o recuerdos de humillaciones que nunca sabremos si sucedieron o no, acaba por ser tan reiterativo como inútil. Pero si hay algo que a mi particularmente me ha provocado un rechazo frontal al film de Dominik es el desprecio prepotente hacia el cine americano y en concreto hacia algunas de las películas icónicas de la historia del cine. No sé si Marilyn sufría o disfrutaba con su trabajo la verdad a estas alturas no me importa, pero mostrar estos rodajes como si fueran auténticos potros de tortura para una mujer tan insegura y tan incapaz, me parece uno de los mayores despropósitos de Blonde. Mirarla siempre como un mujer desvalida y reducir a los hombres de su vida a simples explotadores sexuales o depredadores intelectuales, es de verdad hacerle un flaco favor a una mujer que consiguió convertirse en icono y llegó a ser un personaje mucho más poderoso de lo que esta película pretende hacernos creer. Pero hay algo, además del insulto al cine americano que me parece inaguantable. Reducir su relación con el presidente Kennedy a una escena de mal porno y pasar de puntillas por las implicaciones políticas de esa relación, para acabar explicando el suicidio de Marilyn con una excusa tan estúpida como la que le produce descubrir quién está detrás de las amorosas y moralizante cartas de su supuesto padre, es superior a mis fuerzas. Lo siento pero la pornografía del dolor siempre me ha desagradado profundamente.

Para acabar con Blonde y sobre todo para reconciliarme con Marilyn, reproduzco un fragmento del texto que leyó Lee Strasberg el día de su funeral y que ni Carol Oates ni Dominik han sabido reflejar: “Otros eran físicamente tan hermosos como ella, pero obviamente en ella había algo más, algo que la gente vio y reconoció en sus actuaciones y con lo cual se identificaban. Tenía una cualidad luminosa, una combinación de ansiedad, esplendor y ternura que la marginaba, y sin embargo la gente quería ser parte de ella, para compartir la infantil ingenuidad que era al mismo tiempo tan retraída y no obstante tan vibrante:”

 El regalo de esta semana es un árbol poderoso que le habría gustado a Hasan (y a lo mejor a Marilyn).




sábado, 8 de octubre de 2022

ESTO TAMBIÉN PASARÁ

 


Las de la última fila, Daniel Sánchez Arévalo Netflix

La serie de Daniel Sánchez Arévalo Las de la última fila se acaba con esta frase tan contundente “Esto también pasará”. Es una frase definitiva, de las que quedan. Es una frase que redimensiona toda la serie y le da un aliento de esperanza. Es una frase que he decidido incorporar a la vida diaria para superar los escollos, personales, colectivos, imaginarios o reales, con los que nos enfrentamos cada día. “Esto también pasará.”

Daniel Sánchez Arévalo ha demostrado a lo largo de una filmografía corta en largos, cinco en 15 años, pero larga en cortos, 24 si no me he descontado desde el primero de 1999 hasta el último de este mismo año, que es uno de los mejores contadores de historias generacionales. (Por cierto, ¿para cuándo un ciclo en alguna Filmoteca dedicado a los cortos de Sánchez Arévalo, quizás el director español que mejor ha entendido lo que significa contar una historia corta?) Sus personajes han crecido con él, se han ido construyendo ante su cámara. Suelen ser personajes masculinos, tratados con una cercanía y una ternura casi femenina. En la combinación de estos tres elementos: saber contar historias, dominio del relato corto y ternura, creo que está el secreto de Las de la última fila, su primera incursión en el terreno de las series. Sin olvidarnos de que ya en su novela La isla de Alice, Sánchez Arévalo se atrevía a meterse en la cabeza de una mujer y en un entramado de secretos. Con la serie, va un paso más allá y se mete, literalmente, en la cabeza rapada de cinco amigas treintañeras durante un pequeño viaje liberador a una playa del sur. Las cinco se conocen desde el colegio, las cinco son distintas, las cinco comparten un secreto, las cinco saben que esto también pasará, pero es importante que estén juntas. Y sobre todo, es importante que sean capaces de enfrentarse a sí mismas a través de los retos que se han planteado durante ese paréntesis en sus vidas. Es evidente que sin la complicidad de sus actrices: Itsaso AranaMónica MirandaMaría Rodríguez SotoMariona TerésGodeliv Van den Brand, la serie no habría existido. Desde el primer plano en el que las vemos rapándose el pelo, sabemos que han establecido entre ellas y el director un pacto de absoluta confianza, pero también entre ellas como colectivo, entre ellas como individuos. Pero esto, que ya es mucho, no sería suficiente para hacer de esta serie algo, además, innovador. En un balance equilibrado entre la risa y el llanto, en un equilibrio entre lo que hacen y lo que piensan, en un estar siempre en presente, en futuro y en pasado, los seis capítulos de la serie nos van dejando ver como estas mujeres crecen y se liberan de pesadas cargas. Las incursiones en su pasado nunca se plantean como clásicos flashbacks, sino como párrafos del mismo relato; las conversaciones con los personajes que no están presentes se hacen  visibles no en forma de fantasmas, sino de realidades integradas. Y los personajes que sí están presentes; un excelente Javier Rey, una divertida Macarena García o una arisca Michelle Jenner, son el contrapunto perfecto de las conversaciones que sin censuras surgen entre ellas. Y a eso hay que añadir una banda sonora que acompaña, ilustra, ilumina el relato. Todo ello en el paisaje lleno de sol de esa playa gaditana, escenario ideal para que las figuras en el cuadro se vayan dibujando. Creo que queda claro que me ha gustado mucho esta serie de Netflix en la que se demuestra que también hay hombre capaces de entender el mundo femenino. Basta con saber escuchar, con saber mirar, con no juzgar y con tener buenas consejeras (Daniel confiesa tenerlas) para que el resultado sea un producto, aparentemente igual a muchos, pero profundamente distinto. ¡Y además, las cinco están muy guapas con el pelo rapado!

 


Tres nits fora de casa, Marta Romagosa

La serie de Sánchez Arévalo me ha recordado Tres nits fora de casa de Marta Romagosa, una novela que leí este verano gracias a la recomendación de un buen amigo. Aquí también hay un grupo de cuatro amigas que se conocen desde pequeñas y también se encuentran cada verano. Pero la manera de acercarse a ellas es muy distinta. Romagosa las mira en conjunto y una a una por separado, de esta manera va conformando una figura nueva que surge de los relatos no enfrentados sino complementarios de las cuatro. Lo que si comparten estas cenas liberadoras fuera de casa, con las chicas de la última fila, es la sensación de poder hablar de todo sin miedos, sin engaños, sin vergüenzas. Y ahí si se nota que Marta es una mujer hablando de mujeres que son ella misma o que conoce muy bien. Porque no necesita quererlas (aunque las quiere) no necesita explicarlas (aunque las explica), le basta con exponerlas para tener un alto grado de verdad. Tres nits fora de casa en una novela con la que se podrán sentir identificadas muchas mujeres entre los 30 y los 50 años. Esos 50 años que hasta hace muy poco eran el símbolo del final de todo y que, gracias a la batalla de muchas mujeres, y de muchos hombres también, han dejado de ser un The End para ser un Beginning, es decir el principio de una nueva vida. La menopausia ha dejado de ser un escollo insalvable para disfrutar de la vida. Aunque ese tema aun está lejos de las chicas de la última fila que antes deben enfrentarse a un problema mucho más cercano.

 


El regalo de esta semana, repartido a lo largo del texto, son cinco chicas de Ramon dedicadas a las cinco chicas de Dani y a las cuatro de Marta.

sábado, 1 de octubre de 2022

ASTEROIDE

 

Noticias de esta semana

-Giorgia Meloni gana en Italia, una mujer que no es precisamente ejemplar.

-Cinco años después del 1 de octubre, Esquerra y Junts se están matando por el poder y el dinero en Catalunya.

-El huracán Ian arrasa la pobre Cuba y la rica Florida.

-Las inundaciones ahogan una parte de España, mientras otra se muere de sed.

-Putin se anexiona a la brava cuatro regiones ucranianas.

-Los rusos salen en desbandada de su país para no ir a la guerra.

-El Báltico se llena de gas por un sabotaje (ruso) en los gaseoductos del norte.

-La guerra de los impuestos se lleva por delante cualquier síntoma de cordura.

¿Alguien da más en una semana?


La verdad es que el mundo produce mucho asco desde lo pequeño (Barcelona y sus ratas y huelgas de autobuses y decisiones arbitrarias) hasta lo más grande (el gas en el Báltico, el huracán en el Atlántico). Por eso he decidido mirar al cielo y quedarme con una noticia que sí me parece de verdad importante: la nave Dart ha conseguido chocar con el asteroide Dimorphos y lo ha desviado de su trayectoria. Es la primera vez que se consigue este tipo de intervención y aunque en este caso el Dimorphos no era una verdadera amenaza para la Tierra, ha servido para demostrar que se puede hacer y estar mejor preparados para cuando llegue el más que probable momento cinematográfico de Armageddon o No mires arriba. Con un poco de suerte, el asteroide será desviado y no acabará con nosotros, como probablemente hizo con los dinosaurios. Aunque, la verdad, visto lo que ha pasado esta semana, y lo que lleva años pasando en este pobre planeta, casi sería mejor que se terminara todo, hacer un reset y empezar de nuevo.

En fin hablemos del cine que se estrena esta semana.

Tres películas muy distintas me parecen interesantes.

Moonage Daydream, el espectacular documento musical sobre David Bowie, un personaje que podría responder a una de las definiciones de asteroide leídas esta semana. “Ahora mismo, hay dos posibilidades sobre cómo están formados este tipo de objetos, pueden ser muy compactos, como una roca, o pueden haberse formado a través de la asociación de objetos mucho más pequeños que se han ido uniendo, con lo cual serían más porosos”.

La convencional y muy poco innovadora formalmente Argentina 1985, en cambio, podría asociarse a esta otra definición: “En teoría, un objeto de un kilómetro de tamaño causará muchos más daños que otro de 100 metros, pero si el primero es poroso y el otro es una especie de bala de cañón compuesta por hierro y níquel, podría ser al revés”.

La preciosa Consagración de la primavera en cambio puede asociarse a una diferente: “Se sabe que más de 150 asteroides tienen una pequeña luna compañera (algunos tienen dos). También hay asteroides binarios (dobles), en los que dos cuerpos rocosos de tamaño similar se orbitan entre sí, así como sistemas de asteroides triples”.

Intentaré explicarlo

 


MOONAGE DAYDREAM, de Brett Morgen

Bowie era un asteroide compacto como una roca, pero resultado de la unión de muchos pequeños detalles. Bowie fue un ser excepcional. También un músico excepcional. Pero sobre todo, fue un asteroide en el firmamento del pop capaz de escribir un himno al futuro en su Space Oddity centrada en la odisea del Major Tom que contempla la tierra desde el cielo y la ve azul y “no hay nada que pueda hacer por ella”. Bowie si hizo mucho por varias generaciones de jóvenes (y no tan jóvenes) que se sintieron identificados primero con su aspecto andrógino, con sus colores y sus maquillajes y poco a poco crecieron con él haciéndose cada vez más conscientes de donde estaban. El espectacular y abrumador documental de Morgen recoge imágenes inéditas, conciertos, entrevistas, viajes, gentes, amigos. Es una autentica odisea entorno al asteroide Bowie en la que revivimos su impacto sobre la cultura. Tuve la inmensa suerte de ver este documento en un cine Imax. El efecto de su música, de su presencia se multiplicó por mil en una enorme pantalla y un sonido envolvente. Pero tengo que reconocer que escuchar esta mañana en mi ordenador portátil Space Oddity me ha conmovido tanto o más que el documental. Creo que esa es la prueba de que Bowie, el hombre que cayó a la tierra, ha dejado un impacto profundo. Al menos en mí.

 


ARGENTINA 1985 de Santiago Mitre

He descrito esta película como convencional y muy poco innovadora formalmente, es cierto. Mitre no necesita arriesgar en la forma para contar lo que quiere contar. Argentina 1985 no es un objeto de un kilometro, es mas bien un asteroide de apenas 100 metros. Pero son 100 metros contundentes, compactos, hechos de hierro, la voluntad del fiscal Julio Straseera, y níquel, el apoyo del segundo fiscal Luis Moreno Ocampo. Juntos y con la ayuda de un joven equipo jurídico, estos dos hombres consiguieron condenar a los militares que integraron las poderosas, crueles e injustas, juntas militares que sumieron a Argentina en el terror entre 1976 y 1983. Mitre se pone al servicio de la historia sin querer utilizarla; deja a sus actores Ricardo Darín y Peter Lanzani, el trabajo de conducir el relato. Se ha comparado Argentina 1985 con el cine de Frank Capra. Y algo de eso hay en ese caballero sin espada argentino. Aunque con una diferencia notable: esta es una ficción sobre la realidad, terrible e inhumana realidad, vivida en un país que sigue aun traumatizado por ese pasado cercano. Argentina 1985 ganó el Premio del Público en el festival de San Sebastián. Era lógico. No es un gran film, pero sí es un gran documento. Y un pequeño asteroide que nos recuerda que las cosas se tuercen muy fácilmente, pero pueden reconducirse si existe la voluntad de hacerlo.

 


LA CONSAGRACIÓN DE LA PRIMAVERA, de Fernando Franco

Decía unas líneas más arriba que este film era como los “asteroides binarios (dobles), en los que dos cuerpos rocosos de tamaño similar se orbitan entre sí como sistemas de asteroides triples”. Los dos cuerpos que orbitan entre sí en este precioso film son Laura y David. El tercero que los vigila atento, pero sin intervenir es Isabel, la madre de David. Al empezar la película están todos muy alejados entre sí, pero cuando Laura, la joven de provincias recién llegada a Madrid para estudiar, tímida, solitaria y reprimida por una educación cerrada, conoce a David, un hombre con parálisis cerebral con una intensa vida emocional y a su madre Isabel, una mujer de una solidez humana incuestionable, los tres empiezan a orbitar entre sí y acaban construyendo el relato de una película llena de luz, de armonía, de música( no en balde se llama La consagración de la primavera como la composición de Igor Stravinsky). Junto a su sólida carrera como montador, Fernando Franco ha ido tejiendo una filmografía como director marcada por el dolor. El dolor de La herida de 2013, el dolor de Morir en 2017. Por eso, al leer la sinopsis argumental de La consagración de la primavera, sentí un cierto reparo: un enfermo de parálisis cerebral, ¡uf! Quizás por eso la sorpresa fue mayor al encontrarme con una película me atrevo a decir alegre, en la que la liberación sexual y moral de Laura corre en paralelo a la intensa relación sexual y afectiva de David. Franco jugaba con ventaja al contar con Telmo Irureta como David. Telmo Irureta padece parálisis cerebral, pero eso no le ha impedido estudiar magisterio y psicología y ser actor en cortos, monólogos y obras de teatro. La verdad que desprende Telmo va más allá de David: es la verdad de un brillante asteroide en medio de una supuesta y mediocre sociedad. Junto a él, Emma Suárez se crece en su papel de madre tolerante y amiga y la debutante Valeria Sorolla va adquiriendo luminosidad a medida que ambos se acercan uno al otro. En la entrada de la semana pasada decía de la película: “Roza el abismo sin caer nunca en lo fácil. Pone en imágenes un tema difícil con gran delicadeza Es muy valiente en la manera de mostrar unas situaciones complicadas. Está llena de luz y de esperanza”. Nada que añadir.

El regalo de esta semana es un asteroide en un cielo con naves.