sábado, 31 de marzo de 2018

RECOMENDACIONES DE UNA SEMANA DE VACACIONES



 (hay películas que sugieren colores, estos son los que me han evocado estos cuatro estrenos)


BARBARA
De qué va: Se rueda una película sobre la cantante Barbara, una de las figuras fundamentales de la canción francesa de los años sesenta y setenta del siglo pasado. El rodaje se confunde con la vida y ésta se confunde con la realidad, en un juego de espejos muy estimulante.
Porque hay que verla: Para descubrir o recuperar a Barbara, una mujer con una voz poderosa, canciones llenas de poesía y una vida gótica. Un personaje olvidado y desconocido, no en Francia, naturalmente, pero si fuera de sus fronteras. No es un biopic, ni mucho menos. Más bien es un making of sobre el rodaje de un biopic, donde Jean Balibar se mete en la piel de una actriz que a su vez se mete en la piel de Barbara y Mathieu Amalric dirige la película dentro de la película y la propia película. Todo ello se mezcla con documentos de la vida de Barbara, con sus canciones, con su figura negra y clownesca, en un mosaico, o calidoscopio o puzzle, que a veces funciona y a veces no, pero siempre fascina en su voz y en su poesía.



EL CAIRO CONFIDENCIAL
De qué va: Una mujer aparece asesinada en un hotel del lujo de  El Cairo. Estamos a principios del año 2011. Mientras el policía encargado de solucionar el caso ve como se complica cada vez más con raíces en la corrupción generalizada del país, la calle empieza a bullir con las revueltas que desembocarán en la primavera árabe y la caída del régimen de Mubarak.
Porque hay que verla: Desde el punto de vista del cine, porque es muy curioso encontrarse con un cine negro no europeo, no americano, no latino. Un cine negro con todas las constantes del género, pero con un tono distinto. Diríamos un clima diferente al habitual. Desde el punto de vista de la historia o de la realidad, para comprobar que a veces las primaveras nacen de un deseo legitimo, pero muy rápidamente se instrumentalizan y se manipulan a favor de los de siempre. O aun algo peor, a favor de ideas mucho más nocivas y destructoras que las que se pretendían combatir. Aviso para todos los que sueñan con primaveras sin futuro.


READY PLAYER ONE
De que va: En el año 2045 la humanidad vive sumergida en la miseria más absoluta, sin esperanzas de una vida mejor. Por eso la gente se refugia en Oasis, un mundo de realidad virtual donde sus avatares viven aventuras sin fin. Pero ese mundo encierra un misterio: un tesoro que hay que descubrir desentrañando las pistas que el creador del juego ha puesto en el camino.
Porque se ha de ver: Para comprobar una vez más la inteligencia de Steven Spielberg que sigue atento a lo que sucede en el mundo y sabe cómo ganarse a nuevos espectadores. En los años setenta los conquistó con Tiburón y ET, en los noventa con Jurassic Park y ahora con una película que es un videojuego gigante en el que sin embargo, ha sabido introducir todo lo que sabe y le gusta de la cultura popular del siglo XX. De King Kong a Godzilla, de las niñas de El resplandor a El gigante de Hierro, de Chuky a Batman.  Todo cabe en este videojuego que supera las expectativas de cualquier videojuego real. Los niños y adolescentes adictos a la play disfrutaran como  nunca en el cine, aunque me imagino su frustración al no poder “intervenir”. Los que ya no son niños ni adolescentes, disfrutaran con una historia que en el fondo es la de siempre: el  poder quiere más poder para controlar el mundo y los rebeldes lo combaten con las armas que tienen en su mano: la inteligencia. El film es un poco excesivo y puede llegar a cansar, pero vale la pena verlo.



UNA RAZON BRILLANTE
De qué va: Una joven de origen árabe del extrarradio parisino se matricula en la facultad de Derecho y en su primer día topa con un profesor racista, machista y sobre todo muy pedante. Diversas circunstancias les obligan a compartir un proyecto juntos: la chica deberá presentarse a un concurso nacional de Debate y el profesor deberá prepararla. El choque entre los dos les llevará a aprender a respetarse mutuamente.
Porqué se ha de ver: Para repetir incansablemente que Francia es diferente. Siempre he envidiado la educación francesa que se forja en el conocimiento de sus clásicos, en el respeto a los demás, en tener una base cultural común por encima de diferencias de origen. Es eso lo que hace que esta película funcione. Sinceramente, no me imagino la misma historia aquí, donde no existe ese respeto por una cultura común, una literatura común, una historia común. Tragicomedia que nos remite al mito de Pigmalión o aun mejor, a My fair lady, sin música, pero con filosofía, sin amor pero con humor. No es una obra maestra, pero es un film que me produce una cierta envidia y permite entender porque Francia es Francia.


sábado, 24 de marzo de 2018

TIEMPO



Robert Guédiguian ha vuelto a Barcelona. Esta vez acompañado de su mujer Ariane Ascaride. Ambos han venido para presentar su último film: Una casa junto al mar. Dentro de la filmografía de Guédiguian esta película se inscribe en lo que podemos llamar “ciclo de la familia”. La suya, la que integra con un grupo de amigos, actores y técnicos, con los que colabora desde hace más de treinta años. Pero en este caso, Una casa junto al mar aun es más de familia. Porque habla del encuentro de tres hermanos en la sesentena, reunidos en torno a la figura del padre que ha sufrido un ictus. Estamos en invierno, en uno de los lugares más hermosos del sur de Francia, la Cala Méjean, frente a Marsella, donde se conserva como en un teatro, el pueblo, sus casitas, el puerto y el viejo restaurant de la familia. Una casa junto al mar es una de las películas más bonitas de Guédiguian, teñida de melancolía, no de tristeza, de nostalgia, pero no de añoranza.  Hay varias cosas que me gustan en este film, pero una de las que más me gustan, es una frase que dice Joseph, el hermano mayor, un viejo intelectual  gauchista que en el sesenta y ocho se fue a las fábricas a trabajar con los obreros, intentando convencerlos de que había que hacer la revolución. Ahora, Joseph se da cuenta de algo importante: “yo quería que hicieran huelga, que hicieran la revolución, pero no me daba cuenta de que eso era lo que yo quería creer que ellos querían: no lo que ellos querían de verdad”. Guédiguian quiere demasiado a sus personajes y no les acusa, ni les condena, al contrario, sabe buscar una salida para que los tres hermanos encuentren un nuevo sentido a sus vidas. Las suyas, no necesariamente la de todos. Y además de esa salida, les hace un regalo. De repente, en medio de la historia, aparece una secuencia donde vemos a Ariane Ascaride,  Jean-Pierre Darroussin y Gérard Meylan, con treinta años menos. Están juntos en el mismo lugar, la cala Mejean. La secuencia provoca en el público una sensación extraña: ¿cómo lo han hecho, es maquillaje, son actores que se les parecen? Son o no son ellos. Sí, lo son, son los tres actores en una película de Guédiguian del año 1985 que se llama Ki lo sa? donde ya actuaba su troupe fija. Verlos desde su ahora en su antes, es una sensación que solo el tiempo permite tener. Hacerse mayor no tiene muchas ventajas, pero esta es una de las mejores: puedes volver atrás, corregir errores, relativizar ideas, disfrutar de lo que has vivido. Ki lo sa? Lo sabemos los mayores, y espero que lo aprendan los más jóvenes.



Como siempre la vida es muy curiosa, porque casi al mismo tiempo que veía esta película acababa de leer la nueva novela de John Le Carré, El legado de los espías. No es que Le Carré tenga mucho que ver con Guédiguian, pero si hay entre la película y el libro un extraño vínculo. Le Carré vuelve al pasado, a su primera gran novela, El espía que surgió del frío, publicada en 1963. Cincuenta y cuatro años más tarde, el escritor ha decidido que era hora de explicarnos el contra plano de aquella historia sórdida de traiciones y de amor. Y lo hace de  la mano de un personaje secundario en la primera novela que aquí se erige en narrador del pasado. Leer El legado de los espías sin conocer El espía que surgió  del frío se puede hacer, sin duda, pero si uno recuerda o relee esa enorme novela sobre la guerra fría, se disfruta muchísimo más. De nuevo el tiempo jugando a favor de la creación. El  tiempo que le ha permitido a Le Carré justificar los porqués de aquella trágica muerte del espía; el tiempo del lector que recupera una vieja historia que quizás leyó hace treinta años y la descubre iluminada desde otro ángulo. Si pueden, lean primero El legado de los espías, y después, rescaten de la biblioteca El espía que surgió del frío.


Brain Film Fest-Premi Solé Tura
La semana pasada se celebró en Barcelona un curioso festival bajo el nombre de Brain Film Fest: Festival Internacional de Cinema sobre el cervell, organizado por la Fundaciò Pasqual Maragall, Minimal Films y la Fundación Uszheimer y dirigido por Albert Solé. El festival servía de plataforma para la celebración del VIII Premi Solé Tura. Se presentaron los cortos a competición y tres largometrajes centrados en el tema del cerebro. Y se organizaron una serie de talleres y charlas entorno al cerebro y sus diferentes funciones, no exclusivamente las enfermedades. Esta es una de las mejores cosas de esta iniciativa. Se trataba de acercarse al planeta desconocido que es el cerebro para intentar desvelar algunos de sus múltiples misterios. Por eso los talleres y las charlas no estaban centradas en las enfermedades, alzhéimer especialmente, sino en otras materias que despertaban la imaginación en muchas direcciones: Neuromarqueting, por ejemplo, demostraba como se puede utilizar el conocimiento del cerebro para descubrir deseos y necesidades, no necesariamente al servicio del consumismo. Neurocuina, vinculaba los alimentos al funcionamiento del cerebro y desmontaba algunas de las más asentadas teorías sobre la alimentación. El cerebro y la memoria, fue una interesante charla sobre cómo se transmite la información al cerebro y como se puede trabajar sobre la memoria. A mí me pidieron que hablara sobre el cerebro y el cine. Fue un reto, porque hay miles de maneras de enfrentarse a este tema. El texto de la conferencia entera lo cuelgo en el otro blog, el de los textos que tengo un poco abandonado. Pero aquí solo adelanto que en ningún momento me platee hablar de las películas sobre el alzhéimer, tan de moda en el cine desde hace diez años y menos aun de títulos como El viaje de nuestras vidas, estrenada esta semana, que es justamente todo lo que nunca debe ser un film sobre este doloroso tema.

sábado, 17 de marzo de 2018

PAISAJES




(las montañas de Ramon le gustarían a José Díaz)
Paisaje de montaña: 100 días de soledad
Si entendemos la soledad como la ausencia de compañía humana, de relaciones con personas, lo que vivió José Díaz en la cabaña del Parque de Redes en Asturias, es soledad. Pero si la entendemos de una manera más amplia, no podemos decir que Díaz estuviera solo en su experimento vital. Un caballo, seis gallinas, corzos, ciervos, zorros,  árboles, plantas, flores, nieve. Todo eso lo tenía a su lado, acompañándole. Y también le acompañaba la tecnología con cinco cámaras, una de ellas en un dron que filma imágenes espectaculares, que le sirvieron para documentar esta aventura del pensamiento, del cuerpo y del cine. Porque las tres cosas entran en juego en este experimento que le llevó a vivir cien días aislado, filmándose en primera persona. Dos cosas me gustan mucho, bueno, me gustan muchas más, pero sobre todo dos. Una, que en una búsqueda de la pureza en la naturaleza, inspirada en el Walden de Thoreau, las nuevas y avanzadas tecnologías de las cámaras digitales le hayan permitido documentar su día a día hasta reunir 300 horas de filmación. Díaz tenía que hacer un doble ejercicio: cargar con el pesado equipo y decidir donde y cuando colocar las cámaras para conseguir su objetivo. La segunda cosa que me gusta es que, en una historia como esta, con un solo protagonista siempre en pantalla, no haya el más mínimo narcisismo o exhibicionismo. Y también me gusta que haya comedia, suspense, humor, melodrama, dudas, misterio, belleza, música. Y las montañas y los valles y las cartas…
Apta para todo el mundo. Recomendada para los que disfrutan en la naturaleza.



(colores urbanos de Beirut)
Paisaje urbano El insulto
Beirut es una ciudad muy conflictiva. Años después de superar la guerra que la dejó semi destruida, aun arrastra profundas heridas en sus habitantes. Es lo que explica esta película libanesa donde una pequeña y banal discusión entre Toni, un hombre cristiano y Yasser, un  musulmán, deviene en una crisis nacional. Metáfora sin duda de una situación latente en una sociedad muy susceptible a cualquier roce. Todo empieza por una cañería mal construida. Toni le niega la entrada a su casa a Yasser que es el responsable de los arreglos en la calle. Yasser no le hace caso y arregla la cañería desde la calle. Toni la rompe y Yasser se marcha lanzándole un insulto. A partir de ahí, el clima de violencia y de enfrentamiento va creciendo dejando en evidencia las no razones de uno y otro que llevan a la mutua destrucción de sus familias. Paisaje urbano con figuras airadas; paisaje humano con una realidad crispada que desgraciadamente se puede reconocer en muchos otros lugares del mundo. El insulto es una película para pensarla, desequilibrada en sus dos partes (el juicio es un poco largo) pero muy oportuna en su discurso.
Apta para todo el mundo. Recomendada para los interesados por el eterno conflicto en Oriente Medio


(un árbol de Ramon al borde del mar)
Paisaje de mar. La vida lliure
Hace un par de semanas se estrenó La vida lliure de Marc Recha. No hablé en su momento y aprovecho ahora esta entrada de paisajes para hacerlo. Porque no tengo la menor duda de que Recha es el director español que mejor retrata el paisaje. Cualquier paisaje, pero si además ya es hermoso en si mismo como lo es el de la isla de Menorca en un otoño cálido y luminoso, el resultado es espectacular. Claro que solo el paisaje no sería motivo suficiente para recomendar este film de aventuras de piratas. Porque sin dejar de ser Recha en estado puro, La vida lliure habla de tesoros escondidos, de soldados que se esconden y mueren, de niños que buscan aventuras en el mar, de hombres misteriosos. Todo ambientado en un lejano 1918, cuando el mundo y sus tragedias estaba muy lejos del paisaje marino donde Tina y Biel viven su personal aventura de homenaje a una película mítica (al menos para mi) Los contrabandistas de Moonflet de Fritz Lang.
No sé si es apta para todo el mundo. Hace falta paciencia y tiempo para verla, como si estuviéramos sentados en una playa viendo las olas, dejarse llevar por su cadencia.



(una imagen de la película, no me resisto a ponerla)
Paisaje de río: Jeannette
Esta película es un delirio. Apasionante o insoportable. La adoras o la odias. Entras en su juego o te parece una marcianada. Bueno una marcianada lo es aunque te guste. Dumont es el más heterodoxo de los directores mundiales. Se atreve a todo sin ningún pudor. Su humor es muy peculiar (recuerden El pequeño Quinquin) sus imágenes son siempre sorprendentes, su mirada sobre la realidad inesperada. Pero en esta historia sobre una Juana de Arco niña, se supera a sí mismo. Mística y musical, barroca y rockera, la niña Juana canta a Dios bailando a ritmo de hip hop mientras cuida a sus ovejas,  tiene visiones de los santos que se muestran expertos en el death metal y escucha como un pastorcillo recita los complejos textos de Charles Péguy en forma de rap. El paisaje es el del rio Mosa en el noroeste de Francia, con sus márgenes arenosas por donde salta y baila y camina de espaldas la niña Jeannette mientras sueña con liberar el reino de Francia de la invasión inglesa y se siente iluminada por Dios y por los santos Santa Catalina, Santa Margarita, San Miguel. Una delicia fascinante en su belleza y en su ironía si se entra en su delirante juego espiritual y musical.
No apta para todo el mundo. Hay que arriesgarse para saber si uno es de los que la adoran o de los que la detestan.

viernes, 9 de marzo de 2018

APUNTES DE LA SEMANA



1.Sobre la jubilación
Esta semana ha habido muchas manifestaciones en toda España de jubilados que protestan por las pensiones. Todo lo que sea hacerse oír y poner en evidencia un problema como éste, me parece bien. Lo que no estoy tan segura es que la reivindicación sea la de que suban las pensiones según el aumento del IPC. Entre un 1% y un 0.25% francamente no hay tanta diferencia y desde luego no sirve para ayudar a los pensionistas a vivir mejor.
Sin meterme en honduras, yo propongo cuatro puntos de sentido común para intentar arreglar un poco las cosas.
Primero. Calcular las jubilaciones teniendo en cuenta toda la vida laboral de una persona, no solo los últimos quince años. Muchos trabajadores han tenido cotizaciones altas al principio de su vida laboral, pero luego la crisis los ha dejado en una situación muy precaria. No es justo calcular la pensión sobre los quince años en los que a lo peor, ni siquiera se ha podido trabajar de forma continuada.
Segundo. Reducir el número de años cotizados para cobrar la pensión completa. Teniendo en cuenta las precarias relaciones laborales de la mayoría de los españoles, pedir una cotización de 37 años es algo que muy pocos pueden acreditar. Dejarlo en 30 sería más justo.
Tercero. Permitir a los pensionistas trabajar sin limitaciones de manera que no dependan exclusivamente de la pensión para vivir. De esta manera no solo no se desperdicia una enorme riqueza laboral e intelectual que ahora se queda relegada a la indolencia sin remedio durante veinte o más años, sino que se contribuye a la economía colectiva ya que son trabajos que pagan IRPF y que tienen IVA. Y no hablo solo de personas del ámbito de la cultura (artistas, escritores, periodistas, actores, músicos, profesores…) hay muchas otras profesiones que se pueden seguir ejerciendo después de jubilados.
Cuarto. Equiparar las pensiones más bajas al salario mínimo interprofesional si una vez calculada la pensión no llega a ese mínimo.
Utopías probablemente, pero no son medidas descabelladas. ¿O sí?

2.  Huelga feminista
No me gusta nada este nombre. Las huelgas me parecen un arma de lucha antigua, del siglo XIX, que en este mundo globalizado y sobre todo tecnificado, tienen poco sentido y menos eficacia. Feminista, tampoco me gusta. Soy mujer, pero no soy feminista. No me gustan los ismos, no me gustan los guetos, no me gustan las exclusiones. Tampoco soy muy partidaria de los Día de… lo que sea. Creo que hay cosas que se han de reivindicar todos los días. Por eso no me gusta el nombre que se ha dado a la huelga de este 8 de marzo del 2018. Pero si me gusta la idea que hay detrás y que yo llamaría de otra manera (no sé cómo). Lo que me gusta de lo que se ha planteado hoy es el hecho de la evidencia y la transversalidad. Poner en evidencia no solo un problema (o muchos) sino la evidencia de que las mujeres hacen/hacemos muchos trabajos. Me gusta la idea de que esta “huelga” no sea “laboral” y que englobe en la evidencia la transversalidad: de las amas de casa a las abuelas que se ocupan de los nietos, de las mujeres que cuidan a otras personas sin cobrar a las que tienen cargos de responsabilidad, de las de una edad a las de otra, de las de una ideología a las de otra ideología. Que ponga sobre el tapete que las mujeres trabajan fuera y dentro de casa. Que demuestre las desigualdades, no solo las de las mujeres con los hombres, sino las de la toda una sociedad estructurada de forma que no funciona. Si la huelga es del siglo XIX, muchas de las formas de comportamiento que arrastramos lo son también. Por eso no me gusta el nombre, pero apoyo el hecho. Yo no haré huelga (no sé muy bien cómo hacerla, ¿saco una silla a la puerta de mi casa y me siento para que la gente vea que hago huelga?). Tampoco iré a las manifestaciones, son otra forma de protestar que no me gusta. Pero algo haré. Por ejemplo: no comprar nada hoy; por ejemplo: no hacer la cama; por ejemplo: no cocinar. Claro que eso es algo que muchos días no hago porque tengo la suerte de vivir con un señor que desde siempre ha entendido que si los dos trabajamos para ganarnos la vida, los dos trabajamos para mantener la casa en condiciones. A lo mejor estos señores, también deberían hacer huelga hoy, eso que no me gusta como se llama y para lo que aun no he encontrado un nombre mejor. (Escribir este blog no es trabajar: es una manera de comunicarme, de relacionarme, de establecer puentes, por eso lo he escrito hoy 8 de marzo)

ESTALINISMO


(la foto está sacada de los periódicos, Putin Gran Hermano)

La película La muerte de Stalin que se estrena esta semana y que ha provocado las iras del todo poderoso zar de las rusias putinescas hasta el punto de prohibirla y acusarla de difamación y de sembrar el odio con una conspiración contra el neoimperio putiviético, me sirve de ejemplo para hablar de otros estalinismos de pacotilla, tan siniestros y ridículos como el del padrecito Stalin, (aunque, de momento, con consecuencias menos trágicas), que se siguen practicando impunemente en nuestra ciudad (ya no hablo del país).
¿Por qué lo digo? Porque me ha indignado la retirada de la estatua de Antonio López de la plaza que ya no lleva su nombre. Y me ha indignado porque es un comportamiento plenamente estalinista: borrar de la memoria colectiva lo que al que manda no le gusta o no le sirve, es decir, modificar la historia para adecuarla a su relato ideológico. Vamos Stalin y Franco no lo habrían hecho mejor. El ayuntamiento, que ya ha cometido tonterías parecidas, como la de cambiar el nombre de la Plaza Llucmajor  ¡una población mallorquina! por el de la República¡¡¡ se ha cubierto de gloria mandando al oscurantismo de un almacén la estatua de un hombre que está en el origen de una de las mayores riquezas culturales y turísticas de nuestro país: la obra de Gaudí. Y lo ha hecho sin preocuparse de estudiar el qué, el cuándo o el por qué, simplemente porque le convenía hacerlo, porque se lo debía a su parroquia.
Ah y la película. Es divertida, mordaz, cruel, un poco chabacana pero muy aleccionadora de lo que pasa en los pasillos del poder, esos que no se ven y apenas se intuyen desde la calle.

WAGENSBERG



La semana pasada murió Wagens, es decir Jorge Wagensberg. Fue un golpe. Primero porque aún era joven para morir, 69 años, pero sobre todo porque era una persona inteligente, divertida, brillante, un científico que sabia divulgar y no aburrir. Ramon le conoció primero, hace mil años, mucho antes de las famosas jornadas de ciencia y filosofía que montó Wagensberg en Figueras. Desde entonces fue un amigo más cercano unas veces, más alejado otras, pero siempre presente. Cuando Ramon hacia una exposición siempre venia. La foto que publico se hizo en su estudio hace mucho tiempo. Es una foto divertida, con Ramon riendo y Jorge con cara de aquí estoy yo para lo que me echen. Recuerdo sus programas en BTV, los espléndidos capítulos de la serie Einstein a la platja. O los libros de aforismo científicos que eran lecciones de vida y de filosofía. Recuerdo que me ayudó mucho cuando quería escribir un cuento sobre un ascensor al espacio, algo que él tenía plenamente documentado. Recuerdo su extraordinaria labor al frente de Cosmocaixa, un museo que convirtió en visita indispensable por sus exposiciones y por su trabajo de divulgación. Wagens se reía mucho y compartía su energía y su entusiasmo con todos. Lo vamos a echar de menos. Mucho. Y en muchos sentidos. Pocas personas ha habido en esta ciudad con una capacidad intelectual y una humanidad como la suya. Es una lástima perderlo.





sábado, 3 de marzo de 2018

SOLDADOS (MUERTOS)



La ultima bandera
Por qué me gusta La última bandera
Porque me gusta todo lo que hace Linklater, el director que mejor retrata la cotidianidad convirtiéndola en excepcional.
Porque me gusta su capacidad para dialogar de una forma natural y con sentido.
Porque me parecen extraordinarios los tres actores protagonistas: Bryan Cranston, Steve Carell y Larry Fishburne.
Porque me gustan las películas de reencuentros tras el paso del tiempo, y esta adaptación de una novela de Darryl Ponicsan, relata el reencuentro de tres veteranos de Vietnam, que treinta años atrás protagonizaron El último deber, otra novela del mismo autor y una extraordinaria película de Hal Ashby en 1973.
Porque me gusta que el personaje de Larry Fishburne tenga una doble lectura  ya que su primer papel importante en el cine fue el soldado Limpio en Apocalipse Now, y podemos pensar que estos tres ex amigos y nuevamente camaradas se conocieron entonces.
Porque la denuncia soterrada pero implacable de la explotación maniquea de los soldados muertos en combate aflora en toda la película en una reivindicación de la dignidad de la muerte y el derecho a no ser utilizados por el poder en su propio beneficio.
Porque es una road movie sentimental que va avanzando a medida que avanzan en la  carretera de su reencuentro.
Y por último porque me ha hecho recordar uno de los films más desencantados y que mas me gustan de Stanley Donen y Gene Kelly, Siempre hace buen tiempo, un musical nostálgico que aparentemente no tiene nada que ver con La última bandera, pero que te deja un regusto muy parecido. La he vuelto a ver ayer mismo, por eso lo puedo decir. (Siempre hace buen tiempo está en Filmin).


Foxtrot
Por qué me gusta Foxtrot:
Me gusta porque es una película que habla de la muerte, la guerra, el duelo y la pérdida desde un punto de vista y un planteamiento inesperado.
Me gusta por la referencia al foxtrot de su título, un  baile que siempre te hace volver al mismo punto de partida por más vueltas que des.
Me gusta por ese segundo acto surrealista, onírico, kafkiano en un paso fronterizo israelí donde un camello que cruza la barrera es un acontecimiento y la barraca en la que vegetan los soldados destacados se hunde poco a poco en el cieno.
Pero sobre todo me gusta porque nunca había visto tan clara una ilustración de un antiguo cuento sufí que Boris Karloff relata en la película Targets de Peter Bogdanovich:
Érase una vez, en la ciudad de Bagdad, un criado que servía a un rico mercader. Un día, muy de mañana, el criado se dirigió al mercado para hacer la compra. Pero esa mañana no era como todas; porque esa mañana vio a la Muerte en el mercado y porque la Muerte le hizo un gesto. Aterrado el criado volvió a la casa del mercader.
‐ Amo ‐le dijo‐, déjame el caballo más veloz de la casa. Esta noche quiero estar muy lejos de Bagdad. Esta noche quiero estar en la remota ciudad de Samarcanda.
‐ Pero ¿Por qué quieres huir?
‐ Porque he visto a la Muerte en el mercado y me ha hecho un gesto de amenaza.
El mercader se compadeció de él y le dejó el caballo; y el criado partió con la esperanza de estar por la noche en Samarcanda.
Por la tarde, el propio mercader fue al mercado, y, como le había sucedido antes al criado, también él vio a la Muerte.
 ‐ Muerte ‐le dijo acercándose a ella‐, ¿Por qué has hecho un gesto de amenaza a mi criado?
 ‐¿Un gesto de amenaza? ‐contestó la Muerte‐ No, no ha sido un gesto de amenaza, sino de asombro. Me ha sorprendido verlo aquí, tan lejos de Samarcanda, porque esta noche tengo una cita con él Samarcanda..
Si quieren saber porque lo evoco, vean esta película.


Acabo de darme cuenta al releer esta entrada antes de publicarla que estas dos películas tan alejadas en todo: estilo, historia, guerras, personajes, tienen sin embargo algo muy importante en común. Las dos hablan de soldados muertos en guerras lejanas y enfrentamientos absurdos y las dos hablan de cómo estas muertes afectan a sus padres y les cambian la vida. Curioso.