viernes, 19 de abril de 2024

MUCHO CINE


Los críticos llevamos unas semanas un poco desquiciadas entre festivales en casa (los más difíciles de seguir porque la vida cotidiana se impone sobre la vida festivalera) y estrenos a punta pala, dicho rápidamente. Esta semana once estrenos, algunos muy gordos como Civil War, de Alex Garland, que no he podido ver pero aun sin verla pone los pelos de punta por lo que se de ella: una distopía casi real ahora mismo. Otros son pequeñitos y modestos, pero huelen a interesantes, como Hate Songs de Alejo Levis, un experimento en un solo espacio y con tres actores, que nos recuerda el horror de un auténtico genocidio, el que  se vivió en Ruanda en 1994 cuando el grupo étnico Hutu asesinó en tan solo 100 días a 800.000 personas de la minoría Tutsi. El film es la recreación de una recreación. Hate Songs cuenta como veinte años después, es decir en 2014, se recreó en un estudio de radio, un programa que en los días de la matanza incitaba al odio con sus canciones y sus consignas. Lo mejor de esta película, pequeña, que no habla de una guerra civil sino de un exterminio civil, es que me ha hecho mirar a la Ruanda de ahora mismo y me he quedado asombrada al descubrir que es un país, tranquilo, próspero, donde la memoria histórica no se ha olvidado, pero no se usa como arma arrojadiza para crear más división y odio, sino para integrarse en un proyecto común. Ruanda, escondida en el corazón de África, es un ejemplo en muchos sentidos.

De los once estrenos de la semana, cuatro estaban dirigidos por mujeres. No está mal. De los cuatro, solo he visto dos y es de esos dos de los que quiero hablar en esta entrada.

 

                                        (la auténtica Clémentine Delait)

Rosalie, de Stéphanie Di Giusto

Me gusta mucho esta película. Es muy clásica en su forma, incluso un poco demasiado académica. Pero creo que es una buena elección de la directora francesa. Si lo que cuentas es bizarro y extraño, si lo que pones en imágenes es una historia que se sale de los cauces habituales, quizás lo mejor es que la manera cómo la cuentas sea la mas sencilla posible. Y la historia de Rosalie es extraña, sin duda. Todo pasa en un pequeño pueblo francés el año 1870. Rosalie (estupenda Nadia Tereszkiewicz), es una joven tímida y  bella que llega al pueblo para casarse con Abel (estupendo Benoît Magimel). Pero Rosalie no es una mujer como las demás, Rosalie tiene un secreto que intenta ocultar a todos: Rosalie es una mujer barbuda, peluda. Lo que Marco Ferreri en una de sus películas más salvajes, La donna scimmia, convertía en un cruel cuento de explotación de un fenómeno de feria, ahora es una historia de amor. Rosalie, inspirada en el personaje real de Clémentine Delait, es una preciosa historia de amor entre dos personas profundamente heridas. El film tiene tres partes muy claras, la primera es el rechazo de Rosalie, avergonzada de su barba; la segunda es la autoafirmación de Rosalie, orgullosa de su barba; la tercera es la hipocresía respecto a la barba de Rosalie. Con una cuidada ambientación y personajes muy bien dibujados, la hermosa y no convencional Rosalie nos enseña algunas cosas: hay que aprende a quererse a si mismo; hay que aprender a aceptar la diferencia; hay que aprender a vivir de una manera libre. Bonita y barbuda.

 


La quimera, de Alice Rohrwacher

Hacer una película después de Lázaro feliz, era francamente un reto. La directora italiana tenía el listón tan alto, que corría el riesgo de decepcionar. La quimera no decepciona, ni mucho menos, pero si tengo que reconocer, que, al menos para mí, no llega a la altura de Lázaro feliz. Eso no quiere decir que no sea una propuesta absolutamente recomendable: los cuentos siempre son bonitos. Y La quimera es un cuento etrusco. Hay un príncipe melancólico y sumido en la tristeza. Arthur, Josh O’Connor más cerca de Lawrence Durrell que de Carlos de Inglaterra, es un arqueólogo que poco tiene que ver con Indiana Jones. Arthur tiene un don, sabe encontrar los tesoros escondidos en las profundidades de esa tierra donde la historia fluye. Arthur no busca la riqueza, eso se lo deja a los siete enanitos Tombarelli (ladrones de tumbas) que le siguen por todas partes. Arthur quiere encontrar a su Bella Durmiente, su Blanca Nieves, la hermosa Benjamina, perdida en la bruma de los fantasmas y los muertos. Que la música que acompaña a Arthur sea el Orfeo y Eurídice de Monteverdi, da la clave argumental de este film, pero no la de la película. Alex Gorina me dio la definición más precisa de lo que es La Quimera, una película sobre la Ruina, con mayúscula. Una ruina materializada en esas piezas rotas y sucias que Arthur descubre; una ruina representada en ese viejo palacio donde viven una mujer que es quizás la ruina más valiosa, Isabella Rossellini, la madre de la perdida Benjamina y sus crueles hermanas. Una ruina. Si la pienso bajo esta idea, La quimera me gana en muchos sentidos. Porque lo que me parecía una debilidad del film, su dispersión, su falta de encaje entre algunos fragmentos del relato, de repente, se convierte en una ventaja. La quimera es un tesoro roto en distintos pedazos que debemos unir nosotros como hacen los restauradores con las piezas que recuperan de las excavaciones. Y como ellos, hacer que las verdaderas, las importantes, no se confundan con las nuevas que usamos para intentar darle forma. Para mí, la pieza fundamental de esta ruina etrusca es el personaje de Italia, Carol Duarte, la mujer tierra que salva a Arthur de las quimeras perdidas. 

El regalo de esta semana es una mujer (posible) etrusca


 

 

 

 

 

sábado, 13 de abril de 2024

DESCUBRIMIENTOS (DE TIERRAS Y DE CINE)

 

 

Hispanoamérica, José Luis López Linares

Siempre me ha interesado el cine documental que hace José Luis  López Linares. A veces conecto más con sus temas, otras me siento más lejos, pero siempre tienen algo que me despierta ideas o me remueve pensamientos. Con Hispanoamérica, su último trabajo sobre la memoria, me ha pasado algo muy especial, he visto y escuchado conceptos sobre la presencia española en el nuevo continente que tienen mucho que ver con lo que yo misma llevo pensando y defendiendo desde hace tiempo, todo hay que decirlo, sin demasiado éxito: no hubo una conquista de México porque México no existía. Hubo una conquista del imperio azteca en la que participaron los pueblos indígenas sometidos a un imperio, el mexica, de una crueldad y tiranía absoluta. No hubo una colonización en el sentido clásico del término, hubo un mestizaje y un sincretismo de culturas. No hubo una destrucción de una forma de vida, hubo una simbiosis de formas de vida. Los trescientos años de virreinatos, no colonias, –los virreinatos tenían la misma consideración y derechos que las provincias españolas, por precarios que fueran en uno y otro lado del mar–, son los más ricos de la historia americana. En América Latina no se destruyó, se construyó. Hubo una mezcla que dio origen a los que hoy son los pueblos criollos. Y esa riqueza es algo que desde las nuevas corrientes indigenistas y anticolonialistas, no solo se combate, sino que se niega y se intenta manipular en nombre de una idea disgregadora en lugar de una idea integradora. El documental de López Linares da la voz a historiadores, músicos, artistas, políticos de distintos países para que sean ellos los que reivindiquen la historia común, .no sólo con palabras, sobre todo con hechos, con documentos, monumentos, iglesias, colegios, hospitales y ciudades, porque España creó ciudades donde convivían las culturas. Lo de común es importante, porque antes de la llegada de los españoles, había reinos, imperios poderosos, pero aislados unos de otros. Fue la presencia española la que dio sentido a la idea de Hispanoamérica. Este trabajo debería verse en las escuelas de toda América Latina y en las escuelas de España. A ver si se empieza a tener una idea menos maniquea y manipulada de una realidad que está muy viva y muy presente. Aparte de esto, el documental es de una gran belleza en sus imágenes barrocas y de una gran riqueza en su reivindicación musical, quizás la forma más bonita de mostrar la integración de los dos mundos. Un pequeño apunte personal. Cuando yo estudiaba en México, en el Colegio Madrid se celebraba una fiesta de fin de curso cada año. Hasta tercero de primaria, es decir entre los 6 y los 9 años, los bailes que hacíamos las niñas eran mexicanos, la bamba, el jarabe tapatío, las guajiras michoacanas, eran bailes con vestidos largos, llenos de colores y volantes y con los brazos hacia abajo. En cuarto hacíamos una tabla gimnástica. Y a partir de quinto, sexto y la secundaria, los bailes eran españoles, con vestidos mas monocromos, rojos o azules, muñeiras, jotas, sardanas, lagarteranas y con los brazos hacia arriba. Siempre me llamó la atención esto de los brazos. Y me gustaría que alguien me lo explicara. Es curioso.

Aprovecho esta oportunidad para rescatar un texto que escribí hace un tiempo y que tiene mucho que ver con este documental:

“Nunca entendí el significado ideológico del 12 de octubre. Lo justo habría sido contar el encuentro entre dos mundos, dos civilizaciones, crueles las dos, violentas las dos, pero cada una con muchas cosas buenas para enriquecer la convivencia. Los españoles trajeron un idioma común y una organización territorial y política que ha dejado una huella imborrable en toda Latinoamérica; los pueblos indígenas aportaban su visión del mundo. Ni una ni otra eran perfectas, pero juntas crearon un mundo mejor. Los tres siglos de conquista española dejaron una herencia enorme que los dos siglos de independencia no han hecho más que dilapidar llevando al continente a la práctica ruina económica y moral en la que vive actualmente.” El documental Hispanoamérica, me da un poco la razón.

 

Seis películas para un festival. D’A 2024

Se pude decir que destacar solo seis películas en un festival que ha propuesto 120 títulos es más bien poco. Quizás si, pero es evidente que es imposible verlas todas; es evidente que entre lo que ves te puedes encontrar con sorpresas y decepciones; es evidente que tienes que escoger en función de tus gustos, pero también de tus necesidades profesionales. No es lo mismo ir a un festival para ver cine y disfrutarlo, que ir para cubrirlo para un medio que te condiciona de alguna manera. Teniendo en cuenta todo esto, me parece que puedo estar contenta de que este D’A 2024, en el que he visto más de veinte películas, seis se me hayan quedado en la memoria.


(portada del disco Una semana en el motor de un autobús donde está la canción 

Segundo premio de Los Planetas)

Segundo Premio, Isaki Lacuesta y Pol Rodríguez

Tenía muchas ganas de ver la última película de Isaki, realizada esta vez en colaboración con Pol Rodríguez, otro director que me gusta mucho. Sabía que era una especie de biopic de un grupo de música de los noventa, Los Planetas, que la verdad, no conocía de nada. Pero lo que no sabía es que me iba a encontrar con una película Romántica y Melancólica a partes iguales. Un film que habla de la existencia y la autodestrucción, de la amistad y la creación. Una película que pasa en Granada, una ciudad misteriosa, una combinación de mar y nieve, de hielo y vapor, de árabe y cristiano, de agua y fuego. Agua que corre por arriba, fuego que circula escondido. Es impresionante como se puede reflejar un estado de ánimo con una mirada, un gesto, una canción. Segundo premio es un premio gordo. Y el inicio de una nueva etapa en el cine de Lacuesta. Felicidades.

 


Tríptico, de Daniel Grandes, María Martín-Maestro, Albert Olivé

Este film lo firman tres directores, pero lo habrían podido firmar los seis alumnos de la UPF que lo han concebido como un trabajo colectivo que viene a demostrar que sin una productora detrás y sin subvenciones, se puede hacer una película. Una gran película. Lo que hace falta es ganas, antes que nada, imaginación, colaboración y saber lo que quieres contar. Las cuatro cosas se conjugan en este film sorpresa de la sección que lidera Carlos Losilla, Un impulso colectivo. ¿Cómo hacer una película con muy poco? Un solo escenario, en este caso un enorme piso de techos altos y grandes estancias que uno de los personajes hereda inesperadamente. Dos personajes, un chico y una chica que empiezan a vivir en ese piso. Una situación externa: la pandemia que justifica que nunca salgan de ahí. Una situación interna: están rodando una película en la que ellos son y no son los protagonistas. Y tres cuadros misteriosos: uno feliz, uno trágico, uno en blanco. Con estos elementos se construye un film de suspense, de terror en algunos momentos, de amor, de reflexión sobre la representación. Y pasa volando y llega el final y dices, ¿qué pasará ahora? Espero que lo que pase es que todos ellos, los de delante y los de detrás de la cámara sigan adelante. Son el futuro.

 


Camping du lac de ÉlèonoreSaintagnan

¿Se han encontrado alguna vez tirados en medio de la nada porque el coche se ha estropeado donde menos te lo esperas? Este es el punto de partida de este cuento moderno narrado en primera persona por la propia directora. Cuando su coche se avería en una carretera de la Bretaña francesa, ella, debe pasar unos días en un camping cerca de un lago. Estamos fuera de temporada, pero hay algunos habitantes permanentes que viven todo el año en ese camping atraídos por una leyenda medieval, en el lago hay un pez monstruosamente grande que nadie ha visto nunca y que ellos intenta pescar, o al menos ver. Mientras espera pacientemente que arreglen su coche, ella se dedica a recoger relatos diferentes, a escuchar canciones de otro tiempo, a recorrer las orillas gravando sonidos de pájaros y de animales. Y descubre un mundo tranquilo y sereno como tranquilo y sereno es el film que hace esta joven realizadora francesa. Un cuento en el que te gustaría vivir, aunque el final sea un toque de atención sobre los peligros del cambio climático. La sequia no solo deja al descubierto ruinas de pueblos abandonados; puede dejar al descubierto peces monstruosos a los que hay que salvar.

 


Hors Saisson Stèphane Brizé

Fuera de temporada. Eso es lo que quiere decir este título y es lo que cuenta este film que rápidamente definiría como un cruce entre una película de Hong Sang-so y Claude Lelouch. Tiene tanto de los films invernales y de hoteles vacíos del director coreano, sin comida ni bebida, como del edulcorado Un hombre y una mujer, pero sin música. El resultado es una historia de amor truncada en el pasado, recuperada en el presente en ese balneario donde se refugia un actor en crisis después de abandonar el que debería ser su primer trabajo en el teatro. En la atmósfera azul y blanca del balneario, el actor no recuperará la serenidad, pero si encontrará un viejo amor con el que revivir momentos de melancolía más que de otra cosa. Podría ser un poco más corta, podría no tener varios falsos finales, pero a pesar de eso no me olvido de ella y del rostro desconcertado de Guillaume Canet o los ojos entornados de Alba Rohrwacher. Por eso la dejó aquí entre las cinco del D’A.

 


Música de Angela Schanelec

Hay algo musical en este film de la directora alemana. El título no está puesto porque sí. Y no solo porque la música barroca, Vivaldi, Monteverdi, Bach, jueguen un papel importante en la historia, sobre todo porque es la música la que al final salvará al héroe de este mito. Estamos ante la recreación de un mito: el Edipo de Sófocles. Claro que no hace ninguna falta saber esto para disfrutar de las imágenes y el ritmo de este film musical. Pero si lo sabes, puedes llenar los vacíos de las grandes elipsis que usa como si fueran movimientos de una misma composición. Primer movimiento, un bebé es abandonado en una cueva donde lo encuentra un pescador. Segundo movimiento, un adolescente con heridas en los pies, mata sin querer a un hombre en las rocas. Tercer movimiento, el joven herido, entra en la cárcel donde conoce a una funcionaria y se enamoran. Cuarto movimiento, al salir de la cárcel encuentra a la funcionaria, se van a vivir juntos y nace una hija. Quinto movimiento, la mujer hace una llamada telefónica y descubre un secreto. Ya no cuento más, pero aun hay un sexto movimiento. Siempre con la música barroca como contrapunto del paisaje seco y rocoso de las costas griegas. Cuando se estrene volveré sobre Música para recordarles que no la dejen pasar.

 


Historia de pastores, Jaime Puertas

La película más rara del festival, de las que yo he visto al menos. Estaba dentro de la sección Un impulso colectivo, donde caben este tipo de rarezas. Historia de pastores pasa en un futuro cercano, el 2027, en el campo granadino que se ha quedado sin agua y donde los cortijos se han convertido en ruinas arqueológicas. Hay un misterio, una extraña piedra caída del cielo, una excavación de un poblado neolítico, una atípica estudiante de geología que busca un cortijo perdido. Y hay dos pastores, uno, José, sufre una extraña erupción cutánea; el otro, Jonás, es el heredero de una saga de pastores que han visto un ángel. Todo pasa en un contexto de cotidianidad pueblerina, de vidas rutinarias, de cielos ardientes y ovejas de cristal. Si son capaces de imaginar todo esto en una película que cuenta cuentos y tiene como estrellas drones que vigilan permanentemente desde el cielo, se harán una idea de lo que es este film inclasificable, lleno de imágenes impactantes, donde la rareza empieza con una becaria de pelo blanco y arrugas y sigue con un hombre iluminado mientras otro hombre atraviesa, literalmente, al otro lado de la realidad. Lo raro en lo más cercano. 

El regalo de esta semana no es un cuadro ni un dibujo, es una foto de mi hermana Flora en una fiesta de fin de año de El Colegio Madrid, con los brazos en alto, como corresponde a la muñeira que supongo bailaría justo después. 


 

 

 

 

 

sábado, 6 de abril de 2024

CARTAS

 


Pequeñas cartas indiscretas, Thea Sharrock

Una entrada corta esta semana en la que ha empezado el D’A y hay pocos estrenos.

Una entrada de cartas indiscretas que  trastornan la hipócrita armonía de una pequeña ciudad costera completamente inventada.

Una película sencilla, no simple, que se apoya en sus dos actrices, Olivia Colman como solterona reprimida y malvada y Jessie Buckley como irlandesa libre y desprejuiciada.

Todo ambientado en los años 20 en una pequeña localidad costera inglesa, cuando el conflicto irlandés estaba en pleno apogeo.

Un argumento que le habría encantado a Agatha Christie, sobre todo en el mejor personaje de la historia, la policía de origen indio (atención a Anjana Vasan) que es la primera mujer policía en el pueblo, con lo que eso significa en racismo y desprecio por parte de sus superiores. Y una vecinas que no dudan en establecer complicidades para llegar al fondo del asunto de esas cartas maliciosas y obscenas que reciben un día si y otro también.

La historia parece escrita para ser una comedia de la Ealing, los estudios ingleses que llenaron de risas inteligentes y en blanco y negro los años 50  con Alec Guinness como estrella principal. Pero también se la puede relacionar con El cuervo, el clásico por excelencia de las cartas envenenadas, dirigido por H. Clouzot en 1943 en la Francia ocupada y plagada de colaboracionistas.

Solo un pequeño apunte, en este tiempo en el que ya no se escriben cartas en papel, las maldades se han multiplicado por mil gracias (o desgracias) a las redes sociales que amparan el anonimato y facilitan la difusión de fake news, secretos de todo tipo y más que otra cosa, lo que buscan es hacer daño. No estoy segura que con el tema de lo que se dice en twit, o como se llame ahora, se pudiera hacer una comedia tranquila como esta.

 

Un pequeño ciclo de cartas

Cartas denunciantes. El cuervo H.G. Clouzot, 1943

Cartas amenazadoras. El cabo del terror, J.Lee Thompson, 1962 y El cabo del miedo, Martin Scorsese, 1991

Cartas de amor. Carta de una desconocida, Max Ophüls, 1948

Cartas vengativas: Expiación, Joe Wright, 2007

Cartas malvadas. Diario de un escándalo, Richard Eyre, 2006

Carta que siembra dudas. Carta a tres esposas, J.L. Mankiewicz, 1949

Cartas emocionantes. Cartas desde Iwo Jima, Clint Eastwood, 2006

Carta para el futuro. Carta a mi madre para mi hijo, Carla Simon, 2022

 

El regalo de esta semana es una chica escribiendo cartas bonitas.



 

 

sábado, 30 de marzo de 2024

CUERPOS

 


El problema de los tres cuerpos. Netflix

Se ha hablado mucho estos días de la serie de Netflix El problema de los tres cuerpos. No he querido leer nada antes de verla y de escribir de ella. Porque quería escribir de ella, eso lo tenía muy claro. Pero quería hacerlo sin estar contaminada de la opinión pública y publicada. Quería acercarme a la serie desde la ilusión de ver como uno de los libros de ciencia ficción que más me han gustado en estos años se convertía en imágenes.

Pero empecemos por el principio. Fue una de mis mejores amigas la que me habló de estos libros hace mucho tiempo, en la era AGP (Antes de la Gran Pandemia). Ella los había leído en inglés y le entusiasmaban. Los busqué en castellano y los encontré. Los tres El problema de los tres cuerpos, El bosque oscuro, El fin de la muerte. Que un chino completamente desconocido para mi, Cixin Liu, hubiera escrito esta inmensa trilogía de Ciencia Ficción, más Ciencia que Ficción, más Política que Ciencia, más Advertencia que Política, me parecía algo muy atractivo. ¿Cómo se escribe ciencia ficción desde un país tan confuciano, es decir tan apegado a la tierra, como es China? ¿Y cómo se escribe un género tan tipificado en la cultura occidental desde unos parámetros completamente distintos? La respuesta la encontré leyendo los libros de un tirón. Aunque tengo que reconocer que a veces me perdía en las definiciones científicas o en los cálculos físicos, pero pronto aprendí a leerlos de otra manera. No se trataba de entenderlos, sino de leerlos como si fueran poemas indispensables para avanzar en la envolvente historia de una traición.

No voy a explicar mucho más del argumento, vale la pena que vean la serie y, si pueden, lean los libros de Cixin Liu. Solo voy a decir que a mí no me ha decepcionado esta adaptación de los creadores de Juego de tronos. Si había alguien que podía meterle mano a la Trilogía de los Cuerpos eran David Benioff y D.B. Weiss. Si habían conseguido explicar en imágenes la saga de Juego de Tronos, podrían transformar en serie la abstracción y al mismo tiempo el mensaje de los cuerpos de Liu. Que hayan occidentalizado a los personajes principales, no me parece mal, entre otras cosas porque no es tan simple su occidentalización. Los cinco científicos discípulos de Vera resumen la humanidad entera: un negro, una china, una latina, y dos blancos muy diferentes. Todos formados bajo el ala de Vera, una científica china y a su vez bajo el ala de Ye Wenjie, la auténtica protagonista. El origen de la historia sigue estando en China, el origen del problema de los tres cuerpos sigue siendo la intolerancia, la represión, el abuso de poder de la llamada Revolución Cultural del presidente Mao en los años sesenta (de la que ya casi nadie se acuerda y que a mí me parece reconocer en algunos comportamientos sectarios y prepotentes en ciertas universidades y colectivos muy actuales). Sin ese detonante, no se entiende la respuesta de Ye que desencadena una historia apasionante. Y atentos al final de la serie (y del primer libro), puede que miremos a los insectos de otra manera.

Dos cosas curiosas. Una de las  amenazas que anuncia la serie es la de una pérdida del control energético que provocaría el caos. El accidente del barco de Baltimore, que ha acabado con uno de los puentes más importantes de Estados Unidos, me hizo pensar en un aviso de lo que puede pasar. El barco venía de China y se dirigía a Sri Lanka y poco después de zarpar se apagaron todas las luces, perdió el rumbo y chocó con el puente. Extraño sin duda. La otra cosa curiosa la puede detectar cualquiera que tenga un móvil y se haya dado cuenta de que si entra en una zapatería, al cabo de media hora empiezan a llegarle anuncios de zapatos. O lo que es peor, te comas un chocolate y empiezan a salirte entradas relacionadas con lo bueno que es el chocolate. Son los algoritmos, dicen. Si ven la serie, descubrirán que propone otra explicación mucho menos tranquilizadora. Por si acaso, espero que este texto les guste (a los lectores de aquí y a los de allí).

 


( la auténtica Diana Nyad)

Nyad, de Elizabeth Chai Vasarhelvi y Jimmy Chin. Netflix

Mi intención era dedicar esta entrada exclusivamente a los tres cuerpos, pero por razones de trabajo he tenido que ver una película que se me perdió en su estreno, Nyad, de Elizabeth Chai Vasarhelvi y Jimmy Chin, un film protagonizado por Jodie Foster y Annette Bening que le valió a esta última una nominación al Oscar como mejor actriz. La relación de este film con la serie no pasa porque sus directores sean de origen chino, sino por el Cuerpo. De los cuerpos celestes de la trilogía, pasamos al cuerpo acuático y atlético de Diana Nyad. Me gusta nadar, aunque no soy muy buena, y me gusta ver competiciones de natación. Pero no sabía nada de la existencia de esta nadadora americana, campeona olímpica, que a los 28 años intentó cruzar de Cuba a Florida a nado y no lo consiguió. Pero si lo logró a los 64 años en una hazaña que los que nos miran habrían aplaudido. Lo que cuenta esta película es precisamente este momento. El día que cumple sesenta años, Diana Nyad se propone cumplir su sueño de ir de Cuba a Cayo Hueso nadando sin parar sesenta horas. Tiene claro el objetivo y aunque le llevará cuatro años y cinco intentos, acabará por conseguirlo. El film sigue a la protagonista y a su amiga y entrenadora Bonnie, Jodie Foster, en este empeño casi imposible. Annette Bening sostiene el personaje en el agua y fuera del agua y el film avanza a brazadas con nosotros en el barco ayudándola. Lo que importa en esta película, difícil de rodar sin duda y todo un reto para la actriz, es lo que dice Diana Nyad cuando llega a la costa de Florida: “Nunca te rindas. No dejes que la edad te impida cumplir tus sueños. No olvides que necesitas un equipo que te acompañe”. Tres lecciones de vida.

El regalo de esta semana es un cuadro con tres cuerpos en el espacio.

 



 

 

sábado, 23 de marzo de 2024

RESPIRAR


Sin respirar no se puede vivir. Pero se puede vivir respirando de distintas maneras. Las dos películas de esta semana  lo demuestran.

 


La abadesa, Antonio Chavarrías

Lo primero que se me ocurre viendo esta interesante película es como se pude plasmar en imágenes la idea del materialismo religioso, entendiendo materialismo en el sentido marxista del término, no en el de consumismo o explotación. A priori parece una contradicción, pero lo que hace la joven abadesa en ese oscuro y frío convento es exactamente eso: materialismo religioso. No hay nada de espiritual en su búsqueda, no hay nada metafísico, Emma no es Santa Teresa. Emma tiene 17 años cuando llega a un perdido monasterio en las montañas, en la frontera de los reinos cristianos y árabes. Su misión es repoblar las tierras con nuevos cristianos. Estamos en el siglo IX, en los Pirineos: el rey franco protege ese monasterio de las intrigas políticas, los moriscos conviven con los cristianos que poco a poco van extendiendo su influencia. El poder es el tema principal del conflicto entre Emma y su hermano el Conde, entre Emma y las jerarquías eclesiásticas, entre Emma y los campesinos, entre Emma y la hermana Eloísa. Poder no de la Iglesia y la Nobleza, poder de una mujer con las ideas muy claras, dogmática y segura. Chavarrías se inspira en la historia real de una abadesa olvidada por la historia y ambienta su aventura solitaria en el magnífico castillo de Loarre en pleno invierno, usando la iluminación de las velas que crean imágenes en clarososcuro de una gran belleza, pero también de una gran opresión. Otras dos ideas me surgieron viendo La abadesa. Una es la contemporaneidad de los temas que se tratan: la discriminación de la mujer en los estamentos de poder o los conflictos territoriales, sirven de espejo de nuestro propio mundo. La otra es el paralelismo con Narciso Negro, de Michael Powell y Emeric Pressburger. En cierto modo, La abadesa es casi un remake de personajes, no de argumento, de Narciso Negro. Una joven abadesa llega a un convento perdido en la montaña, alejado del mundo. Quiere cambiar las cosas y llegar a proteger a los desheredados de su  territorio. Un hombre la ayuda en esa función y entre ellos nace algo más que respeto, un amor reprimido. Hay una joven nativa a la que la abadesa decide proteger. En el convento se enfrenta a una monja que no oculta sus deseos y  la coloca ante un espejo. Las dos películas son quizás un poco largas, las dos son de una belleza sublime. En lo que no son iguales es que La abadesa es muy terrenal a pesar de poner su fe por encima de todo y Narciso Negro es mucho más espiritual a pesar de su falta de fe. La abadesa merece ser vista con ojos de hoy y apreciar todo lo que encierra en las oscuras estancias de ese castillo en la nieve. Y si pueden vean Narciso Negro, está en Filmin.

 


Arnasa betean. A pulmón, Bertha Gaztelumendi y Rosa Zufía

En la entrada del Festival de San Sebastián del año pasado ya hablé de este interesante documental dedicado a reivindicar y celebrar las directoras vascas que han hecho y hacen cine en Euskadi y fuera de Euskadi. En realidad A pulmón habla de las mujeres cineastas más allá de su localización en el límite geográfico del país vasco. Habla del cine, de la búsqueda de un espacio narrativo, de la necesidad de colaborar, de la evolución de los temas, de cómo las pioneras de los años 80 abrieron camino a las mas nuevas directoras. Todo ello contado como la búsqueda de un tesoro en el fondo del mar que tres buceadoras a pulmón buscan en las aguas profundas. Bucear a pulmón es una gran metáfora de lo que han hecho muchas directoras en la historia: sumergirse en un espacio hermoso pero hostil, que te expulsa pero al que quieres pertenecer, un mar de fondo donde arraigar tus historias. En el mar nació la vida y en el mar nacen las muchas sirenas que surcan el cine con sus aventuras. A pulmón es un documental de memoria y de descubrimiento, pero también una invitación a ver y buscar las películas que han hecho estas mujeres. Esas y muchas más, claro. 

El regalo de esta semana es un bodegón que alegraría la vida de la abadesa de Chavarrías.



 

 

 

sábado, 16 de marzo de 2024

PREGUNTAS Y REFLEXIONES

 

Hay películas que están bien, son bonitas, entretenidas o interesantes. Sin llegar a ser obras maestras de ningún tipo, tienen algo especial, algo que me sugiere preguntas y reflexiones en las que no me había parado a pensar. Esta semana hay tres de esas películas.

Nuestro último baile, de Delphine Lehericey

Lo que cuenta esta película es muy sencillo. Germain, un hombre de 75 años, jubilado y con una vida feliz al lado de su mujer, se queda viudo de repente. En esta nueva e inesperada situación se enfrenta a dos emociones: la más difícil y dolorosa, es superar el duelo de su pérdida cumpliendo el último deseo de su mujer: bailar en un espectáculo de danza contemporánea; la más cómica y engorrosa es superar el agobio proteccionista de sus hijos que pretenden organizarle la vida como si fuera un niño o un ser discapacitado. Esta es la historia. Las reflexiones que me produjo fueron varias. La primera fue una pregunta ¿cómo habría sido la película si el que muere es él y la mujer se queda viuda? Respuesta: no habría película, porque una mujer tiene muchos más recursos para vivir sola. Desde hacerse la comida a buscarse entretenimientos y ocupaciones, no hay conflicto, no hay argumento. Y como consecuencia de esta reflexión me nació otra pregunta ¿se producirá esta misma situación cuando las parejas que ahora tienen 50 años o sus hijos de 20 se enfrenten a una pérdida a los 75 (si aun vivimos en este planeta desquiciado). La respuesta también fue muy clara: No. No, porque los hombres de 50 años ahora y mucho más los de 20, ya conciben la vida de otra manera, no son tan absolutamente dependientes de sus mujeres, comparten tareas de la casa, cuidan niños (un ejemplo, yo vivo en un barrio donde hay muchos colegios y guarderías, a las 9 de la mañana pasan ríos de padres por delante de mi casa camino de las jaulas doradas donde dejar a sus niños. La mayoría son padres, no madres.) Estos maridos, si se quedan solos, sabrán cocinar, sabrán comprar y sabrán organizarse mucho mejor que el pobre Germain. Y ahí aparece una tercera pregunta ¿realmente está Germain tan incapacitado para organizar su vida? No, no lo está, Germain es suficientemente inteligente y autosuficiente para no necesitar la tutela proteccionista y agobiante de hijos y vecinos. Menos mal que tiene una nieta que le entiende y le ayuda; menos mal que cuenta con la compañía de tres hermosos gatos, independientes, libres, pero muy fiables; menos mal que encuentra un refugio amable y creativo en la compañía de danza de La Ribot.

 


(el auténtico Sergio y la auténtica Paloma)

Radical, de Christian Zalla

Películas sobre maestros entregados hay muchas. Películas sobre alumnos que pasan de ser indomables a ser aplicados, también. Películas que cuenten como hay pequeños tesoros escondidos en las clases de una escuela rural, creo que podemos encontrar varias. Entonces, ¿Qué tiene de especial este Radical mexicano ambientado en una escuela en Matamoros, ciudad fronteriza con Estados Unidos, dominada por el narco? Pues algo. Tiene algo. Y pensando que podía ser, llegué a la conclusión que ese algo era el hecho de estar basada en personas reales y en una historia que por inconcebible que parezca, es de verdad. El argumento de Radical es este “Basada en una historia real, cuenta la historia de un maestro de una ciudad fronteriza mexicana llena de abandono, corrupción y violencia, que prueba un nuevo método radical para desbloquear la curiosidad y el potencial de sus alumnos, y puede que incluso su brillantez.” La historia sucedió en el 2011, Sergio, el maestro de primaria, ensaya nuevos métodos de enseñanza para despertar a sus alumnos. La película se centra en su relación con tres: Paloma, su éxito, Nico y Lupe, sus fracasos. Mientras la veía, me vino a la cabeza, era inevitable, La clase de Laurent Cantet y comparando las dos películas en mi memoria vi los puntos en común que ambas comparten: la realidad (de la historia en una, de los alumnos auténticos en la otra) y las consecuencias positivas de ambas (él éxito de la auténtica Paloma, el éxito de conseguir que los alumnos de la clase se impliquen en el proyecto de la película). Lo que las diferencia es más sutil. La película mexicana no esconde su vocación de cine popular, casi melodrama, mientras que la película francesa, no disimula que es, antes que nada, cine de autor. Pero bueno, qué más da. Lo interesante es que las dos proponen una manera distinta de enseñar a los niños a pensar (y si es posible, no lo que hay que pensar).

 


Hotel Royal, de Kitty Green

La directora de la interesante The Assistant vuelve a trabajar con Julia Gardner, su actriz favorita, en este film que no es sencillo de explicar: dos amigas canadienses, de viaje mochilero por Australia, se quedan sin dinero. La oportunidad de ganar algo se les presenta al ver un anuncio en el que se buscan chicas para trabajar en el Hotel Royal en un remoto poblado minero. Allá se van las dos chicas y lo que se encuentran es un mundo aislado, complicado, peligroso, surrealista, vacío y… Hasta aquí la historia. ¿Cuáles son las preguntas que me ha despertado? Una, la primera, es ¿Aun hay chicas que viajan solas por el mundo como en los gloriosos años setenta y ochenta? Pues sí, las hay, y son mucho menos vulnerables y frágiles de lo que uno se puede imaginar. Precisamente de su falta de vulnerabilidad surge la segunda reflexión, ¿con qué armas se pueden defender Liv y Hanna en un espacio hostil, no solo hacia ellas, sino hacia todo lo que vive (incluidos los pocos bichos que hay) en esas secas y áridas tierras? Con la inteligencia, la falta de miedo y un poco de humor. Claro que esta es una película, en la vida real no sé si la misma situación se resolvería tan fluidamente (no fácilmente). Una tercera reflexión me surge cuando intento clasificar el film: ¿es un western contemporáneo? Si, a veces lo es. ¿Es unja película de terror? Si, a veces lo es. ¿Es un film de denuncia contra un machismo tóxico? Sí, a veces lo es. Si es todo esto ¿Qué es realmente Hotel Royal? Pues no lo tengo claro, la verdad. Solo diré que me gusta el clima que se crea y me gusta ese final catártico no por esperado menos sorprendente.

 

EL RINCON DE LA SERIES


Chorus Girls, Ditte Hansen y Louise Mieritz, Filmin

Hace un par de meses que vi esta serie, pero me ha venido a la cabeza ahora, por lo de las reflexiones porque también Chorus Girls me provocó una curiosa idea. La serie es danesa y está ambientada en los años 70, muy al principio de los movimientos feministas, aun poco organizados en Dinamarca. Sus protagonistas son un grupo de bailarinas en un espectáculo más bien cutre, de feria. Las conocemos el primer día de las audiciones para escoger a las coristas. Una vez seleccionadas las seguimos durante 8 episodios en las que las vamos conociendo. La primera cosa que me hizo pensar es que este tipo de espectáculos en vivo han desaparecido yo diría que por completo del paisaje europeo. La segunda idea se me ocurrió a medida que iba viendo la serie. El argumento con el que se vende Chorus Girls es: “Es la hora de la revolución. En esta estupenda comedia dramática, ganadora a Mejor Serie del Año en los Premios de la Televisión Danesa, seguimos a un grupo de bailarinas en su lucha por sobrevivir en el sexista mundo del espectáculo de los años 70.” Pero mientras la veía pensaba: no es verdad. Justamente en el teatro estas chicas se sienten más seguras, más solidarias, más fuertes que cuando están fuera del teatro, en sus vidas cotidianas. Y ahí surgió una nueva impresión: cómo se puede hablar de todos los temas que afectan a la sociedad (no solo a las mujeres) a través de este grupo heterogéneo y no normativo de coristas de poca monta. La serie lo consigue y es de agradecer que no sea nada dogmática, ni nada moralista. Además de ser muy setentera en colores, vestuario, música...

El regalo de esta semana es una chica pensando frente a un cuadro





 

lunes, 11 de marzo de 2024

!FILMTOPIA YA ES UNA REALIDAD¡

 



¡Filmtopia ya es una realidad!

El 8 de marzo Filmtopia se convirtió en una realidad al 100%, con todas sus secciones, en catalán y en castellano, con entrevistas, críticas, libros, filmoretratos. ¡Todo!.

Filmtopia es una web dedicada al cine hecho por mujeres en el más amplio sentido: cineastas y profesionales de todas las ramas de la producción; recuperación de figuras del pasado para darlas a conocer; apuestas por el futuro, actualidad y opinión. Filmtopia nace como una tierra prometida  y estamos dispuestas a conseguir que sea una tierra compartida y habitada por muchos y muchas. Es una web que invita a explorarla poco a poco, a buscar entre sus propuestas, a moverse entre los temas que nos conducen de uno a otro, a escuchar las entrevistas. Después de un largo viaje en el que hemos ido construyendo poco a poco la web, hemos llegado a la orilla y ahora toca adentrarse en la conquista de las nuevas tierras.

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