A
la deriva es el título de la mejor película que se estrena esta
semana. No solo porque el film de Jia Zhangke es realmente interesante en todos
los sentidos. Si es el mejor título es porque de alguna manera representa mejor
que ninguna otra frase como me siento: A la deriva. Y hablo en primera persona
del singular porque no pretendo hacer extensivo mi deriva al resto del mundo.
Pero tanto la situación política internacional, cada día más derivada hacia un
camino de autodestrucción colectiva, como la situación política interna, cada
vez mas derivada a una espiral de miseria moral teñida de auto indulgencia,
hacen que me sienta a la deriva.. Pero basta ya de tonterías. Vamos a Jia
Zhangke
A la deriva, Jia Zhangke
La fecha d este film
extraordinario es 2024, pero en realidad debería ser 2001-2022, porque esos son
los años que recorre el film, no solo en la ficción que nos cuenta, una triste
historia de amor, si no en los tiempos de una China que en este siglo XXI ha
pasado de ser un país escondido a ser el puto amo del mundo sin levantar la
voz. Cuenta el director que estaba escribiendo una historia de amor clandestina
entre una trabajadora y su jefe, cuando estalló la pandemia. Horror, todo se
tuvo que parar. Pero a un creador como Zhangke no se le detiene fácilmente. En
pleno confinamiento, decidió darle una vuelta a su historia. Se mantenía el
espacio, la ciudad de Datong, el amor clandestino entre dos seres desvalidos, la
trabajadora Quiao Quiao y su jefe Guao Bin, pero se convertía en una historia
en el tiempo. Empezaba en el 2001, cuando Quiao Quiao se enamora de Guao Bin,
sin conseguir que su amor llegue a consolidarse antes de que él decida
marcharse a buscar nuevos caminos en otro lugar. Continúa en los años 2006-2008
cuando Quiao Quiao decide ir en su busca a la zona de la construcción de la
inmensa y monstruosa Presa de las Tres Gargantas. Cuando encuentra a Guao Bin,
comprueba que nunca podrá estar con él. La historia da un salto y la deriva de
Quiao Quiao y Guao Bin, vuelve a cruzarse en plena pandemia. Los dos son
mayores, pero aun son capaces de reconocer el amor que se han tenido. El
argumento es muy simple. Lo que no es simple es la película. Porque para contar
esa triste historia de amor, Zhangke utiliza la imaginación y el material
rodado y descartado de sus películas anteriores. Y con ellas, a modo de puzle,
construye un nuevo juguete. Cuenta con la ventaja de tener a su lado a la
actriz Zhao Tao, su mujer y protagonista
de todas sus películas desde el año 2000. Lo que quiere decir que podía verla
crecer en pantalla, desde que era una joven moderna y divertida hasta ahora
mismo, una mujer guapa y segura. Veintidós años de la vida de Zhao Tao
discurren en las imágenes de A la deriva.
Veintidós años en los que el mundo, y China, han cambiado de forma radical. Veintidós
años a la deriva en la que estamos todos sumergidos.
Borau y el cine. Germán Roda
Borau, José Luis Borau, nunca
estuvo a la deriva. Si acaso, se dejó arrastrar por diversos ríos, pero siempre
controlando el timón de sus barquitos, de sus películas como productor o como
director. El documental de Germán Roda tiene el valor de devolvernos su nombre,
su presencia permanente en su cine y en la gran influencia que tuvo sobre
varias generaciones de cineastas españoles. Esto es lo mejor de Borau y el cine. Lo peor es que el
documental no le hace justicia a su capacidad transgresora. Basado en
entrevistas a personas que le conocieron, le estudiaron o trabajaron con él, el
documental no deja de ser una colección de “interesantes” bustos parlantes
sobre una figura que tenía muchas capas. ¿Cómo haría yo un documental sobre
Borau? Pues no lo sé. Tendría que planteármelo. Pero lo que si intentaría sería
reflejar su capacidad de arriesgarse con films de género: Brandy, un espagueti western, Crimen
de doble filo, un noir amoral que coló a la censura, Hay que matar a B, un film de espionaje sin espías, más francés que
americano. Su inteligencia al hacer una película profundamente española Furtivos, con el retrato de una madre
posesiva y destructiva (¿España?), un film que le colocó entre los mejores del
cine español y que solo él era capaz de interpretar. De las fuerzas que le dio Furtivos, Boraa sacó energías para dos
películas fuera del tiempo y muy dentro de su tiempo. La Sabina y Rio abajo.
Tras este esfuerzo personal y económico vuelve a un cine casero, entrañable,
pero con una bomba de relojería escondida en una tienda de indios: Tata mia. Celia, la serie, es un regalo
que se hace a si mismo antes de encarar los dos films más difíciles de su
carrera como director: Niño nadie y Leo, ambos con Iciar Bollain como médium
de sus delirios. De este breve repaso ya se desprende que Borau no era una
personal convencional (en ningún sentido), y que bajo su apariencia bondadosa
de oso cariñoso, se movían ideas y pasiones muy tumultuosas que, por desgracia,
el documental no enseña. Quizás porque es imposible enseñarlas. En todo caso,
gracias a Germán Roda y a todos los que participan en el documental por recuperar
la memoria de un hombre muy especial.
(En Flixole hay un buen número
de sus películas, por si les apetece verlas).
Mi
prima María Schneider, Vanessa Schneider, Ed Circe, 2024
María si vivió a la deriva. María,
María Schneider, la casi adolescente que se vio envuelta en una película
cargada de dolor y de violencia cuando no estaba preparada para asumirlo. La
mujer que arrastraba una falta de cariño desde pequeña y que a pesar de eso,
fue una adolescente atrevida, libre, juguetona. A los 19 años aceptó un trabajo
aparentemente magnífico: ser la protagonista de El último tango en París, de Bernardo Bertolucci, con Marlon
Brando. Un regalo envenenado del que no salió ilesa. Esto lo sabíamos desde
hace años. Lo que el libro escrito por su prima Vanessa, diecisiete años más
joven que ella, nos cuenta, no es su vida y su calvario, es otra cosa mucho más
interesante: un relato vital, acronológico, de momentos en común y de vidas
paralelas entre la actriz y su deriva al mundo de las drogas y como consiguió
superar los escollos de su río, y la niña, hija del 68 (Vanessa nació en 1969
en una familia de progres y hippies) que tuvo que salir adelante en un contexto
familiar muy peculiar. Narrado en textos cortos en tiempo presente, este libro
es la pequeña historia de dos mujeres, María y Vanessa, enmarcada en la gran
historia de la mitad del siglo XX. Dos vidas bonitas, diría María. Dos vidas
que nos dan algunas pistas sobre el camino que nos ha dejado a la deriva.
El regalo de esta semana es un
cuadro “a la deriva”
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