viernes, 29 de diciembre de 2017

LIMONES

Tres limones de Ramon, tres poemas de limones.  
Limones para acompañar este último día de 2017 y casi primero de 2018.



El limonero lánguido suspende
una pálida rama polvorienta
sobre el encanto de la fuente limpia,
y allá en el fondo sueñan
los frutos de oro…
Antonio Machado



Limoncito amarillo
limonero.
Echad los limoncitos
al viento. 
Federico García Lorca



¿Conoces ese país donde florecen los limoneros, y las naranjas doradas brillan en el follaje oscuro? ¿Donde sopla una suave brisa del cielo azul, donde reposa apacible el mirto y se yergue el laurel?
J.W. Goethe

ARTISTAS


Artista
-Persona que practica alguna de las bellas artes (música, pintura, escultura, arquitectura, danza, poesía), en especial si se dedica a ello profesionalmente.
-Persona que tiene cualidades o disposición para dedicarse a alguna de las bellas artes.
Amistad
-Relación de afecto, simpatía y confianza que se establece entre personas que no son familia.
Retrato
-Representación de una persona en dibujo, pintura, escultura o fotografía.
-Descripción detallada de alguien o de algo.

Estas tres palabras unen dos películas completamente distintas estrenadas esta semana: Final Portrait, de Stanley Tucci y The Disaster Artist, de James Franco. Aun hay otro elemento que las relaciona: las dos están dirigidas por actores consolidados que buscan en la dirección una voz propia.
Pero vayamos por partes. ¿Por qué digo que están unidas estas dos películas, tan alejadas una de la otra en argumento y en forma? Porque las dos hablan de artistas, las dos tienen una amistad como elemento fundamental y las dos son perfectos retratos Solo por esto ya merecen estar juntas. Aunque si no fueran películas importantes y que me gustan, no sé si habría sido capaz de pensarlas en paralelo.


Vamos a los paralelos.
Artista:
-Alberto Giacometti: la película de Tucci, Final Portrait, cuenta los dieciocho días interminables que tardó Giacometti en pintar un retrato inacabado de su amigo el crítico de arte norteamericano James Lord en 1964.
-Tommy Wiseau: la película de Franco The Disaster Artist cuenta el rodaje de The Room, considerada la peor película de la historia del cine, film de culto dirigido, interpretado y producido por Tommy Wiseau en el año 2003.
Amistad
-la de Giacometti y James Lord. En el Paris de los años sesenta, James Lord conoce y comparte la vida de distintos artistas. Uno de ellos es Alberto Giacometti al que le une una gran amistad basada en el respeto mutuo. Su relación se hizo famosa gracias a uno de sus cuadros más importantes y quedó reflejada en el libro Retrato de Giacometti donde el crítico relata las vivencias de aquellas dieciocho sesiones de quietud ante los ojos inquisitivos del pintor. Es este libro el que sirve de base a Tucci para hacer Final Portrait.
-la de Wiseau con Greg Sestero. En el Nueva York de finales de los noventa, Wiseau y Sestero se conocen en una escuela de teatro. Su amistad se consolida en Hollywood donde ambos intentan triunfar como actores. Cuando Wiseau decide dirigir The Room no duda en hacer de Sestero su principal protagonista. El resultado fue un desastre descomunal que acabó convirtiéndose en un film de culto absoluto. En el año 2013, Sestero publicó un libro de memorias de aquel rodaje y de su amistad con Wisean que ha sido la base sobre la que James Franco ha construido The Disaster Artist.
Retrato
-el de James Lord que pintó Giacometti; el de Giacometti y Lord que hace Stanley Tucci.
-el de Wiseau y Sestero que hace James Franco en su película.


Ya está, ya tenemos los paralelismos establecidos. A partir de aquí, las diferencias.
Final Portrait es una película de cámara con dos protagonistas  espléndidos, Geoffrey Rush como el airado y siempre insatisfecho Giacometti y Armie Hammer como el paciente James Lord. Centrada en el único escenario del  desordenado estudio del artista, las palabras dichas y las no dichas tienen un papel definitivo mientras  avanza y retrocede el retrato. Tucci filma a estos dos personajes siguiendo la pauta que le da el propio libro de Lord cuando explica: “La situación parecía convertirse en algo profundamente irreal por momentos. El retrato ya no significaba nada como tal. Como cuadro tampoco decía mucho. Lo que sí tenía sentido y existía con vida propia era la lucha infatigable e interminable que Alberto había emprendido para expresar en términos visuales, y a través del acto de pintar, una percepción de la realidad que, por casualidad, había coincidido con mi cabeza”. Final Portrait es una excelente ocasión de ver un artista en plena creación.
The Disaster Artist es una película coral, con dos voces dominantes, pero con la necesaria colaboración de todos los que participaron en aquella desastrosa experiencia. James Franco asume el papel de Tommy Wiseau y se desdobla en director de una película horrible dentro de la acción y director de una comedia negra sobre el mundo del cine en la realidad. Ambos mundos convergen en el retrato de un hombre obsesivo y abrumador. Los créditos finales nos muestran secuencias de la auténtica The Room comparadas con la película de Franco, tanto del rodaje como del estreno.  Todo junto, hace de este film hilarante en muchos sentidos, una buena muestra de amor al cine y lo inesperados que son los caminos que llevan a la fama.
Dos artistas, dos historias de creación, dos películas, dos directores/actores. No está mal para acabar el año.



viernes, 22 de diciembre de 2017

PEQUEÑECES


(yo también tengo mis liliputienses)
No podía ser mas oportuno el estreno de Una vida a lo grande, la nueva película de Alexander Payne. Es perfecta para un día como hoy. Con un supuesto mensaje ecologista, la idea que plantea es el sueño dorado de cualquier tiranuelo fascista, dictador populista o nacionalista irredento: hacerse pequeño para aislarse, hacer pequeños a los demás para aislarlos.
Este mundo de liliputienses sin Gulliver es una auténtica pesadilla del futuro. Para salvar a la humanidad un grupo de científicos consigue reducir el tamaño de los humanos a unos pocos centímetros. Se crean nuevas ciudades enanas donde los habitantes de Lililandia se supone que vivirán felices y contentos. Pero como era de esperar, a ese mundo feliz se arrastran también todas las contradicciones y maldades del mundo grande, con sus desigualdades, explotaciones, miseria y opulencia. Al margen de que la nueva fórmula, pensada para aligerar la presión humana sobre el planeta, sirve para que los sátrapas de cualquier pelaño reduzcan a los habitantes disidentes y los envíen directamente a una caja de cartón. Pero incluso en esta Lililandia feliz hay unos cuantos irredentos que aun quieren más pureza, los elegidos, los autenticas salvadores que deciden esconderse bajo tierra indefinidamente, esperando que los demás, liliputienses y humanos normales, se maten entre si.

Una lección sin duda. Hacerse cuanto más pequeño mejor para no tener que compartir con nadie. Separarse en una arcadia feliz al margen de los auténticos problemas en lugar de solucionarlos y cuando se constata que la arcadia feliz no lo es tanto, separarse aún más, hasta el punto de erigirse en pueblo elegido por no se sabe quién para salvar a unos pocos. ¿Les suena el discurso? Muy pertinente, sí señor. 

sábado, 16 de diciembre de 2017

MUJERES


Alanis
No me gusta utilizar carteles de películas para ilustrar los post de este blog, pero en esta ocasión no puedo evitarlo. El cartel es la película. Una mujer ocupa prácticamente toda la superficie. Está sentada, con las piernas abiertas, desafiante, segura. Lleva un niño en los brazos que mama de uno de sus pechos descubierto. Los tonos son rojizos, como es rojo su vestido, aunque la mujer está flanqueda de una sombra amenazante de color violeta. Su mirada es dulce pero no sumisa. Esta mujer sabe lo que quiere. La mujer es la actriz Sofía Gala Castiglione, o lo que es lo mismo, Alanis, una puta de Buenos Aires, que lleva a su hijo en brazos. Pero Alanis no es la típica puta de película de denuncia social. Alanis no es una mujer explotada ni obligada por nadie mas que ella misma a ejercer la prostitución. Vive en un piso con una compañera de profesión que la ayuda a cuidar al bebe. Cuando el estado, la sociedad, en forma de policía y asistentes sociales, irrumpe en su vida, Alanis tendrá que sobrevivir durante tres días hasta encontrar otro espacio donde trabajar sin problemas en lo que ella quiere, en lo que ha elegido. Esta es la gran lección del film de Anahi Berneri, multipremiado en San Sebastián. Su capacidad de provocar reacciones de incomprensión en buena parte del público. Cuesta aceptar que no haya miseria, ni menos aun miserabilismo, que no haya explotación y abusos, que en cambio se vea la solidaridad entre las putas que comparten piso, aunque no la de las que se buscan la vida en las calles. Cuesta creer que esta mujer, guapa, inteligente, con recursos, prefiera su vida a la que una sociedad hipócrita y reaccionaria quiere imponerle. Durante toda la película vemos a Alanis siempre a través de algún obstáculo que la aparta, la margina. También la vemos constantemente reflejada en un espejo que devuelve su imagen en esos días de desconcierto. Alanis no forma parte de ese mundo que la rodea como la sombra violeta en el cartel. Hace su trabajo de forma profesional, sin emociones, sin implicarse. Conserva siempre su dignidad. Y al final, consigue lo que quiere. Solo en la última secuencia, cuando ha vuelto a encontrar un espacio de equilibrio, la vemos sin sombra, sin obstáculos que nos la oculten en todo su esplendor. Vuelvo al cartel porque me sigue impresionando la imagen de madonna renacentista, de virgen dando de mamar, de mujer fuerte. Bravo por las tres: la directora, la actriz y el personaje.



(en este caso no puedo resistir poner una foto de Julita en sus reinos)

Julita
Muchos hijos, un mono y un castillo, es un ejercicio de memoria familiar y colectiva que cuenta la vida de una mujer sin miedo a ser políticamente incorrecta, a ser excepcional. Julita Salmerón tuvo tres deseos de pequeña: tener muchos hijos, tener un mono y tener un castillo. La vida le permitió cumplir los tres. Ahora Julita tiene 82 años, tiene muchos hijo, ya no tiene mono y ha perdido el castillo por culpa de la crisis. Julita es la protagonista del hilarante, inesperado y muy recomendable documental de Gustavo Salmerón. Julita no tiene ningún pudor en decir y hacer lo que quiere delante de la cámara de su hijo. Igual que no lo tuvo para llenar el castillo heredado de miles de objetos, muebles y pinturas que merecerían estar en un museo de los horrores. Durante catorce años, el actor se dedicó a filmar a su madre, su padre, sus hermanos, los gallos y las gallinas, el cerdo, el burro, el belén, el caos de una familia muy poco convencional. La inverosímil y muy berlanguiana búsqueda de unas vertebras de la bisabuela asesinada por los rojos es el macguffin de una historia que tiene muchos otros momentos azconianos: la muerte vestida de monja, el belén regado en julio, el diente en el café con leche… . Entre la carcajada y la melancolía, entre la tragicomedia y el esperpento, Julita, como la Carmina de Paco León, despierta un sentimiento de complicidad con el espectador. Quizás eso explique que ante el asombro de Julita Salmeron este film privado y familiar sea no solo entendido, sino disfrutado, premiado y compartido por públicos de todo el mundo.


sábado, 9 de diciembre de 2017

CONFLICTOS



Conflicto político: El viaje
Esta no es una gran película. Pero es un gran tema. Año 2006. El primer ministro Tony Blair preside en Glasgow las negociaciones de paz para Irlanda del Norte donde se enfrentan los dos eternos enemigos, el líder del Sinn Fein Martin McGuinness y el implacable pastor protestante unionista Ian Paisley. Una circunstancia inesperada les obliga a realizar un viaje juntos en un coche, acompañados solo de un joven chófer. El viaje fue real, aunque no en un coche sino en un avión. Lo que pasó en ese viaje nadie lo sabe. Las consecuencias si. Al llegar a su destino, los dos enemigos se dieron la mano y comenzaron las negociaciones para firmar una paz definitiva en Irlanda del Norte. La película se disfruta por los dos actores que dan vida a los personajes reales, Timothy Spall y Colm Meaney. Pero sobre todo la película es importante porque pone en evidencia que hablar y conocerse es el primer paso para entenderse. Pero, y eso es lo mejor de todo, deja muy claro que una vez dicho todo lo que hay que decir, hay que saber ceder, en cierto modo traicionar, para conseguir un futuro mejor. Hace falta mucho valor y mucho sentido de estado para atreverse a traicionar pensando en que es lo mejor para todos y no solo para los propios aduladores. Es una lección que deberían aprender muchos de los políticos de ahora mismo.



Conflicto social: Suburbicon
Esta no es la gran película de Clooney, ni la gran película de los Coen. Pero la unión de todos si hace que sea una estupenda película. Me explico. Los Coen escribieron un guión hace años el que estaba el germen de algunos de sus personajes futuros. Finales de los años cincuenta, una pequeña ciudad de clase media blanca, con sus casitas y sus jardines. Un hombre acosado por las deudas, un agente de seguros corrupto, una mujer hipócrita y cobarde, una pareja de matones de comic, una serie de crímenes imperfectos. El mas puro Coen vive en Suburbicon. Pero entonces llegó Clooney y aportó a este universo un nuevo elemento: en este idílico pueblo de blancos, aparece una familia de negros, de clase media, pero negros. Y eso introduce un contrapunto a la historia, una especie de ruido de fondo, de murmullo presente todo el film sin llegar nunca a ocupar el primer lugar de la acción. Es el contexto que permite que la historia de estúpidos asesinatos que suceden uno detrás de otro en la casa de al lado, puedan hacerse con total impunidad ante la indiferencia de todos, mucho mas entretenidos en acosar y maltratar a los negros que en vigilar la hipocresía asesina de sus vecinos. Aunque se ambiente en los años cincuenta, la historia habla de la América de Trump de ahora mismo, donde una clase media empobrecida y miserable mira a enemigos ajenos, mientras su presidente asesina a su propio país. Pero de este Suburbicon se puede sacar una lección mas colectiva y universal. Los políticos manipulan a la gente para que ataque a enemigos imaginarios a fin de que no miren los asesinatos, económicos, sociales, corruptos, que perpetran con total impunidad. Lo vemos todos los días. Gran lección la de esta película divertida, cruel, negra, con un humor sacado directamente de los dibujos animados de El Coyote y el Correcaminos.


Conflicto doméstico: Llueven vacas
Tampoco esta es una gran película. Pero también es un gran tema. La violencia de género ocupa demasiadas veces las páginas de los diarios y las noticias de la televisión. Siempre, o casi siempre, a raíz de un asesinato, seguido de un suicidio. La violencia de género, encierra una verdad mucho más dura: el fracaso de una sociedad que no da ninguna salida ni al hombre, ni a la mujer, ni a la pareja. Solo la muerte. “La maté porque era mía”. Pero precisamente por eso me mato a continuación porque ya no tengo nada. Bueno, esta película de titulo sugerente y muy gráfico, va de violencia de género. Pero de una que se ve menos, de la que se habla poco, que no sale en los periódicos. Y sin embargo está mucho más extendida y es igual de dolorosa y castradora que la física. La violencia psicológica, el control sobre el pensamiento, la manipulación de la vida del otro. Si el marido decide que llueven vacas, la mujer no solo debe verlas, sino debe protegerse no sea que le caiga una en la cabeza. En nuestro mundo llueven demasiadas vacas. En las casas y en la sociedad, donde nos hacen creer continuamente que llueven vacas del cielo para que no pongamos en duda ninguna de sus “verdades”. Denunciar eso, a través de una pareja, Margarita y Fernando, interpretada por seis actores distintos, es lo mejor que tiene este film teatral, pequeño, y nada ambicioso. Una excelente ocasión de hablar de esa otra violencia. La que no se ve, pero se sufre en silencio y colectivamente.



Conflicto amoroso: En la playa sola de noche
Esta si es una gran película. A pesar de ser criptica, privada, con claves que solo los involucrados pueden entender. Es una gran historia de amor y de desamor, de palabras y de emociones, de sueños y pesadillas, de alcohol y de paseos. De fantasmas también. Hong-sang soo es uno de los más grandes directores del momento. Su cine de largas secuencias, de paisajes, playas, parques y mujeres, es una invitación constante a dejarte llevar por su belleza, por sus emociones, por sus pasiones. Cuenta una historia en dos partes. La primera en Hamburgo, la segunda en una pequeña ciudad costera de Corea del Sur. Cuenta la historia de una actriz abandonada después de tener una aventura con un hombre casado, un director de cine. Cuenta la historia de su intento de entender esa situación, de asumirla, de vivirla. Pero por encima de todo, cuenta la historia de una mujer que sueña en la playa, sola de noche. Y pasea. El romanticismo presente en la música de Schubert y en los encuadres dignos de Caspar David Friedrich,  tiene como contraste las dos largas secuencias de comidas y bebidas donde el alcohol hace aflorar la verdad, las lágrimas, el dolor y la impotencia. Rossellini y Rohmer, releído por un coreano exquisito.

sábado, 2 de diciembre de 2017

DESCONOCIDOS


Se estrenan esta semana tres películas absolutamente distintas, pero con un nexo en común: hablan de gentes que creen conocerse y en realidad no saben nada unas de otras.




(un mapa de Florida en el que se ve donde está localizada esta película)
Empiezo por la que bebe en la realidad: La vida y nada más, de Antonio Méndez Esparza.  Los personajes: una familia afroamericana disfuncional compuesta de un adolescente conflictivo, su madre, una mujer luchadora y cansada, el amigo de la madre, un hombre que no quiere problemas. A ellos hay que añadir, una niña de tres años que lo mira todo sin entender y un padre ausente, encarcelado desde hace mucho. El espacio: una pequeña ciudad del norte de Florida donde las desigualdades, la pobreza y la falta de horizontes dominan el paisaje. Andrew, el adolescente, va al instituto y vive en la calle, su madre Regina trabaja en un bar donde conoce a Robert. Viven juntos, pero son perfectos desconocidos entre si, no saben nada de lo que realmente les pasa y desean de la vida. Lo interesante del film de Esparza es la manera como nos plantea este neodocurealismo, con actores no profesionales que se meten en las vidas de unos personajes que son y no son ellos mismos. Sin música, con elipsis atrevidas y soluciones nada maniqueas a situaciones que responden a la vida y nada más.


(un ciervo de Ramon, sagrado pero no sacrificado)
Sigo con la que bebe en la tragedia: El sacrificio de un ciervo sagrado de Yorgos Lanthimos, el inclasificable director de Canino y La langosta. Los personajes: una familia de médicos, rica y feliz compuesta por un padre cardiólogo, una madre oftalmóloga, una adorable hija de catorce años y un rebelde hijo de doce. A los que hay que añadir y no es poco, Martin, un adolescente extraño y perturbador que entra en sus vidas como el ángel de Teorema dispuesto a hacer saltar por los aires la aparente felicidad que les rodea. Viven juntos, también, pero no se conocen. Ninguno de ellos sabe  lo que puede llegar a hacer, que sacrificio será capaz de cometer, para salvarse y salvar lo que le quede de vida. El espacio es el de un hospital de lujo y una casa de mas lujo, filmado, tanto uno como otro, como si fuera una nave espacial, vacía de personas y de pasillos interminables. Lanthimos no es un director convencional y con este material que podría ser un melodrama o una película de terror, construye un artefacto poblado de aliens escapados de los ladrones de cuerpos de Siegel, seres sin emociones, sin sentimientos, perfectos en sus comportamientos y reacciones. De una apatía y una indiferencia ante el mundo que dejan en evidencia con unos diálogos neutros, sin emoción. Incluso la terrible decisión del sacrificio, digna como se ha dicho en muchas críticas, del mejor Haneke, carece de la frialdad que el austriaco impregna en sus historias. Lanthimos no nos deja ni eso. Sacrificio de un ciervo desconocido que exige del espectador un pacto de complicidad.


 (alrededor de esta mesa se reunieron este verano muchos perfectos conocidos)
La tercera es la que bebe en la comedia negra: Perfectos desconocidos de Álex de la Iglesia. Remake de un reciente film italiano, no se que hay de fidelidad en lo que nos cuentan y que hay de invención de Álex y su indispensable compinche en el guión Jorge G. Los personajes: siete amigos, tres parejas y uno solo, se reúnen a cenar y se adentran en un juego peligroso: compartir todos los mensajes de los móviles que lleguen durante la cena. Como es de suponer, el resultado es catastrófico. Todos tienen secretos, todos son perfectos desconocidos a pesar de conocerse hace veinte años, todos son culpables y victimas. El espacio: una ciudad, Madrid, un piso burgués con una enorme terraza y una luna roja que vuelve locos a los seres humanos. La mesa alrededor de la que se sientan los siete amigos será el centro de un endiablado cruce de diálogos reforzado por la gran interpretación que hacen todos ellos. El ritmo no decae nunca, los giros se encadenan de una forma continua, todo lo que sucede es verosímil. Comedia negra casi de Agatha Christie (¿quién es el asesino de esa noche de luna roja?) acaba derivando hacia una revisión de Melancolía, el planeta de Lars von Trier que iba a acabar con el mundo. De alguna manera los perfectos desconocidos seguirán siéndolo al final salvo para uno de ellos: el único que ha sido capaz de dar un paso atrás para poder seguir adelante. Uno de los mejores trabajos de Álex de la Iglesia en mucho tiempo.




(el símbolo del Festival Burning Man)
Hay una cuarta película de la que quiero hablar. Se podrá ver en algunos cines en las próximas semanas, pero su estreno oficial ha sido directamente en Netflix, lo que permitirá que la vea mucha mas gente. Se llama The Girl From the Song, la dirige Ibai Abad y está escrita por  Natalia Durán y  Elisabet Mainez. En realidad aunque tenga título en inglés, es una película producida en España con alumnos y ex alumnos de la ESCAC. También The Girl From the Song habla de desconocidos. Eric y Jo no acaban de conocerse nunca, aunque él la siga hasta el infierno para después perderla. El infierno donde esta nueva Eurídice está secuestrada es un escenario insólito, el festival de Burning Man que tiene lugar en el desierto de Nevada durante siete días  cada principio de septiembre. Alrededor del Hombre en Llamas se construye una ciudad flotante, un mundo psicodélico donde todo está permitido, la libertad es absoluta. Incluso la libertad de amar y de perder al ser amado en la tradición del más puro romanticismo. Es una extrañísima y fascinante localización, un espacio absolutamente inesperado, sorprendente, donde se mezcla Mad Max (un Mad Max de los sentimientos y el amor) con Miyazaki y sus castillos andantes. Con unas gotas del Antonioni de Zabriskie Point y algo de Gerry. Una de las mejores cosas del film es que, aún siendo una película sobre gente  joven, no hay móviles, ni tablets, ni ningún artilugio. Solo personas y sus relaciones. Música y canciones. Sueños y despertares. Una sorpresa hecha  por conocidos.