sábado, 2 de diciembre de 2017

DESCONOCIDOS


Se estrenan esta semana tres películas absolutamente distintas, pero con un nexo en común: hablan de gentes que creen conocerse y en realidad no saben nada unas de otras.




(un mapa de Florida en el que se ve donde está localizada esta película)
Empiezo por la que bebe en la realidad: La vida y nada más, de Antonio Méndez Esparza.  Los personajes: una familia afroamericana disfuncional compuesta de un adolescente conflictivo, su madre, una mujer luchadora y cansada, el amigo de la madre, un hombre que no quiere problemas. A ellos hay que añadir, una niña de tres años que lo mira todo sin entender y un padre ausente, encarcelado desde hace mucho. El espacio: una pequeña ciudad del norte de Florida donde las desigualdades, la pobreza y la falta de horizontes dominan el paisaje. Andrew, el adolescente, va al instituto y vive en la calle, su madre Regina trabaja en un bar donde conoce a Robert. Viven juntos, pero son perfectos desconocidos entre si, no saben nada de lo que realmente les pasa y desean de la vida. Lo interesante del film de Esparza es la manera como nos plantea este neodocurealismo, con actores no profesionales que se meten en las vidas de unos personajes que son y no son ellos mismos. Sin música, con elipsis atrevidas y soluciones nada maniqueas a situaciones que responden a la vida y nada más.


(un ciervo de Ramon, sagrado pero no sacrificado)
Sigo con la que bebe en la tragedia: El sacrificio de un ciervo sagrado de Yorgos Lanthimos, el inclasificable director de Canino y La langosta. Los personajes: una familia de médicos, rica y feliz compuesta por un padre cardiólogo, una madre oftalmóloga, una adorable hija de catorce años y un rebelde hijo de doce. A los que hay que añadir y no es poco, Martin, un adolescente extraño y perturbador que entra en sus vidas como el ángel de Teorema dispuesto a hacer saltar por los aires la aparente felicidad que les rodea. Viven juntos, también, pero no se conocen. Ninguno de ellos sabe  lo que puede llegar a hacer, que sacrificio será capaz de cometer, para salvarse y salvar lo que le quede de vida. El espacio es el de un hospital de lujo y una casa de mas lujo, filmado, tanto uno como otro, como si fuera una nave espacial, vacía de personas y de pasillos interminables. Lanthimos no es un director convencional y con este material que podría ser un melodrama o una película de terror, construye un artefacto poblado de aliens escapados de los ladrones de cuerpos de Siegel, seres sin emociones, sin sentimientos, perfectos en sus comportamientos y reacciones. De una apatía y una indiferencia ante el mundo que dejan en evidencia con unos diálogos neutros, sin emoción. Incluso la terrible decisión del sacrificio, digna como se ha dicho en muchas críticas, del mejor Haneke, carece de la frialdad que el austriaco impregna en sus historias. Lanthimos no nos deja ni eso. Sacrificio de un ciervo desconocido que exige del espectador un pacto de complicidad.


 (alrededor de esta mesa se reunieron este verano muchos perfectos conocidos)
La tercera es la que bebe en la comedia negra: Perfectos desconocidos de Álex de la Iglesia. Remake de un reciente film italiano, no se que hay de fidelidad en lo que nos cuentan y que hay de invención de Álex y su indispensable compinche en el guión Jorge G. Los personajes: siete amigos, tres parejas y uno solo, se reúnen a cenar y se adentran en un juego peligroso: compartir todos los mensajes de los móviles que lleguen durante la cena. Como es de suponer, el resultado es catastrófico. Todos tienen secretos, todos son perfectos desconocidos a pesar de conocerse hace veinte años, todos son culpables y victimas. El espacio: una ciudad, Madrid, un piso burgués con una enorme terraza y una luna roja que vuelve locos a los seres humanos. La mesa alrededor de la que se sientan los siete amigos será el centro de un endiablado cruce de diálogos reforzado por la gran interpretación que hacen todos ellos. El ritmo no decae nunca, los giros se encadenan de una forma continua, todo lo que sucede es verosímil. Comedia negra casi de Agatha Christie (¿quién es el asesino de esa noche de luna roja?) acaba derivando hacia una revisión de Melancolía, el planeta de Lars von Trier que iba a acabar con el mundo. De alguna manera los perfectos desconocidos seguirán siéndolo al final salvo para uno de ellos: el único que ha sido capaz de dar un paso atrás para poder seguir adelante. Uno de los mejores trabajos de Álex de la Iglesia en mucho tiempo.




(el símbolo del Festival Burning Man)
Hay una cuarta película de la que quiero hablar. Se podrá ver en algunos cines en las próximas semanas, pero su estreno oficial ha sido directamente en Netflix, lo que permitirá que la vea mucha mas gente. Se llama The Girl From the Song, la dirige Ibai Abad y está escrita por  Natalia Durán y  Elisabet Mainez. En realidad aunque tenga título en inglés, es una película producida en España con alumnos y ex alumnos de la ESCAC. También The Girl From the Song habla de desconocidos. Eric y Jo no acaban de conocerse nunca, aunque él la siga hasta el infierno para después perderla. El infierno donde esta nueva Eurídice está secuestrada es un escenario insólito, el festival de Burning Man que tiene lugar en el desierto de Nevada durante siete días  cada principio de septiembre. Alrededor del Hombre en Llamas se construye una ciudad flotante, un mundo psicodélico donde todo está permitido, la libertad es absoluta. Incluso la libertad de amar y de perder al ser amado en la tradición del más puro romanticismo. Es una extrañísima y fascinante localización, un espacio absolutamente inesperado, sorprendente, donde se mezcla Mad Max (un Mad Max de los sentimientos y el amor) con Miyazaki y sus castillos andantes. Con unas gotas del Antonioni de Zabriskie Point y algo de Gerry. Una de las mejores cosas del film es que, aún siendo una película sobre gente  joven, no hay móviles, ni tablets, ni ningún artilugio. Solo personas y sus relaciones. Música y canciones. Sueños y despertares. Una sorpresa hecha  por conocidos.




No hay comentarios:

Publicar un comentario