sábado, 24 de febrero de 2018

MUJERES


 Se quejan las actrices de que en el cine no hay papeles para mujeres de cierta edad y sobre todo que no hay papeles buenos para ellas, que los personajes femeninos siempre son madres, esposas, hijas, amantes de un hombre que es el que se lleva la película al agua. Seguramente es cierto. Pero esta semana, en concreto, no es verdad. Esta semana se estrenan cinco películas donde las actrices (mayores y jóvenes) son madres, esposas, hijas, pero el “de” no es más que un complemento en historias de las que ellas son el principal y casi único sujeto.
Dicho esto, hay que aclarar que el que tengan a mujeres como protagonistas no es sinónimo de película buena, o al menos no es suficiente para que a mí me hayan gustado. Así que voy a hablar de las cinco en orden de más a menos, dejando claro que es según mi único y exclusivo criterio (de mujer).


(una linda lady bird dibujada por Zoé cuando tenía nueve años)
La que mas: Lady Bird
Lady Bird es la historia de la relación amor-odio de una adolescente, la pajarito del título, y su atribulada madre, interpretadas estupendamente por Saorsie Ronan y Laurie Metclaf. También es la historia de Greta Gerwig, la actriz que debuta como directora con esta película. En realidad este film libre, volátil, luminoso, cuenta una historia mil veces vista con múltiples referentes: desde Las chicas Gilmore (el personaje de Timothée Chalamet está calcado del de Milo Ventimiglia en la serie) hasta Riverdale, pasando por la larga serie de films sobre High School. Pero no importa, porque contado por Gerwig, todo parece que pasa por primera vez, con secuencias cortas y conclusivas, con espacio para la inteligencia de las réplicas y con una clara voluntad de demostrar que crecer, es simplemente aceptarse a sí mismo. Me gusta.



(la autentica Tonya Harding)
También me gusta Yo,Tonya
Tonya es Tonya Harding, la primera patinadora sobre hielo norteamericana que completó un salto de triple axel en una competición olímpica. Tonya es hija de una mujer horrorosa que la maltrata y la explota sin compasión; es esposa de un desgraciado que la maltrata y la explota sin compasión. Tonya triunfó a los 21 años venciendo todas las dificultades que significaba haber nacido en una  clase que no era la adecuada, la working class de las pequeñas ciudades del interior de Estados Unidos, no haber tenido más educación que la de las pistas de hielo y no haber cultivado el buen gusto en sus músicas, su vestuario y su leguaje. En definitiva, Tonya no era una digna representante del país de las barras y estrellas donde se supone que uno pasa de vendedor de periódicos a presidente. Siempre y cuando no se crezca en el ambiente de esta mujer a la que la sociedad  (la familiar, la deportiva, la del espectáculo) le jodió la vida desde pequeña. Lo más interesante de este film aparte de descubrir un personaje del que no tenía la más remota idea, es la forma como está contado, un falso documental con réplicas a cámara, extraordinarias secuencias de patinaje y momentos calcados de la realidad. Vale la pena ver este feroz retrato de la América basura, la que ha llevado a Trump a la presidencia, la que destrozó la carrera de una mujer que podía haber sido una estrella.



(el bosque del Montseny donde sucede gran parte de la historia)
Me gusta pero no suficiente: La enfermedad del domingo.
Tengo que reconocer que lo que más me gusta de esta película es su titulo, con el que me siento muy solidaria. El domingo es el día más triste de la semana. Pues imaginen un domingo que dura diez días. Horrible. Eso es lo que viven esta madre y esta hija, Susi Sánchez y Bárbara Lennie, encerradas en una casa en el bosque, perdidas entre los árboles y al lado de un lago, aisladas por el pasado y por el presente. Esta es una historia de reconciliación y de perdón, pero es tan elegante y tan fría que, por lo menos a mí, no me acabó de emocionar. Me olvidaba, aparte del título y de que el duelo de las actrices es muy potente, las localizaciones están tan espectacularmente bien escogidas que merecen por si solas todas las estrellitas del mundo. Felicidades a Jaume Jordana, el localizador.



(la sombra de la venganza es alargada)
Me gusta poco: En la sombra
Más que no gustarme es que me ha decepcionado profundamente el nuevo trabajo de Fatih Akin. Aquí la protagonista es la esposa de un hombre kurdo y la madre de un niño pequeño. Esa es la condición que define a Katia cuando una bomba, en los primeros minutos de la película, la deja sin marido y sin hijo. A partir de aquí la historia va degenerando a peor. Primero con el drama de la pérdida, segundo con el juicio a los miembros del grupo Clandestinidad Nacionasocialista, responsables del atentado, tercero con la venganza de Katia. Aunque Diane Kruger está muy bien, nadie discute que es una gran actriz, el film se va perdiendo en una trama confusa que quiere abarcar demasiado y acaba volando por los aires como el pobre marido y el pobre hijo de Katia.



(una foto de Kevin Spacey, borrado del film)
La que menos: Todo el dinero del mundo.
Es la que menos y es la que peor me sabe porque Ridley Scott es uno de los directores de cabecera de mi lista de favoritos. Pero no en esta ocasión. Veamos primero porque la he puesto en esta lista. La historia pasa en 1973 en Italia, cuando el nieto del magnate del petróleo Paul Getty fue secuestrado. Su madre fue la única que desde el principio luchó por conseguir que el avaro abuelo del chico pagara el rescate y no cejó hasta conseguir liberarlo. A priori no parece una historia para Scott que aplica su buen hacer, los largos planos secuencia, la filmación de las casas como una nave espacial (este hombre siempre está en una nave espacial), para contar una peripecia no por verídica menos banal e innecesaria. Pero si esta película no me gusta es porque es de una cobardía espantosa. No tanto en lo que cuenta sino en su propia construcción. Recordarán y si no se lo recuerdo yo ahora, que Scott decidió eliminar a Kevin Spacey que hacia el papel del abuelo Getty cuando saltó el escándalo de los abusos sexuales del actor. En lugar de defender su elección, Scott prefirió volver a filmar todas sus secuencias con un nuevo actor, Christopher Plummer, que tuvo que rehacer todo el personaje. Una estupidez, si me lo permiten. Y una prueba del poder de la censura que imponen las redes sociales: el miedo a verse contaminado por el escándalo hizo que Scott se convirtiera en un censor de sí mismo. Creo que Scott se equivocó, puesto que el personaje de Paul Getty es tan repugnante, que lo interpretara el hombre más odiado del mundo le daba un morbo añadido. Pero debo hacer una aclaración, si ven el tráiler del film donde aun aparece Kevin Spacey caracterizado de viejo malvado, se puede pensar que todo el conjunto ha salido ganando con Christopher Plummer.
Y ya ven, incluso en  esta entrada de mujeres, he acabado hablando de un hombre¡¡¡

Un apunte sobre la censura
Esta semana se han producido varios hechos muy alarmantes que ponen en evidencia que la censura vuelve a tener presencia en nuestro país. La condena a un rapero por las letras de sus canciones me parece una barbaridad, que cante lo que le dé la gana; la orden de IFEMA de retirar la obra de Santiago Serra en Arco, me parece un error que lo único que ha hecho es contribuir al bombo y platillo (el de los dineros que ha ganado con su venta por 96.000 euros) de un personaje que vive del oportunismo y la provocación; la retirada de un libro que se limita a analizar lo que los telediarios cuentan cada día, es una solemne tontería. Son tres hechos muy preocupantes. Pero también lo es que la Casa Elizalde, centro cívico dependiente del Ayuntamiento de Barcelona, haya prohibido una actividad programada para el 27 de febrero titulada Help Tabarnia, un espectáculo de humor impulsado por el grupo CLAC. La censura es mala siempre. No hay censuras buenas y censuras malas. Todas son síntoma de intolerancia, de abuso de poder, de estupidez. Todas son denunciables y contra todas hay que plantarse. No sé que me da más miedo: que haya un aumento de la censura o que solo se consideren malas unas y otras en cambio, no merezcan ni un suelto en un diario.

“El Centro Cívico Casa Elizalde ha decidido censurar una actividad programada por el colectivo Centro Libre Arte y Cultura (CLAC) titulada Help Tabarnia que debía realizarse el 27 de febrero. Según los responsables de CLAC, los gestores de Casa Elizalde les han comunicado, sin previo aviso, la anulación de la reserva, “que estaba confirmada y pagada. Ni siquiera nos ofrecen una sala o una fecha alternativa. Se han limitado a devolvernos el dinero que ya había sido abonado en concepto de tasa pública de alquiler del espacio ya pagada por CLAC”.”



sábado, 17 de febrero de 2018

FORMAS



(En un lugar como este pudo nacer la criatura de agua que enamora a Elisa. 
La foto es de Elena Posa y está tomada en la selva peruana)
La forma del agua
“El agua adopta la forma de lo que sea que la contenga en ese momento, y aunque el agua puede ser algo muy apacible, también es la fuerza más poderosa y maleable del universo. Así es también el amor, ¿verdad? Independientemente de la forma que tenga aquello en lo que depositamos nuestro amor, éste se adapta, ya sea a un hombre, a una mujer o a una criatura”. Me gustan mucho estas palabras de Guillermo del Toro. Bueno, en realidad lo que me gusta de verdad es su nueva película, La forma del agua. ¿Tiene forma el agua? ¿Qué forma es la auténtica? El agua es un tema que me obsesiona desde hace mucho tiempo. Tengo un proyecto de un libro sobre el agua en el cine y el agua es un elemento importante en mi novela La piedra negra. También allí hay una mujer que baila con un ser de agua, con una criatura del mar, de los ríos, de los lagos. A lo mejor por eso me emocionó tanto este cuento de hadas acuático, esta historia de amor entre dos seres desvalidos en medio de un mundo donde no tienen cabida. No quiero contar demasiado de esta película. Quiero que la vayan a ver. Quiero que compartan con Elisa el descubrimiento de ese ser de colores irisados en medio de un mundo gris, o mejor dicho ocre, un mundo sin luz donde ellos dos brillan. Hay más cosas en este film que Guillermo dice que es el primero aunque sea el décimo. Hay simpatía por el otro, el diferente; hay solidaridad entre seres desvalidos; hay maldad en el hombre de la mandíbula cuadrada. La guerra fría hizo nacer monstruos en el cine, la era Trump los ha devuelto a la pantalla. Pero eso es lo de menos. Lo importante es adaptarse a la forma de ese amor silencioso y soñar con Elisa y su criatura nacida en las aguas de una laguna perdida.


( la camella Mara vista por Ramon, incluido el lacito rojo)
La forma de la tierra
Ya que estamos en elementos, se puede decir que Celestial Camel es una película donde la tierra, la arena del desierto, el horizonte que corta la pantalla en dos mitades, dan forma a una historia de amor muy distinta a la de Elisa y el hombre pez, pero muy hermosa también. La historia de amor de la camella Mara por su cría albina, ese camello celestial que se supone traerá la fortuna a la familia de nómadas mongoles de la estepa. De entrada, la fortuna si la trae, porque el padre decide vender al pequeño camello para el rodaje de una película. Pero ahí acaba la suerte, porque su encantadora madre camella, con un lacito rojo en la oreja, decide ir a buscarlo. Y tras ellos sale un chico de doce años que no quiere perderlos. Preciosa y sencilla historia contada como un cuento del desierto, un cuento sufí, en el que el chico va encontrando guías: un monje budista, un gitano saltimbanqui, una chica que baila. Y al final de su búsqueda encuentra a Mara y a su cría y vuelven a casa. Walt Disney habría hecho un Dumbo con camella; el ruso Yuriy Feting mira más el cine de Kiarostami.


La forma del aire
El aire me sirve para definir la última película de Pablo Llorca. Ternura y la tercera persona, extraño y sugerente título que esconde una historia que no se puede encerrar en ningún sitio. Porque, ¿qué forma tiene el aire? La del que lo llena con su presencia, como hacen los personajes de este barrio de extrarradio madrileño poblado de seres de carne y hueso, hombres y mujeres a los que Pablo mira como si fuera un documental. Pero sin intención. Eso es lo mejor del film. Los documentales nunca son objetivos, al contrario, siempre encierran una lección, una moralidad, una enseñanza. Son aire encapsulado, (lo que no quiere decir que no puedan ser estupendos). Pero Pablo Llorca no hace un documental sobre este barrio que fue de extremeños en chabolas y ahora es de inmigrantes del mundo en pisos minúsculos. Pablo los deja actuar, los sigue, los dirige, sí, porque hay actores profesionales mezclados con gente del barrio, pero no los utiliza para nada. Deja que la forma del aire la vayan tomando unos y otros mientras avanza ese fragmento de vida en el que los conocemos y los dejamos. Un experimento interesante, una comedia inclasificable. La forma del aire.
(La película de Pablo Llorca se ha estrenado de una forma especial. No creo que sea fácil verla en todas partes. En todo caso, quédense con el titulo y si la descubren en alguna plataforma o festival, no la dejen pasar).
(Lo siento, pero por más que pienso en los estrenos de hoy no me sale ninguna forma de fuego. Otra vez será)

sábado, 10 de febrero de 2018

NIÑOS




(autorretrato de Didac, cuando tenía tres años)
Estamos de suerte. Esta semana también hay una gran película en los cines. Bueno, dos. Aunque muy diferentes. Las dos son historias con niños, o mejor dicho de niños, o aun más claro, vistas por los niños. Sus títulos son: The Florida Project, de Sean Baker y Ganar el viento de Anne Julliand, la primera es una ficción que parece un documental, la segunda es un documental que parece una ficción.


(una vaca dibujada por Zoe, cuando tenía ocho años)
Al salir de la proyección de The Florida Project, la crítica comentaba que esta película desmentía la famosa frase de Hitchcock de que nunca hay que trabajar con niños. Otros la comparaban con el cine de Ken Loach. Yo no estoy de acuerdo con ninguna de las dos cosas. El cine que hacía Hitchcock era imposible hacerlo con niños: el mago necesitaba manipular, controlar y despreciar a partes iguales a sus actores y eso, es muy difícil de hacer con un niño. Baker, en cambio, les cede todo el protagonismo, los sigue, comparte con ellos su vida, sus risas, su inocencia y su irresponsabilidad. Incluyendo entre sus niños no solo a Mooneey y sus amigos sino también a su casi adolescente madre, Halley. En cuanto a Loach, desde luego no tiene nada que ver. Loach hace un cine maniqueo donde siempre hay unos buenos buenísimos, los pobres, y unos malos malísimos, el estado. No hay medias tintas. En este proyecto de Florida no hay malos, ni buenos. Bueno, un bueno si, Bobby, el personaje que hace Willem Dafoe, un hombre protector, sensible, que ayuda sin pedir nada a cambio, que sabe lo que es la vida. Quizás el único que lo sabe en ese paraíso de colores pasteles y nombres mágicos que esconde bajo su apariencia de falso decorado un mundo marginal y olvidado, pero no miserable ni degradado.  Lo mejor de este film imprescindible son sus complicidades: las de Halley con su hija Mooney, las de Mooney con sus amigos del complejo de moteles en ruinas, las de las mujeres que crían a sus hijos solas, las del director con todos ellos y las del espectador con un proyecto que va mas allá de una historia con niños para ser una historia de niños. Y todo, al lado de Disneylandia, un lugar donde los niños no son  niños, sino objetos de consumo. Preciosa.


(los reyes magos dibujados por Adja, cuando tenía cinco años)
Ganar el viento es otra cosa. La sinopsis es aterradora: cinco niños con enfermedades extrañas y mortales viven su día a día frente a las cámaras. Pero la película no es para nada aterradora. Al contrario. Ganar el viento es un film que te hace ganar la vida. Que te hace valorar lo que tienes a partir de lo que no  tienen estos niños: tiempo. Pero que te hace envidiar lo que si tienen estos niños y que muchas veces se nos  olvida: la felicidad de vivir un día y otro, la dignidad de aceptar su realidad sin complejos sin miedos añadidos. La directora, que conoce en primera persona el dolor de vivir y ver morir a un niño con una enfermedad rara, se coloca a la altura de la mirada de los pequeños, y les deja que sean ellos los que le digan lo que quiere que enseñe de sus vidas: juegos, amigos, familia, curas, hospital, fiestas, colegio. No hay otro punto de vista que el de ellos, los adultos están ahí para servir de instrumentos necesarios para sobrevivir, nada más. Estos niños tienen una entereza moral y una dignidad que sin embargo no les impide seguir siendo niños. No se puede ganar al viento, dice Julliand, pero si se puede jugar con él, dejarse mecer, aprovecharlo y dejarlo que te lleve. Una película feliz aunque no lo parezca que te hace reconsiderar lo que es importante de verdad.


(un paisaje de Martí, cuando tenía ocho años)
(para ilustrar este post he utilizado dibujos hechos por hijos de amigos míos, niños felices, sanos, que tengo la suerte de conocer y de querer. Gracias a sus padres por compartir sus dibujos conmigo)







GOYAS


Un apunte de los Goya
No voy a hablar de los Premios Goya, ha pasado una semana y ya se han dicho suficientes cosas en todos los medios. La ceremonia fue mala, muy mala, fue larga, muy larga. Pero no voy a analizarla. Solo quiero hacer una propuesta.
Yo creo que uno de los graves problemas que tienen estas galas son… los presentadores. No entiendo la manía que tienen de encargarle a un humorista que sea el conductor de la gala. Por muy buenos que sean en sus programas, no suelen entender nunca el sentido de una gala de este tipo. Sus chistes y bromas son tan malos que congelan la sala y eternizan la ceremonia. Este año, en concreto, las penosas, lamentables y muy inoportunas intervenciones de los presentadores ocuparon ¡casi 50 minutos! Si a esto sumamos los videos que en esta edición no tuvieron ninguna gracia, nos vamos a mas de una hora perdida en estupideces. Si los quitáramos la gala sería mucho más corta, seguro.
La idea de un presentador en este tipo de actos es una idea antigua, de cuando la televisión era analógica y sólo había un canal. Ahora ya no toca. Es una rémora. No digo que no se tenga que hacer un espectáculo visual pensado para la tele, si claro. Pero la tele no es un escenario de cartón piedra con una escenografía espantosa, ni la tele son cómicos siguiendo un guión deslavazado, con chistes y juegos ridículos con los espectadores que hacen enrojecer a cualquiera.
Propongo a la academia que el año que viene NO HAYA PRESENTADOR. La gala la puede abrir un miembro de la academia dando la bienvenida, dar paso a los presentadores tal como se hace ahora, intercalar entre cada bloque de premios videos (por favor realizados por alguien que piense para que son y qué función tienen que cumplir), dejar como parlamentos el del Goya de Honor, que se lo merece y el del Presidente de la academia que marca la línea editorial de la ceremonia y acabar con una despedida desde la academia. Seguro que sería más corta. Hacerla más televisiva depende del realizador, de que sepa jugar con la luz y las imágenes, de que se piense más para un espectáculo del siglo XXI que para unas Galas del Sábado dignas de la tele de los años 60. Y en cuanto a las reivindicaciones políticas, sociales, morales, del tipo que sea, se deben hacer, se pueden introducir haciendo un guión de acuerdo con los presentadores y dejando libertad a los que recogen para que digan lo que quieran sin consignas. Lo siento, pero si los Goya ya eran viejos hace 31 años, ahora son simplemente prehistóricos.

Otro apunte que tiene que tiene algo que ver.
Se ha levantado una buena polémica con la idea de Irene Montero de designarse a partir de ahora como portavoza en el congreso en lugar de portavoz. No sé que manía les ha entrado a tanta gente en pensar que se feminiza una palabra añadiendo una A al final. Yo creo que el lenguaje es muy importante y que el género no lo determina una A mas o menos añadida al final de una palabra. En el caso en concreto de portavoza, aun tiene menos sentido, puesto que La Voz es ya de por si femenina y el género lo determina el articulo delante, la portavoz, el portavoz. Pero mientras nos perdemos en estas banalidades, se siguen cometiendo atropellos y se siguen perpetuando las desigualdades que se suponía debían denunciar los Goya y que se quedaron en nada, en un simple vuelo de abanicos.




sábado, 3 de febrero de 2018

HILOS Y ESPEJOS






(un vestido dibujado por Ramon, inspirado en los de la película)
No pude ver El hilo invisible de Paul Thomas Anderson en el pase de prensa porque lo hicieron en una sala minúscula con un aforo muy pequeño. Poca visión de la distribuidora que dejó fuera a buena parte de la crítica y obligó a los que entraron a verla en unas condiciones lamentables. Fui a ver la película el día del estreno a un cine y me encontré que… ¡la hacían en una sala minúscula con un aforo muy pequeño! ¿Qué tiene el nuevo trabajo de Anderson para que le persiga la maldición de lo pequeño? Desde luego no la película que es realmente grande por su historia de amor obsesivo y de dependencia absoluta, su puesta en escena, elegante, fría, usando el primer plano como un retrato, o su vestuario, excelente y envidiable. Todo esto es El hilo invisible. Al salir del cine, en el autobús que me traía a casa, apunté una serie de temas que me sugería la película. Los explico ahora, un poco, no mucho, no se asusten.
Carnalidad. Es una película que habla de la carne. No me cabe duda. Carne de mujer con sus formas y sus líneas dibujadas en un papel y hechas realidad en un cuerpo. Hay en el personaje de Alma una carnalidad que va más allá de la sensualidad o de la pura y simple sexualidad. Y eso me lleva a hablar de las comparaciones que se han hecho con Audrey Hepburn, en especial, la Hepburn de Una cara con ángel. Audrey nunca habría podido hacer un personaje como el que hace Vicky Krieps. Nunca habría podido darle a su cara de ángel (Vicky la tiene) ese toque de “proletariado” tan bien encajado en la atmosfera opresiva de esa casa. Audrey era demasiado elegante incluso cuando hacía de Eliza vendiendo flores. Tanto a favor de la actriz luxemburguesa con su capacidad de establecer lo que me parece otro punto interesante de la película, la lucha de clases que es uno de los temas subyacentes en el film. Hay un momento tremendo en el que una aristócrata más bien horrible, le dice al personaje de Reynolds el modisto, refiriéndose a Alma: “No sé si en su país alguien le ha enseñado a comportarse, me da miedo que esté robando la plata”. Su país es esa otra clase social de la que Alma se erige en cara de ángel vengador introduciendo en la vida del estirado y maniático Reynolds algo que le molesta muchísimo: el ruido. En esa casa que es como una tortura de escaleras interminables, habitaciones pequeñas, salones vacíos, el silencio es una obligación que Alma rompe sin miedo, sabiendo que con sus tostadas y sus ruidos al comer está delimitando un terreno de combate, igual que con la comida, en la que abunda la mantequilla y las setas, convertidas ambas en armas de su lucha. En definitiva esta historia de amor y de posesión, de control y de poder, de masoquismo y de sadismo, es una historia de dos personajes que se desean, se necesitan, de destruyen, dos seres unidos por el hilo invisible de sus secretos escondidos como el hilo invisible que esconde las palabra secretas en los dobladillos.


(mapa de Britannia en el año 50 DC donde se ve el emplazamiento de los Regni y los Canti)
Britannia, la serie
Esta semana he visto la serie de HBO Britannia. Me gustan mucho las historias de druidas y magos, de bosques y dioses paganos, donde se visualiza el enfrentamiento de religiones y creencias, y se ve el sincretismo de la mezcla de supersticiones y comportamientos. A diferencia de Juego de tronos, Britannia tiene un trasfondo histórico real. Aulo Plaucio efectivamente fue el general que emprendió la primera conquista de Britannia en el año 43 DC, estableciendo alianzas con distintas tribus celtas enfrentadas entre sí y sobre todo con la poderosa organización político/religiosa de los druidas. La serie me ha gustado por sus paisajes y localizaciones, realmente espectaculares. También por algunos de sus personajes. No todos. Pero si quiero hablar de ella en estas páginas es por un momento muy concreto que de alguna manera me impresionó. En medio del enfrentamiento entre tribus y con los romanos, Cait, la hija del hombre ciego llamada a ser la elegida para liberar a los celtas de la opresión romana, es acogida por Kerra , la reina de los Cantii. La niña vive sumida en la tristeza por la muerte de su hermana y la ceguera de su padre, pero sobre todo, está convencida de su inferioridad, de ser alguien despreciable y horrible. Kerra la pone delante de un espejo y Cait se ve reflejada por primera vez en su vida. Asombrada ante su imagen, pregunta “¿esa soy yo?” Fue ese momento el que me impresionó porque de repente me di cuenta de que vernos en el espejo, y reconocernos (o no) es algo tan natural en nuestro mundo que no le damos ninguna importancia. Pero en realidad es algo muy raro, ya que la idea que tenemos de nosotros mismos no es ni mucho menos la idea que tienen los que nos miran. Y en definitiva nosotros nos convertimos en otro cuando nos miramos en el espejo. Perdón por esta digresión, pero me apetecía contarlo.