sábado, 30 de noviembre de 2019

MUJERES


La casualidad ha hecho que esta semana haya varias noticias importantes relacionadas con el cine hecho por mujeres. Son éstas.


Mujeres 1
La lista de las 100 Mejores Películas Dirigidas por Mujeres
Esta es la cuarta vez que el departamento de cultura de la BBC organiza una macro encuesta para descubrir Los 100 mejores films de… La primera en el 2016 fue para escoger los mejores films del nuevo milenio; en el 2017, las mejores comedias; el 2018 fue para las mejores películas de habla no inglesa. Este año eran Las 100 mejores películas dirigidas por mujeres. Tal como explica en El Periódico Beatriz Martínez, una de las tres críticas españolas que han participado en esta encuesta junto con Desirée de Fez y yo misma, los organizadores decidieron elegir este tema al darse cuenta de los pocos films dirigidos por mujeres que había en las listas anteriores. Eso, y la corriente mundial de valoración, reconocimiento e incluso descubrimiento de las mujeres en el cine, les llevó a pensar en buscar las 100 mejores películas dirigidas por mujeres en la historia del cine. 368 críticos de 84 países han participado en esta encuesta que ha dado como ganadora absoluta El piano, de Jane Campion, del año 1993. Pero también podemos considerar ganadoras a Agnès Varda que cuenta con seis películas en la lista, una de ellas, Cléo de 5 a 7, en el segundo lugar; o a Kathryn Bigelow, con cinco títulos; o Chantal Akerman que sitúa su Jeanne Dielman en el tercer puesto, además de tener otros dos. Faltan muchos nombres, seguro. En su artículo, Beatriz se sorprende que no haya ninguna cineasta española. Pero no es raro. Nuestro cine nunca ha sabido promocionarse como es debido y el fenómeno del boom femenino es relativamente reciente. Seguro que se pueden extraer muchas mas conclusiones de esta lista, por eso, quién quiera saber mas sobre el tema, puede consultar estos links, o el artículo de Beatriz Martínez:


Mujeres 2
Women Make Film: A new Road Movie Through Cinema
Casi como un complemento indispensable a la lista de la BBC, se ha estrenado de forma un tanto extraña esta magnífica serie de Mark Cousins que se pudo ver en el Festival de Sevilla. Lo del estreno extraño merece una explicación: se trata de una serie de 14 horas dividida en cinco fragmentos que se verán, a razón de uno por semana, en Cineteca Matadero en Madrid y en los Cines Méliès de Barcelona. En el resto del país, habrá que esperar a que se suba a una u otra plataforma digital (en este momento no sé en cual). Aclarado ésto, hay que hablar de este imponente trabajo, uno de los mejores que se han hecho nunca, no solo sobre el cine realizado por mujeres en la historia del cine, sino simplemente de la historia del cine. Como continuación del magnífico documental que fue  La historia del cine: Una odisea del 2011, Cousins ha construido un documento mas que un documental donde propone una re lectura del cine desde otra mirada. Su enfoque no es ni cronológico, ni biográfico: es pura y simplemente cinematográfico. Las 14 horas divididas en cinco fragmentos están compuestas de cuarenta capítulos que responden a preguntas que se hace el director. Preguntas que tienen que ver con el qué, el cómo, el porqué, de hacer cine. Preguntas que en una historia normal se responderían con una mayoría de ejemplos de cine realizado por hombres y que él busca contestar descubriendo en los 125 años de vida del cine una multitud de ejemplos de films desconocidos, olvidados, ocultos o ignorados. Cousins utiliza mas de mil fragmentos de películas rodadas a lo largo de mas de cien años por mujeres de los seis continentes y los organiza temáticamente, mezclando épocas, tiempos, estilos, lenguas y objetivos. En este viaje, esta road movie, le acompañan varias narradoras que dan voz y sentido a lo que estamos viendo. Women Make a Film va mas allá de la reivindicación feminista o femenina, no se plantea como una competición, no reivindica ningún derecho mas que el de ser reconocidas. Es una lección de cine, de historia, de vida, que debería verse en los colegios y las universidades para recordar dos cosas muy importantes: el cine tiene un pasado que lo sustenta y sin el cual no podría existir; el cine no tiene género, solo creadores, grandes directores, sí, pero también grandes directoras. 


Mujeres 3
Dios existe, su nombre es Petrunya, de Teona Strugar Mitevska        
Esta semana se ha concedido en Estrasburgo el Premio Lux del Parlamento Europeo. Hace doce años ya que existe este curioso premio que otorgan los parlamentarios. Formé parte del panel de selección del premio durante tres años, el 2008, 2009 y 2010. Hay una entrada en este blog, de fecha 4 de junio 2010, donde explico qué es y cómo funciona el Premio Lux. Desde hace varios años, creo que desde el 2011, la Filmoteca de Catalunya ofrece la oportunidad de ver las tres películas seleccionadas en cada edición y, con la colaboración de la Oficina del Parlamento en Barcelona, invita a los directores a presentarlas. Los finalistas de este año eran, Rodrigo Sorogoyen con El reino, Mads Brügger con Cold Case Hammarskjold y Teona Strugar con Dios existe, su nombre es Petrunya que ha resultado la ganadora. La directora de Macedonia del Norte (hay que especificarlo para que no se enfaden los griegos), estuvo en Barcelona y un grupo de críticos tuvimos ocasión de hablar con ella sobre su curiosa y extraña película. Petrunya vive en un pueblo, tiene treinta y dos años, está en paro, es un poco obesa y no tiene grandes objetivos en la vida. Pero un día, sin tener una buena razón, se tira al río. Pero no para matarse, no. Petrunya se tira al río para conseguir la cruz que garantiza un año de suerte y prosperidad al que la consiga, en un ritual de la iglesia ortodoxa reservado exclusivamente a los hombres. Petrunya se hace con la cruz y se desencadena una tormenta de conflictos que se mueven entre la comedia surrealista, el drama rural, la incompetencia policial, la intolerancia religiosa y el machismo más primitivo. ¿Qué hacer con Petrunya? ¿Tiene o no tiene derecho a la cruz que ha rescatado del agua helada? Todo sucede en un día y una noche, el día que Petrunya sufre una nueva humillación en una entrevista de trabajo, se tira al río, rescata la cruz y pasa la noche en un cuartelillo donde no sé si alcanza la felicidad, pero si consigue recuperar la autoestima. Es una película inesperada y su directora resultó ser una mujer inteligente, incómoda e inconformista. Me alegra mucho haberla conocido y volveré sobre el film cuando se estrene en febrero.


Mujeres 4
La hija de un ladrón, de Belén Funes
La hija de un ladrón, es en realidad la hija de un actor. Pero si Sara no es ladrona como su padre, Greta Fernández si es actriz como el suyo en esta película que los enfrenta como padre e hija. Conocí, es un decir, a Belén Funes en el año 2015, cuando rodaba su primer corto Sara a la fuga. De hecho, me encontré con el rodaje del corto un domingo por la mañana en un autobús. Reconocí lo que rodaban porque había leído el guión del corto. Y me di a conocer a las chicas del equipo. Cuatro años mas tarde, Sara ha crecido, ahora tiene 22 años, vive en un piso de acogida, tiene un bebé, multiplica sus trabajos e intenta ser “normal”. Pero las Saras de este mundo no pueden ser normales. Ni la sociedad, ni su padre se lo permiten. Sara lo intentará y creo que al final, ya fuera de la película, lo conseguirá. Mientras tanto hemos visto como se enfrentaba a su padre, como luchaba por su hermano, e intentaba comprender porque el padre de su hijo no la quiere y porque ella no quiere a su bebé. Todo ambientado en una Barcelona desconocida, la de Torre Baró, Vallbona, fría e invernal, que recuerda los paisajes desolados de las ciudades belgas de los Dardenne a quien Funes hace un homenaje nada oculto vistiendo a su Sara como la Rosetta de uno de sus primeros films. La hija de un ladrón es una película dura como el asfalto, triste como esas chicas que viven como pueden. Pero no es un film desesperanzado. O al menos yo quiero creer que no lo es.


Mujeres 5
Ver a una mujer, de Mónica Rovira
Cuando estuve de jurado hace unas semanas en el Festival Most de Vilafranca, conocí a una chica, actriz y directora, de la que no sabía prácticamente nada. Se llama Mónica Rovira. Poco después descubrí que en Filmin estaba disponible Ver a una mujer , la película que había dirigido Mónica en el 2017. Y la vi. Y me encontré no con una, sino con dos mujeres en la pantalla viviendo un momento de ruptura de una relación. Rodada en blanco y negro, la película explora en sus 59 minutos el alma y el cuerpo de estas dos chicas en un ejercicio lingüístico que recuerda los diarios de Jonás Mekas por su arriesgada manera de filmar y el cine de Joaquín Jordá por su implicación personal en lo que cuenta. Me ha gustado mucho saber de ella y espero que no tarde mucho en hacer otra película. Mientras tanto, aquí va mi recomendación.

EL RINCÓN DE LAS SERIES


La serie que he escogido también está dirigida por una mujer y trata un tema de mujeres (pero universal, como todos los buenos temas). Se titula The Accident, tiene cuatro episodios y se puede ver en Filmin. The Accident se enmarca en una corriente de cine social y realista, dominante en el cine y la televisión británica. Pero Sandra Goldbacher, la directora, no intenta hacer cine a la manera de Ken Loach o Mike Leigh. No solo es menos dogmática y aleccionadora, sobre todo es muy incorrecta en el dibujo de sus personajes. La historia sucede en un pequeño pueblo de Gales donde está a punto de abrirse una fábrica que dará trabajo a todos sus habitantes. Durante la fiesta para celebrarlo, los adolescentes rebeldes del pueblo entran en las instalaciones para divertirse y desencadenan un accidente que acaba con la vida de 9 personas. A partir de esta tragedia, se inicia una batalla para hacer justicia en la que el pueblo tiene pocas posibilidades de ganar frente a la gran empresa constructora. Hasta aquí nada nuevo. Lo nuevo surge en ver cómo se comportan y reaccionan los personajes. Polly, que interpreta la estupenda Sarah Lancashire de Happy Valley, no solo permite que su marido la maltrate sin piedad, sino que le perdona y comprende; Harriet Paulsen, con el rostro de Sidse Babett Knudsen, la inolvidable presidenta de Borgen, es una ejecutiva despiadada que no duda en abusar sexualmente de su secretario, al que además intenta cargar con todas las culpas. En cuanto a las madres de los chicos que han muerto, puedes sentir cualquier cosa menos simpatía por ellas, son odiosas. Y a pesar de todo, The Accident es una serie que no quieres dejar de ver hasta que acabe, y te das cuenta de que prefieres mil veces que las mujeres que la protagonizan sean así, imperfectas y con muchos problemas por resolver, porque están mas cerca de la realidad que nos rodea cada día. No son heroínas, no son brujas malvadas, no son justicieras, son, simplemente, personas.




sábado, 23 de noviembre de 2019

PASADOS (Y PRESENTES)



Intemperie (pasado español)
La intemperie de este estupendo western andaluz es múltiple. Intemperie de los secos paisajes en los que transcurre la historia; intemperie de los sentimientos que afloran ante el abuso y la explotación. Adaptación de una novela de Jesús Carrasco publicada en el 2013, la cuarta película en veinte años que dirige Benito Zambrano bebe a partes iguales en la posguerra infinita y en el western fordiano. Historia de una huida, un encuentro, una redención y una no venganza, el film nos transporta a un espacio y un tiempo que pensamos definitivamente olvidados en medio de paisajes desolados y de personajes estilizados. El peso de la película recae en el Niño, el Pastor y el Capataz, los tres vértices de un triángulo emocional entre el Bien, el Mal y la Inocencia. Intemperie se puede ver de varias maneras: la mejor, como western crepuscular. También se puede leer como cuento moral sobre la necesidad, no de olvidar, pero sí de dejar de vivir en el pasado o incluso con una lectura contemporánea que nos recuerda que siempre habrá un capataz que abuse de los más débiles a cambio de protección (o de un sueldo vitalicio) y un pastor que ayude a cambio de redención. Y aquí, que cada uno adjudique a su gusto los roles en la realidad que nos rodea. Por favor, quédense hasta el final para escuchar la preciosa voz de Silvia Pérez Cruz cantando. Este es el enlace al videoclip:


Araña (pasado chileno)
El pasado siempre vuelve, nos acecha, nos persigue. Está ahí para recordarnos lo que fuimos y lo que somos. Muchos de los jóvenes que estos días se manifiestan en Chile contra su gobierno, son nietos de otros jóvenes que se manifestaban en los años setenta, y los que los reprimen son los mismos que entonces también se manifestaban, aunque no precisamente a favor del gobierno progresista de Salvador Allende, sino en su contra y que ahora mismo son los que deciden el rumbo político y económico del país desde los órganos del poder. La araña del titulo es el símbolo que tenía una organización paramilitar llamada Patria y libertad que operó en Chile entre 1970 y 1973. Copio lo que dice la Wikipedia de esta organización: “El Frente Nacionalista Patria y Libertad fue un movimiento paramilitar chileno de ideología fascista y nacionalista que pretendía cambios revolucionarios en la sociedad. Se formó en abril de 1971 como reacción paramilitar a las políticas socialistas del gobierno de Salvador Allende para lo cual realizó actividades políticas de activismo y proselitismo social, principalmente entre la juventud, y posteriormente, ya en la clandestinidad, optó por la vía armada, el terrorismo y el sabotaje para derrocar al gobierno de la Unidad Popular”. Es en este contexto donde Andrés Wood sitúa la historia de tres personajes a los que vemos en 1971 y en la actualidad. El trío lo integra un joven matrimonio de la alta burguesía chilena, con una ideología nacionalista de ultraderecha y un joven fanatizado y violento de origen popular. Los tres integran el núcleo duro del tsunami chileno que en los primeros setenta se dedicó a desestabilizar el país con todos los medios posibles. En la actualidad, ella es una empresaria de éxito, su marido es un ser anulado y el fanático sigue pensando que la calle es suya y tiene derecho a matar a quién le parezca. Este es el paisaje del pasado y el presente en un film muy bien resuelto, con dos actrices estupendas en los papeles de Inés joven, Maria Valverde y de Inés adulta, Mercedes Morán. Pasado, presente, la misma historia se va repitiendo con distintos símbolos pero con los mismos objetivos.


La vida invisible de Eurídice Gusmâo (pasado brasileño)
Por favor, no dejen que se les escape esta película. Y si se les escapa por la inclemente dictadura de los estrenos, búsquenla en cualquier sitio. Es un melodrama sirkiano, con formato epistolar. Pero es mucho más que eso. Inspirada mas que basada en la primera novela de la joven escritora brasileña Martha Batalha, la historia es un homenaje y reconocimiento a todas las mujeres invisibles que tuvieron que renunciar a sus sueños y a sus esperanzas en un mundo localizado en Río de Janeiro, pero reconocible en cualquier otro país. Escrita con mucho sentido del humor y un lenguaje fresco y desinhibido, la novela le proporcionó al director la estructura para hacer un melodrama tropical, con colores brillantes, ideas brillantes y actrices brillantes. A lo largo de cincuenta años seguimos a las dos hermanas Gusmâo, las dos mujeres invisibles que vivieron separadas en la misma ciudad por culpa de la intolerancia de una familia católica y muy conservadora. Karim Aïnouz, el director, transgrede y perturba el género y nos arrastra en el camino de estas dos mujeres que nunca consiguieron sus sueños. A Bolsonaro seguro que no le gusta nada este film, ni a Abascal, ni a las alegres muchachas que jalean sus reaccionarias ideas sobre las mujeres. Un apunte para reconocer el excelente guión de Munio Hauser y la preciosa fotografía de Hélène Louvart.


Hstorias de nuestro cine (pasado cinematográfico)
De este divertido y entrañable documental sobre el cine español solo quiero decir una cosa. El título debería escribirse así: Historias de “nuestrocine, con el nuestro entrecomillado. Porque esta es la historia del cine de un grupo de amigos que se reúnen para conversar entre ellos y con Antonio Resines sobre sus recuerdos, sus vivencias, su mirada sobre la historia del cine español, siempre desde su perspectiva. Y está muy bien, y es interesante y es divertida y cuentan muchas anécdotas. Pero es la historia de “su” cine, que también es el nuestro, pero en el cine hay mucha más historia que la que aquí nos cuentan.


El cuarto reino: El reino de los plásticos (presente y futuro)
El último documental de Adán Aliaga y Álex Lora, ganó el premio al Mejor Largometraje en el Festival de Madrid de este año. Fue por unanimidad del jurado. Todos (yo formaba parte) estuvimos de acuerdo en que este extraño y alucinado documental ambientado en un desguace de plásticos para reciclar en un barrio marginal de Nueva York, era no solo la mejor propuesta del festival, sino uno de los films mas raros y apasionantes que habíamos visto. El espacio nos remite a un planeta perdido y lejano donde Wall-E seria feliz con todos esos objetos abandonados entre gallinas, gatos, plantas y personajes marginales, no marginados. Lo que les pasa a todos ellos, aunque tiene una lectura naturalista y sociológica, en realidad es la crónica de la vida de unos auténticos aliens convencidos de que hay vida extraterrestre mas allá de los limites de su mundo/almacén. Podría ser el paraíso de los performers que no tendrían que hacer nada mas que firmar (y cobrar) por esa acumulación de chatarras varias. Y hay un personaje central, Ana, el alma de esa nave perdida en la ciudad, que no se te olvida fácilmente. No la dejen pasar. Vale la pena.


sábado, 16 de noviembre de 2019

VETERANOS


(la explicación de este bonito dibujo de Ramon, con un vaso de vino y un pan, la encontrarán cuando vean El irlandés)

Martin Scorsese tiene 77 años; Robert de Niro y Joe Pesci tienen 76; Al Pacino tiene 79. Es probable que la edad de estos cuatro gigantes del cine sea una de las claves de porque El irlandés es como es; es decir porque es tan buena. Hay más explicaciones, por ejemplo la inteligencia de Scorsese a la hora de plantear la película sabiendo dónde y cómo se va a ver. Puede que haya unos cuantos privilegiados en el mundo que verán El irlandés en un cine, pero la gran mayoría de los miles o cientos de miles de espectadores que tendrá, la verán en Netflix cuando se estrene dentro de muy poco. Scorsese, que ha hecho de todo en los más de cincuenta años que lleva trabajando en el cine, sabe que la televisión tiene un ritmo distinto, una planificación distinta, una manera de contar distinta. Por eso sus tres horas y media (que pasan sin darte cuenta) en la tele tendrán todo su sentido dilatador del tiempo; por eso tiene una planificación mucho más serena que la habitual; y por eso, también, los rostros, no solo los de su trío protagonista, todos los rostros de secundarios que la pueblan, son tan importantes. El irlandés es una película de mafiosos que enlaza, no formalmente pero si narrativamente, con Uno de los nuestros o Casino. Pero la serenidad que aporta la edad le permite a Scorsese dejar de juzgar a sus personajes, dejar de mostrarlos violentos y crueles. Hay mucha violencia en este irlandés, hay muchos muertos, pero no los vemos tanto. Sentimos la violencia amoral que ejercen estos hombres acostumbrados a mandar y a ser obedecidos, pero a Scorsese ya no le hace falta enseñárnosla. Basta con que la imaginemos. El irlandés adapta una obra de no ficción de Charles Brandt titulada, I Heard You Paint Houses, basada en un oscuro personaje, Frank, el Irlandés, Sheeran que fue considerado el principal sospechoso en la desaparición del líder sindical Jimmy Hoffa. Frank tiene en el film el rostro cambiante de Robert de Niro que, gracias a milagros de la tecnología, es él ahora y hace cuarenta años en una historia que abarca desde los años cincuenta hasta principios del siglo XXI. Toda la vida de sus actores y director; medio siglo de historia de Estados Unidos. Frank es el hombre que pinta paredes de rojo, siempre al servicio de su amigo el escurridizo jefe de la cosa nostra Russell Buffalino al que da vida un Joe Pesci soberbio. El tercer vértice de este triángulo infernal es Al Pacino en la piel de Jimmy Hoffa, el sindicalista mafioso que se consideraba a si mismo el rey del poderoso sindicato de camioneros. Jugando con distintos tiempos narrativos: el presente de un viejo Frank en una residencia de ancianos donde murió en el año 2003; el viaje que en 1975 realizan Buffalino y Frank con sus esposas con un objetivo muy concreto y la evocación de cómo se conocieron los tres implicados en este drama shakesperiano de amistad, conciencia, poder, y destrucción, el film avanza y retrocede descubriendo una trama de corrupción mucho mas profunda y oscura de lo que podíamos imaginar en el seno de la mafia. Una mafia que extiende sus tentáculos hasta muy arriba. Basta para explicarlo una frase de Buffalino a Frank: “La orden viene de arriba, si fueron capaces de callar al presidente del país, ¿crees que no podrán callar al presidente de un sindicato?” Una película mayúscula, cine de alta calidad, clásico en todos los sentidos. Hay quien la acusa de demasiado lenta (grave pecado viniendo de Scorsese) o discursiva, o dicen que se estanca en una parte central. Yo no estoy de acuerdo. No es lenta, tiene el ritmo que tiene que tener; sí es discursiva, pero hace falta que lo sea para entender el proceso por el que pasa Frank y para que el espectador tenga todos los datos necesarios; no se estanca, discurre como un profundo río que arrastra todo tipo de impurezas en su fondo dejando ver una superficie en la que nunca pasa nada. Una Obra con Mayúsculas, que se podrá ver en todas partes (si tienes Internet y Netflix, claro).


EL RINCÓN DE LAS SERIES


Ya que estamos hablando de grandes actores de una cierta edad, he pensado que era un buen momento para recordar de una serie estupenda protagonizada por dos actores… de una cierta edad. Se trata de El método Kominsky que se puede ver en Netflix. La protagonizan Michael Douglas a sus 75 años y Alan Arkin a sus 85 años. Muchos años, mucha experiencia, mucha inteligencia y sentido del humor para reírse de si mismos y de su profesión. Porque El método Kominsky habla de actuar, de interpretar. Sandy, es decir Michael Douglas, dirige una escuela de interpretación en Los Ángeles; Norman, su mejor amigo, dirige una agencia de actores, aunque está pensando en retirarse. Los dos no paran de hablar, de pelearse, de ayudarse, de quererse, mientras comparten su vida con sus hijas respectivas Mindy y Phoebe, y con las mujeres que se cruzan en su camino. Hay dos temporadas de la serie, cada una con ocho episodios de 20-25 minutos. La historia no termina, hay un continuará, pero si no continua no pasa nada. Ni Sandy ni Norman son especialmente simpáticos ni confortables ni recomendables, pero acabas por tomarles cariño y, sobre todo, les agradeces a ambos que sean capaces de reírse de sí mismos, de su edad y de su situación.

sábado, 9 de noviembre de 2019

VENTAJAS DE VIAJAR EN TREN



(una estación de tren siempre es promesa de una aventura)

Este es el  título de una excelente novela de Antonio Orejudo publicada el año 2000. También es el título de una película que se estrena esta semana, opera prima de Aritz Moreno. Ventajas de viajar en tren es un film inesperado, sorprendente, absurdo y divertido. Y muy crítico. Todo empieza con una inocente pregunta, la que le hace un pasajero a la mujer que se sienta delante de él “¿Le apetece que le cuente mi vida?” La mujer dice que sí y así empieza un laberinto de historias que se abren a otras historias, se pierden en otras historias y acaban por volver a la historia del principio, la de la mujer que responde que sí a la inocente pregunta. Mientras tanto, hemos asistido a un desfile de situaciones, personajes y espacios que abarcan un catálogo completo de perversiones y manías en una espiral delirante que escritor y director cierran porque en algún sitio hay que cerrar. Creo que solo alguien muy atrevido podía adentrarse en este mundo de mundos sin miedo a caer en el ridículo. Seguramente la inconsciencia y el valor de hacer una primera película han sido las mejores bazas para que Aritz Moreno se propusiera adaptar esta novela con guión de Javier Gullón y hacerlo con gran éxito. Y con la colaboración de un grupo de actores estupendos. Ernesto Alterio como un psiquiatra que necesita otro psiquiatra; Luis Tosar como soldado/basurero (en ambos caso recoge basuras); Quim Gutiérrez como amante de los perros y sobre todo de las perras; Belén Cuesta como hermana imaginada; Pilar Castro como pasajera del tren y centro indiscutible de una de las historias. Y hay mas. Pero ya los descubrirán. Ventajas de viajar en tren no deja indiferente. Te gusta o no te gusta. A mí si me gusta.

De hecho, hay muchas ventajas de viajar en tren.



Ventaja 1: mirar el paisaje, por ejemplo el de Vilafranca del Penedès, con sus viñas otoñales y tranquilas donde esta semana ha comenzado un festival muy peculiar. Se llama Most Festival Internacional de Cinema del Vi i el Cava. Ya lo conocía, pero este año he tenido ocasión de vivirlo al ser miembro del jurado que otorga los premios. Cuando accedí a formar parte de este jurado no podía esperar que me iba a interesar y a divertir tanto. Las ficciones eran ingeniosas, los spots bonitos, pero sobre todo los documentales me han descubierto un montón de cosas que no sabía del mundo del vino. Nunca habría imaginado que hubiera viñas que vienen de las viñas salvajes de Estados Unidos prohibidas en Europa y que los que las cultivan clandestinamente fueran auténticos rebeldes contra el sistema. Tampoco sabía que había uvas que se sumergen en el mar antes de convertirlas en un vino súper especial. Ni todo lo que se esconde detrás de algunas DO, una especie de mafia de las denominaciones de origen contra la que muchos viticultores se rebelan o quieren cambiar. Desconocía por completo la historia de la industria del vino de Jerez, con su ascensión, éxito y fracaso a lo largo del siglo XX. Y no podía pensar que en las Islas Azores se cultiva una viña y se hace un vino que escapa a cualquier definición y control, un vino libre hecho de una manera, no solo artesanal, sino ancestral. He aprendido muchas cosas que me han hecho mirar las viñas de otra manera y apreciar mejor un buen vino después de conocer el inmenso trabajo que hay detrás para hacerlo. Ha sido una gran lección.



Ventaja 2: leer un libro, por ejemplo ¡Me cago en Godard! de Pedro Vallín. Confieso que el libro me atrajo por dos cosas. El autor, al que leo en sus crónicas políticas en La Vanguardia, y el título con el que me sentí identificada aunque nunca lo he expresado con tanta contundencia. La tesis de Vallín es muy sencilla: el cine americano es de izquierdas, el cine europeo es de derechas, (con excepciones, claro). Es una tesis provocadora y muy estimulante que el autor desarrolla, expone y razona en la primera parte del libro, brillante y cargada de verdades con las que desnuda el pensamiento único dominante. Leyéndolo, vemos que mas que cagarse en Godard, lo que hace es explicar porque cree (y fundamenta) que el cine de Hollywood es mucho mas progresista que el europeo. Las reflexiones de Vallín van mas allá del cine y se adentran en el arte en general cuando afirma que “El Arte hoy es un enigma en el que el plebeyo a menudo se pierde pues todos sus signos son un arcano indescifrable para el común de los mortales. Está lleno de mensajes en código, de modo que solo un miembro del endógamo mercado en que opera puede desencriptarlo”. O cuando explica el nacimiento de las vanguardias desde un punto de vista de clase. O cuando encuentra en la historia y en la geografía las razones que justifican la lejanía de uno y otro cine. O por qué las películas de Hollywood son “productos” mientras que las europeas son “creaciones”. Es un placer leerlo asintiendo muchas veces, preguntándose si es cierto lo que cuenta o discutiendo con él en silencio. La segunda parte del libro es menos brillante, se centra mas en ejemplos que ilustren sus tesis y eso siempre es menos divertido. Pero sigue siendo provocador y te genera las ganas de hacer tus propias listas que corroboren (o destruyan) sus criterios. Solo hay una cosa que echo en falta. Vallín utiliza para sustentar sus tesis dos elementos: los argumentos, es decir lo que se cuenta, y la producción, es decir cómo se hace. Pero deja de lado el lenguaje cinematográfico propiamente dicho, la capacidad de crear imágenes visuales potentes que también es algo importante y sustancial del cine. Pero eso es posiblemente tema de otro libro. Lo mejor es leer ¡Me cago en Godard! ya sea para enfadarse con él, ya sea para compartir sus ideas.



Ventaja 3: nunca te encontraras con Las niñas bien de la directora mexicana Alejandra Márquez que, por supuesto, jamás pondrían los pies en esa cosa tan poco elegante como es un tren (sobre todo en México). Pero que no las encuentres en el tren no es motivo para no ir a verlas en el cine y disfrutar con sus desgracias de niñas ricas que no saben vivir de otro modo. Son las niñas popof de la alta sociedad mexicana, burguesas acomodadas e inútiles, clasistas y racistas condenadas a desaparecer, que la directora observa sin crueldad, como personajes de un pasado lejano que ya no existe arrollado por la crisis y la modernidad. Las niñas bien es un film  impecable visualmente, con unas localizaciones y una ambientación perfectas, que se ve con la sonrisa congelada al observar la decadencia moral y material de estas mujeres que creyeron tenerlo todo. Y que, por supuesto, nunca viajarán en ningún tren.


(lo que queda del muro, memoria en piedra)

Ventaja 4: cerrar los ojos y recordar un hecho importantísimo que sucedió hace treinta años: la caída del muro de Berlín. Yo estuve allí. Casi en directo. Menos de un mes antes, estaba en Berlín como jurado de lo que entonces se llamaban Premios Félix, que la recién fundada Academia de Cine Europeo otorgaba por segunda vez. La experiencia fue extraordinaria, pero una de las mejores cosas fue darnos cuenta de que el mundo estaba cambiando. Escribí de esto en el libro La vuelta al mundo en 20 festivales. Lo copio aquí porque me sirve para recordar ese hecho extraordinario: “La ciudad vivía uno de sus momentos más importantes históricamente. La caída del muro parecía inminente, todo el mundo estaba excitado. Una noche Aina Bellis, secretaria y alma de los Félix, me llevó a pasear por Kreuzberg. Caminamos mucho rato junto al muro, contemplando los grafittis y entramos en la famosa iglesia de Marianemplatz cuyos muros formaban parte del Muro. Fue un paseo magnífico que acabó en una pequeña taberna bebiendo vino. Ni una ni otra podíamos imaginar que esa iba a ser una de las últimas oportunidades de ver el muro. Poco menos de un mes más tarde, el símbolo de la Guerra Fría desaparecería para siempre. Pero aún tuvimos tiempo de vivir una jornada histórica. Impulsados por Donner, fuimos a Berlín Oriental el día que Gorbachov presidía un gran desfile patriótico junto con Honecker. Pasamos por Checkpoint Charlie con cierto temor (Jörn Donner era miembro del parlamento finlandés y podía tener problemas diplomáticos), pero una vez en la zona oriental nos dimos cuenta de que habíamos llegado a una gran fiesta. La contradicción entre el desfile oficial con las banderitas y los niños uniformados y los grandes grupos de jóvenes que se manifestaban por su lado exigiendo cambios radicales, producía un cierto vértigo. Llegamos hasta la famosa avenida Unter den Linden donde se congregaban las fuerzas de seguridad y alcanzamos a ver y oír a Gorbachov en un discurso que iba a hacer historia. Fue la última vez que Honecker apareció en público. El mundo estaba a punto de dar un giro radical. Tras casi cuarenta y cinco años de guerra fría, de política de bloques, de espías y de ideologías opuestas, la caída del muro de Berlín se iba a llevar por delante, no sólo las piedras que lo sustentaban, sino una manera de entender la sociedad.” Hoy, 9 de noviembre, se cumplen 30 años de ese día especial en que Europa empezó a unirse. No por mucho tiempo, como vemos con temor y tristeza a la vista de los pujantes nacionalismos populistas que nos acechan. Pero no nos dejemos abatir. La ventaja de viajar en tren es que puedes abrir los ojos y ver que el mundo sigue adelante. Con sus gentes que van a trabajar y que quieren vivir. En paz si es posible.
Una última ventaja de viajar en tren. Si estás de viaje no tienes que pensar a quien votarás: ¡felices votaciones a todos!







sábado, 2 de noviembre de 2019

OCULTOS



(¿un hombre oculto de Ramon?)
Esta semana solo destaco una película: La trinchera infinita, de Jon Garaño, Aitor Arregi y José Mari Goenaga, con guión de Luiso Berdejo y Goenaga. Para los que no se acuerden, los directores vascos son los autores de la estupenda Loreak y de la extraña Handía, dos películas profundamente arraigadas en Euskadi. Esta es la primera sorpresa de este film: tres vascos rodando una historia que pasa en Andalucía. Sorpresa relativa, porque aunque esté ambientada en un pueblo malagueño, la historia de La trinchera infinita podía suceder en cualquier sitio. De hecho sucedió en muchos lugares de España donde las rencillas y envidias ancestrales, que tantas muertes terribles produjeron en los pueblos y ciudades más pequeñas, tuvo como consecuencia la aparición de los topos: personas que al acabar la guerra civil se escondieron en sus casas en zulos, o habitaciones cerradas, ocultos de sus vecinos por miedo a las represalias. Los topos salieron a la luz en 1969 cuando se ofreció una amnistía general de los delitos cometidos antes de 1939 y fueron estudiados y nombrados por primera vez en 1977 en un libro de los periodistas Manuel Leguineche y Jesús Torbado. Pero antes de este libro, el cine ya se había interesado en estas historias en una película inclasificable, tan oculta como el hombre oculto que retrata. Este fue el titulo que Alfonso Ungria le puso a un film que descubría la realidad de estos topos invisibles, no solo en el cine, también en la sociedad. Blanco y negro, cine abstracto, un poco casposo en palabras de su director, El hombre oculto tenía mucho sentido del humor y una fina ironía que es lo que permite hoy revisarla. No sé si el trío de directores vascos la han visto, supongo que si, porque hay situaciones parecidas. Pero en su caso, sin humor. Quince años más tarde, en 1986, Fernando Fernán Gómez dio su particular visión de los hombres ocultos en una de sus películas más inverosímiles y descabelladas, Mambrú se fue a la guerra. Tendrían que pasar más de veinte años, para que en 2008, José Luis Cuerda volviera al tema adaptando la novela de Alberto Méndez, Los girasoles ciegos, con Maribel Verdú y Javier Cámara como el topo escondido. La novela es una pequeña joya (Joaquín Jordá era uno de sus máximo defensores, incluso volvió a leer tras el ictus solo para poder disfrutarla). Los girasoles ciegos es un melodrama en el que el punto de vista es el de la mujer, obligada a vivir una doble vida. Diez años más tarde, los vascos vuelven a los topos con la historia de Higinio y Rosa, es decir Antonio de la Torre y Belén Cuesta. Felicidades a los directores por la apuesta que hacen con Belén Cuesta, ofreciéndole la posibilidad de demostrar que es una actriz con mucho mas recorrido del que hasta ahora había tenido. Al margen de lo que el maquillaje, el vestuario, y la peluquería hace por su personaje, Belén le da a su Rosa una serie de matices, a veces muy sutiles, para mostrar como la situación claustrofóbica y agónica en la que viven condiciona toda su vida. La trinchera infinita toma partido por el punto de vista de Higinio, el hombre oculto, por eso vemos la vida a través de las rendijas de su escondite, los agujeros que le conectan con un mundo que solo puede imaginar. El apostar por esta mirada hace que la película prácticamente nunca salga de la casa en la que vive escondido Higinio durante 33 años. Hay una dilatación del tiempo narrativo que quizás necesita las dos horas y media que dura la película. A veces es un tanto reiterativa en sus situaciones, pero la vida está hecha de repeticiones y rutinas. Usar como banda sonora las músicas populares de cada época, es una manera de situar la historia en el tiempo sin necesidad de insistir en fechas. Yo tan solo le pediría que hubieran tenido un poco mas de sentido del humor, no el humor salvaje de El hombre oculto o el surrealista de Mambrú, pero si algún resquicio de aire para respirar en ese cuarto emparedado que es metáfora de un país emparedado por el miedo y la cobardía.

EL RINCÓN DE LAS SERIES



En la sombra
Otra clase de hombres ocultos son los que retrata la serie francesa En la sombra que se puede ver en Filmin. Tiene tres temporadas, la primera del año 2012 y la ultima del 2016. Es una serie política de absoluta actualidad en estos días de plena campaña electoral. Porque de eso habla la primera temporada de la serie, sin ninguna duda la mejor y la que yo recomiendo ver en estos momentos. Las otras dos son menos interesantes y sobre todo menos “actuales”. Pero vamos por partes, ¿Quiénes son los hombres ocultos en la sombra que protagonizan esta serie? Ni mas ni menos que los asesores de imagen de los políticos. Para que se entienda, los ivanes redondos del mundo. Bueno, no del mundo sino de Francia. El protagonista es Simon Kapita, un publicista especializado en temas políticos, que se ve catapultado a jefe de campaña y asesor de la candidata a la presidencia del país casi sin darse cuenta. Kapita va ganando poder de convicción con sus métodos de aplicar el marketing a la política sin que se le caigan los anillos por trabajar para una ideología que no es la suya. En eso, la serie es absolutamente verosímil y real como la vida misma: lo que cuenta son los resultados de quien te contrata. El capitulo cuatro de la primera temporada es especialmente interesante y pertinente estos días de debates en la tele. Kapita y sus oponentes, los asesores de los otros, saben muy bien la importancia de los pequeños detalles en estos debates. Los de aquí, también. Pasan mas cosas En la sombra, hay un par de líneas narrativas paralelas que sirven para completar el eje central sin molestar demasiado. Es importante fijarse en la fecha de la primera temporada, 2012, cuatro años antes de que Emmanuel Macron ganara las elecciones con el lema En marche. Del Ensemble de la candidata ficticia al En marche de Macron hay un trecho  muy pequeño. Seguro que los Kapita del presidente se miraron la serie muy atentamente. También la han debido ver los ivanes de todo tipo que pululan por los partidos españoles y que estos días están haciendo horas extras. Una pequeña lección de historia.