sábado, 25 de julio de 2015

EMOCIONES


Cuando yo era pequeña, mi madre, que era una gran narradora de cuentos inventados, me contaba que dentro de nuestro cuerpo había unos enanitos que se ocupaban de que todo funcionara bien. Había enanitos que recibían la comida, otros se encargaban de que la sangre no se perdiera entre los miles de caminos que tenía que recorrer, los enanitos se cuidaban de que no me doliera nada. Cuando me dolía algo yo le preguntaba por qué y me decía: los enanitos están tristes o enfadados, tenemos que contentarlos,  vamos a curarte. No sé que me imaginaba yo entonces, pero la idea de que mi cuerpo estaba habitado por esos enanitos buenos que nunca dejaban de trabajar  me gustaba mucho. Incluso llegué a hablar con ellos. Claro que yo hablaba con todo; los árboles, el gato, las muñecas…
Bueno todo esto viene a cuento que cuando vi Del revés, sentí que los cuentos de mi madre se hacían realidad. Ahí estaban los enanitos en forma de cinco emociones de colores¡¡¡. La película de Pixar (Lasseter, Docter) no solo me gustó muchísimo, fue como un largo viaje a la infancia, a uno de esos recuerdos dorados de alegría en que estaba sentada al lado de mi madre con dos o tres años, escuchando sus cuentos de Flor de Pan y Raspa, los nombres que mi madre daba respectivamente a la Alegría y a la Ira. No había nombres para Tristeza ni para Asco, tampoco para el Miedo que mi madre intentaba que no sintiera por nada.
Del revés es mucho más que una historia para niños que disfrutan los mayores. Es un auténtico viaje al fondo de la mente, un viaje alucinante, con trenes, laberintos, puentes, abismos, refugios en parques temáticos, recuerdos que se pierden, sueños que se desvanecen, y nuevos mundos que se crean. El difícil proceso de hacerse adulto, el salto de la niñez a la adolescencia, seguramente el más complicado que se ha de dar en la vida porque todo cambia: el cuerpo, los deseos, las relaciones, el mundo,… todo absolutamente todo cambia en el momento en que dejamos definitivamente a nuestro particular y único Bing Bong en el pozo de la memoria y comprendemos que la alegría sin la tristeza no sirve para nada. Vayan a verla y no se pierdan el corto que hacen antes: Lava. Es una historia de amor entre volcanes en medio del mar. Dura 7 minutos fantásticos.




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Esta semana he estado en El Escorial en un curso de verano sobre Pedro Almodóvar organizado por Manuel Hidalgo. En el otro blog, el de los textos, he colgado la conferencia que hice allí por si alguien le apetece leerla.  Este curso donde se ha revisado la obra de Almodóvar desde muy distintos puntos de vista, coincide con el estreno de Lío en Broadway,  la última película de un viejo rey de la comedia, pero americano y casi olvidado, Peter Bogdanovich, que gracias al apoyo de dos nuevos reyes de la comedia, Wes Anderson y Noah Baumbach, ha hecho un film antiguo pero deliciosamente divertido. Una comedia de enredo, de puertas que se abren y se cierran, de equívocos, de errores, de ardillas y de nueces. Un film ágil, ligero, tan ligero que seguramente pasará desapercibido como ha sucedido en Estados Unidos. No son tiempos para comedias inteligentes de guerra de sexos dignas del Lubitsch más sofisticado.




sábado, 18 de julio de 2015

MUJERCITAS



Latin Lover se titula la película de Cristina Comencini que absurdamente han llamado aquí Mi familia italiana. Absurdamente porque si hay alguna familia, y la hay, no  es precisamente italiana sino multicultural, casi transnacional. Latin Lover es un título que le va muy bien a la historia de este actor, seductor, guapo, maravilloso, homenaje nada encubierto a dos de las figuras emblemáticas del cine universal, Marcello Mastroianni y Vittorio Gassman. Un latin lover que dejaba una hija en cada país donde trabajaba, una italiana como es natural, una francesa, una española, una americana, una sueca y quizás alguna más. Cinco hijas como cinco soles, dos esposas, una italiana y otra española y algún  verso suelto que aparece a media historia. Viendo la película y después de escribir este párrafo, pienso que este film debería llamarse Mujercitas, o mejor aun Mujeres. La sombra de Saverio Crispo es muy alargada y protege bajo el manto de su seducción a este conjunto de mujeres y un hombre, que viven de su recuerdo y de su memoria y que en un fin de semana donde se le rinde un homenaje en su pueblo natal, descubren que quizás, solo quizás, había alguna zona oscura en su comportamiento exuberante y latinlovero.
Cristina Comencini, heredera de uno de los grandes directores de la comedia italiana donde brillaban Mastroianni y Gassman, dirige este film alegre, libre, feliz, luminoso, una historia de hermanas y de amigas, de celos y de complicidades, llena de humor, a veces ácido, pero siempre amable en el que  cuatro de las cinco hijas y las dos madres consiguen una química perfecta. En este verano más que caluroso, bochornoso y horrible, refugiarse en esta casa de la campagna con estas mujeres es garantía de pasar un buen rato con una película sencilla, inteligente y evocadora.

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Las actrices/hijas del film son todas estupendas: Angela Finochiaro, Valeria Bruni-Tedeschi, Candela Peña, Pihla Vitala; los chicos están mas que bien, sobre todo Lluis Homar, protagonista de una secuencia que es un regalo para cualquier actor. Pero yo me quedo con las dos madres: Virna Lisi, guapísima y elegante en el que sería su último trabajo. Virna Lisi tenía 77 años cuando rodó esta película en la que brilla con luz propia demostrando que la edad bien llevada, asumida con naturalidad y con dignidad no solo no es un problema, sino un añadido de belleza. A su lado, Marisa Paredes, diez años más joven, también da una lección de belleza y de saber estar. A pesar de que le toca bregar con un personaje enfadado y malhumorado, Marisa acaba por apoderarse de la pantalla especialmente cuando decide mostrarse casi a pelo, mejor dicho sin pelo, en un tour de force que muy pocas actrices, en realidad muy pocas mujeres, pueden asumir sin miedo. Marisa supera la prueba con creces y demuestra que no ha perdido nada de su elegancia y su atractivo. Sus arrugas hablan de una mujer que ha sabido vivir y que ha disfrutado mucho de la vida y de su trabajo. Sigue siendo una mujer muy hermosa que roba escenas sin esfuerzo. Su Ramona, es una Becky del Páramo que se ha hecho mayor y es mucho mas divertida. Pero sobre todo, nada almodovariana. Comencini demuestra que se puede hacer comedia coral con mujeres sin parecerse en nada al director manchego. Lo cual no deja de tener mucho mérito.

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Hace unos días estuve en Madrid y vi una exposición que me gustó mucho en el Museo Thyssen: Vogue like a painting. Son imágenes de grandes fotógrafos que evocan cuadros famosos, a veces literalmente otras por su atmósfera. Es una exposición preciosa que invita a imaginar mundos fantásticos de bosques, jardines, castillos. Pero si hablo de ella aquí es para justificar la foto que encabeza este post de mujercitas. Es una foto de Peter  Lindbergh que forma parte de la serie Una tarde encantada. Cuando la vi, no pude menos que pensar en la película de Cristina Comencini y como las casualidades hacen que las cosas que uno vive se liguen entre sí. Si están en Madrid o van a Madrid, no dejen de ir a verla, vale la pena. Y si a la salida se acercan a ver Mi familia italiana, aun mejor.

sábado, 11 de julio de 2015

EL MUNDO SIGUE




Esta semana no hay grandes estrenos que reseñar. O si, porque hay uno muy especial que merece la pena no pasar por alto. El reestreno, casi con carácter de estreno, de El mundo sigue,  de Fernando Fernán Gómez.
Fernán Gómez era un actor único por su físico y su voz; era también un director muy heterodoxo que se topó una y otra vez con distintas censuras, no siempre políticas, a veces simplemente mentales o comerciales, que convirtieron su filmografía como realizador en un continuo Guadiana. Desde su debut con la inclasificable Manicomio en 1954, sus películas corrían siempre una suerte extraña. Pero ninguna tan extraña como la de El mundo sigue y El extraño viaje. Aunque lo más extraño de todo para seguir con la palabra, es que las pudiera seguir haciendo a pesar de que no se estrenaban y cuando lo hacían eran maltratadas por la crítica y olvidadas por el público. Pero él seguía, con la ayuda de algunos fieles amigos que colaboraban con él. Y menos mal que siguió sin rendirse porque si no fuera por eso no podríamos disfrutar de algunos de los mejores títulos del cine español.
Habría que hacer una revisión del concepto que se tiene sobre el cine español del franquismo. Seguramente nos llevaríamos muchas sorpresas inesperadas en películas que la critica oficial consideraba despreciables e indignas de existir y la crítica de izquierdas (que la había y era tan intolerante como la otra) consideraba poco valiosas para la causa. En ese terreno se mueve casi toda la filmografía como director de Fernán Gómez, entre un cotidianismo, término que él mismo inventó para diferenciarse del neorrealismo y una comedia absurda, negra y surreal. Es el tono del díptico de la pareja,  La vida por delante, 1958 y La vida alrededor, 1959, que sin perder el humor se enfrenta a la dificultad de construir una vida en una España que aun no había llegado al desarrollo. Pero sobre todo es el tono de El extraño viaje, 1965, una de las obras fundamentales del cine español con ese  crimen de Mazarrón contado en clave de comedia negra y momentos delirantes, (el pase de modelos de Carlos Larrañaga), que hicieron que el film fuera incomprendido por todos.
Dos años antes de hacer El extraño viaje, Fernán Gómez rodó El mundo sigue, adaptación de una novela de un escritor cuyo nombre se consideraba gafe entre los intelectuales de los cafés madrileños. Fernán Gómez lo sabía y nunca aludía a él por su nombre sino por el mas sencillo Zeta Zeta. Era un riesgo meterse con esa novela dura que retrataba una España miserable más moralmente que económicamente en la que dos hermanas enfrentadas, espléndidas Gemma Cuervo y Lina Canalejas, representaban dos mundos opuestos, no necesariamente asociado el bueno a la buena y el malo a la mala. No hay en esta historia ni un gramo de humor o un resquicio por donde escapar. Todo es sórdido, no hay un solo personaje, la madre quizás, que sea digno de ser salvado. La España que se modernizaba con los planes de desarrollo y los primeros bikinis convivía con una España cerrada y ultraconservadora incapaz de aceptar cualquier cambio. Cuenta la leyenda que el primer día que llegó al rodaje una jovencita Pilar Bardem dijo en voz alta el nombre del gafe y Fernán Gómez exclamó: “no estrenamos”. Fuera por eso o por otra cosa, el hecho es que la película no se estrenó hasta dos años más tarde. Un 10 de julio, en Bilbao. Ahora hace 50 años. El mundo sigue, de eso no cabe la menor duda y ahora, gracias a la distribuidora A contracorriente, podemos conocer esta película que es como un puñetazo en el estómago.

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Un deseo personal. No he vuelto a ver algunas películas de Fernán Gómez de las consideradas “menores”. Manicomio, 1954, El malvado Carabel, 1956, La venganza de Don Mendo, 1961, Los Palomos, 1964, Crimen imperfecto, 1970. Desde aquí le pido a la plataforma Filmin que intente recuperarlas si es posible. Estoy segura que muchos de los nuevos directores de ese cine español de low cost, se quedarían de piedra ante el inconformismo formal y moral de algunas de estas películas.


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Un pequeño y pertinente texto de Fernán Gómez en El tiempo amarillo.
“Ha salido a relucir lo del Estado y el individuo. Eso era lo que a mí me parecía mal de lo que predicaban –me predicaban–  mis amigos comunistas. Un Estado fuerte. Era necesario un Estado fuerte. Por tanto –pensaba y oponía yo–, unos ciudadanos débiles. No había conseguido apartar de mí –no lo he conseguido todavía– la idea de que el Estado es enemigo de los individuos. Y que si los gobiernos al recibir el encargo de gobernar la nave del Estado no se dedican tenazmente a domeñar a los individuos, a sojuzgarlos, a perseguirlos, no podrán llevar la nave a lo que para los intereses de los privilegiados se supone que es buen puerto.”


sábado, 4 de julio de 2015

ACTUALIDAD

Hay semanas que parece que la cartelera se haya puesto de acuerdo con la realidad para mostrar ejemplos cinematográficos de lo que los telediarios y los periódicos nos cuentan cada día. Ver que este viernes se estrenan por un lado Los caballos de Dios del franco marroquí Nabil Ayouch y por otro Cuestión de actitud del griego Panos H. Koutras, sirve en bandeja la posibilidad de reflexionar sobre dos de los temas que polarizan las noticias estos días. Atentados yihadistas en Túnez, Lyon, Somalia y Kuwait con un montón de muertos; Grecia, su enfrentamiento con Europa, referéndum y posible salida del euro con un montón de personas seriamente dañadas en su dignidad y en su vida.
Si viviéramos en un mundo normal lo que haríamos sería hablar de las películas, de si están bien o no, si funcionan, son divertidas, trágicas, interesantes. Si sus directores son importantes, si… Bueno, de eso también podemos hablar porque no es sano ni me parece justo que la realidad  imponga sus reglas al pensamiento así, que empiezo por el cine y luego sigo con lo otro.




(si ven la película entenderán el por qué de este precioso conejo blanco que ha dibujado Ramón)
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Xenia es el título original de Cuestión de actitud. Por una vez me gusta el título castellano, da una idea muy clara de lo que es la película. Una actitud ante la vida, ante el hacerse mayor, ante el futuro. No se dejen engañar por la primera secuencia, parece que va de gais o en todo caso de homosexuales almodovarianos, pero no. Tampoco se dejen engañar por la segunda o tercer secuencia, parece que va de marginados con problemas, tipo cine de los Dardenne, pero no.  Xenia es de esas películas que dan muchos giros y en cada esquina se abre hacia un camino completamente distinto. Siempre de la mano de Dany y su hermano Ody, primero en Atenas, luego en el bosque, mas tarde en Tesalónica. Es una comedia en la que se descubre una Grecia xenófoba, homófoba y pobre. Aunque también solidaria entre marginales, no marginados. Dany y Ody son hermanos, son albaneses aunque hayan nacido en Creta y siempre lo serán: el país solo los quiere como mano de obra. Pero tienen sueños y eso les lleva a embarcarse en una road movie que los conducirá hasta un espacio fantástico: un hotel abandonado en medio del bosque. No sin que antes Dany haya perdido a su mejor amigo, Dido, y el director nos haya regalado una de las secuencias más hermosas del cine de ahora mismo: el homenaje nada oculto a La Noche del Cazador con los hermanos dormidos en la barca y Dido siguiéndolos desde la orilla.

En cuanto a Grecia, es todo muy complicado pero creo que entre todos han metido al país en un callejón sin salida en el que las víctimas son los Danys y Odys a los que se ha explotado, exprimido y maltratado y a los que no se les ofrece una luz al final del túnel. Porque irse de Europa, salirse del euro, no es la solución. La clase dirigente griega, de la que forma parte aunque no lo quieran reconocer Syriza y Tsipras y Varufakis, han sido unos irresponsables con su país desde hace mucho tiempo. Echarle la culpa a la troika, a Alemania, al Banco Central Europeo, al Fondo Monetario, queda muy bien en las proclamas popul(istas). Pero  no es cierto del todo. Hace años que Grecia vive de espaldas a esa Europa de la que ahora amenaza con irse. Europa no funciona como es debido, las democracias occidentales no solo no son perfectas, sino que tienen que cambiar muchas cosas. Pero hay un principio de solidaridad y de responsabilidad de los unos con los otros que no se debería romper como han hecho los griegos planteando un ultimátum del que van a salir muy mal parados. Si al final se van, como quiere la extrema derecha,  se darán cuenta de que el verdadero problema empezará en ese momento, no porque se acabe la fuente de dinero, porque se acabará el apoyo político. El peligro es muy claro, caer directamente bajo el manto de la larga sombra de Putin que poco  a poco se extiende hacia el Mediterráneo. Hay que tener mucho cuidado con los vientos del este.




(la película de Ayouch se basa en esta novela terrible de Mahi Binebine)
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Nabil Ayouch es francés, aunque nacido en Marruecos. Es rico, culto, inteligente, tiene una filmografía potente con películas estrenadas en Cannes. Desde esa posición privilegiada, Nabil rodó en el año 2000 una película Ali Zaoua, Príncipe de Casablanca, ambientada en el barrio de chabolas de Sidi Mumen. Esta era una historia triste, pero llena de esperanza. Ali vive en el puerto, Ali sueña con ser marinero. Cuando Ali es asesinado en una pelea callejera, sus amigos le hacen un funeral de príncipe y deciden cumplir sus sueños: ir hasta la isla de los Dos Soles. Tres años después de rodar esta película, doce niños de la calle como Ali y sus compañeros, apenas  poco más que adolescentes, se inmolaron en nombre de Alá provocando 45 muertos en la ciudad de Casablanca. Ayouch se pregunta ¿por qué? La respuesta es Los Caballos de Dios o el entrenamiento para convertirse en mártir en nombre de Dios que Binebine retrató en su novela  Las estrellas de Sidi Moumen. Es cierto que la pobreza, la miseria, la marginación es un caldo de cultivo ideal para los radicalismos. Todo eso existía antes y la salida de los chicos era la de jugar al fútbol, soñar con ser marineros o arriesgarse a una aventura más peligrosa en una patera. Pero ahora no. Lo que cuenta esta película tan realista que da miedo, tan verosímil que asusta, tan terrible que duele, es como se ha apoderado de las mentes y los cuerpos de estos chicos una única idea, matar a los otros, aunque sean musulmanes, simplemente porque son otros.

Los caballos de Dios se acaba el 16 de mayo de 2003. Pero podía acabarse el 26 de junio del 2015, o el 11 de septiembre del 2001, o el 11 de marzo del 2004 o el… da igual, son tantos y tantos los atentados suicidas que han llevado a la muerte a jóvenes engañados por una religión del odio y la muerte que les promete mil huríes en el paraíso mientras en este las huríes son maltratadas, humilladas, escondidas y consideradas menos que nada. (Un apunte, si hay mil huríes para los mártires hombres ¿hay mil yihadistas para las mártires mujeres o es que ellas, como es natural, no tienen derecho a ir al paraíso?). La locura islamista no tiene explicación y el retroceso progresivo del mundo musulmán a coordenadas propias del siglo VI, no solo es una barbaridad, es un crimen contra la humanidad que la humanidad (es decir occidente) permite que se extienda como una planta venenosa sin ponerle freno. No sé quién decía estos días que Europa, a pesar de ser objetivo prioritario de la yihad, mira para otro lado, como hizo con Hitler. No quiero comparar las dos realidades, pero la actitud es parecida. Los musulmanes son buenos clientes, los árabes tienen mucho dinero (como tenían las grandes fortunas alemanas)  y no conviene que se note mucho que no les gustan, no sea que se enfaden y vayan a comprarle armas al oso ruso o al tigre chino. El problema es que la situación ya no tiene arreglo porque los Tarek, Hamid, Nabil y Fuad están por todas partes, incluso en la esquina de casa.

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Curiosidades
Las dos películas las protagonizan hermanos. Las dos películas están interpretadas por actores no profesionales. Fruto de un casting la griega, salidos del mismo barrio donde pasa la historia y hermanos en la realidad la marroquí.
Otra curiosidad. Escribí este texto el miércoles 1 de julio, aunque lo publico el domingo como es habitual.  Por eso puedo decir que me ha hecho gracia ver que Carlos Boyero en su crítica de la película en El País se pregunta lo mismo que yo sobre las chicas suicidas, veo que es una idea que nos ronda por la cabeza a más de uno.
La última: ¿Qué votarían este domingo Dany y Ody? Me temo mucho que ni siquiera les dejaran votar.