viernes, 26 de mayo de 2023

TRES PROPUESTAS DISTINTAS

 

Esta semana en la que todas las miradas cinéfilas están dirigidas a Cannes, fijarse en los estrenos del viernes es un poco descorazonador. Algunos films no los he visto, Almodóvar, por ejemplo, otros están bien, Maestro(s) y Matar cangrejos son interesantes, también hay que no me gustan nada, El colibrí sobre todo. Pero hay un documental que me ha provocado muchas sensaciones contradictorias. He aprovechado que había pocas pelis para recuperar un libro muy bonito y destacar  una serie de esas que te dejan pensando.

 


(mis abuelos también vivieron toda una vida juntos)

El documental: Toda una vida de Marta Romero

Toda una vida/Me estaría contigo/No me importa en qué forma/Ni dónde, ni cómo/Pero junto a ti

Toda una vida/Te estaría mimando/Te estaría cuidando/Como cuido mi vida/Que la vivo por ti

Este precioso bolero de Antonio Machín es el que utiliza la documentalista Marta Romero para enmarcar toda la vida de sus abuelos, Trini y Paco, a los que empezó a filmar en el 2010 y a los que siguió filmando hasta la muerte de la abuela Trini en el 2022. Cuando empezó a rodar con ellos con la idea de que simplemente no se perdiera su memoria, la memoria de su abuela estaba intacta, pero poco a poco, a lo largo de los años, esa memoria fue desvaneciéndose, perdiéndose en la niebla de la terrible enfermedad. Paco estaba a su lado, con ella, cuidándola y queriéndola como en el bolero. Marta estaba ahí, testigo mudo y doliente de ese deterioro imparable. Fue duro asistir a ese proceso, fue difícil aceptarlo. Pero la directora encontró una coartada para seguir en la idea del amor. Lo que filmaba en esas horas perdidas en la casa familiar de Benicarló, era una historia de amor perdurable. Y era eso lo que ella quería que quedara en las imágenes evitando caer tanto en el sentimentalismo, como en la condescendencia y desde luego soslayando todo el lado más sórdido de ese espantoso proceso. Y de repente: llegó la pandemia y lo cambió todo. Trini y Paco se vieron obligados a separarse, Paco solo la podía ver a escondidas desde una ventana y ella le sonreía, reconociéndole a pesar de sus brumas. Y el documental cambió y pasó de ser la historia privada y triste de los abuelos de Marta, a ser un testimonio imprescindible de los estragos que la pandemia del Covid, de la que a veces siento que me olvido, hizo entre las personas mayores y más vulnerables. Lo de los sentimientos o emociones contradictorias viene de que Toda una vida me hizo pensar en mis propios abuelos maternos que también vivieron toda una vida juntos desde que se casaron a los 19 años hasta que murieron a los 70. Tengo algunas fotos de ellos, tengo fragmentos de películas de súper 8 donde se los ve juntos, pero no tengo el recuerdo de haber vivido toda una vida con ellos. Y me habría gustado vivirlos un poco más, disfrutarlos mejor. Ahora que yo tengo la edad de mi abuela y llevo toda una vida viviendo con Ramon, ver este documental me ha hecho añorarlos a ellos y agradecer lo que yo tengo.

 


El libro: Oriente de Manuel Gutiérrez Aragón

Soy muy mala lectora de cuentos. Es un género que me cuesta aunque reconozco que es perfecto. Mejor una historia corta y justa que una alargada artificialmente. Pero me cuesta. Por eso tardé un poco en leer el libro de cuentos de Gutiérrez Aragón. Y cuando lo hice, me alegré mucho de descubrir que hay cuentos que me gustan mucho. No todos los del libro son iguales, pero sí que en todos encontré algo especial. El director/escritor, permanentemente dividido entre sus dos amores, el cine y la literatura, ha conseguido en sus libros ensamblarlos de una manera orgánica. Pero es en estos cuentos donde creo que lo ha logrado de una manera más hermosa. Oriente reúne ocho cuentos publicados en distintos espacios que el autor ha revisado para darles una unidad: el relato interno. El primero se llama El Matemático y es un recuerdo de infancia en una playa hermosa donde ocurrió algo hace mucho tiempo que el narrador le cuenta a una amiga, sentado en la arena, mirando el mar. El segundo, Opera interrumpida, está escrito durante la pandemia y deja ver esa sensación de claustrofobia, de encierro, de miedo y pesadilla que parce salido directamente de las imágenes de Sonámbulos. Sesión de cine enlaza directamente con su novela anterior, Rodaje. Ambientado en un cine de barrio de los años cincuenta, el encierro y la claustrofobia también están presentes, pero el espectador allí recluido, busca escapar a través de un sueño que confunde lo soñado con lo proyectado. El que más me gusta de todos se llama Sevilla en el fondo del mar. El origen en este caso es claro, Malaventura y la melancolía de Manuel buscando a Rocío en la noche sevillana. Pero no es solo eso, Sevilla en el fondo del mar es el más fantástico de todos, el más irreal, con esas nubes que llenan el cielo de la ciudad de peces de todos los tamaños. Es precioso. El gran viaje es un cuento imposible. No encuentro ningún referente para este gran viaje en el que Luis Mantecón se ve metido casi sin darse cuenta. Un viaje ¿imaginado? ¿soñado?. No lo sabremos, ni lo sabrá él cuando al final se encuentre con su novia delante del cine Paz. El Nestrovich es quizás el más extraño de todos los cuentos extraños. No voy a desvelar que es un nestrovich (¿qué es un nestrovich?), pero si intuyo en sus páginas la extrañeza del Oso que en Feroz vive y convive con un viejo profesor. Kheler es una historia de cine y de aventuras. Cuenta el rodaje de una película sobre Mahoma en un país árabe. No está datado, pero me gusta imaginar que Manolo Gutiérrez Aragón pensaba en Agustín Villaronga y su aventura saudí cuando lo escribió, aunque lo lleva un poco más allá de la simple anécdota para convertirlo en una profunda historia de amor. Por último Oriente, que da título al libro, es un homenaje a sus orígenes cubanos, a su abuela que vivió una doble historia de amor dividida entre un militar español y un disidente que luchaba por la independencia de la isla. El amor se cuela entre los entresijos de un conflicto político sin perder ni un solo sentimiento. Es muy bonito. Junto con el de Sevilla, es el que más me gusta. Espero la próxima novela/imagen de Manuel Gutiérrez Aragón o ya, soñar no cuesta, la próxima película/novela de este narrador que me ha reconciliado con los cuentos.

 


La serie: Manayek, Filmin

Hay pocas películas israelíes que se estrenen. Pero, por suerte, hay muchas series israelís que se pueden ver en las plataformas. Los israelitas hacen series negras muy buenas, Homeland era una adaptación de una de las más prestigiosas. En este sentido, quizás Manayek no sea de las mejores, pero es una de las más interesantes. Hay una cosa que siempre he admirado en el cine americano (y en la literatura americana) la gran capacidad de crítica que tienen respecto al sistema, el gobierno, la policía, la justicia… Es algo que siempre he envidiado en los americanos y que echo de menos en el cine y las series (y la literatura) europea. Pues bien, los israelitas también lo tienen. No me imagino una serie como esta en ningún país europeo. Manayek quiere decir algo así como Pasma o Maderos, es una forma despectiva de hablar de la policía. El principal protagonista es Izzi, un investigador del siempre detestado departamento de Asuntos Internos, envuelto en una oscura y siniestra trama de corrupción policial que abarca todos los estamentos del cuerpo hasta llegar a lo más alto. No hay en esta serie ningún personaje al que te puedas agarrar. Ni siquiera Izzi, que en una versión yanqui sería un atractivo hombre de cincuenta años y aquí es un desfondado policía de mediana edad. La investigación de esta trama ocupa los 10 desesperanzados capítulos de la primera temporada, (hay dos) que es la que yo he visto. Una trama que se llevará por delante todas las cosas que Izzi pensaba que eran para siempre, amistad, familia, trabajo, confianza. El ritmo es rápido, pero no trepidante como en una serie americana. Las situaciones se encadenan de manera lógica y me encuentro enganchada cada final de capítulo para saber quién mas está involucrado en esta enorme tela de araña de corrupción que sepulta bajo su capa la idea de que la policía israelí es la mejor del mundo. 

Mi abuela adoraba las flores, los tulipanes, tan escasos en México, le encantaban, por eso el regalo de esta semana es una acuarela de tulipanes rojos.



 

sábado, 20 de mayo de 2023

PAISAJES


“Bien está la discreta aridez de las cimas nevadas, bien está la boca negra del mar siempre abierta a sus presas, aunque no separe los labios.” (Luis Martín Santos) Esta frase de uno de los libros de Luis Martín Santos que estoy leyendo, parece escrita expresamente para acompañar esta entrada de paisajes.

 


La montaña. Las ocho montañas de Felix Van GroeningenCharlotte Vandermeersch

Hay un diálogo en la película que me parece justifica todo la historia. Pietro y sus amigos de Turín están en la cabaña que ha construido con Bruno en la montaña. Los amigos se extasían ante la belleza de la naturaleza. Bruno les replica: “Solo los de la ciudad la llamáis “naturaleza”. Es tan abstracta en vuestra mente que el nombre también lo es. –¿Tú como la llamas?-, replica uno de los turineses. Aquí –responde Bruno–decimos “busch, bascul, fium, crap, senter”. Cosas que se pueden indicar con el dedo, que se pueden usar”. No es solo la diferencia de la lengua, el dialecto de Bruno frente al italiano de los turineses, lo que pone en evidencia este diálogo. Es mucho mas, es el sentirse parte de algo o el de simplemente mirarlo desde fuera. Este es solo uno de los temas que sobrevuelan este precioso film que adapta la novela de Paolo Cognetti. El otro, el central, el más importante, es la amistad entre un niño de ciudad, Pietro, también llamado Berio y un niño de montaña, Bruno. Una amistad masculina que se prolonga en el tiempo hasta que los dos son hombres adultos, una amistad fiel, constante (a pesar de largos periodos de ausencia) en la que no hay nunca una sombra de homosexualidad. Las ocho montañas apuesta por la amistad por encima de todo. Incluso por encima de las relaciones padre e hijo que son otro de los ejes que circula por los senderos, los caminos, las cumbres y los lagos de un paisaje alpino que es el auténtico protagonista. Dirigido a dos manos por Felix Van GroeningenCharlotte Vandermeersch, Las ocho montañas plantea una teoría: “Esto es el mundo, –dice Pietro mientras dibuja en un cuaderno–. Hay ocho montañas y ocho mares y en el centro hay una gran montaña, el Monte Semeru. La pregunta es esta ¿Quién ha aprendido mas, quién ha recorrido las ocho montañas y los ocho mares o quien ha llegado a la cima del Monte Semeru? Bruno le responde. –Yo soy este, el que sube a la montaña y tu eres el que ha hecho la vuelta por las ocho montañas”. Ese es el punto: ¿qué somos cada uno, los que suben a la montaña y se quedan porque no necesitan nada más, o los que recorren las ocho montañas? Me ha gustado mucho esta película aunque reconozco que quizás es un poco larga, abusa de una voz en off redundante y tiene una banda sonora que no está a la altura de las cimas que retrata. Por suerte los dos actores que asumen el rol del adulto Pietro, Luca Marinelli (inolvidable Martin Eden) y el adulto Bruno Alessandro Borgui tienen tanta química entre ellos y con las montañas, que, al menos a mí, me hacen obviar lo que no me gusta del film. Y me hacen recordar lo mucho que añoro ir a las montañas, aunque sea solo para mirarlas.

 


El mar: Sica, de Carla Subirana

El mar poderoso, indomable y peligroso en su atracción domina este film tan físico como mágico. La violencia de las olas rompiendo en la Costa de la Morte gallega es el sonido inquietante y misterioso que acompaña las voces de los muertos en la profundidad del mar. Sica, una adolescente de 14 años, se niega a aceptar que el mar no le devuelva el cuerpo de su padre, un marinero desaparecido en un naufragio. Con el viento haciendo volar sus cabellos, Sica recorre los acantilados, las playas, las cuevas, investiga, busca y conoce a Suso, un chico de 15 años, un cazatormentas convencido que está a punto de llegar la gran tormenta que acabará con todo. Entre el mar y Suso y su madre y la amenaza de tener que dejar la aldea, Sica transita hacia la edad adulta superando la ausencia y el dolor de la pérdida. Primera película de ficción de Carla Subirana, su formación como documentalista se deja sentir en este film  inclasificable y fascinante. Carla combina la magia de un cuento de crecimiento, una fábula sobre la vida y la muerte, con una fisicidad casi dolorosa en las olas de un mar embravecido. Thais García, auténtico descubrimiento de la película es Sica, el vértice de un triángulo formado por la madre que interpreta Nuria Prims, superada por el dolor y la urgencia de controlar la situación y por Suso, Marco Antonio Florido, un personaje irreal y misterioso. Sica se mueve entre dos mundos: el gallego de su alma y el catalán de la madre que quiere volver a su tierra; entre el padre imaginado y el padre descubierto; entre lo físico y lo espiritual, entre el mar y la tierra. Olas, cielos, la tormenta real y emocional, agua por todas partes. Sica camina por los acantilados donde escuchará la voz de su padre en una grieta. Misteriosa y lejana.

 

EL RINCÓN DE LAS SERIES



Nicholas Elliott


Kim Philby 

Un espía entre amigos, Nick Murphy Movistar

No lo puedo remediar, me encantan las películas y las series de espías. Toda clase de espías. Desde los clásicos de la guerra fría de John Le Carré a los más cercanos de la guerra contra el fundamentalismo islámico, de James Bond a Bourne, pasando por Garbo, de los malos de comic a los malos de verdad, de Oficina de infiltrados a Homeland. La referencia a Homeland no es gratuita porque Damian Lewis, el inolvidable sargento Brody, es aquí Nicholas Elliott, un elegante, flemático y muy británico espía del MI6 al que encargan interrogar y detener a su gran amigo y compañero Kim Philby, encarnado en un irreconocible Guy Pearce, acusado de ser un espía de la KGB infiltrado en el Servicio Secreto de su Majestad. Elliott y Philby se encuentran en Beirut y durante 36 horas hablan en una casa donde toda su conversación está siendo grabada. Toda menos diez minutos en los que salen a la terraza y de los que no hay constancia. ¿De qué hablaron en esos diez minutos’ ¿Se escapó Philby o Elliott le dejó escapar? De vuelta a Londres con las manos vacías, Elliott se enfrenta a una investigación liderada por Lily Thomas, eficiente y meticulosa funcionaria del MI5. La serie de 8 capítulos se mueve entre el presente de 1963 donde Elliott, en Londres, tiene que demostrar a sus superiores que no es un traidor y Philby, en Moscú, tiene que demostrar a sus nuevos jefes que no es un doble espía, y el pasado en el que vemos como se conocieron y como se desarrolló la profunda amistad de estos dos hombres. En un mundo donde todos mienten, se engañan, se espían unos a otros, lo único que parece seguro y sólido es esa amistad. Basada en un caso real, Elliott existió, Philby existió, Lily Thomas no existió, esta inteligente y brillante serie inglesa es una de las mejores que se pueden ver en las plataformas. 

El regalo de esta semana es una imagen que he usado antes en este blog, pero es que me parece la mejor ilustración para una entrada que habla de montañas y mar.



 

 





 


 

 

viernes, 12 de mayo de 2023

CUATRO PROPUESTAS

 

Hay semanas que no hay ningún estreno memorable. Hay otras en las que te encuentras con títulos absolutamente imprescindibles. Y luego hay otras, donde las películas propuestas no son todo lo redondas que podían ser (o si, depende de cada uno) pero tienen suficiente interés para llamar la atención sobre ellas y que no pasen desapercibidas en la vorágine de los estrenos semanales.

 


Propuesta 1: La hija eterna, de Joanna Hogg

Debo entonar un mea culpa: no he visto ninguna película de Joanna Hogg y es imperdonable porque el D’A de este año le dedicó una retrospectiva y no eran tantas pelis, apenas cinco, las que se tenían que ver. Pero la vida es la que es. Así que me conformo con descubrir a la directora inglesa en su sexto largometraje donde, leo, recupera la figura de su alter ego Julie, una directora de cine que ya aparecía en sus dos films anteriores. En esta hija eterna, vemos a Julie y a su madre cuando llegan a un extraño hotel en medio del campo, la niebla y la noche. Es un lugar fantástico, que podemos imaginar poblado de fantasmas. En todo caso, lo que está es vacio de huéspedes y cuenta tan solo con una chica seca y adusta que se encarga de todo. Es en este hotel donde Julie y su madre se reencontraran en una atmosfera cargada de amenazas y misterios, de cosas que nunca llegan a suceder. El terror de la casa encantada flota entre sus pasillos y jardines, pero los fantasmas solo están en la cabeza de Julie mientras intenta escribir un guión sobre la relación con su madre. Fue Alex Gorina el que al salir me hizo pensar en el olvidado director belga André Delvaux, sin duda uno de los que mejor han sabido filmar el misterio de lo cotidiano. Pero si es cierta la referencia a Delvaux, a mi me recordaba todo el tiempo al Hotel Overlock de El resplandor, con sus fantasmas y la frustración de un escritor ante la página en blanco. Lo mejor de La hija eterna es, con todo, Tilda Swinton. Metida en la piel de la hija, pero también de la madre, Tilda trasmite todos los matices de la difícil relación madre/hija y de la difícil relación autora/historia. Envolvente, mágica, neblinosa, fascinante cuento gótico.

 


Propuesta 2: Blanquita de Fernando Guzzoni

Película chilena a la que le falta el aire. Dicho así, suena extraño. Blanquita está inspirada en un famoso caso de pederastia y pedofilia chileno ocurrido en el año 2003, conocido como el Caso Spiniak por el nombre del rico empresario acusado de formar parte de una red de pedófilos y prostitución y abusos a menores. En el escabroso proceso se vieron involucrados varios políticos vinculados con Pinochet. Testigo fundamental de la acusación fue una joven de 18 años que, apoyada por un sacerdote muy vinculado a los movimientos sociales, acusó públicamente a varios de estos políticos. Guzzoni se fija en este personaje, Blanquita, a la que no deja en ningún momento, siguiéndola en el proceso de acusación en el que tuvo que soportar el acoso de la prensa y los medios de comunicación. Pero Guzzoni no juega al sensacionalismo barato, su mirada es fría, dura, seca, distanciada. No juzga a nadie, ni a Blanquita, ni al cura, ni  al juez, ni siquiera a los supuestos culpables. Apoyado en el rostro decidido de Laura López como Blanquita y la determinación de Alejandro Goic como el sacerdote que la ayuda, Guzzoni deja que el espectador vaya reconstruyendo el puzle en el que Blanquita es la pieza central, la que arma y da sentido a la acusación. “Ellos puede violar, yo no puedo mentir” afirma Blanquita ante el juez. La respuesta del film es Sí., ellos son poderosos, tú, No.

 


Propuesta 3: La quietud en la tormenta, de Alberto Gastesi

La historia que cuenta La quietud en la tormenta es muy sencilla; una pareja de treintañeros vuelve a San Sebastián con la intención de comprar un piso. El chico que se lo enseña vive con una novia sevillana. Todo es banal, todo es normal. Pero no. Porque en este film de ritmo jazzístico, las improvisaciones y las derivas de lo que pudo ser y no fue, van escribiendo una canción bajo la lluvia entre estos cuatro personajes. Mejor dicho entre dos  Lara, la chica que vuelve y Daniel el chico que nunca se fue. Hubo un momento en que sus vidas se cruzaron, hubo un momento en que todo pudo ser. Y ahora, ante la enorme tristeza de una ballena varada en la playa, ambos se reencuentran, se reconocen se miran y se imaginan. Todo filmado en un blanco y negro que da a la ciudad de San Sebastián una pátina de belleza otoñal y en un formato cuadrado que nos remite al cine más clásico. La música y el sonido de la lluvia acompañan esta preciosa historia de amor que cierra una herida y abre una etapa. Jean Eustache se cruza con Hong Sang-soo en la pequeña París. Una inesperada y bonita opera prima.

 


Propuesta 4: El cazador de recompensas de Wlater Hill

La crítica internacional, la americana y buena parte de la española, se ha puesto de acuerdo para decir que esta película es un horror y un error. No sé muy bien que sentimiento de rechazo les produce Walter Hill a todos los críticos, casi sin excepción. Pero, en fin, yo no comparto este juicio. Reconozco que no es un gran western ni clásico ni crepuscular. Admito que no es muy original, la sombra de Los profesionales de Richard Brooks flota en el aire como una nube amenazadora o protectora. Hace concesiones a lo  políticamente correcto aludiendo al racismo y a la violencia machista. Utiliza de forma un poco gratuita los tonos sepia de los daguerrotipos para evocar la época. Pero la verdad es que a pesar de todo esto, el film me entretiene mucho. Me dejo llevar por ese pistolero desencantado y olvidado que hace Willem Dafoe, por el elegante e improbable caza recompensas de Christoph Waltz, por esa pareja imposible entre la esposa del gran hacendado y el soldado negro. Yo creo que la cuestión es si te gusta el western o no. Si eres de los que sí, aunque sea menor, lo disfrutarás; si eres de los que no, no lo aguantarás porque no hay nada más que una añoranza personal por el género. Hill siempre ha hecho westerns incluso cuando hacía otras cosas. Y ahora, a sus ochenta y un años de edad se permite hacerse el regalo de volver al género que más le gusta. ,Y dedicárselo a un maestro del western de serie Budd Boetticher. 

El regalo de esta semana es una foto de Ramon. Esta  inquietante grieta en la pared me ha parecido que ilumina las cuatro películas: todos sus personajes tienen grietas.



sábado, 6 de mayo de 2023

DE CRÍMENES Y REYES

 

Hace una semana hablaba en la crónica del BCN de algunas películas que me habían gustado. Dos de ellas se estrenan esta semana.

 



Mi crimen, de François Ozon.

 Un delicioso film que parece casi un remake salvaje de Los caballeros las prefieren rubias, sin música y con crimen. Una de las mejores películas del festival. Divertida, libre, feliz con una Isabelle Huppert en plena forma en una parodia de la Gloria Swanson de El crepúsculo de los dioses, con un juicio que parece el de Testigo de cargo. Hawks y Wilder en el París de 1934.” Creo que vale la pena explicar todas estas referencias y añadir algún comentario a la originalidad de la propuesta de Ozon. Ozon es un director ecléctico, cambiante, dúctil, que lo mismo te hace un melodrama fassbinderiano que un trhiller político, un drama romántico o un film rohmeriano. O como en este caso, una comedia hawksiana/wilderiana. Todo eso sin dejar de ser siempre él mismo. En la presentación de la película en Barcelona Ozon dijo que Mi crimen se podía entender como la tercera entrega de una trilogía sobre la mujer que empezó en el 2002 con el musical Ocho mujeres, siguió en el 2010 con la crónica vitriólica de Potiche, mujeres al poder y continua (no se cierra) con Mi crimen, una comedia de enredos muy negra. Entre las tres películas hay un hilo subterráneo que las enlaza en su protagonismo femenino, en la potente presencia de las mujeres en distintos ámbitos, el familiar, el político, el público. Mi crimen se sitúa en París en 1934, año del estreno de la obra de teatro de Georges Berr y Louis Verneuil que adapta la película. No tengo idea si los autores conocían el libro de Anita Loos Los caballeros las prefieren rubias publicado en 1925, pero lo que sí es seguro es que Ozon se sabe de memoria la película que Howard Hawks hizo con Marilyn Monroe y Jane Russell en 1953 y la ha utilizado de “plantilla” para  dibujar a sus dos deliciosas protagonistas, la rubia actriz sin un pelo de tonta, Madeleine y la morena abogada, la inteligente Pauline. Cuando las conocemos, las dos amigas intentan sobrevivir como pueden en ese París de entreguerras. Madeleine acaba de escapar por los pelos de un claro abuso de poder por parte de un productor que se supone la quería contratar. Un productor que aparece asesinado a la mañana siguiente. Crimen del que se acusa a Madeleine. Y es ahí donde entra en juego la inteligencia de Pauline que ve en ese crimen que la rubia no cometió la posibilidad de convertirla y convertirse en estrellas mediáticas. Si  Hawks flota en las relaciones de Madeleine con su estúpido novio y su poderoso padre (la secuencia con el padre en su despacho es exactamente igual a la de Lorelei con el padre de su tonto y rico novio), Wilder se cuela no solo en una referencia directa en la película que Madeleine y Pauline van a ver, Curvas peligrosas, debut de Wilder como director, rodada en Francia y estrenada en 1934, sino en toda la secuencia del juicio en el que Testigo de cargo es el referente evidente, aunque los discursos feministas de Madeleine y Pauline corresponden mas a nuestros días que a 1934. Ozon sabe mezclar todo esto, teatro de bulevard francés, comedia americana, reivindicación feminista, y hacer un film absolutamente personal en el que la guinda la pone Isabelle Huppert en un personaje de los que alegran la vida al intérprete que los encarna y a los espectadores que la contemplan. Su Odette Chaumette, olvidada actriz del cine mudo, es una parodia arrolladora de la Gloria Swanson de El crepúsculo de los dioses. Las tres mujeres, la rubia Nadia Tereszkievicz, la morena Rebecca Marder y la veterana Isabelle Huppert, se meriendan el film con regocijo y desparpajo. Y en el camino se encuentran con tres caballeros que no saben si las prefieren rubias o no, pero si saben que este film es un regalo para ellos: el despistado y estúpido juez que hace Fabrice Luchini, el empresario bienintencionado que interpreta Dany Boon y el superado padre del novio, André Dussollier.

(En Filmin se pueden ver Ocho mujeres y Potiche, de Ozon y Testigo de cargo, de Wilder. En Amazon están Los caballeros las prefieren rubias, de Howard Hawks y El crepúsculo de los dioses de Wilder. ¡Todo un banquete de cine!)

 



The Lost King, de Stephen Frears

“Un film inesperado en la filmografía de Frears basado en la historia real del descubrimiento de la tumba del rey Ricardo III gracias a la tozudez e insistencia de una mujer empeñada en desmontar la leyenda negra de este rey al que Shakespeare pintó con crueldad. Fantástica y reivindicativa, es una comedia  ligera, suave, llena de complicidades entre Philippa y su marido y entre Philippa y el fantasma del rey”. La noticia saltó a los diarios en el año 2012, cuando se descubrió la tumba del Rey Ricardo III bajo el suelo de un sórdido aparcamiento de Leicester. Nadie creía en ello, solo una mujer, Philippa Langley, se empeñó en encontrarla para darle al rey más odiado de la historia inglesa, los honores que se merecía. Cuando Philippa, la menuda ama de casa, madre de dos chicos y esposa separada, una mujer sin grandes atractivos, nerviosa e insegura, asiste a una representación de Ricardo III en un teatro local, descubre no solo su pasión por este rey maltratado sino su complicidad con el fantasma que se le aparece solo a ella. Desde ese momento, Philippa se propone reivindicar al rey y a pesar de su falta de preparación y de la oposición y trabas que le ponen los burócratas estamentos académicos de la Universidad y el ayuntamiento, conseguirá sus objetivos: rehabilitar al rey. Frears sabe como nadie contar estas historias pequeñas, llenas de encanto y de complicidades. Las de Philippa con el fantasma en primer lugar, pero también y muy importantes, las de Philippa y su marido y sus hijos. Sally Hawkins es una Philippa perfecta tan adorable como odiosa, Steve Coogan autor del guión, es ese marido presente en sus ausencias y Harry Lloyd es el taciturno fantasma que acompaña y guía a Philippa. Una joyita sin grandes pretensiones y cargada de optimismo.

 

EL RINCÓN DE LAS SERIES



La diplomática, Netflix

Esta serie tiene todo para ser buena. Su creadora es Debora Cahn, una guionista forjada en las salas de redacción de El ala oeste de la Casa Blanca; sus protagonistas son Keri Russell, la inolvidable espía rusa de The Anericans y Rufus Sewell, un rostro inconfundible y memorable en El hombre del castillo. La historia pasa ahora mismo, literalmente, la guerra de Ucrania, la presidencia de Joe Biden, una vicepresidenta desaparecida de la escena, las extravagancias de Boris Johnson. Todo está ahí. Pero convertido en una inteligente comedia de enredo político centrada en Kate Wyler, la recién nombrada embajadora americana en Gran Bretaña en unos momentos particularmente delicados, con una crisis internacional que amenaza con hacerlo estallar todo en pedazos. Kate tendrá que aguantar a su carismático y entrometido marido Hal, ganarse la confianza del inteligente Ministro de Exteriores británico, armarse de paciencia frente al imbécil Primer Ministro inglés, y aceptar la ayuda y colaboración de dos elementos indispensables, su resignado ayudante y la jefa de la CIA en Londres. El  humor, la mala leche y una ironía inteligente, se cuelan en La diplomática mientras va desarrollando una intriga absolutamente verosímil de gravísimas consecuencias entre iraníes, rusos, mercenarios, políticos estúpidos y políticos oportunistas. Cada capítulo de los ocho que la integran te deja con ganas de saber más, de querer más. Sin duda es una de las mejores series del año de la que ya estoy deseando ver la segunda temporada.  

El regalo de esta semana no sé si tiene algo que ver con las pelis, pero me gusta mucho y hace tiempo que lo quería poner.