Hay semanas que no hay ningún
estreno memorable. Hay otras en las que te encuentras con títulos absolutamente
imprescindibles. Y luego hay otras, donde las películas propuestas no son todo
lo redondas que podían ser (o si, depende de cada uno) pero tienen suficiente
interés para llamar la atención sobre ellas y que no pasen desapercibidas en la
vorágine de los estrenos semanales.
Propuesta
1: La hija eterna, de Joanna Hogg
Debo entonar un mea culpa: no
he visto ninguna película de Joanna Hogg y es imperdonable porque el D’A de
este año le dedicó una retrospectiva y no eran tantas pelis, apenas cinco, las
que se tenían que ver. Pero la vida es la que es. Así que me conformo con
descubrir a la directora inglesa en su sexto largometraje donde, leo, recupera la
figura de su alter ego Julie, una directora de cine que ya aparecía en sus dos
films anteriores. En esta hija eterna, vemos a Julie y a su madre cuando llegan
a un extraño hotel en medio del campo, la niebla y la noche. Es un lugar
fantástico, que podemos imaginar poblado de fantasmas. En todo caso, lo que
está es vacio de huéspedes y cuenta tan solo con una chica seca y adusta que se
encarga de todo. Es en este hotel donde Julie y su madre se reencontraran en
una atmosfera cargada de amenazas y misterios, de cosas que nunca llegan a suceder.
El terror de la casa encantada flota entre sus pasillos y jardines, pero los
fantasmas solo están en la cabeza de Julie mientras intenta escribir un guión
sobre la relación con su madre. Fue Alex Gorina el que al salir me hizo pensar
en el olvidado director belga André Delvaux, sin duda uno de los que mejor han
sabido filmar el misterio de lo cotidiano. Pero si es cierta la referencia a
Delvaux, a mi me recordaba todo el tiempo al Hotel Overlock de El resplandor, con sus fantasmas y la
frustración de un escritor ante la página en blanco. Lo mejor de La hija eterna
es, con todo, Tilda Swinton. Metida en la piel de la hija, pero también de la
madre, Tilda trasmite todos los matices de la difícil relación madre/hija y de
la difícil relación autora/historia. Envolvente, mágica, neblinosa, fascinante
cuento gótico.
Propuesta
2: Blanquita de Fernando Guzzoni
Película chilena a la que le
falta el aire. Dicho así, suena extraño. Blanquita
está inspirada en un famoso caso de pederastia y pedofilia chileno ocurrido
en el año 2003, conocido como el Caso Spiniak por el nombre del rico empresario
acusado de formar parte de una red de pedófilos y prostitución y abusos a
menores. En el escabroso proceso se vieron involucrados varios políticos vinculados
con Pinochet. Testigo fundamental de la acusación fue una joven de 18 años que,
apoyada por un sacerdote muy vinculado a los movimientos sociales, acusó
públicamente a varios de estos políticos. Guzzoni se fija en este personaje,
Blanquita, a la que no deja en ningún momento, siguiéndola en el proceso de
acusación en el que tuvo que soportar el acoso de la prensa y los medios de
comunicación. Pero Guzzoni no juega al sensacionalismo barato, su mirada es
fría, dura, seca, distanciada. No juzga a nadie, ni a Blanquita, ni al cura,
ni al juez, ni siquiera a los supuestos
culpables. Apoyado en el rostro decidido de Laura López como Blanquita y la
determinación de Alejandro Goic como el sacerdote que la ayuda, Guzzoni deja
que el espectador vaya reconstruyendo el puzle en el que Blanquita es la pieza
central, la que arma y da sentido a la acusación. “Ellos puede violar, yo no
puedo mentir” afirma Blanquita ante el juez. La respuesta del film es Sí.,
ellos son poderosos, tú, No.
Propuesta
3: La quietud en la tormenta, de
Alberto Gastesi
La historia que cuenta La quietud en la tormenta es muy sencilla;
una pareja de treintañeros vuelve a San Sebastián con la intención de comprar
un piso. El chico que se lo enseña vive con una novia sevillana. Todo es banal,
todo es normal. Pero no. Porque en este film de ritmo jazzístico, las
improvisaciones y las derivas de lo que pudo ser y no fue, van escribiendo una
canción bajo la lluvia entre estos cuatro personajes. Mejor dicho entre
dos Lara, la chica que vuelve y Daniel
el chico que nunca se fue. Hubo un momento en que sus vidas se cruzaron, hubo
un momento en que todo pudo ser. Y ahora, ante la enorme tristeza de una
ballena varada en la playa, ambos se reencuentran, se reconocen se miran y se
imaginan. Todo filmado en un blanco y negro que da a la ciudad de San Sebastián
una pátina de belleza otoñal y en un formato cuadrado que nos remite al cine más
clásico. La música y el sonido de la lluvia acompañan esta preciosa historia de
amor que cierra una herida y abre una etapa. Jean Eustache se cruza con Hong
Sang-soo en la pequeña París. Una inesperada y bonita opera prima.
Propuesta
4: El cazador de recompensas de
Wlater Hill
La crítica internacional, la americana y buena parte de la española, se ha puesto de acuerdo para decir que esta película es un horror y un error. No sé muy bien que sentimiento de rechazo les produce Walter Hill a todos los críticos, casi sin excepción. Pero, en fin, yo no comparto este juicio. Reconozco que no es un gran western ni clásico ni crepuscular. Admito que no es muy original, la sombra de Los profesionales de Richard Brooks flota en el aire como una nube amenazadora o protectora. Hace concesiones a lo políticamente correcto aludiendo al racismo y a la violencia machista. Utiliza de forma un poco gratuita los tonos sepia de los daguerrotipos para evocar la época. Pero la verdad es que a pesar de todo esto, el film me entretiene mucho. Me dejo llevar por ese pistolero desencantado y olvidado que hace Willem Dafoe, por el elegante e improbable caza recompensas de Christoph Waltz, por esa pareja imposible entre la esposa del gran hacendado y el soldado negro. Yo creo que la cuestión es si te gusta el western o no. Si eres de los que sí, aunque sea menor, lo disfrutarás; si eres de los que no, no lo aguantarás porque no hay nada más que una añoranza personal por el género. Hill siempre ha hecho westerns incluso cuando hacía otras cosas. Y ahora, a sus ochenta y un años de edad se permite hacerse el regalo de volver al género que más le gusta. ,Y dedicárselo a un maestro del western de serie Budd Boetticher.
El regalo de esta semana es
una foto de Ramon. Esta inquietante grieta en la pared me ha parecido que ilumina las
cuatro películas: todos sus personajes tienen grietas.
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