“Bien está la discreta aridez
de las cimas nevadas, bien está la boca negra del mar siempre abierta a sus
presas, aunque no separe los labios.” (Luis Martín Santos) Esta frase de uno de
los libros de Luis Martín Santos que estoy leyendo, parece escrita expresamente
para acompañar esta entrada de paisajes.
La
montaña. Las ocho montañas de Felix Van Groeningen
y Charlotte Vandermeersch
Hay un diálogo en la película
que me parece justifica todo la historia. Pietro y sus amigos de Turín están en
la cabaña que ha construido con Bruno en la montaña. Los amigos se extasían
ante la belleza de la naturaleza. Bruno les replica: “Solo los de la ciudad la
llamáis “naturaleza”. Es tan abstracta en vuestra mente que el nombre también
lo es. –¿Tú como la llamas?-, replica uno de los turineses. Aquí –responde
Bruno–decimos “busch, bascul, fium, crap, senter”. Cosas que se pueden indicar
con el dedo, que se pueden usar”. No es solo la diferencia de la lengua, el
dialecto de Bruno frente al italiano de los turineses, lo que pone en evidencia
este diálogo. Es mucho mas, es el sentirse parte de algo o el de simplemente
mirarlo desde fuera. Este es solo uno de los temas que sobrevuelan este precioso
film que adapta la novela de Paolo Cognetti. El otro, el central, el más
importante, es la amistad entre un niño de ciudad, Pietro, también llamado
Berio y un niño de montaña, Bruno. Una amistad masculina que se prolonga en el
tiempo hasta que los dos son hombres adultos, una amistad fiel, constante (a
pesar de largos periodos de ausencia) en la que no hay nunca una sombra de homosexualidad.
Las ocho montañas apuesta por la
amistad por encima de todo. Incluso por encima de las relaciones padre e hijo
que son otro de los ejes que circula por los senderos, los caminos, las cumbres
y los lagos de un paisaje alpino que es el auténtico protagonista. Dirigido a
dos manos por Felix Van Groeningen y Charlotte Vandermeersch, Las ocho montañas plantea una teoría: “Esto es el mundo, –dice
Pietro mientras dibuja en un cuaderno–. Hay ocho montañas y ocho mares y en el
centro hay una gran montaña, el Monte Semeru. La pregunta es esta ¿Quién ha
aprendido mas, quién ha recorrido las ocho montañas y los ocho mares o quien ha
llegado a la cima del Monte Semeru? Bruno le responde. –Yo soy este, el que
sube a la montaña y tu eres el que ha hecho la vuelta por las ocho montañas”.
Ese es el punto: ¿qué somos cada uno, los que suben a la montaña y se quedan porque
no necesitan nada más, o los que recorren las ocho montañas? Me ha gustado
mucho esta película aunque reconozco que quizás es un poco larga, abusa de una voz
en off redundante y tiene una banda sonora que no está a la altura de las cimas
que retrata. Por suerte los dos actores que asumen el rol del adulto Pietro,
Luca Marinelli (inolvidable Martin Eden) y el adulto Bruno Alessandro Borgui
tienen tanta química entre ellos y con las montañas, que, al menos a mí, me
hacen obviar lo que no me gusta del film. Y me hacen recordar lo mucho que
añoro ir a las montañas, aunque sea solo para mirarlas.
El
mar: Sica, de Carla Subirana
El mar poderoso, indomable y
peligroso en su atracción domina este film tan físico como mágico. La violencia
de las olas rompiendo en la Costa de la Morte gallega es el sonido inquietante
y misterioso que acompaña las voces de los muertos en la profundidad del mar.
Sica, una adolescente de 14 años, se niega a aceptar que el mar no le devuelva
el cuerpo de su padre, un marinero desaparecido en un naufragio. Con el viento
haciendo volar sus cabellos, Sica recorre los acantilados, las playas, las
cuevas, investiga, busca y conoce a Suso, un chico de 15 años, un cazatormentas
convencido que está a punto de llegar la gran tormenta que acabará con todo.
Entre el mar y Suso y su madre y la amenaza de tener que dejar la aldea, Sica
transita hacia la edad adulta superando la ausencia y el dolor de la pérdida.
Primera película de ficción de Carla Subirana, su formación como documentalista
se deja sentir en este film
inclasificable y fascinante. Carla combina la magia de un cuento de
crecimiento, una fábula sobre la vida y la muerte, con una fisicidad casi
dolorosa en las olas de un mar embravecido. Thais García, auténtico
descubrimiento de la película es Sica, el vértice de un triángulo formado por
la madre que interpreta Nuria Prims, superada por el dolor y la urgencia de
controlar la situación y por Suso, Marco Antonio Florido, un personaje irreal y
misterioso. Sica se mueve entre dos mundos: el gallego de su alma y el catalán
de la madre que quiere volver a su tierra; entre el padre imaginado y el padre
descubierto; entre lo físico y lo espiritual, entre el mar y la tierra. Olas,
cielos, la tormenta real y emocional, agua por todas partes. Sica camina por
los acantilados donde escuchará la voz de su padre en una grieta. Misteriosa y
lejana.
EL RINCÓN DE LAS SERIES
Nicholas Elliott
Kim Philby
Un
espía entre amigos, Nick Murphy Movistar
No lo puedo remediar, me encantan las películas y las series de espías. Toda clase de espías. Desde los clásicos de la guerra fría de John Le Carré a los más cercanos de la guerra contra el fundamentalismo islámico, de James Bond a Bourne, pasando por Garbo, de los malos de comic a los malos de verdad, de Oficina de infiltrados a Homeland. La referencia a Homeland no es gratuita porque Damian Lewis, el inolvidable sargento Brody, es aquí Nicholas Elliott, un elegante, flemático y muy británico espía del MI6 al que encargan interrogar y detener a su gran amigo y compañero Kim Philby, encarnado en un irreconocible Guy Pearce, acusado de ser un espía de la KGB infiltrado en el Servicio Secreto de su Majestad. Elliott y Philby se encuentran en Beirut y durante 36 horas hablan en una casa donde toda su conversación está siendo grabada. Toda menos diez minutos en los que salen a la terraza y de los que no hay constancia. ¿De qué hablaron en esos diez minutos’ ¿Se escapó Philby o Elliott le dejó escapar? De vuelta a Londres con las manos vacías, Elliott se enfrenta a una investigación liderada por Lily Thomas, eficiente y meticulosa funcionaria del MI5. La serie de 8 capítulos se mueve entre el presente de 1963 donde Elliott, en Londres, tiene que demostrar a sus superiores que no es un traidor y Philby, en Moscú, tiene que demostrar a sus nuevos jefes que no es un doble espía, y el pasado en el que vemos como se conocieron y como se desarrolló la profunda amistad de estos dos hombres. En un mundo donde todos mienten, se engañan, se espían unos a otros, lo único que parece seguro y sólido es esa amistad. Basada en un caso real, Elliott existió, Philby existió, Lily Thomas no existió, esta inteligente y brillante serie inglesa es una de las mejores que se pueden ver en las plataformas.
El regalo de esta semana es
una imagen que he usado antes en este blog, pero es que me parece la mejor
ilustración para una entrada que habla de montañas y mar.
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