En la corriente Hong Sang-soo
La entrada de esta semana es por fuerza una entrada
sangsooniana. El estreno de su última película, En la corriente, más el estreno en Filmin de las dos anteriores Nuestro día y In Water, es lo que yo llamo un chute de Sang-soo en toda regla.
Recupero aquí las palabras que escribí cuando el estreno de In Water
y Nuestro día: “Advierto de
entrada que mi recomendación (y devoción) por Sang-soo, no es en absoluto
exportable. El director coreano gusta o no gusta. Pero nada de lo que se diga
hará cambiar de opinión a los que lo adoran y a los que lo odian. A mí siempre
me ha gustado. Y en estas dos películas me convenzo de que soy una adepta a la
secta sangsooniana. Su cine no es minimal, es mínimo. Y sin
embargo, es de una pureza y una transparencia que te acaricia. Creo que eso es
lo que más me gusta de este director único”. Con
su última película confirmo mi adhesión. Nos encontramos con viejos amigos Kim
Min-hee, su colaboradora más fiel y Kwon Hae-hyo, su alter ego desde hace años.
Sigue habiendo comida y bebida en torno a una mesa donde reina la conversación
tranquila. Pero hay algunas novedades. En esta ocasión, Kim Min-hee es Jeonim,
una profesora de arte que pasa horas dibujando acuarelas en la orilla de un
límpido arroyo. Jeonim tiene un problema: en la escuela donde está montando una
obra de teatro ha habido una acusación de abusos (esto es nuevo en Hong Sang-soo)
y Jeonim recurre a su tío Sieon, evidentemente Kwon Hae-hyo, actor y director de
teatro, para que la ayude a montar el espectáculo. La pequeña diferencia con
otros films de Hong Sang-soo es que las jóvenes actrices de la obra tienen un
protagonismo importante y sobre todo hay un personaje nuevo, la amiga de
Jeonim, la profesora Jeong, con la que Sieon establece una relación. En la corriente es como sentarse en un
banco en el parque con un grupo de viejos amigos, mientras ves como pasa la
gente y los patos nadan en un lago. Es un refugio climático de tranquilidad en
momentos en que la realidad te expulsa cada vez más hacia lo íntimo y lo
cercano. Recupero algún fragmento de la entrada de hace justo un año, el 13 de
julio del 2024, donde hablaba de Nuestro
día y de In Water.
“Nuestro
día es
un díptico protagonizado por tres personajes cada uno: en uno, encontramos a
una actriz que ha vuelto a Seúl y vive en casa de una amiga suya y su hermoso y
gordo gato. El tercer personaje es su prima, una joven que quiere ser actriz y
va a verla a la casa. En el segundo fragmento, un viejo poeta comparte con una
joven cineasta su día a día en un documental que ella está filmando en su casa.
El tercer personaje en este caso es un joven que viene a visitar al poeta
porque le quiere preguntar algo importante. Alrededor de estas dos situaciones,
sin salir nunca de los espacios interiores, sentados casi siempre entorno a una
mesa de comida y bebida, los protagonistas hablan de la vida, de la muerte, del
arte, de la responsabilidad, del amor, de la sinceridad. En la primera, el gato
es el centro emocional; en la segunda, una guitarra es el objeto que canaliza
las relaciones.
In Water, es un poco distinta.
Primero es más corta, apenas 61 minutos. Segundo, los protagonistas son dos
chicos y una chica. Están en un pueblo de la costa, en la paradisiaca isla de
Jeou, preparando el rodaje de un corto. Uno de los chicos es el director, el
otro el cámara, ella es la actriz. Los tres hablan, comen, beben y se pasean.
El futuro director busca la inspiración mientras los otros le siguen
dócilmente. Su bloqueo creativo se rompe cuando ve a una mujer en la playa. Esa
imagen y el recuerdo de una canción que compuso hace años, provocan que el
corto se haga realidad.”
Tres
amigas, de
Emmanuel Mouret
Me
gusta mucho Emmanuel Mouret. Me gusta que sea tan francés, en el buen sentido
de la palabra, que busque en los clásicos las bases de sus historias, que no
solo lea a Montaigne o a Diderot, que también sepa leer el cine de los que
construyeron el nuevo lenguaje. En su caso, más Truffaut y Rohmer, que Godard.
Y me gusta que hable de amistad, de mujeres, de relaciones de pareja sin
prejuicios y con una sencillez desbordante. Eso es lo que hacen estas tres
amigas del título, Joan, Alice y Rebecca. Tres mujeres adultas que viven un
momento delicado en sus relaciones. Sin dejar de querer a sus parejas, Joan ya
no está enamorada de Víctor y Alice nunca ha estado enamorada de Eric. Rebecca
si está enamorada, precisamente de Eric el marido de Alice. Las tres viven sus
conflictos de distinta manera, Joan, con culpabilidad, Alice con serenidad,
Rebecca con pasión. Pero las afinidades electivas de Goethe existen y van
haciendo que estas tres amigas fluctúen en sus sentimientos en un film
inteligente que no deja de ser una comedia dulce a pesar de hablar de
separaciones y fantasmas. Joan, interpretada por India Hair, es quizás la que
tiene más protagonismo, sería el primer violín de un orquesta que no podría
sonar sin el acompañamiento de Alice, Camille Cottin, y de Rebecca, Sara
Forestier. No es la primera vez que un director masculino es capaz de retratar
con tanta claridad y al mismo tiempo ternura, el mundo femenino y sus
conflictos. En ese sentido, relacionarlo con Truffaut y Rohmer es más que
evidente, pero también responde a una tendencia muy contemporánea en la que las
parejas, incluso las familias, tienen roles muy distintos a los que
tradicionalmente se han venido representando.
Dos notas sobre dos estrenos
La
mercancía más preciosa, de
Michel Hazanavicius
Se
puede pensar, otra película sobre el holocausto”. Pues sí, otra, y todas las
que hagan falta para no olvidarlo nunca. Sobre todo si es como esta, un film
que dibuja el horror desde la perspectiva de los que lo dejaron hacer como si
no fuera con ellos. Los que pensaban que había seres “sin corazón”, esos que
llenaban los trenes que cruzaban Polonia y Checoeslovaquia. La mercancía más preciosa adapta una
novela de Jean-Claude Grumberg donde se cuenta la historia de un leñador, su
mujer y un regalo, la mercancía más preciosa, que cae de uno de esos trenes de
la muerte. Es muy bonita.
Köln
75 de Ido Fluk
Este
film musical y juvenil, que cuenta una historia real (aunque no lo parezca)
podía llamarse Corre, Vera, corre.
Porque Vera Brandes, su joven y valiente protagonista se pasa toda la película
corriendo para logra su objetivo: un concierto de Keith Jarret en directo en la
Opera de Colonia en el año 1975. El único concierto grabado de las
improvisaciones de Jarrett, un disco legendario para los que les gusta el jazz.
No conozco el disco, pero si reconozco la pasión, el entusiasmo en superar los
obstáculos sacando oro de las rocas (un piano desvencijado) con el que este
film cuenta esta aventura. Mala Emde, actriz alemana llena de energía, es Vera
y con su actuación consigue que la acompañes en sus carreras deseando, a pesar
de saber que lo consiguió, que venza todos los problemas que se le plantean en
su camino. Un film del que sales con ganas de ponerte a correr para conseguir
lo que te apetezca.
El regalo de esta semana son tres amigas
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