La ultima
bandera
Por
qué me gusta La última bandera
Porque
me gusta todo lo que hace Linklater, el director que mejor retrata la
cotidianidad convirtiéndola en excepcional.
Porque
me gusta su capacidad para dialogar de una forma natural y con sentido.
Porque
me parecen extraordinarios los tres actores protagonistas: Bryan Cranston, Steve
Carell y Larry Fishburne.
Porque
me gustan las películas de reencuentros tras el paso del tiempo, y esta
adaptación de una novela de Darryl Ponicsan, relata el reencuentro de tres
veteranos de Vietnam, que treinta años atrás protagonizaron El último deber, otra novela del mismo
autor y una extraordinaria película de Hal Ashby en 1973.
Porque
me gusta que el personaje de Larry Fishburne tenga una doble lectura ya que su primer papel importante en el cine
fue el soldado Limpio en Apocalipse Now,
y podemos pensar que estos tres ex amigos y nuevamente camaradas se conocieron
entonces.
Porque
la denuncia soterrada pero implacable de la explotación maniquea de los
soldados muertos en combate aflora en toda la película en una reivindicación de
la dignidad de la muerte y el derecho a no ser utilizados por el poder en su
propio beneficio.
Porque
es una road movie sentimental que va avanzando a medida que avanzan en la carretera de su reencuentro.
Y
por último porque me ha hecho recordar uno de los films más desencantados y que mas me gustan de
Stanley Donen y Gene Kelly, Siempre hace
buen tiempo, un musical nostálgico que aparentemente no tiene nada que ver
con La última bandera, pero que te
deja un regusto muy parecido. La he vuelto a ver ayer mismo, por eso lo puedo
decir. (Siempre hace buen tiempo está
en Filmin).
Foxtrot
Por
qué me gusta Foxtrot:
Me
gusta porque es una película que habla de la muerte, la guerra, el duelo y la
pérdida desde un punto de vista y un planteamiento inesperado.
Me
gusta por la referencia al foxtrot de su título, un baile que siempre te hace volver al mismo
punto de partida por más vueltas que des.
Me
gusta por ese segundo acto surrealista, onírico, kafkiano en un paso fronterizo
israelí donde un camello que cruza la barrera es un acontecimiento y la barraca en la que
vegetan los soldados destacados se hunde poco a poco en el cieno.
Pero
sobre todo me gusta porque nunca había visto tan clara una ilustración de un
antiguo cuento sufí que Boris Karloff relata en la película Targets de Peter Bogdanovich:
Érase una vez,
en la ciudad de Bagdad, un criado que servía a un rico mercader. Un día, muy de
mañana, el criado se dirigió al mercado para hacer la compra. Pero esa mañana
no era como todas; porque esa mañana vio a la Muerte en el mercado y porque la
Muerte le hizo un gesto. Aterrado el criado volvió a la casa del mercader.
‐ Amo ‐le
dijo‐, déjame el caballo más veloz de la casa. Esta noche quiero estar muy
lejos de Bagdad. Esta noche quiero estar en la remota ciudad de Samarcanda.
‐ Pero ¿Por
qué quieres huir?
‐ Porque he
visto a la Muerte en el mercado y me ha hecho un gesto de amenaza.
El mercader se
compadeció de él y le dejó el caballo; y el criado partió con la esperanza de
estar por la noche en Samarcanda.
Por la tarde, el
propio mercader fue al mercado, y, como le había sucedido antes al criado,
también él vio a la Muerte.
‐ Muerte ‐le dijo acercándose a
ella‐, ¿Por qué has hecho un gesto de amenaza a mi criado?
‐¿Un gesto de amenaza? ‐contestó la
Muerte‐ No, no ha sido un gesto de amenaza, sino de asombro. Me ha
sorprendido verlo aquí, tan lejos de Samarcanda, porque esta noche tengo una
cita con él Samarcanda..
Si
quieren saber porque lo evoco, vean esta película.
Acabo
de darme cuenta al releer esta entrada antes de publicarla que estas dos
películas tan alejadas en todo: estilo, historia, guerras, personajes, tienen
sin embargo algo muy importante en común. Las dos hablan de soldados muertos en
guerras lejanas y enfrentamientos absurdos y las dos hablan de cómo
estas muertes afectan a sus padres y les cambian la vida. Curioso.
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