sábado, 16 de enero de 2021

PADRES Y CRÍMENES

Esta semana he visto dos películas que se parecen mucho. Bueno, no. Tienen argumentos muy parecidos, pero las películas son completamente diferentes. Esto me ha hecho pensar en la relativa importancia de las historias a la hora de hacer que una película sea de una manera o de otra. El cine es imagen, es sonido, es ritmo de montaje, es mirada. Todo eso condiciona la historia. Por eso pueden ser tan distintas dos películas que, contadas, parecen la misma. Las dos son de hace unos años, una se estrena en salas ahora, supongo que ante la penuria de material nuevo; la otra se puede ver en Filmin. Vamos a compararlas: 


Primero los argumentos.

Más allá de las palabras, de Urszula Antoniak, Holanda 2017. Michael es un joven polaco que vive en Berlín. Guapo, rico, moderno, disfruta de todas las ventajas de la ciudad más cool de Europa. Pero un día aparece en su puerta un hombre que dice que es su padre, al que no ve desde que era muy pequeño. Durante un fin de semana, hijo y padre intentarán encontrar un camino de reconciliación, o como mínimo, de comprensión.

La redempció dels peixos (La redención de los peces), de Jordi Torrent, España 2013. Marc es un joven catalán que llega a Venecia con la intención de conocer a Paco, su padre, al que nunca ha visto. Su madre ha muerto hace poco y el chico siente la necesidad de saber quién es ese padre que él cree le abandonó. Durante unos días de vacaciones en la ciudad de los canales, hijo y padre intentarán encontrar un camino de reconciliación o como mínimo, de comprensión.

Ambas historias son muy parecidas. Hijo, padre perdido y reaparecido, una ciudad como escenario. Pero aquí acaban las similitudes. Porque no hay películas más distintas entre sí que estas dos.


Segundo los estilos

Más allá de las palabras es una película rodada en un blanco y negro contrastado y muy potente en un Berlín frío y estilizado aunque el encuentro entre padre e hijo suceda en pleno verano. Los espacios de la ciudad son abstractos y el tono voluntariamente intenso, casi pedante, incluso desagradable. No hay nada en Michael que lo haga simpático, tampoco hay nada en su desastrado padre, juguete roto de una Polonia de los 80 en la que ser punk era una manera de rebelarse contra el orden, pero que en la Europa del siglo XXI, ya no sirve para nada.

La redención de los peces, es una película voluntariamente naturalista, cercana, rodada en una Venecia de turistas, pero también de venecianos, donde Marc se pierde en sus calles, como se pierde en la relación con ese padre desconocido. A Marc lo entendemos, pero no está claro que lo queramos. Tampoco Paco, su padre es alguien que nos caiga bien. Si el polaco viene de un punk rebelde, Paco, viene de la Barcelona de los 80, de la fiesta infinita de las drogas que diezmó a una generación.

Tercero: los subtextos.

En todo film hay siempre un subtexto a veces tan importante o más que el texto dominante. En Más allá de las palabras, ese subtexto es el de la imposible integración de los trabajadores de la Europa del Este en las sociedades democráticas del oeste. Michael es rico y un profesional con una carrera, pero nunca dejará de ser “el polaco” aunque perfeccione su acento y se sienta igual a su amigo Franz. La llegada de su padre le enfrenta de golpe a esa realidad. Tendemos a pensar que la discriminación y el desprecio se focaliza en los inmigrantes ilegales o en los refugiados de cualquier guerra,Y nos olvidamos que también hay ciertos europeos que están considerados de segunda o de tercera categoría en sociedades que, sin ningún derecho, se consideran mejores. Esta idea, surgida de la propia experiencia de la directora, polaca en Holanda, es quizás lo mejor de este film, irregular pero muy interesante.

El subtexto en La redención de los peces, es más simple: la difícil reconciliación entre dos generaciones formadas en conceptos morales muy distintos. Marc es incapaz de entender y aceptar el nomadismo y la falta de convenciones de su padre (desde su vida marginal en distintos países hasta su actual ocupación como traficante de libros antiguos). Curiosa paradoja entre un padre sin raíces, capaz de transgredir sin complejos los valores considerados como normales y un hijo, que se ha educado en el respeto a esos valores. Salvando todas las distancias, este conflicto me ha recordado el de una película canadiense que me gustó mucho, Las invasiones bárbaras donde se cuenta la historia de un padre, un viejo profesor universitario socialista, libertario y vital frente a su hijo, un joven broker capitalista puritano y reprimido, que acaban encontrando un espacio de convivencia.

Con esto cierro el círculo volviendo al principio: los argumentos no determinan las películas.

 

ELRINCÓN DE LAS SERIES

Esto de los argumentos parecidos me ha llevado a pensar en tres miniseries, dos británicas y una danesa, que tienen en común ser investigaciones criminales basadas en hechos reales. Las inglesas están en Filmin, Manhunt, tres capítulos y Honor, dos capítulos; la danesa tiene seis capítulos, se llama The Investigation y se puede ver en Movistar. Las tres cuentan desde la ficción, pero con una poderosa base documental, las investigaciones de la policía en tres casos de asesinato muy mediáticos. Y relativamente cercanos.


 

Manhunt se centra en el inspector Colin Sutton, que en el 2004 se puso al frente de un equipo de policías cuando apareció en un parque de Londres el cuerpo asesinado de una joven estudiante francesa. Durante dos años, Sutton y su gente, investigaron pacientemente el asesinato, relacionándolo con otros anteriores ocurridos en distintos lugares, luchando con la incompetencia de sus superiores y la falta de coordinación de las distintas policías. Hasta encontrar al asesino en serie que los cometió. Toda la historia está contada desde el punto de vista de este hombre casi mediocre en su aspecto, absolutamente confundible con cualquiera, de vida ordenada, muy alejado del estereotipo de los policías americanos. En la historia tienen un papel importante los padres franceses de la víctima con los que Sutton establece una fuerte conexión.




The investigation cuenta un caso que se hizo muy famoso en el año 2017, el llamado “caso del submarino”. El jefe de la unidad de homicidios de Copenhague Jens Moller dirige un equipo que investiga la desaparición de Kim Wall, una periodista sueca a la que se perdió la pista cuando hacia una entrevista al constructor de un submarino casero. Desde muy pronto, Moller sospecha que es un caso de asesinato y también desde muy pronto intuye quién es el asesino. Toda la serie es un intento de encontrar la manera de demostrarlo ante la insistencia de un fiscal que necesita pruebas, no intuiciones. Como Colin Sutton, Jens Moller es alguien completamente normal, un policía serio, aburrido, un poco desagradable y muy tenaz. Como Colin Sutton, Moller establece una estrecha relación con los padres de la víctima. Como Colin Sutton, Moller padece la incompetencia y arrogancia de algunos de sus superiores. Una de las cosas más interesantes de esta serie, que la distingue de las otras dos, es que nunca vemos al sospechoso y supuesto asesino.




Honour recuerda el horror de un crimen de honor que en el año 2006 conmocionó la opinión pública inglesa. En enero del 2006, apareció muerta una joven kurda de 20 años a la que se había dado por desaparecida en contra de la opinión de sus padres que sostenían que simplemente se había marchado. En este caso, la protagonista es la inspectora de policía Caroline Goode, una mujer de mediana edad, tan cotidiana y normal como sus colegas Sutton y Moller, la encargada de un equipo que investiga primero la desaparición de la joven kurda Banaz Mahmod y poco después su confirmado asesinato. También en este caso, la relación con la familia es importante, sobre todo con una hermana de la víctima. En contra de algunos de sus superiores y miembros de su equipo, Goode está dispuesta a encontrar a los responsables, lo que la lleva a descubrir que el crimen lo organizaron y cometieron algunos miembros de su propia familia de kurdos iraquíes: su padre, su tío, sus primos, que lejos de arrepentirse, están orgulloso de haberla matado. Han salvado el honor de la familia. A diferencia de las otras dos series, junto al objetivo principal de encontrar y castigar a los responsables, en Honor hay otro tema importante: la puesta en evidencia de la actitud de la policía frente a este tipo de casos. Hasta cinco veces denunció la joven kurda amenazas e incluso agresiones que la llevaron al hospital, ante la total indiferencia de los supuestamente responsables de ayudarla. Este comportamiento es una prueba de lo poco que en realidad importa lo que les suceda a estas mujeres. Es un terreno resbaladizo que se mueve entre el “no nos metamos con sus cosas”, “son sus costumbres” y la idea generalizada de que “total, no son de los nuestros”.

Ver estas tres series de caso reales da que pensar: vivimos en una sociedad enferma donde los asesinos en serie hacen vida como felices padres de familia, los depredadores sexuales se sienten impunes, y los crímenes de honor cometidos en nombre de supuestas costumbres o preceptos religiosos son vistos como algo inevitable en pleno siglo XXI.

Pero no quiero acabar con una sensación de "qué horrible es todo". Por suerte , la sociedad tiene mecanismos para luchar contra la estupidez. Confiemos en ellos, Y mientras tanto un bonito regalo. Ya que las tres víctimas de las series eran jóvenes mujeres, que mejor que tres retratos que las recuerden.







 

 

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