sábado, 1 de junio de 2019

¡COMO ESTÁN LOS CHINOS!



Esta  semana se estrena la tercera película china (y aun queda otra) en poco menos de un mes. Tres películas estupendas, de lo mejor que hemos visto en mucho tiempo. Ya hablé de An Elephant Sitting Still, de Hu Bo en la entrada del 3 de mayo y de Sombra en la del 17 de mayo. Hoy toca hablar de La ceniza es el blanco más puro, de Jia Zhangké. Tres films muy distintos, realizados por directores de tres generaciones diferentes, Yimou nació en 1951, Zhangké en 1970 y Hu Bo en 1988. Podrían ser padre hijo y nieto (si fueran ,muy precoces, claro). Las tres demuestran la fuerza de esta cinematografía, y como reflejo, la fuerza de este tigre que ya no está dormido y que empieza a sacar sus garras, aunque sean hermosas garras como las de estos tres films.



Jia Zhangké se coloca en el centro de estas generaciones. Nació en 1970, antes de que la Revolución Cultural y el Libro Rojo hicieran estragos en la sociedad y la cultura china; su adolescencia transcurre bajo el periodo más oscurantista del país, el de la dura transición entre el comunismo puro y duro y el comunismo de estado que ha acabado triunfando. Si Yimou es el cineasta de referencia de la quinta generación que descubrió el cine chino en el mundo y Hu Bo, con su trágico final, es el mejor ejemplo de la falta de horizonte y la angustia de las nuevas generaciones, Zhangké en cambio se erige en el cronista, en el mejor sentido de la palabra, de la evolución del país. 



En su filmografía que abarca casi 25 años, destacan dos títulos que con este film  integran lo que podíamos llamar la Trilogía de las Tres Gragantas: Naturaleza muerta, del 2006, Más allá de las montañas, del 2015 y estas cenizas blancas y puras del 2018. Las tres están protagonizadas, como casi todo su cine, por Tao Zao, actriz a la que conoce desde el año 2000, y con la que está casado desde el 2012. Si miramos las tres películas seguidas podremos establecer un hilo conductor entre sus personajes femeninos, pero sobre todo, en su paisaje. La verdad es que es muy interesante revisarlas antes de ir a ver Las cenizas, (están en Filmin junto con Un toque de violencia que también tiene mucho que ver). Es interesante, porque de algún modo, este último film es una especie de recapitulación de su cine anterior. 



El film transita por varios géneros sin olvidar nunca el hilo conductor de la historia de amor. La primera parte en el año 2001 es puro cine negro ambientado en el mundo de las mafias locales donde Qiao y Bin viven su amor casi adolescente. En su parte central, la que sucede en la terrible y fascinante zona de las Tres Gargantas en el año 2006, la historia se vuelve más fantasmagórica, mostrando la enorme transformación que la inmensa presa sobre el río Yangtsé está produciendo en el paisaje, como metáfora de la que se produce en los personajes. Tras un intermedio casi de ciencia ficción, el film termina con una vuelta a un naturalismo abstracto en la China moderna y fría de ahora mismo donde los dos amantes ya no tienen un lugar. 
Estas tres películas son la prueba de que el cine chino es cada vez más potente. Pero también son la prueba de que el país vive un proceso de degradación imparable. China está destruyendo su paisaje, sus ciudades, su tradición, su cultura y su historia y lo hace con total impunidad, sin que nadie ni nada sea capaz de controlarlo. 



La construcción de la presa más grande del mundo sobre el río Yangtsé ha provocado daños irreparables en la naturaleza que afectan a todo el planeta (se especula de que incluso haya provocado un cambio en el eje de rotación de la Tierra), al margen de destruir ciudades enteras y desplazar a millones de personas que lo han perdido todo. Yo no estoy en contra del progreso y soy una defensora de las presas como generadoras de energía. Pero lo que si me gustaría es que tanto en China como aquí o en cualquier otro sitio, la explotación de la naturaleza se hiciera de una manera equilibrada, controlada, regulada y no a destajo y sin pensar en las consecuencias a largo plazo en beneficio de un cortoplacismo destructor y peligroso que acabará siendo la ruina de todos. Jia Zhangké lo empezó a explicar en Naturaleza muerta y sigue contándolo en estas cenizas que bajo la apariencia de una historia de amor, nos deja claro que el futuro no existe en la China de ahora mismo. La desesperanza que condujo a Hu Bo al suicidio se entiende mejor después de verla. El tigre se ha despertado y no sé si nos hemos dado cuenta de que no solo está depredando su territorio, también está destruyendo el nuestro. 

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EL RINCÓN DE LAS SERIES


State of the Union
HBO estrenó hace unas semanas una serie estupenda dirigida por Stephen Frears. Se llama State of the Union, pero no es política, la Union no es la de un State, sino el estado en que se encuentra la unión de una pareja en crisis matrimonial. Frears es  un maestro en la comedia ligera. Su filmografía está llena de películas que hablan de cosas muy serias en un tono muy poco serio. En esta deliciosa serie de diez capítulos de diez minutos, sigue en la línea de indagar en las relaciones personales a través de una comedia divertida e inteligente. Los protagonistas son una pareja inglesa en proceso de separación. Llevan quince años casados y atraviesan un momento difícil debido a una infidelidad de ella. En sus conversaciones en el pub, siempre con una copa en la mano, mientras esperan para ver a su terapeuta, vamos descubriendo su matrimonio, sus problemas, sus dependencias. La serie tiene algo adictivo. Cuando empiezas a verla no puedes parar. La duración de cada capítulo hace que te quedes con ganas de saber que pasará en la siguiente semana y nunca te defrauda. Se puede pensar en Woody Allen por el tipo de personajes, pero Frears no es Allen y hace una lectura mucho más sencilla, limpia y optimista de las relaciones de pareja. Sarcástica, irónica desde los mismos títulos de los capítulos, es un reto para los actores que no paran de hablar en los diez minutos que dura cada encuentro, pasando de la banalidad a lo más profundo en cuestión de segundos y dejando ver la evolución de su relación en cada nueva reunión.
El formato de capítulos cortos que nació en las webseries poco a poco está dando excelentes resultados en las plataformas que saben lo importante que es enganchar al espectador en una narración que fluye como el agua y se ve muy fácilmente. Aunque lo que cuenta no sea tan sencillo como parece. Seguro que a Bergman le habrían encantado estas mini conversaciones que desvelan los secretos de un matrimonio.




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