viernes, 18 de marzo de 2011

VOLVER A TORRENTE


(una imagen que podria ser de cualquier Torrente)
No he visto Torrente 4, ni vi el 3 ni el 2. Tuve bastante con el primero y con la cantidad de problemas que me trajo el escribir una crítica negativa de la película en Fotogramas. Esa fue una de las pocas veces (ha habido alguna mas) que un director llama a la revista para pedir explicaciones de por qué se le hace una critica mala. Son formas de ser sin duda, educaciones distintas. La verdad es que no quería hablar de Torrente, pero ante el éxito de la película, he sentido un ligero estremecimiento, un escalofrío por lo que significa. Por eso reproduzco aqui la critica que hice al primer Torrente en el año 1998. No se si estará vigente para el Torrente 4, pero me imagino que si.

TORRENTE EL BRAZO TONTO DE LA LEY
He de confesar que tenía mucha curiosidad por ver que había hecho Santiago Segura enfrentado a su primer largometraje ya que sus cortos me habían parecido bastante interesantes. Quizás por eso la decepción que me produjo Torrente el brazo tonto de la ley fue mucho mayor de la que esperaba, sobre todo porque, contrariamente a lo que se desprendía de sus declaraciones, me pareció una película muy reaccionaria.
Y aquí debo aclarar que Torrente no es una película reaccionaria y conservadora porque su protagonista sea un policía facha, racista, gordo y sucio. Hay muchos personajes de este tipo en el cine -¿ recuerdan el Quinlan-Welles de Sed de mal?- y no por ello las películas son reaccionarias. No son los argumentos los que hacen que el cine sea de derechas o izquierdas. Lo que hace que una película se coloque en uno u otro lado de esa línea imaginaria que es la ideología es la manera como cuenta las cosas.
La violencia, por ejemplo, en si misma no es mala, depende como se use: Tarantino la exagera y la lleva al terreno del cómic, Stone, la sublima y la convierte en investigación formal, Haneke la disecciona como un científico, McNaughton la coloca en un espacio de frialdad inaguantable, Azcona, ya sea con Berlanga, Ferreri o García Sánchez, la convierte en esperpento. Todos estos autores cuentan historias que no están lejos de este Torrente, pero la diferencia está en que Santiago Segura no establece ninguna distancia entre sus imágenes y el espectador: no hay ironía, humor, cinismo o critica. Hay una inmediata impresión de realidad que provoca la identificación. Y eso es lo que la hace reaccionaria.
Otra cosa. Cuando se trata con personajes que rayan el esperpento, la cutrez o la caspa nacional, hay que saber usarlos: Buñuel en Viridiana, o más cerca, Almodóvar en ¡Qué he hecho yo para merecer esto?, o mucho más cerca aún, Alex de la Iglesia en El dia de la bestia. Se puede sacar un ciego y cojo -Los olvidados- sin perder el respeto al espectador, no se puede, en cambio, utilizar un personaje como el de la hija subnormal de Chus Lampreave.
Y aún tengo un tercer argumento: Lo popular no tiene nada que ver con la basura. Se está produciendo en nuestro país un curioso fenómeno del que este Torrente es la punta del iceberg, en el que se identifica lo popular con la basura. La cultura popular es una riqueza, que nada tiene que ver con elevar la basura a categoría cultural. No solo no tengo nada en contra de leer El Víbora o los fanzines más desmesurados, -muchos de ellos auténticos reductos de trasgresión- pero si estoy en contra de pensar que eso es lo único moderno, lo único válido y lo único joven. La inteligencia se demuestra en el equilibrio. Como muy bien afirma Tarantino, hay que ver películas de serie Z, pero si no conoces a John Ford o a Godard, lo tienes mal. Saber solo de cultura basura, produce más cultura basura. Y eso, señores, es muy peligroso.
Nuria Vidal

2 comentarios:

  1. Esta crítica no sólo es relevante a la hora de hablar de Torrente, sino para hablar (y desafortunadamente cada vez más) de la producción audiovisual mayoritaria contemporánea.

    "Se está produciendo en nuestro país un curioso fenómeno del que este Torrente es la punta del iceberg, en el que se identifica lo popular con la basura.": la cantidad de personas que debería aprender a interpretar esta frase es cada vez mayor. Y frases como ésta deberían ser repetidas más y más.

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  2. Todo lo popular no es basura, pero la basura sí puede ser popular (es decir, inherente al pueblo).
    Creo que Torrente es una caricatura, es decir, una representación de la realidad deformada y exagerada, y por lo tanto, con un posicionamiento crítico.
    Sin embargo, estoy de acuerdo en que puede haber algún apunte cuestionable con la cinta. Chistes que como propuestas no tengan clara la línea entre cultura popular y basura, y su efecto sea más bien inmoral.
    Un saludo.

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