jueves, 21 de julio de 2011

LOS HOMBRES DE AL LADO


(un agujero negro)
Mañana viernes se estrena una película argentina. Se llama El hombre de al lado.
La historia es la de un conflicto entre dos ideas del mundo. Por un lado está Leonardo, un famoso diseñador, exquisito y rico que vive en un edificio singular, la Casa Curutchet, diseñada en 1949 por Le Corbusier; por otro lado está Víctor, el hombre de al lado, un vulgar vendedor de autos. Cuando Víctor decide abrir un agujero en una pared de su casa justo enfrente de la famosa mansión, simplemente para disfrutar de un poco de sol, se produce el enfrentamiento. No voy a entrar aquí en si la película está bien o está mal, ni siquiera si me gusta o no. Lo que me lleva a escribir estas líneas es lo que tiene de metáfora de nuestro mundo. Durante décadas Europa (mas que Estados Unidos) ha vivido en una casa de diseño perfecto, frío, sin alma, guardando las formas, manteniendo el decorado, cultivando la hipocresía del estado del bienestar. Durante décadas ha permanecido con los ojos y los muros cerrados a todo lo que no le gustaba ver, colocando a todo y a todos en las casillas que mejor le convenían. Hasta ahora en que, de repente, el hombre de al lado ha decidido abrir un agujero en la fachada de su edificio para conseguir un poquito del sol que Europa desperdicia porque ya no sabe valorar. Ese hombre de al lado son las revueltas del norte de África que tanto han descolocado a los acomodados europeos instalados en la confortable idea de que los árabes son todos fundamentalistas. Pero como Víctor, nuestros vecinos también quieren un poquito del sol de la libertad y la modernidad que no ven hace muchísimo tiempo. Y han abierto un boquete en su pared. Y se han puesto a mirarnos. Y, como Leonardo, nos hemos puesto nerviosos. No todos, por suerte. Algunos han entendido que ese boquete en la pared del vecino, también es un boquete en la propia pared de una Europa que ya no existe.

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