Como no puedo escribir mucho me he dedicado estos días a ver
pelis y leer libros
(Le lion vert es una buena ilustración para esta película)
He visto una película magnífica Gravity, de Alfonso Cuarón. Desde 2001 no había vuelto a sentir esa fascinación por el silencio del
espacio infinito. La Tierra, dos personajes flotando en el vacío, bailando en
su soledad. Una mujer que, como Ripley, lucha por su supervivencia. Su
respiración puntúa la película que alcanza momentos de una emoción y belleza
impresionantes. Aunque no es el tema central de la historia, hay en Gravity un segundo asunto que da mucho que pensar. La
enorme acumulación de basura que está lanzando la humanidad al espacio, un
problema del que no somos conscientes, pero que cada vez es mas agobiante y
peligroso. Si no que se lo pregunten a Matt y Ryan. De visión obligada en 3D.
(Aprovecho para recordar que el 23 de septiembre del 2011 colgué en el blog un cuento escrito en 1982, llamado Blade, que hablaba de los peligros de la basura espacial. Si alguien lo quiere leer, allí lo encontrará.)
También he visto La
herida, de Fernando Franco, flamante Premio Especial del Jurado en San
Sebastián. Reconozco el trabajo de Marian Álvarez, pero no comparto el
entusiasmo general que ha despertado. El personaje no evoluciona, no cambia.
Nos dicen los papeles que es una mujer enferma, pero no nos lo dice la película. Ana está
enfadada con el mundo, le duele el mundo, pero no vamos más allá de su rabia.
Se ha relacionado este film con el cine de Jaime Rosales, yo creo que no tienen
nada que ver. Rosales trabaja los encuadres hasta el milímetro y siempre coloca
su mirada lejos del actor. Franco, en cambio, utiliza el modelo Dardenne de fijarse en la nuca y el
rostro de su actriz sin dejarla respirar ni a ella, ni al espectador. Si hay
algún referente claro de esta película seria una mezcla de Haneke, sin su
maldad, y los Dardenne, sin su fuerza.
He leído la última novela se Stephen King, 22/11/63. ES BUENÍSIMA. No es exactamente una novela de terror, no hay monstruos ni amenazas apocalípticas. Pero da mucho miedo lo que sugiere. ¿Qué pasaría si cambiáramos el pasado? Es lo que intenta su protagonista tras un viaje en el tiempo que le lleva de 2011 a 1958. Espléndida en su escritura y en su estructura, es un retrato perfecto de una época, 1958-1963, vista desde ahora mismo. De lo mejor que he leído en mucho tiempo.
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