domingo, 14 de junio de 2015

LEJOS DEL RUIDO


Lejos del mundanal ruido es una gran novela romántica que Thomas Hardy publicó en 1874. Todos los temas habituales de su narrativa están ahí en estado puro: las diferencias de clase, la tranquilidad aparente de la vida rural, la independencia de una mujer fuerte en un mundo de hombres, el amor y la violencia. La novela tuvo un enorme éxito, los lectores se entregaron a la lectura apasionada de los amores de Bathsheva Everdeen sumida en la duda entre tres hombres que la aman: Gabriel, el hombre fuerte,  Boldwood, el hombre rico, y Frank, el hombre guapo. Tres vértices de un triángulo que Bathsheba intenta controlar.
John Schlesinger hizo una adaptación de la novela en 1967 con Julie Christie en el papel de Bathsheva y Alan Bates en el de Gabriel en una película que de alguna manera entroncaba con el movimiento hippie de la época. Bathsheba era una mujer libre y su espíritu de rebeldía respondía más a las reivindicaciones feministas de mediados de los años sesenta que a las de finales del siglo XIX. Fue una película importante que consagró la pareja Christie/Bates como una de las más potentes en la pantalla, hecho que confirmaron tres años después en El mensajero de Joseph Losey.
 Ahora Thomas Vinterberg ha decidido volver a esta historia y lo hace con una mirada muy contemporánea. No importa que la historia siga pasando en 1870 en la Inglaterra rural y conservadora. Igual que sucedía con la de Schlesinger, Vinterberg habla de ahora mismo desde el escenario del pasado. Y ese ahora mismo pasa por una relación menos condicionada por la lucha de clases y  la reivindicación  feminista. Pasa por una narración menos prolija en los detalles y más elíptica en las ideas. Vinterberg deja que el espectador imagine los saltos emocionales de Bathsheva con los tres hombres sin subrayar ninguna línea de conducta. Y consigue que entendamos mejor a Gabriel y su posición de observador, como también entendemos mas a Bathsheva que no es una joven caprichosa sino una mujer dispuesta a hacerse un lugar en la sociedad. Hermosa en sus paisajes y escenarios, emocionante en sus interpretaciones, especialmente en la pareja protagonista Carey Mulligan y  Matthias Schoenaerts, esta nueva versión de la novela de Thomas Hardy no debe confundirse con una serie de la BBC aunque  por su tema y su ambientación lo parezca. Es cine clásico, ese que a veces pensamos que ha desaparecido de nuestras pantallas.




(este cuadro de Ramon que se titula La montaña. tiene mucho que ver con Sils Maria)
Lejos del mundanal ruido pasa también la historia de Viaje a Sils Maria, juego de espejos que Olivier Assayas ha construido en torno a Juliette Binoche y su personaje de María, la actriz madura que debe enfrentarse al paso del tiempo confrontada a dos imágenes de la juventud: la de su asistente Val y la de la joven actriz Joan-Ann Ellis. Pero a lo que realmente se enfrenta María es a algo más potente, se enfrenta a la Serpiente de Maloja, un extraño fenómeno atmosférico que en forma de nube serpenteante entra en el valle de Maloja en Suiza convirtiéndolo en un paisaje romántico y fantasmagórico. Assayas encierra a sus dos protagonistas lejos del mundanal ruido en una casa en Sils, nombre que evoca a Nietzsche, donde ambas viven su vacío emocional intentando una imposible aproximación. En esa casa en Sils, en medio de las montañas, María y Val ensayan la obra La serpiente de Maloja en la que María asume el papel de Helena, la mujer adulta veinte años después de haber sido Sigrid, la mujer joven. En un continuo juego de espejos que se pueden leer a tres niveles: el texto de la obra, la relación de competencia entre María y Val y la propia e interna relación de Juliette Binoche y Kristen Stewart, el film se mueve en el terreno del pensamiento, dejando las emociones fuera de ese juego. Quizás porque eran demasiado peligrosas, quizás porque el paralelismo con la realidad de ambas actrices era demasiado cercano  y podía provocar un dolor innecesario, Assayas tiende a relativizar ese enfrentamiento y prefiere colocar a sus personajes frente a una realidad mucho más poderosa, la montaña, el imponente espectáculo de la naturaleza en todo su esplendor. María y Val son dos fuerzas de esa naturaleza, por eso son importantes. La tercera en discordia, la actriz joven y ambiciosa, no tiene nada que hacer frente  a ellas. No es más que un producto prefabricado que no merece ser colocado en el paisaje, por eso nunca la vemos en las montañas.
(Tengo que agradecerle a Olivier Assayas que me haya descubierto el film de  Arnold Frank,  Das Wolkenphänomen von Maloja, rodado en 1924. En este enlace se puede ver el corto. Dura 10 minutos)



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