¡Mil entradas! Me da vértigo
escribirlo, me da vértigo pensarlo. Esta entrada es la número 1000 de este blog
que nació simplemente para comentar las películas que me gustan y hablar de las
gentes que me interesan y quiero. ¡16 años! La vida de un adolescente, el paso
de la juventud a la madurez, la vejez. Tantas cosas han pasado en estos 16 años,
en estas 1000 entradas. El mundo es otro, el lejano 2010 parece de otra era.
¡Cuántos amigos han desaparecido! ¡Cuántas películas he visto! Yo no soy la
misma, mi país no es el mismo, el mundo no es el mismo. No sé si estamos mejor
o peor, pero lo que sí sé es que somos todos diferentes. Sin quererlo, este
blog se ha convertido en una crónica del cine de estos años, de la vida de
estos años, incluso de un poquito de la historia de estos años. Y ahí está, a
mi alcance y al de cualquiera que tenga curiosidad o ganas de leerlo. Y de
buscar algo en sus entradas que son sus entrañas. Siempre he dicho que lo que
quería era llamar la atención sobre algunas películas (o libros o cosas) que no
necesariamente se tenían que ver o leer en ese momento. La ventaja de las
Plataformas es que casi todo se acaba viendo en una u otra. Y las pelis, aunque
no vivas en Barcelona o Madrid o no vayas a los festivales, se acaban viendo.
Estoy contenta y animada a seguir. Porque este blog es para mí un refugio donde
hablar y pensar sin cortapisas y porque me sirve como puente (invisible), con
un montón de gente que me lee de vez en cuando y de esa manera “habla” conmigo.
A partir de la semana que viene la entrada 1001¡¡¡
Y para celebrar mis 1000
entradas dos películas bonitas, felices, esperanzadas y ligeras.
Mi amiga Eva, Cesc Gay
Esta No es la última película
de Cesc Gay, acaba de rodar otra que aun se está montando. Pero si es la
primera de una nueva etapa Cesc Gay. O al menos eso es lo que me parece. Mi amiga Eva es una película feliz,
optimista, que mira al futuro. Una historia sin represiones ni miedos, valiente
porque lo que hace Eva no es fácil. No es fácil renunciar a una vida ya
establecida y plácida, a una rutina complaciente, aunque poco emocionante. No
es fácil decir: quiero otra cosa y ser capaz de hacerlo. Tampoco es fácil que
tu entorno lo entienda, lo apruebe y te ayude. Eva lo hace, Cesc lo hace.
Porque Eva es un Cesc de pura cepa, pero es una cepa mejorada, más sutil, con
muchos aromas: aromas de cotidianidad, el catalán y el castellano usados con la
normalidad con la que lo hacemos en Barcelona; aroma de amistad entre Eva y sus
amigas, entre Eva y su marido Víctor; aroma de independencia sin que eso
signifique estar sola; aromas de amor, mucho amor. Eva quiere enamorarse, no es
que no quiera a Víctor, es que se quiere a ella misma y por eso se quiere
enamorar. Y ahí está Roma la ciudad donde al amor se le da la vuelta. AMOR es
ROMA. Me gustaría mucho ser amiga de Eva y me gustaría mucho tener amigas como
Eva.
Las delicias del jardín, Fernando Colomo
Las delicias de Colomo son
pequeñas, escurridizas, visuales. Son más delicatesen que delicias. Colomo
tiene casi 80 años y lleva 50 haciendo cine. Con estos números se podría pensar
que Colomo es un viejo, un anciano. Pues no, lo siento. No lo es. Colomo es un
señor que hace lo que le da la gana. Se ha ganado ese derecho. Y lo que le da
la gana es hacer una película con su hijo Pablo que sea a la vez, reencuentro,
divertimento, publicidad para la obra pictórica de su hijo y un ajuste de
cuentas con la modernidad mal entendida. Con su pajarita ancien régime y sus pelos alborotados, Colomo podría ser un Woody
Allen español. La ligereza de su puesta en escena y de sus diálogos se parece,
pero Colomo nunca ha sido un neurótico. Es un hombre feliz y eso se nota en
algunas de sus películas. En esta por ejemplo donde Carmen Machi se reserva
algunas de las mejores escenas para divertirse. El punto de partida es la
convocatoria de un concurso para hacer una nueva versión del cuadro de El Bosco
El jardín de las delicias. Fermín, el
propio Fernando, un viejo pintor abstracto que hace “pollocks”, y su hijo
Pablo, un joven pintor figurativo, unen sus fuerzas para hacer una nueva
versión del famoso cuadro: Las delicias
de jardín es el resultado, más bien fortuito y producto de la casualidad,
que le volverá a poner en el candelero. Pero quién gana la partida es una
avispada influencer que se aprovecha descaradamente de ellos. Claro que eso a
Fermín/Fernando no le importa mucho, porque él ha vuelto a pintar, se ha
reconciliado con su hijo y vuelve a ser feliz haciendo una película tan feliz como él.
El regalo de esta semana
es para mí. Es una foto otoñal aunque aún
estamos en verano, pero muy misteriosa. La foto es de Ramon.
No hay comentarios:
Publicar un comentario