Un
besin José Luis
“La verdad es que me hacía
ilusión tenerte con nosotros. Reserva para 2026, a partir del 23 de octubre! Un
beso grande, grande (perdona no me alargue más, ya imaginas la saturación del
día de hoy)”. Este es el último mail que tengo de José Luis Cienfuegos. Incluso
en un día tan complicado como es la inauguración de la Seminci, encontró un
momento para escribirme, y para emplazarme a vernos el año que viene. Ya no
podrá ser. Mi paisaje emocional,
sentimental, incluso profesional, ha perdido una figura importante.
No recuerdo bien cuando conocí
a José Luis, pero creo que fue en Gijón, antes de que él lo dirigiera. Me
llamaron para ofrecerme dirigir el festival al que querían dar una nueva
orientación. Les dije que no muy amablemente, y les dije también, que me
parecía importante que escogieran a alguien
de allí, que conociera la ciudad y el festival, alguien que pudiera conectar
con un público más nuevo. Ese alguien fue José Luis Cienfuegos que entonces
trabajaba en el departamento de prensa. Era el año 1994. Fue un acierto. José
Luis levantó el festival y convirtió Gijón en un punto de referencia obligado
para los cinéfilos de toda España, sin perder nunca de vista a su gente, su
ciudad. Trabajé un par de veces con él en el festival, con él y con Fran Gayo,
una gran persona con el que era muy fácil colaborar, una persona que me acabo
de enterar, murió este mismo año sin que se hablara mucho. Año negro para el
mundo del cine. Con ellos hice un precioso ciclo que se llamó Una parte del cielo, Directoras Europeas en el nuevo milenio,
con el que disfrutamos mucho. También fui un año como jurado. Siempre
encontrábamos un rato para tomarnos un vino, o mejor, una sidra. Cuando tuvo
que dejar Gijón de manera tan abrupta e incomprensible, escribí en el blog:
“Gran valor del Festival de Gijón el de hacer que un cine considerado difícil y
minoritario fuera un éxito de público con salas llenas. La destitución
fulminante de José Luís Cienfuegos como director del Festival, al frente del
cual llevaba 15 años, es una de las peores noticias de un tiempo lleno de
noticias malas. No solo por lo que significa que un grupo de amigos se queden
sin trabajo en estos momentos, sino como síntoma del empobrecimiento
provinciano que se va extendiendo como una mancha de aceite por toda la
península. El cine ha perdido un gran escenario”. Ahora podría decir, “El cine
ha perdido un gran referente” y nosotros, muchos, hemos perdido un gran amigo. La
última vez que le vi fue en San Sebastián, durante el festival. Todos íbamos
corriendo de un lado a otro. Vi a Cienfuegos de lejos, caminando por el boulevard,
era inconfundible, siempre con la chupa de cuero, las gafas de pasta y el pelo
punki que llevó toda su vida. Nos paramos un momento, aunque teníamos prisa.
Nos dimos un beso y quedamos en vernos en Valladolid. Por diversas
circunstancias, al final no pude ir a la Seminci, lo que provocó el e-mail que
encabeza estas líneas. Ya no se sí volveré. Los lugares están unidos a
las personas. Valladolid era Fernando Lara, Valladolid era Javier Angulo,
Valladolid era José Luis Cienfuegos. Ahora no sé que será. En todo caso nunca será igual. Un besin José Luis.
En el 2011, José Luis
Cienfuegos y Ángel Sala dieron una charla sobre Festivales en el marco del Base
Film Festival de la ESCAC.
En uno de los paseos que Ramon
y yo hacemos por Barcelona, nos encontramos con esta calle. Le mandé la foto y
me contestó con risas. No guardo esa respuesta, es una lástima.
Esta es la foto que ha puesto
en su portada el Festival de Gijón, dirigido en estos años por uno de sus más
grandes amigos y colaboradores, Alejandro Díaz. (Foto Paloma Ucha)
Se han estrenado dos películas que recomiendo, Valor sentimental, de Joachim Trier y Golpes, de Rafael Cobos. Pero no tengo ganas de escribir de ellas. Lo siento.
El regalo de esta semana es
para Cienfuegos.



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