martes, 12 de enero de 2010

ROHMER Y EL PAISAJE

Hay momentos mágicos en la vida. Uno de ellos sucedió el domingo pasado. Cuando me pidieron de Fotogramas que pensara en cinco películas de la década que se acababa, me vino a la mente sin dudarlo La inglesa y el duque. Las razones para mi eran obvias. Rohmer conseguía revisar la historia de la Revolución francesa sin ningún tipo de idea preconcebida y lo hacía además utilizando una tècnica nueva en ese momento o al menos balbuceante. El resultado es una de las películas mas hermosas y valientes que hizo el director francés. Por primera vez la estética y la ética iban de la mano y las ventajas del digital se utilizaban para dar una mirada innovadora sobre un momento histórico muy particular. Probablemente por eso me apeteció volver a ver la película despues de muchos años. El domingo por la tarde la pusimos en casa y disfrutamos de su inteligencia y su humor, su sensatez y su capacidad de evocar una época. Después hablamos mucho rato de Rohmer.
Al dia siguiente, me enteré que mientras nosotros veíamos la película el viejo director agonizaba. Fue realmente una coincidencia extraña.
Conocí a Rohmer personalmente en el año 1999 en Paris donde tuve el privilegio de hacerle una larga entrevista para la revista Fotogramas. Rohmer era ya un hombre de 79 años, pero su flaca figura y sus ojos azules transmitian una vitalidad y una energía sorprendentes y arrolladores. Acababa de terminar el Cuento de otoño.
Recuerdo que durante la entrevista hablamos mucho de colores y de paisajes, del sol dorado y del brillante color de las viñas. A Rohmer, tan parisimo y urbano, le encantaba rodar en la provincia francesa, buscar rincones de serenidad y de alegria, y sobre todo le gustaba que sus películas tuvieran "un color", el color del lugar donde pasaban. Cuento de otoño era naranja y rojo, como las viñas y el vino. Este cuadro de Ramon me recuerda esa entrevista y me trae a la memoria el placer de haber disfrutado de su atención. Creo que al viejo maestro le habria gustado.

1 comentario:

  1. enhorabuena, nuria, por tu blog. yo todavía sigo reticente, mejor dicho, de momento estoy seguro de que no voy a tener ninguno, pero leeré con interés el tuyo, como leo siempre que encuentro algo tuyo. yo también he sido y seré para siempre jamás un rendido admirador y disfrutador de rohmer y sus películas. la última, la de Astrée y Céladon, es para disfrutar una y otra vez. claro que tanto tu como yo, por razones que dependen del azar tanto como de la eleccion, somos francófilos impenitentes. ah, por cierto, un amigo mío escocés se mostró muy ofendido con nuestro cineasta porque dice, y tiene razón, que la aristócrata amante del duque de orleans no era inglesa, sino escocesa. en fin, hasta los genios pueden dar resbalones.
    un abrazo
    luis maria todó

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