Heterodoxo:
Que se aparta de la doctrina oficial de una religión.
Discrepante de la doctrina fundamental de un sistema político, filosófico.
Disconforme con hábitos o prácticas generalmente admitidos.
Esta es una semana de muchos,
muchísimos estrenos (he contado 14 más las tres de El Señor de los Anillos, 17). He visto bastantes, pero no todos: es
imposible. Hay cosas que me gustan cosas que no, pelis interesantes, pelis
fallidas. Pero entre todas las películas que se estrenan hay cuatro películas
heterodoxas que se adaptan muy bien a la última definición de la palabra.
HETERODOXIA
ORIENTAL En la alcoba del sultán,
Javier Rebollo
No había visto nada de Javier
Rebollo desde que en 2012 estrenó El
muerto y ser feliz. Supongo que no ha estado ocioso todo este tiempo, entre
otras cosas, porque construir el puzle de esta deliciosa perla oriental no se
improvisa rápidamente. En esta alcoba del sultán se juntan Lumière y Méliès, un
poco de Alice Guy, la sombra de Chaplin, en medio de una historia que podría ser la de las 1001 noches de películas. Todo empieza en
Lyon, con una foto en el campo en la primavera de 1900, a la hora del
aperitivo. Gabriel Veyre es el fotógrafo. Gabi es un joven lleno de energía en
busca de emociones y aventuras. También es uno de los jóvenes camarógrafos de
la más joven aun productora de los Hermanos Lumière. Antes de esa foto, Veyre
ha viajado por México, Cuba, Canadá, Japón, rodando noticias para los Lumière.
Lo que cuenta En la alcoba del sultán,
es su último viaje. Esta vez a la exótica corte del Sultán del lejano País de
Nour, un hombre culto y curioso que quiere conocer las maravillas del
cinematógrafo. “Aburrirse es como besar la muerte”, dice el sultán en un
momento del film. Gabi deja en Lyon a su novia Jean a la que escribe cartas tan
atractivas que ella acaba por viajar al País de Nour donde Gabi es Monsieur l’ Operateur,
una figura imprescindible para el sultán. Contado así, parece muy sencillo,
pero la película de Rebollo es todo menos simple. Ingenua sí, inocente,
también, simple no. Viendo el increíble montaje entre películas de archivo,
fotos originales y lo filmado por Rebollo, me pregunto qué es más bello, qué es
más interesante; si los documentos antiguos, filmaciones y fotos que evocan una
época y un espacio, o lo que Santiago Racaj, director de fotografía habitual de
Jonás Trueba, filma con su cámara captando la luz, los colores, la imaginería,
el misterio y los fantasmas. Porque hay muchos fantasmas en esta historia
inventada a partir de la realidad: fantasmas que adelantan la aparición de los
hologramas, de la IA, de los juegos de ordenador; fantasmas románticos
producidos por el sueño del opio, fantasmas del futuro y del pasado. Y los
colores, no puedo dejar de hablar de los colores. Sé que a Rebollo le gusta
mucho la pintura de Ramon Herreros,
quizás por eso reconozco en los azules, rojos, amarillos y verdes de
este hermoso film los tonos herrerianos por excelencia. Cine en el cine, cine
pictórico, cine de aventuras, canto de amor al cine. Una rareza magnífica.
HETERODOXIA
DOLOROSA Polvo serán, Carlos
Marqués-Marcet
La primera secuencia de este
film ya nos coloca en una situación incómoda e inesperada. Una mujer en pleno
ataque de locura y de dolor, grita, lucha, baila una coreografía brutal mientras
su marido y su hija intentan apaciguarla. Ahí está contado todo lo que vamos a
ver: dolor de la enfermedad, dolor de la separación, dolor de la impotencia. Y
música y baile y canciones. La historia es la de Claudia, una mujer, una
actriz, con una enfermedad terminal que no quiere sufrir más y planea un viaje
a Suiza para acabar con su vida con un suicidio asistido en forma de último
espectáculo. Junto a ella, Flavio, su marido, su director, del que no se ha
separado en cuarenta años, la acompaña en todo momento, hasta el punto de estar
dispuesto a morir con ella en esa última obra que harán juntos. Flavio no
imagina la vida sin Claudia. El film los sigue en los últimos días, ella
intentando convencerle de que no lo haga, el convencido de hacerlo. Carlos
Marqués-Marcet sabe que este tema es muy duro de soportar para el espectador
por eso busca refugio en dos elementos. Uno son sus actores una espléndida Ángela
Molina que transita de la histeria a la
dulzura, del dolor a la risa, canta y baila como en sus mejores momentos; y un
entregado Alfredo Castro siempre a su lado. El otro es el lenguaje del musical,
con números coreografiados en homenaje a Busby Berkeley, al tango, al baile
moderno... En cierto modo este truco distanciador funciona, pero no consigue
hacer que nos olvidemos de que estamos viendo una película llena de dolor. Una
rareza que hace daño.
HETERODOXIA
FELIZ Góndola Veit Helmer
Georgia es un país muy raro,
no es europeo del todo, no es oriental del todo, no es claramente occidental,
no es claramente oriental. Es un país entre dos mundos. Tampoco su cine es de
un sitio o de otro, las imágenes oníricas de Segei Parajanov conviven con las
fábulas inocentes de Otar Ioselliani. También las dos lindas azafatas del
teleférico que establecen una extraña y silenciosa amistad en los momentos en
que sus cabinas se cruzan el aire, en tierra de nadie, mejor dicho en aire de
nadie, no pertenecen a ningún sitio concreto. De hecho, solo son felices cuando
sobrevuelan el paisaje desde sus pequeñas góndolas aéreas, que sirven para
transportar a la gente del pueblo y lo mismo llevan un ataúd, que una cesta de
frutas. Lo mejor de este pequeño film volátil es la imaginación de sus dos
chicas (convierten sus cabinas en barcos, cabañas, aviones) y el silencio. No,
el silencio no, porque hay música mucha música y ruidos, muchos ruidos. Lo que
no hay son palabras. No hacen falta, y además de una cabina a otra no se
escucharían. Lo peor, si es que le quiero sacar alguna pega, es que quizás es
una idea que se alarga y se repite un poco. Pero siempre es diferente en algún
matiz. Y el concierto final que se establece entre las dos chicas y los
habitantes del pueblo, es una de las secuencias más bonitas que recuerdo. Al
Buster Keaton de La casa eléctrica le
habrían encantado los inventos de estas chicas, Wes Anderson reconocerá su
imaginería y Jacques Tati podría pensar que ha encontrado a dos lindas
sobrinas. Una rareza divertida.
HETERODOXIA
OSCURA El baño del diablo Severin Fiala y Veronika Franz
Este oscuro y terrorífico
(pero a ratos fascinante) film se presentó en Sitges como fantástico. De hecho
ganó el premio gordo del festival y se empezó a hablar de él como un film de
brujas. No creo que El baño del diablo
sea fantástico ni mucho menos hable de brujas. Su puesta en escena de un
naturalismo salvaje, es todo menos fantástica y la triste historia de Agnès es
un proceso de histeria perfectamente estudiado en los libros clásicos
freudianos. Lo que sí es terrorífico (no fantástico, sino muy real) es el hecho
de que en el siglo XVIII en Austria hubo más de 400 casos documentados de
mujeres suicidas/asesinas. En una sociedad cerrada, claustrofóbica y dominada
por la iglesia, las mujeres que querían suicidarse porque no soportaban la
vida, mataban a un niño, confesaban su crimen y eran ajusticiadas públicamente.
Una especie de siniestro suicidio asistido. Para contar esta historia, los dos
directores austriacos han elegido el tono de un cuento del folklore
tradicional, siempre al lado de Agnès, siguiendo su lento proceso de locura y
decepción, sus miedos y sus ansiedades, su melancolía creciente. En esa cerrada
sociedad, no tener un hijo era un estigma insoportable. Pero ¿qué puede hacer
la pobre Agnès con un marido como Wolf? Una rareza de cuento siniestro.
EL RINCÓN DE LAS SERIES
HETERODOXIA
TOTAL Celeste Diego San José 6
episodios Movistar+
En realidad esta serie debería llamarse Sara Santano, pero no sonaría igual. Celeste es un titulo prometedor: un color, una ilusión, un nombre. El de una cantante de moda que no esconde la inspiración en Shakira, con unos cuantos problemas con hacienda. Pero Celeste no es ni siquiera la antagonista de la auténtica protagonista. Celeste es el objeto de estudio y persecución de la tenaz inspectora de hacienda Sara Santano. En su última investigación antes de jubilarse, la solitaria, seria y muy reconcentrada Sara cogerá el hueso de Celeste y no lo soltará por nada del mundo. Aunque no entienda nada del mundo de la cantante, o algo mucho mejor, porque ese mundo le permitirá descubrir otro mucho menos gris, mucho menos aburrido que el que ha sido el suyo desde siempre. Humor, ironía, música, diálogos brillantes y una Carmen Machi soberbia (en los dos sentidos de la palabra) hacen de Celeste una serie rara. Rara porque estamos habituados a ver policías de todo tipo, jueces de todo pelaje, políticos despreciables o adorables; pero no estamos acostumbrados a ver funcionarios grises de profesiones grises y no muy apreciadas como protagonistas de aventuras urbanas muy contemporáneas. La cruzada de Sara/Carmen es la de demostrar que Celeste, la famosa cantante latina, ha vivido más de 184 días en España y por tanto debe pagar impuestos en nuestro país. La cruzada de la serie es contarnos como esta mujer se va transformando sin darse cuenta a medida que se adentra en la vida de Celeste. Y de paso se reconcilia con ella misma, con su perro, con su marido muerto y con una profesión que, mira por donde, no era tan importante.
El regalo de esta semana son
los colores del sultán.