sábado, 18 de junio de 2011

NAUFRAGIOS


(este cuadro de Ramón representa muy bien los naufragios del alma)
La película se llama Naufragio. El protagonista se llama Robinson. El director se llama Pedro Aguilera. Un resumen apresurado nos diría que estamos ante la historia de un inmigrante subsahariano que naufraga en las costas almerienses y tras un largo viaje llega a las tierras de la Rioja para cumplir una venganza. Una mirada mas profunda nos permitirá ver que el auténtico naufragio no es en una playa desierta, sino en la orilla del otro lado del alma, ese lado oscuro que todos tenemos dentro y que Aguilera ha corporeizado en el rostro y la figura de Robinson. Una mirada superficial nos permitirá hacer un recorrido por los invernaderos almerienses y su espacio de solidaridad y explotación o de una fábrica riojana con su espacio de explotación y racismo. Pero no nos quedemos en eso. Hay mucho mas. Hay misterio, hay una búsqueda de algo oscuro y maligno. Hay una intención de acallar un grito sordo e interior. Y sin embargo, Naufragio no es una película simbolista y llena de mensajes escondidos. Es un film de paisajes, los de Almería y sus toldos blancos, los de un pueblo y un bosque riojanos, los de un hombre que se mira hacia dentro y despierta cuando encuentra la cueva materna donde incubar su venganza. La película se puede ver de muchas maneras, en clave social (no deja de ser un inmigrante y su explotación), en clave espiritual (es un viaje interior dominado por fuerzas desconocidas), en términos cinematográficos (la gran elegancia de los planos, la fuerza de los rostros). Quédense con la que quieran, o mejor, quédense con las tres.

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