(una foto de la época en que estudiaba Geografía)
Esta
semana he tenido ocasión de volver al pasado, o mejor dicho de ver que podía
haber sido mi vida si no hubiera tomado una decisión en un momento determinado.
Como en La vida en un hilo de Edgar
Neville. He vuelto a la Universidad de Barcelona para participar en un Simposio Internacional sobre La
electrificación y el territorio, organizado por la Facultat de Geografia i
Història. Esto merece una breve explicación. Yo estudié geografía, fui de la
primera promoción licenciada en esa especialidad en el año 1972. Tenía
profesores estupendos a los que recuerdo con mucho cariño: Tomás Vidal,
Albentosa, Horacio Capel. Capel nos daba clases de Geografía humana y de Geografía
urbana. Eran las que más me gustaban. De hecho, estuve tentada de quedarme en
la universidad como otros de mis compañeros, trabajando con él. Pero se metió
por medio el cine y tiró de mí con más fuerza. Ha sido Horacio Capel el que me
ha devuelto a este momento ya que ha sido uno de los organizadores del Simposio,
y fue él quien me llamó para participar en estas jornadas organizando una
sesión de cine y electricidad, concretamente la electricidad y la ciudad.
Escogí la película Berlín, sinfonía de
una gran ciudad, de Walter Ruttman, del año 1927. Fue una proyección muy
interesante, ya que los que la veían, casi todos por primera vez, lo hacían con
ojos de geógrafos, no de espectadores de cine y mucho menos de críticos. Fue
curioso y yo me encontré pensando que estaba en un lado de la mesa explicando
cosas de la película, mientras en el otro lado estaban los profes y
catedráticos, pero que según como hubiera sido mi vida, bien podría ser al
revés y estar allí sentada escuchando a alguien que me contara cosas de la
película.
Si
alguien tiene curiosidad de leer el artículo El cine es electricidad, lo cuelgo en el otro blog, el de los
textos, que tengo un poco abandonado.
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En
cuanto a los estrenos de esta semana, hay algunas películas interesantes de las
que doy algunos apuntes.
Paraíso, de A. Konchalovski, es la prueba de que el tema del Holocausto durante la Segunda Guerra Mundial sigue teniendo maneras nuevas de aproximación. En este caso, con un riguroso y hermoso blanco y negro, el director ruso cuenta una extraña historia de amor entre un oficial de la SS, responsable de un campo de concentración y una aristócrata rusa, miembro de la resistencia francesa, detenida por un policía colaboracionista del Gobierno de Vichy. Los tres hablan a cámara en una especia de confesionario donde relatan las circunstancias que les han llevado a estar en ese lugar, un purgatorio camino, o no, del paraíso. Sin caer en el sensacionalismo, sin abusar de las tintas negras, sin juzgar duramente a sus personajes, Konchalovski deja que sean sus acciones las que conduzcan al espectador a tomar partido en ese juego de tres. Un film útil, una película polémica, una historia para seguir pensando.
Paraíso, de A. Konchalovski, es la prueba de que el tema del Holocausto durante la Segunda Guerra Mundial sigue teniendo maneras nuevas de aproximación. En este caso, con un riguroso y hermoso blanco y negro, el director ruso cuenta una extraña historia de amor entre un oficial de la SS, responsable de un campo de concentración y una aristócrata rusa, miembro de la resistencia francesa, detenida por un policía colaboracionista del Gobierno de Vichy. Los tres hablan a cámara en una especia de confesionario donde relatan las circunstancias que les han llevado a estar en ese lugar, un purgatorio camino, o no, del paraíso. Sin caer en el sensacionalismo, sin abusar de las tintas negras, sin juzgar duramente a sus personajes, Konchalovski deja que sean sus acciones las que conduzcan al espectador a tomar partido en ese juego de tres. Un film útil, una película polémica, una historia para seguir pensando.
Maravillosa
familia de Tokio,
de Yoji Yamada. El veterano director japonés, que a sus 87 años rueda su
película número 84 (me doy cuenta cómo ha cambiado el mundo al comprobar
cuántos directores de más de ochenta años siguen trabajando activamente, hecho
insólito hace un tiempo en que a los setenta años ya era complicado que les
permitieran dirigir). Volviendo a la familia de Yamada, solo decir que sigue la
estela de Ozu, como ya hizo en Una
familia de Tokio, pero con más sentido del humor, con más ironía. Ya desde
su planteamiento: la abuela de la familia cumple años y cuando su marido le
pregunta que quiere que le regale, le dice con total naturalidad: el divorcio.
Este hecho conmociona los cimientos de toda la familia que de pronto se
replantea los roles de cada uno de ellos en
el conjunto.
Sicixia, de Ignacio
Vilar. El 3 de diciembre del año pasado escribí de esta película en el blog.
Entonces decía que no sabía muy bien donde se podía ver. Ahora tampoco lo tengo
muy claro, pero como me gusta la propuesta del cineasta gallego, recupero el
texto: “No sé muy bien donde se puede ver esta
película. Una de tantas que se estrenan estos días para poder entrar en la
competición de las nominaciones a los Goya y que a menudo se pierden entre la
vorágine de la semana. Estoy hablando de Sicixia,
de Ignacio Vilar, un nuevo ejemplo de la cinematografía gallega que intenta
abrirse camino más allá de sus fronteras naturales. Y de fronteras habla este
interesante trabajo. Frontera entre el documental y la ficción, frontera
entre la ciudad y el campo, frontera entre el hombre y la mujer. Con la excusa
de un técnico de sonido encargado de recoger los murmullos de la naturaleza y
el susurro de las voces de la Costa da Morte, Vilar nos acerca a las formas de
vida más ancestrales que aún perviven en una Galicia que se mueve ella misma en
la frontera entre la modernidad y la tradición. Pero no es solo eso. El hombre
urbanita se siente fascinado por la naturaleza, por el mar y su fuerza, las
montañas y su poder, las cuevas y sus misterios, el rio y sus ondinas. De todos
ellos extrae el sonido que va poco a poco componiendo la banda sonora del film.
Y en ese viaje le acompaña una mujer que le sirve de guía, no solo en los
caminos del mar y la montaña, sino en el de sus propios sentimientos. Me gusta
mucho esta película, me provoca (y esa es una de sus funciones, me imagino)
muchas ganas de volver a Galicia. Búsquenla en la cartelera o en las
plataformas. O simplemente imagínenla si no la encuentran”.
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