Los consejos de Alice
Hay películas que aparecen en el
momento justo, cuando más falta hacen. Es el caso de estos consejos de Alice que en versión original se llama Alice et le Maire, Alice y el Alcalde.
Por una vez el título castellano es casi más adecuado que el original, porque
la película de Nicolás Pariser va de eso, de aconsejar, mejor dicho, de hacer
pensar. Leyendo los periódicos de este viernes 17 de enero en que escribo el
texto, no puedo dejar de desear que en este país hubiera más Alices(y menos
Ivanes) para aconsejar a los alcaldes y alcaldesas y en general a los
gobernantes que nos rodean. El continuo gotear de ideas peregrinas o
simplemente estúpidas, con el que nos inundan nuestras preclaras
autoridades, debería pasar por el cedazo de las preguntas y consejos de alguien
que simplemente aplicara el sentido común a la política. Pero bueno, vamos al
film. El alcalde de Lyon, un espléndido Fabrice Luchini, lleva treinta años en
política y se ha quedado sin ideas, está vacío, no se le ocurre nada. Está
rodeado de asesores, secretarios, aduladores que le ríen todas las gracias y no
se atreven a decirle nunca lo que piensan. Pero estamos en Francia y ésta es
una película francesa dirigida por un hombre, Pariser, que viene de estudiar derecho,
filosofía y arte. Una persona que concibe la política como un bien común y por
eso, al plantearse que le pasa a un político sin ideas, en lugar de imaginar un
publicista que le venda mejor en el mercado, recurre a un intelectual que le
cuestione y le haga entrar en contradicción. Para que el juego sea más
estimulante, Pariser hace que el personaje sea una mujer joven sin experiencia
política, con una enorme capacidad para provocar en el alcalde preguntas y
respuestas de gran sensatez. Alice llega al ayuntamiento de la ciudad sin saber
muy bien que tiene que hacer y por eso despierta la hostilidad de todos los
funcionarios del aparato y descoloca al alcalde con su manera de comportarse. Todo
en este film inteligente y divertido, gira entorno a Alice y el alcalde y si
funciona tan bien es porque entre la actriz, Anaïs Demoustier y Fabrice Luchini
se establece una relación de respeto y de igualdad muy parecida a la que tienen
Alice y el alcalde. Rodada en 35 mm., la realización de la película crece al
tiempo que su relación personal/profesional, pasando del plano contraplano de
sus primeros encuentros, siempre interrumpidos por algo o por alguien, hasta un
largo plano secuencia en el que juntos escriben un importante y definitivo
discurso. Se habla mucho en esta película, casi tanto como en las de Rohmer, lo
cual no es extraño si pensamos que El
árbol, el alcalde y la mediateca, es uno de los films de referencia de
Pariser. Pero no solo se habla de política, se habla de la vida, de los deseos,
de qué hacer en el mundo. En ese sentido vale la pena recordar otro de los
referentes del director, Sacha Guitry y en concreto Si Versalles pudiera hablar, de 1954. Y desde luego El ala oeste de la Casa Blanca de Aaron
Sorkin que viene a la memoria en algún momento, aunque los
mecanismos de poder en Estados Unidos son muy diferentes de los europeos. Ligera,
suave, muy entretenida inteligente y política, Los consejos de Alice es una película que te hace desear que
hubiera más Alices y más alcaldes como este en la vida real. Los necesitamos
¡urgentemente!
Los
consejos de (los) papa (s)
Esta semana no quiero hablar de una
serie, pero si de una película que se puede ver en Netflix. Se estrenó hace unos
meses en cines, pero pasó completamente desapercibida. Se trata de Los dos papas, del brasileño Fernando
Meirelles. Es una ficción, con una base real, que cuenta un supuesto encuentro
en el año 2013 entre Joseph Ratzinger, cuando era el papa Benedicto XVI y Jorge
Bergoglio antes de convertirse en el papa Francisco. Si el encuentro en el
Vaticano y más tarde en Castelgandolfo no existió realmente, lo que se dicen
uno a otro está documentado por discursos, textos, y artículos que Meirelles y
su guionista han utilizado para construir este diálogo de consejos. Hay dos
partes muy claras y diferenciadas en el film, las conversaciones entre ellos y
el pasado de Bergoglio en Argentina, tanto cuando es un joven a punto de
casarse, como en su conflictiva relación con la dictadura. No digo que no fuera
necesario hablar de este periodo, pero el fragmento es demasiado largo y
prolijo y en cierto modo aleja el film del núcleo principal y apasionante de
las charlas/discusiones entre los dos papas antagónicos que entienden el mundo
y la iglesia desde puntos de vista muy distintos. Anthony Hopkins como Ratzinger
y Jonathan Pryce como Bergoglio, rozan la perfección en sus personajes. Son
divertidos, brillantes, respetuosos, inteligentes y aprenden en este
intercambio a comprender mejor las posturas de uno y otro. Rodada en el
Vaticano en escenarios privilegiados, la película tiene momentos divertidos,
como los dos papas escondiéndose de los turistas en la Capilla Sixtina para
comerse una pizza; y tiene momentos espectaculares, todo el ritual magnífico y
secreto de la elección de los papas en esa misma capilla, con toda su
gesticulación ancestral ¡esos votos enlazados uno a uno por un hilo rojo antes
de ser destruidos! Si la intención de Los
dos papas era la de mostrar a Benedicto XVI como un papa conservador, frío,
intelectual, amante de los ritos y a Francisco como un hombre sencillo, humilde
y cercano a la gente, hay que decir que el resultado se salda en tablas, porque
(quizás gracias a los actores) tanto uno como otro acaban por ganarse al
espectador sin perder por ello nada de su personalidad. Los dos aprenden uno del
otro, probablemente Benedicto aprenda a disfrutar de las cosas pequeñas, pero
también Francisco aprende que no todo el lujo aparente de la iglesia es superfluo
y que, a veces, es necesario. En todo caso, una película para disfrutar desde
el respeto a una institución que no siempre ha sabido ganárselo.
Y hablando de boato y de lujo me he
acordado de una pregunta que le hice a Nicolás Pariser en San Sebastián cuando
le entrevisté para el programa La
Cartellera. ¿Qué consejo le daría Alice al presidente Emmanuel Macron? Y
Pariser me contestó: “Creo que le habría dado un consejo que le da al alcalde
en la película, aunque creo que Macron no estaría de acuerdo. Alice le diría a
Emmanuel Macron que debe ser un poco más modesto y Emmanuel Macron le
respondería que no es eso lo que esperan los franceses. Que los franceses
quieren un Luis XIV, un Napoleón, un Charles de Gaulle y él intenta encarnar
esa función. Le diría que François Hollande intentó ser un presidente modesto y
no funcionó. Pero yo creo que Alice tiene razón.” Yo no estoy tan segura. Pero ojo,
nunca se debe confundir grandeza con soberbia, ni poder con absolutismo
personal. Ratzinger y Bergoglio también lo saben.
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