DIEZ
AÑOS
(este árbol de Ramon me cobijaba la primera vez, vuelvo a ponerme bajo su sombra diez años después)
El 3
de enero de 2010 publiqué la primera entrada de este blog. Hace ahora diez años
justos, ya que escribo esta entrada, la número 697, el viernes 3 de enero del
2020. ¡Diez años! ¡Casi 700 entradas! No me lo puedo creer. Desde luego, ni en
el mejor de mis sueños pensaba entonces que iba a estar escribiendo durante
diez años. Pero sí, lo he hecho. Desde el primer día he procurado escribir con
sinceridad y con honestidad. En general de películas que me gustan por una u
otra razón, (no tienen que ser necesariamente buenas, aunque casi siempre lo
son), comentar películas que no me gustan me da mucha pereza, por eso no suelo
hablar de ellas. Es la libertad que me da el blog. También he procurado
vincular el cine con la vida, la mía, la de mis amigos, algunos de ellos
desaparecidos tristemente en estos años y hablar de las cosas que me
interesan: libros, música, paisajes, viajes, festivales. Y también de política,
desde la más cercana hasta la más lejana. Porque la política está ahí, en
nuestras vidas, nos guste o no. Siempre he intentado hacerlo con respeto y
sobre todo sin engañar a nadie. Una de las cosas de las que estoy más contenta es la
de haber utilizado desde el principio los preciosos dibujos y cuadros de Ramon
que me han acompañado como ilustraciones sugerentes y hermosas de los
comentarios. Sin ellos, este blog no sería lo mismo. Copio aquí la primera
entrada. La he releído y la suscribo plenamente. No sé cuánto durará el blog,
cuánto duraré yo, cuánto durará nada. Si hace diez años no pensaba en el
futuro, ahora menos. Pero aquí estoy y aquí seguiré mientras me divierta
escribir de cine y del mundo y mientras haya alguien que me quiera leer.
domingo, 3 de enero de 2010
Empiezo este blog bajo la protección de este árbol de Ramón (Herreros) que
espero me de cobijo durante todo el año. En la red hay miles de blogs de todo
tipo. Unos mejores que otros, unos interesantes, otros horribles. No pretendo
competir con tantos y tan buenos antecedentes como se pueden encontrar.
En realidad si me he decidido a escribir este blog ha sido por dos cosas.
Una, lo fácil que resulta hacerlo. Resistirse a ello era una estupidez. Aunque
siempre dije que no quería caer en la tentación, lo cierto es que sentía la
necesidad de tener un espacio donde apuntar algunas ideas que me rondan por la
cabeza. Y eso me lleva a la otra razón. Cada vez hay menos lugares
"públicos" donde exponer lo que pienso. Menos espacio para la crítica,
para el comentario, para la reflexión. Menos espacios pagados y cada vez peor
pagados.
En un blog no se cobra nada. Pero al menos tienes la libertad de escribir
lo que quieres sin censuras de ninguna clase más las que impone la sensatez y
la educación.
Los dos motivos conjugados me han llevado a tomar esta decisión. No se si
seré capaz de mantener una continuidad regular. Hay periodos de mi vida en los
que tengo mucho tiempo para escribir y otros en los que casi no puedo respirar.
Pero en todo caso, los que me conocen saben que tengo ideas, a veces muy
peregrinas, que solo expreso en conversaciones y que confio que ahora podré
compartir con más gente.
Iré comunicando la
existencia de este blog poco a poco, dejando que sea su propia dinámica la que
le de vida propia.
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INJUSTICIAS
Si
esta primera entrada del 2020 no hubiera sido la de los diez años, se habría
llamado Injusticias. Porque de injusticias hablan dos películas estrenadas esta
semana. Las dos dirigidas por veteranos realizadores con muchos años a la
espalda; las dos recreando casos reales de enormes injusticias cometidas en
nombre del estado para ocultar precisamente su inmoralidad, su falta de
dignidad y su absoluta incompetencia. Y desde luego, su racismo, su xenofobia y
su desprecio clasista a los que no forman parte de la sociedad entendida como
un “nosotros” que excluye a los “otros”.
Estoy
hablando de El oficial y el espía, de
Roman Polanski, sobre el caso Dreyfus y de Richard
Jewell, de Clint Eastwood, sobre el caso Jewell. Las dos tienen una víctima
conveniente, las dos nos muestran como se fabrica un caso con pruebas falsas y
unas acusaciones vagas que sirven para despertar la furia de la gente (y de los
medios de comunicación) simplemente porque les interesa que sean ellos y no
otros los culpables, no porque quieran descubrir la verdad. En un caso, es el ejército
francés el que quiere que sea un judío el acusado de traición y si para hacerlo
tienen que inventarse pruebas, se las inventa. Da igual que pueda demostrar su
inocencia o que grite “Viva Francia”. Ellos han decidido que el judío es el
malo y nada les hará cambiar. El otro es el FBI el que, para tapar su
incompetencia e incapacidad de prevenir un atentado, dirige a la opinión
pública, sobre todo a los medios de comunicación mas sensacionalistas, hacia un
pobre guardia de seguridad, un hombre gordo, un poco raro, que vive con su
madre y cree firmemente en los valores de esa América en la que gente como él
no tiene cabida. Las dos películas son estupendas.
Eastwood,
a sus casi 90 años, da una lección de cómo se tiene que contar una historia. Es
un narrador clásico, que mira y expone con una sencillez absoluta. Nunca juzga
a sus personajes, no hace falta. Los juzgamos los espectadores indignados por
la manipulación repugnante que se hace de Richar Jewell. La cámara no se nota,
pero está ahí para dejar testimonio. Y los actores Paul Walter Hauser, como el
ingenuo Jewell y Sam Rockwell como su abogado, están simplemente magníficos. Te
los crees, esa cosa que suele decirse tanto de las películas. Eastwood consigue
que te los creas de verdad.
Polanski
a sus 83 años, da una lección de cómo se tiene que contar un caso judicial, siguiendo
el hilo conductor de la historia que traza el coronel Georges Picquart.
Picquart fue uno de los principales testigos contra Dreyfus, pero cuando
descubrió la trama de corrupción, racismo, y encubrimiento del Ejército Francés,
fue uno de los primeros en denunciarla. Picquart, interpretado por Jean
Dujardin, es un hombre digno, un hombre justo y sobre todo es un hombre leal al
Estado. Pero no al Estado que sus superiores han construido para su propio beneficio.
Picquart, como Jewell, cree en los valores que son fundamentales para que una
sociedad funcione y por eso son personajes muy molestos a los que hay que
destruir.
Ver
estas dos películas es una buena manera de empezar el año. Son dos avisos de cómo
funciona el poder y sus aliados, los medios de comunicación. Son dos grandes
films que sirven para despertar la curiosidad por saber mas (del Yo acuso de Émile Zola y el caso Dreyfus
a finales del siglo XIX en Francia o del uso absolutamente inmoral que se hizo
de Richard Jewell en el caso del atentado de Atlanta en 1996). Pero sobre todo
porque son dos películas inteligentes que consiguen mantener al público pegado
a la pantalla. Cine del bueno.
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