sábado, 4 de enero de 2020

DIEZ AÑOS


DIEZ AÑOS

(este árbol de Ramon me cobijaba la primera vez, vuelvo a ponerme bajo su sombra diez años después)
El 3 de enero de 2010 publiqué la primera entrada de este blog. Hace ahora diez años justos, ya que escribo esta entrada, la número 697, el viernes 3 de enero del 2020. ¡Diez años! ¡Casi 700 entradas! No me lo puedo creer. Desde luego, ni en el mejor de mis sueños pensaba entonces que iba a estar escribiendo durante diez años. Pero sí, lo he hecho. Desde el primer día he procurado escribir con sinceridad y con honestidad. En general de películas que me gustan por una u otra razón, (no tienen que ser necesariamente buenas, aunque casi siempre lo son), comentar películas que no me gustan me da mucha pereza, por eso no suelo hablar de ellas. Es la libertad que me da el blog. También he procurado vincular el cine con la vida, la mía, la de mis amigos, algunos de ellos desaparecidos tristemente en estos años y hablar de las cosas que me interesan: libros, música, paisajes, viajes, festivales. Y también de política, desde la más cercana hasta la más lejana. Porque la política está ahí, en nuestras vidas, nos guste o no. Siempre he intentado hacerlo con respeto y sobre todo sin engañar a nadie. Una de las cosas de las que estoy más contenta es la de haber utilizado desde el principio los preciosos dibujos y cuadros de Ramon que me han acompañado como ilustraciones sugerentes y hermosas de los comentarios. Sin ellos, este blog no sería lo mismo. Copio aquí la primera entrada. La he releído y la suscribo plenamente. No sé cuánto durará el blog, cuánto duraré yo, cuánto durará nada. Si hace diez años no pensaba en el futuro, ahora menos. Pero aquí estoy y aquí seguiré mientras me divierta escribir de cine y del mundo y mientras haya alguien que me quiera leer.


domingo, 3 de enero de 2010
primera entrada

Empiezo este blog bajo la protección de este árbol de Ramón (Herreros) que espero me de cobijo durante todo el año. En la red hay miles de blogs de todo tipo. Unos mejores que otros, unos interesantes, otros horribles. No pretendo competir con tantos y tan buenos antecedentes como se pueden encontrar.
En realidad si me he decidido a escribir este blog ha sido por dos cosas. Una, lo fácil que resulta hacerlo. Resistirse a ello era una estupidez. Aunque siempre dije que no quería caer en la tentación, lo cierto es que sentía la necesidad de tener un espacio donde apuntar algunas ideas que me rondan por la cabeza. Y eso me lleva a la otra razón. Cada vez hay menos lugares "públicos" donde exponer lo que pienso. Menos espacio para la crítica, para el comentario, para la reflexión. Menos espacios pagados y cada vez peor pagados.
En un blog no se cobra nada. Pero al menos tienes la libertad de escribir lo que quieres sin censuras de ninguna clase más las que impone la sensatez y la educación.
Los dos motivos conjugados me han llevado a tomar esta decisión. No se si seré capaz de mantener una continuidad regular. Hay periodos de mi vida en los que tengo mucho tiempo para escribir y otros en los que casi no puedo respirar. Pero en todo caso, los que me conocen saben que tengo ideas, a veces muy peregrinas, que solo expreso en conversaciones y que confio que ahora podré compartir con más gente.
Iré comunicando la existencia de este blog poco a poco, dejando que sea su propia dinámica la que le de vida propia.


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INJUSTICIAS
Si esta primera entrada del 2020 no hubiera sido la de los diez años, se habría llamado Injusticias. Porque de injusticias hablan dos películas estrenadas esta semana. Las dos dirigidas por veteranos realizadores con muchos años a la espalda; las dos recreando casos reales de enormes injusticias cometidas en nombre del estado para ocultar precisamente su inmoralidad, su falta de dignidad y su absoluta incompetencia. Y desde luego, su racismo, su xenofobia y su desprecio clasista a los que no forman parte de la sociedad entendida como un “nosotros” que excluye a los “otros”.
Estoy hablando de El oficial y el espía, de Roman Polanski, sobre el caso Dreyfus y de Richard Jewell, de Clint Eastwood, sobre el caso Jewell. Las dos tienen una víctima conveniente, las dos nos muestran como se fabrica un caso con pruebas falsas y unas acusaciones vagas que sirven para despertar la furia de la gente (y de los medios de comunicación) simplemente porque les interesa que sean ellos y no otros los culpables, no porque quieran descubrir la verdad. En un caso, es el ejército francés el que quiere que sea un judío el acusado de traición y si para hacerlo tienen que inventarse pruebas, se las inventa. Da igual que pueda demostrar su inocencia o que grite “Viva Francia”. Ellos han decidido que el judío es el malo y nada les hará cambiar. El otro es el FBI el que, para tapar su incompetencia e incapacidad de prevenir un atentado, dirige a la opinión pública, sobre todo a los medios de comunicación mas sensacionalistas, hacia un pobre guardia de seguridad, un hombre gordo, un poco raro, que vive con su madre y cree firmemente en los valores de esa América en la que gente como él no tiene cabida. Las dos películas son estupendas.
Eastwood, a sus casi 90 años, da una lección de cómo se tiene que contar una historia. Es un narrador clásico, que mira y expone con una sencillez absoluta. Nunca juzga a sus personajes, no hace falta. Los juzgamos los espectadores indignados por la manipulación repugnante que se hace de Richar Jewell. La cámara no se nota, pero está ahí para dejar testimonio. Y los actores Paul Walter Hauser, como el ingenuo Jewell y Sam Rockwell como su abogado, están simplemente magníficos. Te los crees, esa cosa que suele decirse tanto de las películas. Eastwood consigue que te los creas de verdad.
Polanski a sus 83 años, da una lección de cómo se tiene que contar un caso judicial, siguiendo el hilo conductor de la historia que traza el coronel Georges Picquart. Picquart fue uno de los principales testigos contra Dreyfus, pero cuando descubrió la trama de corrupción, racismo, y encubrimiento del Ejército Francés, fue uno de los primeros en denunciarla. Picquart, interpretado por Jean Dujardin, es un hombre digno, un hombre justo y sobre todo es un hombre leal al Estado. Pero no al Estado que sus superiores han construido para su propio beneficio. Picquart, como Jewell, cree en los valores que son fundamentales para que una sociedad funcione y por eso son personajes muy molestos a los que hay que destruir.
Ver estas dos películas es una buena manera de empezar el año. Son dos avisos de cómo funciona el poder y sus aliados, los medios de comunicación. Son dos grandes films que sirven para despertar la curiosidad por saber mas (del Yo acuso de Émile Zola y el caso Dreyfus a finales del siglo XIX en Francia o del uso absolutamente inmoral que se hizo de Richard Jewell en el caso del atentado de Atlanta en 1996). Pero sobre todo porque son dos películas inteligentes que consiguen mantener al público pegado a la pantalla. Cine del bueno.



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