jueves, 4 de marzo de 2010

DOS DETENCIONES


(acreditación del Festival de Teherán)
Dos noticias leídas en La Vanguardia de ayer 3 de marzo me han hecho pensar en el cine y sus extrañas vinculaciones con la realidad.
Las dos hablan de detenciones, aunque de muy distinto signo, y las dos pueden pasar desapercibidas.
Una da cuenta de la detención en Teherán del director de cine Jafar Panahi, por ser “sospechoso de algunos delitos”. Panahi ya no pudo acudir al festival de Berlín al negarle el gobierno el derecho a salir del país. Pero ahora han dado un paso mas deteniéndolo de forma completamente ilegal simplemente por haber apoyado al candidato reformista Mir Hosein Musavi en las pasadas elecciones.
Panahi es uno de los cuatro o cinco directores iraníes que han dado prestigio internacional a esa cinematografía y han colocado el país en el mapa de la cultura mundial. Todos ellos están perseguidos, exilados o encarcelados por sus ideas. Unas ideas expresadas en sus películas, premiadas y reconocidas en todo el mundo, pero casi desconocidas en el propio Irán.
Cuando hace diez años estuve en Teherán en una muestra de cine iraní para extranjeros que coincidía con el Festival de Teherán, Panahi no pudo enseñarnos la que era entonces su última película El círculo, ya que las autoridades que organizaban el evento consideraban que no era “adecuada”. Algunos pocos privilegiados pudieron verla y pocos meses después el film conseguía el León de Oro en Venecia. El círculo era una película sobre la condición de la mujer en Irán narrada con distintas voces que trazaban un círculo de incomprensión y represión. Diez años después, el propio director ha caído en ese círculo de incomprensión y represión del que espero pueda liberarse pronto. Y no solo él, sino todo Irán.
La otra detención es mucho mas merecida y parece el argumento de una película. Veselin Vlahovic, más conocido como “El monstruo de Grbavica”, ha sido detenido en la costa alicantina. Autor material de centenares de asesinatos, torturas y violaciones, especialmente cometidos entre 1992 y 1995 durante la guerra de Bosnia, este sanguinario personaje consiguió escapar de la justicia en varias ocasiones y logró refugiarse en España donde encabezaba una peligrosa y poderosa banda organizada de delincuentes del Este. “El monstruo de Gravica”, un chetnik, nacionalistas paramilitares serbios, estaba reclamado por tres países: Serbia lo reclama por asesino, Bosnia por genocida y Montenegro por ladrón.
Su detención me ha traído a la memoria una película titulada precisamente Grbavica, dirigida por Jasmila Zbanic y que ganó el Oso de Oro en Berlín en el 2006. Era una película tremenda que hablaba de las consecuencias de la guerra en una madre y una hija años después. En el barrio de Sarajevo que lleva el nombre de Grbavica, Esma, la madre, intenta sacar adelante a su hija Sara de doce años ocultándole los horrores que tuvo que padecer y sobre todo ocultándole que es hija de una brutal violación.
De repente, cuando leía la noticia de la detención de este hombre, tuve la sensación de que aquella película no era ficción, sino un trozo de una realidad lejana que sigue como una llaga abierta en medio del corazón de Europa.
Cine y realidad están mucho mas unidos de lo que a veces nos gusta reconocer.

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