El día que una mujer gana por primera vez el Oscar a la Mejor Dirección, coincide con el Día de la Mujer. La mañana que veo Green Zone de Paul Greengrass, leo en el periódico una crónica de Tomás Alcoverro que cuenta como la vida vuelve lentamente a la normalidad en un Bagdad herido, gracias entre otras cosas a que el mercado de libros usados Al Mutanabi ha vuelto a abrir sus tenderetes para vender sus libros viejos y nuevos, revistas y DVD. Montones de libros sobre el pasado y sobre el presente. Al Mutanabi renace de sus cenizas.
Dos noticias que tienen que ver con Irak y la guerra que alimenta las ficciones del cine. Dos noticias que hablan de triunfos: El de Kathryn Bigelow, que ha logrado una hazaña en el muy cerrado mundo de Hollywood; y el de la cultura y la civilización en una ciudad y un país que tras siete años de dolor empieza a ver el final del túnel.
Aunque las dos películas que están detrás de estas noticias son en realidad muy diferentes.
Mientras En tierra hostil es un film metafísico sobre la guerra, sobre la muerte, sobre la amistad en un mundo de hombres, en el que el contexto no es mas que un decorado necesario, el film de Greengrass, Green Zone, es un alegato contra la manipulación política rodado con una cámara histérica que no da un minuto de reposo al espectador. El estilo de este director se ha convertido en fórmula de su cine desde Bloody Sunday. Sus movimientos continuos, montaje entrecortado, confusión voluntaria de los personajes en la escena, son elementos que encajan bien con las historias de guerra o de violencia que retrata. En este caso se centra en las dudas de un oficial del ejército americano (Matt Damon) que, como tanta gente en el mundo, no acaba de creer que existan armas de destrucción masiva en Irak y consigue desenmascarar una conspiración del gobierno para invadir “legalmente” el país e instaurar un gobierno títere.
Nada nuevo en el fondo. Americanos malos que quieren controlarlo todo; americanos buenos que quieren solucionarlo todo; irakis manipulados en uno u otro sentido y el caos reinando en la ciudad sin ley.
No es que no me guste esta película tan obvia y tan mareante, lo que pasa es que me cansa su ritmo y me aburre su previsibilidad. Por eso me parece mucho mas interesante el film de Bigelow, que juega las bazas de lo abstracto y que no te obliga a tomar partido por nadie. Ni siquiera por su temerario protagonista.
Aunque de verdad lo que me gusta es la noticia que cuenta Tomás Alcoverro.
Mientras En tierra hostil es un film metafísico sobre la guerra, sobre la muerte, sobre la amistad en un mundo de hombres, en el que el contexto no es mas que un decorado necesario, el film de Greengrass, Green Zone, es un alegato contra la manipulación política rodado con una cámara histérica que no da un minuto de reposo al espectador. El estilo de este director se ha convertido en fórmula de su cine desde Bloody Sunday. Sus movimientos continuos, montaje entrecortado, confusión voluntaria de los personajes en la escena, son elementos que encajan bien con las historias de guerra o de violencia que retrata. En este caso se centra en las dudas de un oficial del ejército americano (Matt Damon) que, como tanta gente en el mundo, no acaba de creer que existan armas de destrucción masiva en Irak y consigue desenmascarar una conspiración del gobierno para invadir “legalmente” el país e instaurar un gobierno títere.
Nada nuevo en el fondo. Americanos malos que quieren controlarlo todo; americanos buenos que quieren solucionarlo todo; irakis manipulados en uno u otro sentido y el caos reinando en la ciudad sin ley.
No es que no me guste esta película tan obvia y tan mareante, lo que pasa es que me cansa su ritmo y me aburre su previsibilidad. Por eso me parece mucho mas interesante el film de Bigelow, que juega las bazas de lo abstracto y que no te obliga a tomar partido por nadie. Ni siquiera por su temerario protagonista.
Aunque de verdad lo que me gusta es la noticia que cuenta Tomás Alcoverro.
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