martes, 29 de junio de 2010
MADRE E HIJA
(esta es la última foto que tengo de mi madre)
He buscado para ilustrar este post una foto mía con mi madre. Y no he encontrado ninguna. De pronto, me he dado cuenta que no tengo casi ninguna foto de mi madre, ni sola ni conmigo ni con mis hermanos. Me ha entrado una tristeza enorme. La recuerdo muy bien, pero de los años en que yo era pequeña no tengo más imagen de ella que la que guardo en mi memoria. Quizá esto explique porque me ha afectado tanto Madres e hijas y porque una de las cosas que mas me gustan de la película de Rodrigo García sea la manera como utiliza el paso del tiempo. El tiempo permite enmendar muchos errores, el tiempo, hace que los arrepentimientos y las cosas que no se dijeron tengan un posible arreglo. El tiempo es el mejor aliado para aprender a vivir. Yo no tuve tiempo de vivir con mi madre. Murió cuando yo tenía 17 años, pero en realidad la perdí mucho antes. La perdí cuando dejamos México para venir a vivir a España; la perdí cuando en ese viaje desaparecieron gran parte de mis recuerdos de infancia, fotos incluidas; la perdí cuando nada mas llegar a Barcelona se puso enferma y murió al cabo de pocos años. Nunca tuve tiempo de vivirla como una adulta; nunca tuve tiempo de reconciliar la adolescente rebelde que se resistía a aceptar la muerte, con la mujer adulta que acepta esa muerte. El film de García deja a la protagonista principal, una espléndida Annette Bening, sin puentes hacia arriba ni hacia abajo. Al hacerle perder a su madre, sin darle tiempo a hablar con ella de porque las cosas fueron como fueron, y al hacerle perder a su hija, sin darle tiempo a conocerla siquiera, la deja sola en medio de su vida. Pero el tiempo, gran aliado para hacernos comprender que nada es definitivo (ni siquiera la muerte en algunos casos, ya que el recuerdo pervive), le da una segunda oportunidad que ella sabe aprovechar.
Puede que la película sea un poco sentimental, y peque de una cierta dulzura extrema, pero no me importa. Me ha permitido recordar a mi madre y darme cuenta de que aunque no tenga ni una foto con ella, está muy presente en mi memoria.
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