(Manhee y Claire en un bar ce Cannes)
“Todas las películas de Hong
Sang-soo parecen la misma, y a la vez no hay ninguna que sea igual que la
anterior.” Así empieza la crítica de La
cámara de Claire que Josep Lambies publica en Time Out. He querido usar su primera frase porque resume muy bien lo que
yo y tantos otros, pensamos del cine del director coreano mas francés del
mundo. El Rohmer de Corea, como nos gusta definirlo para explicar su cine de
una manera rápida y sencilla.
Sang-soo siempre está contando
la misma historia de desamor o de amor frustrado, siempre utiliza un personaje -cámara,
en esta ocasión de forma más que evidente ya que Isabelle Huppert se pasea toda
la película con una cámara de fotos Polaroid en la mano, y siempre coloca a sus
personajes en pequeños bares o restaurantes donde comen y beben sin parar. Da
igual que estén en Corea o en Cannes, los bares acaban siendo territorio
Sang-soo antes que Francia o Corea. Y las playas donde su protagonista, la
hermosa y triste Kim Min-hee, pasea su abandono entre arena y rocas. Situar la
pequeña historia de La cámara de Claire
en el contexto del festival de Cannes le permite al director volver a hablar de
cine, de sí mismo, el sempiterno director cobarde que es él mismo. Pero Sang-soo
se aleja del Cannes de los oropeles y la alfombra roja y se adentra en las
zonas de apartamentos más alejadas del festival donde los ecos de las fiestas
apenas llegan a los oídos de esa mini tragedia de amor y desamor que Claire
retrata con su cámara.
Y aquí me permito una digresión. Cuando veía este film no era
en Rohmer en quien pensaba sino en Roberto Rossellini y más concretamente en
una película muy poco conocida suya que me divierte mucho. Se llama La macchina amazzacativi, es de 1952 y no es precisamente un film neorrealista.
La macchina que amazza cativi, es decir la maquina que mata a los malos, no es otra
que una cámara de fotos capaz de descubrir la maldad de la gente y de
castigarlos convenientemente. Claire y su cámara que transforma a los que
retrata y a los que mira a los ojos directamente para convencerlos de que son
diferentes después de pasar por su objetivo, retrata a los dos malos de la
función, el director de cine pusilánime, borracho y lleno de dudas y la
vendedora de films, celosa y posesiva armada detrás de una supuesta honestidad.
También retrata a inocentes, como el amigo de Manhee o la propia Manhee, víctima
de los dos cattivi del film que
Claire desenmascara limpiamente. No hay films menores en la filmografía de Hong
San-soo, y este aun lo es menos. Sus diálogos entre divertidos, surrealistas y
metafísicos, y el personaje de Claire con su impermeable amarillo paseando por
las calles y las playas de Cannes, cuentan mucho mas de la vida y del cine que
muchos films pretendidamente más importantes. Me encanta.
(Plano del tráiler de la
película Yo la busco que provocó una reprimenda y una advertencia por parte de Facebook por mostrar una chica desnuda. Una prueba más de la ola de conservadurismo y moralismo
ultramontano que acecha en todos los rincones)
Otra clase de paseo es el que
nos plantea Yo la busco debut en la dirección de Sara Gutiérrez Galve,
estrenada la semana pasada. Film generacional, salido de las tripas de los que
como Max y Emma aun no han decidido como quieren vivir, parientes del Zurdo del
que hablaba hace un par de semanas en Desaparecer,
Yo la busco es además un viaje al
final de la noche. No exactamente la de Celine, sino la de una Barcelona
distinta, escondida, la de bares que abren toda la noche, la de calles vacías y
regadas, la de barrios periféricos donde el protagonista se adentra como en una
aventura medieval (ha sido Jordi Costa el que ha comparado la película con una
novela de caballerías en su crítica en El
país) tras la pista de un cuaderno que se convierte en “quete” y macguffin
para escapar o entender esa relación tan extraña de dependencia, amor, amistad,
compañía (se puede hacer el amor con quien quieras, pero no se puede ver una
película en la cama con cualquiera) que tan bien representa el momento de
incertidumbre emocional de una o de varias generaciones. Un film más que
interesante, entretenido, imprevisible, que viene a sumar el nombre de Sara
Gutiérrez Galve al de estos jóvenes (ellos y ellas) que están buscando su lugar
en el sol de medianoche del cine.
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