El mejor estreno de esta
semana es una película pequeña, atípica, tierna y sobre todo muy francesa en el
mejor sentido de la palabra. Se titula
Jean-François i el sentit de la vida y es la opera prima de Sergi
Portabella. Cuenta la historia de un niño de trece años, solitario y callado.
Se llama Francesc y no encaja en un colegio dominado por matones de medio pelo
que le hacen la vida imposible. Hasta que descubre por casualidad un libro de
Albert Camus, El mito de Sísifo, y se
siente fascinado por él. Francesc decide convertirse en Jean-François, un
existencialista con abrigo negro de cuello levantado dispuesto a conocer al
autor al que quiere convencer de que estaba equivocado sobre sus tesis del
suicidio. Con esa intención emprende un viaje a Paris donde cree que vive
Albert Camus. En el camino se encuentra con Luna, una adolescente un poco mayor
que él, que le acompaña en su viaje parisino con la idea de reencontrarse con
un chico francés. Lo que les pasa en este viaje, en el que los dos por
distintos caminos van a descubrir el sentido de la vida, es el cuerpo de la
película. Pero si solo fuera esto, no pasaría de ser una historia más de niño
que padece bulling y se refugia en un mundo propio. Lo que hace de Jean-François un film sorprendente es la
manera como se cuenta esta aventura de crecimiento y amor, feliz y muy
positiva, imprevisible en su planteamiento y en el uso de la obra de Camus. Y
sobre todo en su música.
Quiero hacer un aparte para la
música que ha escrito Gerard Pastor para la película. Cuando escribía el guión,
Sergi Portabella siempre la imaginaba con música barroca francesa, Lully sobre
todo. Pero cuando le pidió a Gerard Pastor que le ayudara a buscarla, Gerard le
sugirió hacer una música original, de inspiración barroca. Fue un acierto. El
contraste entre las imágenes de un presente adolescente con la música barroca
que ha compuesto Gerard, funciona espléndidamente. Se ajusta a los tiempos de
la imagen, la acompaña y la complementa sin ilustrarla. Y sorprende en cada
tema. Es barroco del siglo XXI, la prueba de que la música clásica es tan
moderna como lo mas moderno y que lo que importa por encima de todo es saber
que quieres hacer. Gerard y Sergi trabajaron mano a mano en esta banda sonora y
su compenetración se siente en cada tema de la película. Un placer verla y
escucharla.
(En este enlace se puede oír
la banda sonora de Jean-François, i el sentit de la vida. Ojo hay que
quitar los anuncios entre tema y tema)
https://www.youtube.com/watch?v=NqblczVutGw&list=OLAK5uy_kmgLKMEI5MwYlrTvL6_YuHUzCLMY9jxWM&index=2
(me escribe Gerard Pastor para hacerme una aclaración. La idea de que la música barroca fuera original fue del productor Xavier Granada, Me parece importante decirlo porque muchas veces los productores quedan fuera de las consideraciones artísticas de un film y son, casi siempre fundamentales)
(me escribe Gerard Pastor para hacerme una aclaración. La idea de que la música barroca fuera original fue del productor Xavier Granada, Me parece importante decirlo porque muchas veces los productores quedan fuera de las consideraciones artísticas de un film y son, casi siempre fundamentales)
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MADRID
(con Fernando Fernández Arias, Pavel Giroud y Marcelo Piñeiro en Casa de América)
Esta semana he estado en
Madrid invitada por la Casa de América para participar en uno de sus debates
sobre “Temas de la Casa de América”. El que me tocó se titulaba “Las 4 P”, es
decir las cuatro pantallas donde se puede ver el cine en la actualidad:
televisión, ordenador, tablet, móvil. Compartí el debate con Pavel Giroud,
director de cine cubano y Marcelo Piñeiro, director de cine argentino. A mí me pidieron
hablar del uso de las cuatro pantallas desde el punto de vista de la crítica.
De mi exposición, me quedo con tres ideas que comparto en este blog:
La primera, sobre los modos de
ver, la dejo aquí para pensarla:
-En
una pantalla de cine, la imagen se ve del centro hacia fuera, del detalle al
conjunto.
-En
una pantalla de ordenador, o televisión, la imagen se ve de fuera hacia dentro,
del conjunto al detalle.
-En
una tablet o un móvil, la imagen es centro y periferia a la vez.
La segunda, sobre la necesidad
de la crítica.
Ante la enorme abundancia de material
que se produce, lo que se puede definir como Obesidad informativa, hacen falta nutricionistas del audiovisual
que organicen el caos y guíen en la selva de la oferta. Es decir una crítica
seria y creíble.
Tercero, sobre cómo se consume
el cine en esas 4p.
La generalización de pantallas
cada vez mas jibarizadas nos lleva a usar el cine, las series, la imagen en
definitiva, como se usan los libros. Las películas, las series se consumen de
forma fragmentada, en cualquier lugar y a cualquier hora. Por eso hay que
empezar a pensar en el cine y todos sus derivados como un producto de uso
individual y privado, tanto como colectivo y público.
De la intervención de Pavel
Giroud me quedo con una idea que mira al futuro:
-Un creador, en este caso un
director de cine, tiene que ser consciente de que su trabajo se va a ver en
distintos formatos y en distintos tamaños. Eso no quiere decir que tenga que
renunciar a la creación, pero si quiere decir que tiene que utilizar estos
formatos a favor de su creación.
De la intervención de Marcelo
Piñeiro me quedo con la idea de la esencia.
-A partir del ejemplo de El Gatopardo, el director argentino
llegó a demostrar que, incluso en las peores condiciones de visionado, formato cuadrado,
doblado, con cortes publicitarios, la esencia de la energía del film de
Visconti, traspasaba todos los obstáculos.
La conclusión que sacamos
entre todos fue que, usando el modelo del Gatorpardo pero en positivo, todo
debe cambiar para que nada cambie. Y lo que no cambia o no debe cambiar, es la
capacidad de crear belleza, emoción, sentimiento y pensamiento en cualquier
pantalla o soporte.
(Boudin, Estudio de cielo, 1860)
Ya que estaba en Madrid,
aproveché para ver dos exposiciones maravillosas. Monet/Boudin en el Museo Thyssen y Lorenzo Lotto en El Prado. La primera fue muy interesante, además
de hermosa, ya que en la comparación de la obra de Eugène Boudin, con la de
Claude Monet, maestro el primero, discípulo el segundo, se puede ver algo
parecido a lo de las 4 pantallas. No importa el soporte, telas, oleos,
pasteles, en ambos casos. Lo que hace que Claude Monet esté en la historia del
arte y Eugène Boudin no, es la capacidad de transgredir el tema y el material.
La capacidad de crear arte. Eso no quiere decir que los cuadros de Boudin no
sean buenos, le recomiendo a quien pueda que vea la exposición para darse
cuenta. Pero hay algo que no funciona. Boudin, al que su joven discípulo Monet
llama “El rey de los cielos”, dejó escapar la oportunidad de hacer una obra
importante que se intuye en su tratamiento de los cielos sobre el horizonte,
para ceñirse a la demanda de una burguesía que le pedía estampas en la playa y
paisajes bucólicos. Monet, en cambio, escapó de esta tiranía y se arriesgó en
su pintura. Se puede resumir su obra diciendo que Boudin representaba la
realidad, Monet la reinterpretaba. Fue estupendo ver esta exposición con calma
y tiempo por delante.
(Monet, Mañana en el Sena, 1897)
En cuanto a la de Lorenzo Lotto, solo decir que sus
retratos de jóvenes y nobles, de personajes públicos de la Italia del siglo
XVI, son impresionantes en su complejidad. Te miran, te interpelan, te cuestionan
y te sitúan en un contexto histórico muy preciso. Lástima que la exposición
parezca no confiar demasiado en la potencia de estos austeros retratos y se
haya montado con complementos de abalorios que distorsionan un tanto la fuerza
de los cuadros. A pesar de eso, es espléndida.
(descubrí a Lorenzo Lotto en
el lejano año 1982 gracias a esta portada de Bomarzo de Manuel Mujica Láinez)
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