sábado, 24 de agosto de 2019

ALEMANIA


A veces la vida encadena elementos como las fichas del dominó, una enlaza con la otra de manera natural. Eso me ha pasado con la Alemania nazi en estos últimos meses. Todo empezó con una serie, siguió con un conjunto de novelas negras y acabó con una película estremecedora.


Alemania 1
La serie que por una vez no aparece en el Rincón de las Series, sino como parte de la cadena, se titula Babylon Berlín. La descubrí en Movistar hace unos meses. No sé si fue su titulo o el cartel lo que me llamo más la atención, en todo caso, me enganché enseguida a verla y he disfrutado mucho con las dos temporadas emitidas. Está basada en una serie de novelas negras que no conozco escritas por Volker Kutscher y su protagonista es un inspector de policía llamado Gereon Rath. La historia comienza en 1929, cuando Rath llega a Berlín y entra en la Brigada Antivicio lo que le permite adentrarse en el submundo de la pornografía, la prostitución, pero también del cabaret y la libertad que imperaban en la República de Weimar. Rath cuenta con una aliada inesperada en la figura de Charlotte Ritter, una joven que intenta sobrevivir en ese mundo en decadencia, combinando trabajos convencionales con prostitución consentida, pero con vocación de investigadora criminal. Será ella la que acabe dominando el relato con su arrolladora personalidad gracias sobre todo a la estupenda interpretación de Liv Lisa Fries. Pero si la serie es tan apasionante y envolvente no es solo por su historia y personajes, lo es sobre todo porque te traslada al Berlín de entreguerras, con su trasfondo político, el nacimiento del nacionalsocialismo, los movimientos anarquistas y comunistas, la música y los cabarets, la libertad, el libertinaje y una ambientación de art decó espectacular. Todo esto se explica cuando descubrimos que el director de Babylon Berlin es Tom Twiker.

Alemania 2
No conozco las novelas de Kutscher, pero ver la serie me despertó las ganas de volver a leer Violetas de marzo, el primer libro de la saga de Bernie Gunther que escribió Philip Kerr en 1989. Una vez empezado, ya no pude parar y durante dos meses he estado viviendo en compañía de este comisario berlinés, desencantado y cínico, nazi por obligación, honesto por convicción, que a lo largo de trece libros recorre los veinticinco años mas convulsos de la historia del siglo XX: los que van de 1932 a 1957.
Bernie nació en 1896, así que es muy fácil calcular su edad en cada episodio en los que se ve envuelto. Cuando le conocemos en 1936, aun no ha cumplido los cuarenta años, ya no es comisario en el Alex, luego lo volverá a ser, y tras ser detective del famoso hotel Adlon, ahora es un detective privado envuelto en un turbio asunto. Philip Kerr es escocés y nació casi cuando Bernie desaparece, en 1956. Pero su calidad de extranjero no es un problema para describir con todo lujo de detalles situaciones y personajes históricos que conmovieron el mundo. Sus novelas alternan el presente más bien desastroso de Bernie en 1936, 1938, 1941, 1943, 1947, 1949, 1950, 1954, 1956, 1957 con historias del pasado ambientadas en distintos periodos de la Alemania nazi en los que Gunther se ve envuelto a pesar de su explicita y conocida repulsa al régimen del brazo en alto.
Ya que todo empezó con las imágenes de Babylon Berlín, mientras leía las aventuras de Bernie Gunther en el país de los horrores, me entregué a un juego. Puesto que no existe una serie basada en estos libros (sería una serie magnífica si la hiciera Tom Twiker o alguien de su mismo nivel), pensaba en películas que más o menos remitían a los hechos que estaba contando. Por ejemplo:
Violetas de marzo, me recordaba Cabaret, de Bob Fosse o El huevo de la serpiente, de Ingmar Bergman.
Pálido criminal, evocaba La noche de los cristales rotos de Wolfgang Petersen, y la espléndida serie de Fassbinder, Berlín Alexanderplatz.
Réquiem alemán, hace pensar sin duda en El tercer hombre, de Carol Reed, es perfecta, no hay que buscar más.
Unos por otros, remite claramente a Odessa, de Ronald Neame o La caja de música, de Costa Gavras.
Una llama misteriosa, hay muchas, pero El médico alemán, de Lucía Puezo y Eichman en Argentina, de Martin Liji y Rosario Cervio, que se puede ver en Filmin, son quizás las más claras.
Si los muertos no resucitan, recuerda dos películas: Olimpiada de Leni Riefenstahl y Havana de Sydney Pollack.
Gris de campaña, no es muy fácil, pero creo que Funeral en Berlín, de Guy Hamilton, es la mejor.
Praga mortal, de esta hay dos films clarísimos, Los verdugos también mueren, de Fritz Lang y más reciente, Operación Anthropoid, de Sean Ellis.
Un hombre sin aliento, es evidente que Katyn, de Andrzej Wajda es su película.
La dama de Zagreb, era más complicado, pero podría ser Braca po Materi, de Zdravko Sotra,  una desconocida película croata que retrata la violenta y cruenta historia de la Ustasa. Aunque también se puede buscar cualquier película con Hedy Lamarr dentro, clara inspiración para la dama de esta novela.
El otro lado del silencio, aunque no lo parezca, Atrapa a un ladrón de Hitchcock.
Azul de Prusia, la primera que viene a la cabeza es Man Hunt, de Fritz Lang, pero también Moloch de Alexsander Sokurov.
El laberinto griego pasa en 1957 y me ha hecho pensar en Traición en Atenas, de Robert Aldrich, quizás porque Robert Mitchum es el rostro que me gusta ponerle a Bernie Gunther. También en Los violentos de Kelly, de Brian G Hutton, entre otras cosas porque Clint Eastwood haría un buen Gunther, al menos es tan alto como él.
El próximo otoño se anuncia la publicación de Metrópolis, la última entrega  de Bernie Gunther ambientada en el año 1928, cuando empieza su carrera en la policía. Ésta sí que será la última de verdad ya que Philip Kerr moría pocos días antes de la publicación de Laberinto griego a los 56 años de edad.


Alemania 3
La película estremecedora es El triunfo de la voluntad de Leni Riefesthal. La preparación de una pieza sobre la cineasta para el programa Cartellera de BTV me llevó a revisar sus películas. Olimpiada me volvió a impresionar con sus encuadres, su montaje, su épica. Pero la que de verdad me dejó clavada en la silla fue El triunfo de la voluntad. Este documental está magníficamente filmado, tiene un montaje moderno y completamente innovador en el que alternan los planos de las multitudes con los rostros arrebolados de ese pueblo ario que alaba a su líder en masas con el brazo en alto, combinando la presencia de los más humildes en la cadena nacionalsocialista con el rostro y la voz atronadora del Führer máximo. Viéndola desde la perspectiva de la historia y sabiendo lo que  pasaría después, estremece pensar que la mayor parte de esos jóvenes que gritan enloquecidos en diez años iba a estar muertos en su mayoría. Una de las cosas que más inquietan al verla ahora es saber que El triunfo de la voluntad se exhibió en toda Europa en los años 30, en Inglaterra, en Francia, en Italia, y nadie fue capaz de ver que el huevo de la serpiente se había convertido ya en un dragón de enormes dimensiones. Esto me lleva a pensar si no nos estará pasando lo mismo ahora ante comportamientos nacionalistas y populistas en Europa que recuerdan mucho lo que se decía en este documento de 1934. ¿Nos damos cuenta de que el huevo ya ha se ha abierto? No lo sé, pero revisarla me ha servido para resituar algunos discursos muy cercanos en el espacio y en el tiempo.

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